Este texto publicaba en 2003 en Diario de León. Y ahora lo rescato del baúl de los recuerdos.
No recuerdo con exactitud la primera vez que vi una
lámina de un cuadro de Vermeer en algún libro de historia del arte. Es probable
que la primera ilustración fuera Una vista de Delft. Aquel paisaje holandés
debió quedarme grabado en la memoria afectiva. Y desde entonces ando en busca
del espacio y el tiempo perdidos, como Marcel Proust, a quien por cierto le
entusiasmaba la pintura de Vermeer.
Vista de Delft-Vermeer |
Desde el día en que viera Delft, a través
de una pintura, me enamoré de Holanda, ese país que tantas veces he visitado y
que me hace sentir como en mi propia morada, incluso mejor que en mi propia
tierra.
A lo mejor uno fue holandés en otra vida. Qué chistosito. No estaría
mal creer en la reencarnación. Pero regresemos al tema que nos interesa.
Desde
bien pequeñín me emocionaba ver cuadros de pintores en los libros escolares.
Uno, en aquella época, no tenía la oportunidad de visitar los museos y
pinacotecas. Vivíamos una época de miserias culturales y estrecheces
económicas. Lo que sí recuerdo es que sentía un especial cariño por Velázquez y
Rembrandt (el retrato del Conde Duque de Olivares, La rendición de Breda y La
noche de ronda eran algunos de mis cuadros preferidos), aunque en aquel tiempo
uno no sabía lo importantes que eran estos pintores y estas pinturas.
Delft |
A Vermeer
lo descubrí más tarde. Con el paso de los años, a través de los escritos de
Dalí, el cine de Luis Buñuel y de Peter Greenaway, Vermeer se me apareció una
vez más, en todo su esplendor. Entonces este ilusionista óptico pasó a ser uno
de mis pintores favoritos.
En realidad ya lo era.
Plaza del Mercado, al fondo la Nieuwe Kerk (Delft) |
La primera vez que tuve la ocasión de ver un Vermeer
de verdad debió ser en el Louvre de París. Era la famosa Encajera, cuadro que
también es conocido como La Tejedora. Y el
segundo cuadro que debí ver de este pintor fue en el Museo
Kunsthistorisches de Viena. Era El arte de la pintura. Ya en Francia, en mi
época de Erasmus, me aficioné a los viajes.
Realicé varias visitas al
Rijksmuseum de Amsterdam y al Mauritshuis de La Haya (Den Haag, que queda más
flamenco), donde se encuentran algunos de los cuadros de este excepcional
pintor holandés.
Rijksmuseum-Amsterdam |
Sus cuadros están repartidos por todos los grandes museos del
mundo, salvo en nuestro país, que no hay ninguno, aunque en estos momentos,
desde hace más de dos meses, hemos tenido la ocasión de visitar una exposición
de Vermeer y algunos pintores como Hooch, Jan Steen y Metsu en el Museo del
Prado.
Delft |
Si os acercáis a la capital del
reino no dejéis de ver esta exposición, que ya se acaba. Y si contáis con
algunos días de asueto, visitad Delft, que es un sitio en el que a buen seguro
os sentiréis como en el paraíso.
Vermeer bien vale un viaje a Madrid y aun otro
a su ciudad natal.
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