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jueves, 29 de abril de 2010

Los cannabinoides

Los cannabinoides o derivados de la Cannabis Sativa (véase Marihuana) se están convirtiendo en verdaderos revulsivos en la medicina o psiquiatría moderna debido a que se están empleando en enfermedades degenerativas, como la esclerosis múltiple, el Alzheimer o para inhibir las náuseas y vómitos en pacientes de Sida o cáncer con buenos resultados. Incluso los cannabinoides sintéticos, como Sativex, se usan para aliviar los dolores que provoca la esclerosis múltiple. Se conocen varios cannabinoides sintéticos como Marinol, que estimula el apetito, Rimonabant, que se emplea para dejar de fumar, etc.
El THC es la principal sustancia psicoactiva de la Cannabis sativa y funciona como euforizante. Ayuda a fortalecer el sistema inmunológico. Imita la Anandamina (AEA), que es un neurotransmisor y/o cannabinoide endógeno.
En cambio, el CBD no es una sustancia psicoactiva y funciona como relajante que alivia la ansiedad e inhibe el crecimiento de las células cancerígenas. También puede servir para tratar a artríticicos y a pacientes con osteoporosis. También se emplea como antipsicótico atípico en casos de esquizofrenia.
En cuanto al CBN, es una sustancia psicoactiva leve que parece contrarrestar los efectos del THC y el CBD.
Como las sustancias psicotrópicas exógenas suelen tener sus equivalentes u homólogos en las endógenas, los investigadores descubrieron, hace ya unos años, que nuestro organismo también segrega cannabinoides, como la 2-AG y la Anandamina (AEA), entre otras, que son lógicamente neurotransmisores que imita los efectos de los psicoactivos de la Cannabis. Aparte de encontrarse en nuestro cuerpo, la AEA se halla asimismo en el cacao, sobre todo en el fermentado, en el chocolate, en los erizos de mar, en huevas desecadas de peces, en ácidos grasos, etc. Un mundo realmente apasionante.

martes, 27 de abril de 2010

Cocaína a la carta

Hace tiempo que la cocaína es como el pan nuestro de cada día, fariña de hostias mixtificadas, polvo de transubstanciación, dánoslo hoy y mañana, por amor de Dios, santificado sea tu nombre en los altares del narcotráfico. Algo así deben pensar/decir algunos tipos para quienes la droga es sustento diario, economía subterránea, negocio al por mayor. Dichosos “narcos”, que pretenden a toda costa enriquecerse y tocar los cielos nacarados de la estupefacción, aunque para ello tengan que enfangarse en la mierda hasta el cogote, y no se harten de chupar sangre corrupta y caminar por encima de cadáveres. El afán de dinero es lo que contamina al personal y lo hace ser despiadado y cruel con sus semejantes. El afán de riqueza nos vuelve majaras a los humanos, demasiado humanos. Y en ocasiones, ese afán desmedido, te conduce por terrenos fangosos, harto jodidos, porque no todo el monte es coca y orégano, orgasmo y buenos alimentos.

El Bierzo es una comarca en el que anidan muchos pájaros a los que les va el rollito del tráfico de estupefacientes. El Bierzo, quizá por ser fronterizo con Galicia, es un sitio extraordinario para asentarse y enpaquetar drogas por doquier. Donde menos te esperas salta el camello y te vas de cabeza al pozo. 

Al paso que vamos los “restoranes” de lujo -vaya idea- incluirán en sus cartas la cocaína como postre que acompañe a los cafés y las copas de turno. Algún garito nocturno ya debe estar poniéndolo en práctica. Nada sorprendente bajo este universo estrellado. 
“Si así lo desea tenemos a bien afrecerle unas rayitas”, te podría espetar el camarero con gentileza. No tardando la cocaína formará parte de nuestra exquisita cocina. Ojito al dato. 
Freud, que era un cocainómano, inventó el psicoanálisis como terapia a su adicción. ¿Qué terapia nos inventamos para los narcos? No cabe duda de que esta droga es el gran negocio del siglo. Y lo seguirá siendo. A poco que eches un ojito a tu alrededor, ya estás esnifando y saborando harina de otro fardel. Al paso que caminamos hasta los feligreses llegarán a comulgar con rayas y hostiones hechos de coca. Tiempo al tiempo. No resultaría descabellado. 
Los indios Tarahumara utilizan el peyote como alimento espiritual que los ayuda a entrar en trance. El peyote como divinidad en la que creen y confían. Los Beatles y el propio Jim Morrison, que ahora siguen "vivitos y coleando", y aun resurgen como chamanes de la psicodelia posmoderna, gustaban de darle a esta droga alucinógena, tal vez con el fin de atravesar las puertas de la percepción.
Cada cual que haga con su “body” lo que le plazca, y se raye lo que pueda, pero a sabiendas de que no jode al vecinito de enfrente. Por ejemplo

Bajo el pulso musical, que sabe a ti

Bajo el pulso musical de una emoción intensa
recorres la selva de miel y deseo
Bajo un bosque esplendoroso
en un incierto paraje
de grotesca irrealidad
de amorosa realidad
te recorro, aromática
que sabe a ti
Bajo la apariencia del tacto
continúas sembrando semillas
como quien echara a andar el destino
caballo desbocado
por las praderas inmensas
de tulipanes
y casitas coloridas
rodeadas de agua y tiempo
flotando en la corriente alterna
marina de neón
caminas sobre el agua
como quien echara a andar el destino
tu futuro montado en bibicleta
sin frenos
No te detengas... sigue el curso
camina sobre la luna clareada
que ya es pura feromona
y saliva
perfumada de las palabras y recuerdos que se pierden
en la lejanía de los susurros
untados de ti
floreados y nutricios
bajo un Olimpo inmemorial.

miércoles, 21 de abril de 2010

Juan Carlos Mostaza, un genio de la animación en 3D


Viejo amigo y compañero de batallas en aquella Escuela de cine que un día fue, el leonés Juan Carlos Mostaza (aunque nacido en Valladolid) es ya un consolidado director en el cine de animación en 3D. Y me alegra que haya aceptado esta invitación para participar en Tardes de Cine.

Será, por lo demás, el encargado de poner el broche de oro a esta edición.
Ingeniero en informática por la Universidad de León, es asimismo uno de los socios fundadores de “LaCatedral Animation Studio”, empresa dedicada a la postproducción digital para cine y televisión.


En la actualidad, Mostaza compagina su labor docente en Técnicas de Infografía y Animación en la Universidad San Pablo CEU (Madrid) con su actividad profesional como investigador en Captura de Movimiento en la Universidad de Cardiff (Gales) y con la realización de cortometrajes de animación en cine.


Sus trabajos "Broken Wire", "Casitas" y "Tiempo" han participado en más de 300 festivales de todo el mundo, obteniendo más de 100 premios internacionales, incluida una nominación a los premios Goya, lo que da una idea más o menos clara de quién es este genio de la animación, que algún día –eso espero y deseo- llegará a Hollywood, si se lo propone de veras.


Tuve la ocasión de ver uno de sus primeros cortometrajes, quizá el primero, “The Insect”, que fue seleccionado en el Imagina (Montecarlo) en 2001, y ya se notaba su talento. Luego nos mostró Broken Wire, que fue un audiovisual ideado cuando aún era profesor de la Escuela de Cine de la Universidad de León.
Este singular y original trabajo de animación en 3D fue concebido a partir de un simple ordenador portátil, en un tiempo record, gracias a la maestría y genialidad de su creador, que aplicó técnicas innovadoras en el ámbito de la animación.
A partir de una historia de encuentros y desencuentros, amores y desamores, una historia clásica, en definitiva, Juan Carlos Mostaza inventa y desarrolla algunas técnicas innovadoras en el mundo de la animación, que nunca antes se habían aplicado en el cine. A través de “Canales de Ruido Dinámico” logra unas imágenes en Cinemascope extraordinarias, que nos dan la sensación de volumen, y nos envuelven en una atmósfera en la que el espectador llega a percibir hasta el polvo que hay en el aire.
Los personajes, aunque sean alambres, nos comunican sus sentimientos a través de la expresión corporal y los vemos cómo se mueven en un mundo real. Uno, como espectador, tiene la impresión, desde el inicio del cortometraje, de estar viendo cine con personajes reales, en un ambiente realista, incluso hiperrealista.


Otra de sus técnicas innovadoras que empleó fue el sistema de “Captura de Movimiento basado en el Reconocimiento de la Piel Humana”, a través del cual el ordenador detecta dónde está la piel así como las articulaciones, y de este modo consigue que un personaje en 3D se mueva como una persona real de carne y hueso. Este excelente trabajo de animación, cuya sugerente e hipnótica banda sonora compuso el leonés Xiberta Soto, le dio a Mostaza la nominación a los premios Goya.


Y después de Broken Wire, este apasionado del cine de Spielberg, Hitchcock, Amenábar, Ridley Scott, Coppola y Tim Burton, entre otros, nos ha deleitado con “Casitas” y “Tiempo”. Nos os perdáis la cita este miércoles, a las ocho de la tarde, en la Casa de las Culturas de Bembibre. Os encantará. Y quizá descubráis un mundo fascinante, el de la animación. Mucha suerte, estimado Juan Carlos, y larga vida.

http://www.lacatedral.es/presentacion.html

miércoles, 14 de abril de 2010

Otras drogas visonarias Mayores

Vayamos con algunas otras sustancias visionarias Mayores, como los hongos alucinógenos u hongos psilocibios, cuyas sustancias, como la psilocibina o la psilocina, procuran viajes piscodélicos similares al LSD, aunque más breves.
La Psilocibina es un alcaloide psicodélico que se encuentra sobre todo en el hongo Psilocybe. Y la psilocina es a su vez un alcaloide derivado de la psilocibina.
La ibogaína es un alcaloide alucinógeno, que se obtiene de un arbusto africano, del Congo y Gabón, aunque también resulta hipnótico y afrodisiaco, que estimula el SNC con efecto parecido al de las anfetaminas. En altas dosis provoca alucinaciones, de ahí su uso en ritos religioso. Puede ser usado en el tratamiento de los dependientes de opiáceos y cocaína.
Entre las sustancias sintéticas, más o menos recientes, hay muchísimas porque se están constantemente investigando en los laboratorios.
Hace ya algo más de medio siglo surgió la DMT (diemetriltriptamina). Conocida también como trip o viaje del ejecutivo, es un alcaloide con olor a naftalina presente en diversos géneros de plantas -incluso se considera como neurotransmisor-, desde la Acacia o la Mimosa hasta la ayahuasca, y difícil de conseguir en el mercado negro, ya que resulta cara tanto su síntesis como la manera de adulterarla. Suele esnifarse aunque también puede inyectarse. Tiene un efecto inmediato y "atómico", un subidón breve pero intenso. Interrumpe la recaptación de serotonina provocando cambios en la percepción, visiones fantásticas, acompañadas por la sensación de viajar a otro universo de un modo intemporal y una sensación de que los objetos han perdido la forma y se están desintegrando. Puede provocar estados paranoides, ansiedad y pánico, aparte de dilatar las pupilas, aumentar el ritmo cardíaco y la presión sanguínea.
Otra es la Ketamina (polvo K), que se emplea como analgésico y anestésico. Y es usada por los veterinarios con animales. Es una droga sintetizada en los sesenta, perteneciente al grupo de las sustancias disociativas, que se esnifa y también puede inyectarse. Al igual que sucede con las benzodiacepinas, la ketamina tiene dos modos de acción diversos, dependiendo de las cantidades consumidas. En dosis altas produce anestesia, pero en dosis bajas o muy bajas induce a experiencias visionarias muy intensas, durante una o dos horas, que pueden oscilar entre lo beatífico y lo terrorífico.
DXM o DM (dextrometorfano) es una droga disociativa que actúa sobre el SNC para inhibir la tos. No produce adicción física aunque sí puede provocar una leve adicción psicológica En grandes dosis causa alucinaciones, aparte de visión borrosa, sueño o mareo, náuseas, etc.

La TMA es otra sustancia sintética, descubierta en los sesenta, con gran poder alucinógeno. Sus efectos se parecen a los de mescalina o LSD. El principal inconveniente de la TMA es que genera casi siempre náuseas al comienzo de la experiencia.
La DOM o STP (Serenity, Tranquility, Peace o Super Terrific Psychedelic), otra sustancia sintética, descubierta en los sesenta, es más intensa y duradera que el LSD. En altas dosis altas se logra un viaje psíquico excepcional, que puede durar hasta 24 horas, o sea, un día entero. En dosis leves, los efectos se notan a las tres o cuatro horas. Entre sus efectos están fases de terror, episodios paranoicos y otros trastornos psicóticos, que no resulta fácil tratar con neurolépticos, los cuales pueden incluso llegar a ser contraproducentes.
2C-B (abreviatura de la 4-bromo-2,5-dimetoxifenetilamina) es otra droga de diseño que data de comienzos de los setenta. Resulta sencilla y barata de elabora. Procura viajes semejantes a los de STP, aunque mucho más breves. Y está emparentada con el Éxtasis y sus análogos en cuanto a entrar en contacto "amoroso"con el "otro". Abre a la vez las puertas de la percepción y del corazón, y resulta "afrodisíaca". La 2C-B se potencia en combinación con el Éxtasis y sus análogos.
La 5-Meo-DIPT. Esta sustancia supera con creces a la 2C-B como afrodisíaco.
Salvinorina-A -de la Salvia divinorum o hierba de los dioses, usada por los chamanes oaxaqueños (México) en sus rituales- es una droga visionaria tan activa como el o la LSD , aislada por primera vez en 1994. En dosis elevadas de salvinorina-A, se aniquila el concepto espacio-tiempo, procurando tanto buenos como malos viajes.
La atropina (extraída fundamentalmente de la belladonna o Atropa belladonna)se ha asociado con la brujería y la magia (léase al antropólogo Marvin Harris, por ejemplo).
Sus propiedades son semejantes al beleño, y se empleaba como ingrediente en pócimas de brujeriles. Algunos de estos brebajes contenían belladona, beleño, mandrágora y grasa de recién nacido, que las bruxas se frotaban en la piel o bien se introducían en la vagina para ser absorbida. De ahí proviene a buen seguro su famosa escoba.
"Las brujas confiesan que, en ciertos días y noches, untan un palo y lo montan para llegar a un lugar determinado, o bien se untan ellas mismas bajo los brazos, y en otros lugares donde crece vello".

La belladona también fue empleada para envenenar a las tropas de guerra o emperadores romanos. Se conoce como belladonna porque las romanas la usaban para embellecerse el cutis; y porque este alcaloide dilata las pupilas, lo que hace más hermosa la mirada de las mujeres. El principio activo de la Atropa belladona es la atropina, aunque también presenta concentraciones menores de escopolamina.
La atropina bloquea los receptores de la acetilcolina, por eso se le conoce como anticolinérgico. Se ha aplicado en neuralgias, tos nerviosa, asma, convulsiones, epilepsia, espasmos y operaciones de los ojos.
También se ha utilizado, en conjunción con la levadopa, para tratar la enfermedad de Parkinson.
Por lo demás, funciona como diurético, sedativo, analgésico leve y antídoto contra la intoxicación por hongos que contengan alcaloides muscarínicos como el Amanita muscaria.
En dosis elevadas, aunque no crea dependencia física ni psíquica, sí provoca alucinaciones visuales y auditivas.
Se dice que el vino de las bacanales era adulterado con frecuencia con jugo de belladona.

La escopolamina, burundanga es un alcaloide clásico que se halla en plantas como el beleño, la mandrágora, entre otras... Bastante similar, en cuanto a sus efectos, a la atropina, puede provocar psicosis y esquizofenias en dosis elevadas. También actúa como anticolinérgico. Se usa en tratamientos contra el Parkinson, como analgésico local y para dilatar la pupila y de este modo examinar el fondo de ojo.

La hioscinamina es otro alcaloide clásico, tropánico y anticolinérgico como el anterior, que también se encuentra en algunas plantas de la llamada familia Solananceae, como la hierba loca, Mandrágora... Se usa en casos de Parkinson, entre otros. Su consumo puede provocar alucinaciones, desorientación, pérdida de memoria...

En cuanto a la Mandrágora, que contiene alcaloides como atropina o escopolamina, ha sido empleada durante la Edad Media por las llamadas brujas en sus ceremoniales como afrodisíaco. Según creencia popular crece bajo los patíbulos donde cae el semen de los ahorcados. Ha dado nombre a novelas, programas de televisión... Como la belladonna, en dosis bajas deprime y en dosis altas, estimula, incluso provoca delirios. Se ha usado como analgésico e inductor al sueño.

lunes, 12 de abril de 2010

Colinas, poeta de la luz






Poeta bañezano universal, en busca de la luz y el éxtasis de Oriente, filósofo y lírico místico, marcado por la estética machadiana, en una “tierra donde no existe el tiempo, llanos de eternidad/secos campos del Gótico, ardor del mediodía”, y sus vivencias en diferentes lugares del mundo, sobre todo en Italia, país hermano, cuya belleza nos sobrecoge, y en donde nuestro artista encontró, gracias a su labor como Lector de Español en las Universidades de Milán y de Bérgamo, musas que lo han llevado hasta las cumbres más elevadas.

Poeta de la naturaleza y del amor, entre lo mesetario, cuyo horizonte de tapias resecas y adobes casi humanos cobijan nuestros sueños, y la luz mediterránea, aromatizada por los cantos románticos de Leopardi y un sabor ibicenco.

Poeta impregnado de misticismo español y romanticismo germano, entre la sacralidad y el apego absoluto a la vida, incluso a la carne, a la erótica que procuran “unos muslos/debajo de unas medias/y la boca roja sin dolor/de una adolescente”, como escribe el poeta en Semana de pasión, porque la vida siempre es y será su fuente de inspiración.

Su apellido sabe y huele a espacio legendario, “a tiempo detenido y cuajado en la montaña”, tras el que se esconde el misterio de la vida y los secretos de la creación. La poesía como una suerte de conocimiento, cuyos poemas, hechos de tierra y sangre, nos adentran en las esencias de las palabras.

El laureado Colinas, que goza entre otros del Premio Nacional de la Crítica y de Literatura o el Premio de las Letras de Castilla y León, no sólo es un magnífico poeta, sino ensayista, crítico literario, periodista y traductor de la poesía completa del Premio Nobel Salvatore Quasimodo.

En la actualidad, Colinas vive en Salamanca, la ciudad charra y estudiantil, donde suponemos habrá encontrado el karma para afinar sus liras poéticas.


Salamanca: ciudad de poetas y maestros místicos, como los fueran Fray Luis de León y San Juan de la Cruz, que tanta importancia han tenido y tienen en su obra. Ciudad por la que uno siente especial adoración, y que lo ha convertido en Pregonero Vitalicio de la Feria del Libro.

A Colinas lo he visto en contadas ocasiones (en León, a resultas del Congreso Nacional de Literatura y una Jornadas de Psicoanálisis y Literatura; en Bembibre, en Tardes de Autor, y en Astorga, en Encuentros poéticos del Reino de León).


La que nunca olvidaré, fue la primera vez que lo vi, en la Estación de Autobuses de la Bañeza, lo que quizá sea prosaico, mas se me hace que esta visión del poeta en lugares comunes lo acercan al terruño y lo tornan cercano y familiar. Confieso que en aquella ocasión nada le dije, ni siquiera un saludo de enhorabuena, porque su obra la descubrí gracias a la poeta berciana Ester Folgueral, que me inició, como amiga y maestra, en su poesía hecha de luz y con sangre, como su Antología poética, La luz es nuestra sangre, prologada por el crítico literario y catedrático de Literatura, José Enrique Martínez, y que recoge algunos de los mejores y más lúcidos poemas de este autor, a quien tuve la ocasión y el privilegio de escuchar en Casa de las Culturas de Bembibre, hace algún tiempo, con motivo de las Tardes de Autor, que se vienen celebrando en la capital del Bierzo Alto desde hace años, gracias a la Concejalía de cultura y la presencia fundamental de su coordinador, Tomás Néstor Martínez, profesor de Lengua y Literatura y gurú de la cultura.
El propio Colinas, que siempre escribe con la luz, la luz del aroma, ha tenido la gentileza de prologar algunos libros de poetas berciano-leonesas, como es el caso de Folgueral y su Memoria de la luz, o Historias de la fatal ocasión, cuya autora es Carmen Busmayor, lo que convierte a este poeta de la luz en guía espiritual de nuevos talentos y sobre todo humano, bien humano.

¿Qué es el cine?

¿Qué es el cine? ¿Se trata de un "arte", una industria, un espectáculo...? Depende. Una cosa es hacer cine y otra realizar películas. Algo así apuntó Godard, uno de los grandes de la Nueva Ola francesa. 
Esta semana, en concreto, los devotos bercianos del gran Kubrick están/estamos de enhorabuena, porque se pasan algunas de sus películas en el salón de Caja España, en Ponferrada. Queda dicho.

El cine es una forma estética (del griego aisthesis), que se ocupa como tal no solo de la belleza y sus afines, sino también de lo grotesco, lo sublime, y aun del kitsch (que no es más que un simulacro o imitación -vulgar, de mal gusto, perteneciente a la cultura de masas o cultura de consumo, de usar y tirar-), que imita el efecto de la imitación, según nos cuenta Eco en su Apocalípticos e Integrados, quien por otra parte nos invita a reflexionar acerca del arte, cuya función (al menos la música y la tragedia) era la de provocar efectos psicológicos, si nos fiamos de Aristóteles.


Convengamos en que el cine, al menos una suerte de pelis, son un “arte” (techné, o sea, arte y técnica o ciencia, según los griegos; y ars, según los latinos) quizá, el Séptimo, que emplea fundamentalmente la imagen, que es en sí misma y por sí misma un medio de expresión semejante a la pintura.

El séptimo de... caballería, porque según clasificación usada en la antigua Grecia las seis anteriores eran la arquitectura, danza, escultura, música, pintura y poesía (literatura). Incluso haylos que han querido incluir la foto como la octava, aunque sea una extensión de la pintura, la historieta como la novena, aunque sea un puente entre la pintura y el cine, y aun otras artes como la televisión (basura comestible, que cuando uno no traga se siente como en otro mundo, sobre todo cuando uno viaja a otro país y se desconecta de la caja friki), la moda, la publicidad o los videojuegos... y así en este plan. Excuso decir que un buen artesano, como esos que vemos en algunos zocos de medinas, les dan mil vueltas, incluso en originalidad y por supuesto en saber hacer, a muchos mal llamados ahora artistas.
Decía que el cine es un "arte" de imágenes (o representaciones que manifiestan la apariencia de algo) en movimiento, que somos capaces de percibir gracias a la persistencia de éstas en el cerebro, lo que se conoce como fenómeno Phi, una ilusión óptica, definida por Wertheimer, que consiste en que el cerebro percibe un movimiento continuo ante una sucesión de imágenes independientes y estáticas.

Su carácter esencial es ser imagen -animada o en movimiento-, frente a la imagen pictórica, una representación de movimiento y cambio: cambio de planos, secuencias, puntos de vista, etc. Cambio constante, lo que procura una “provocación” en el espectador.
Su cualidad de imagen animada la convierte en “doble”, entre el ser y el parecer, lo concreto y lo abstracto.
La metáfora cinematográfica por excelencia es el tren, vinculado al movimiento de la mirada a través del viaje, al travelling (desplazamiento de la cámara a través de raíles) y a las primeras películas de los Lumière: La llegada del tren a la estación de la Ciotat; así como algunas películas del maestro Hitchcock, véanse por ejemplo Alarma en el expreso y Extraños en un tren.
Metáfora que utiliza asimismo el director alemán Wenders, al menos en sus mejores películas, un cine donde, además, la imagen y la palabra se complementan.
Por tanto, una película es, ante todo, imágenes de una “realidad” concreta cuyo fin, en principio, es describir o narrar uno o varios acontecimientos, aunque el cine no sea sólo narrativo. Como ocurre con las primeras películas de Buñuel o algunas de Godard. Por poner sólo algunos ejemplos.
La imagen fílmica es semejante a lo real y a la vez diferente, como la imagen reflejada en un espejo, porque no nos devuelve lo real sino su “doble”.


Considerada como representación formal, no se distingue de la pictórica. Tanto una como otra están en función del marco, que determina la composición. No obstante, la imagen fílmica compone con el movimiento, y se modifica sin cesar, porque se refiere siempre a las imágenes precedentes y subsiguientes, lo que no ocurre con la imagen pictórica.

El cine es imagen sincrética o condensada, en la que interviene cierta elección y búsqueda compositiva (estética de la imagen). En definitiva, el cine es imagen del espacio… (y del tiempo), con el que el espectador se comunica a través de la mirada, participa o contempla de modo activo, se identifica y se proyecta. Como si el actor fuera nuestro doble, la encarnación de nuestro yo. Incluso experimentamos su visión como si fuera nuestra. Es lo que nos ocurre, a través de los planos subjetivos, con las películas del maestro Hitchcock, quien logra que nos identifiquemos con sus personajes y aun nos metamos en la piel de sus protagonistas. Capítulo aparte merece este mago del suspense, el cine negro, el cine psicoanalítico/psicológico... 

Antes de ser relato y ritmo, el cine es sobre todo espacio, lo que lo remite a los principios de las artes plásticas. Si es narrativo, y según la narración elegida, las imágenes pueden convertirse en símbolos, en una realidad abstracta, a condición de que estos símbolos no pierdan contacto con la realidad de la que ha partido, de que la trascienda significándola. Es lo que pretende, por ejemplo, el director ruso Eisenstein en su cine dialéctico.

El sonido no es imprescindible en el cine, como sabemos por sus orígenes, cuando éste era mudo o silente. Aunque también se sabe que la falta de diálogos (hablados) restaba posibilidades dramáticas a las relaciones entre personajes y empujaba a los actores a la sobreinterpretación.



Hoy el sonido es un recurso fílmico más, y este apoyo sonoro, a través de las palabras, la música y los efectos sonoros, le dan aún más fuerza a las imágenes, llegando en ocasiones a que la banda sonora (y sobre todo la música) sea más importante que las imágenes.

 
La imagen fílmica, por tanto, sustituye a lo real como la imagen mental cuando soñamos. Aunque en el sueño, lo imaginario nos viene de dentro, y en el cine nos llega de afuera. El espectador no tiene que imaginar lo que se le muestra, le basta con dejarse llevar por las imágenes (materia de la imaginación), y vivir lo real representado, lo que en principio situaría al cine en inferioridad respecto a la novela. Esto sería en lo que respecta a la intensidad evocadora de la novela frente al cine, no en términos estéticos absolutos, porque algunas películas requieren la participación activa del espectador (Véase por ejemplo el cine de Eisenstein, Resnais, entre otros) y las palabras de los diálogos son muy importantes, y a veces definitivas, no sólo en la literatura, sino en gran parte del llamado cine clásico. Y no digamos en el cine de Bergman.


Uno participa del cine, como espectador activo, en tanto y en cuanto consiente un sometimiento y una creencia en la realidad (credibilidad y verosimilitud) de la película. Incluso hay actividad creadora, por parte del espectador, a partir de las imágenes percibidas, aunque esta creación mental no es probablemente imaginativa como en la lectura.

El cine nos ofrece la ilusión de asistir a acontecimientos reales, que se desarrollan como realidades cotidianas. Y en este sentido, sustituye a la vida tal como la vemos y percibimos, y nos la sirve de manera más intensa y sobre todo más densa, porque condensa el espacio y el tiempo. Asimismo, nos impone una visión del mundo más o menos organizada.
Lo que cuenta en cine no es lo que se ve sino lo que se percibe. Hasta el punto de que a veces se cree ver lo que no existe. “La película no se piensa, se percibe”, según Merleau-Ponty. Si la película no se piensa, como asegura este filósofo, debe dar qué pensar, porque nos exige imaginar con lo que nos muestra.
La imagen como comienzo de algo, no como finalidad, sobre todo en las películas interesantes, que no se agotan en una mera anécdota, como ocurre sin duda en los folletines novelescos.



Los espectadores solemos tener una actitud religiosa frente al cine, ya presentida por Eisenstein, una especie de hipnosis, que nos hace vivir una aventura vivida por otros, sin ser prisioneros, y encima vivirla sin peligro, lo que resulta liberador, catártico.



Eisenstein soñaba con esta hipnosis a través del cine: “Deseo construir imágenes que irradien un sentido profundo, más allá –pero a partir- de lo que muestran, como si los hechos representados fuesen signo de un movimiento psíquico. De tal modo, la imagen que fije un ideal podrá engendrar éxtasis”.
La imagen fílmica no es, por tanto, un signo “en sí”. Y su significación cambia, según se presente de una o de otra forma. Nunca –o raramente- el significado fílmico depende de una imagen aislada, sino de una relación entre las imágenes.


Una misma imagen, en función del contexto en que se halle, puede adquirir una significación diferente, un valor simbólico. Por tanto, puede convertirse en imagen-símbolo.
Como nos muestra el efecto Kulechov, que está en la base del lenguaje fílmico, y que se debe a un cineasta ruso, que realizó el siguiente experimento con sus alumnos:

Tomó de una película antigua un primer plano del rostro de un famoso actor de cine ruso del momento, Iván Moszhukin, cuya mirada era voluntariamente inexpresiva, e hizo tirar tres copias de la misma. Luego empalmó la primera con un plano que mostraba un plato de sopa. La segunda, con un plano que mostraba el cadáver de una mujer en un ataúd. La tercera, con el de una mujer tendida en un sofá en una pose “sugerente”.
Luego les preguntó, a sus alumnos, qué sensación les transmitía el rostro del personaje. Todos, de modo unánime, dijeron que expresaba hambre, angustia y deseo respectivamente, a pesar de que la imagen del rostro era siempre la misma. Por tanto, lo importante no es tanto el contenido de esas imágenes, sino la manera de combinarlas (Primera conclusión). Y cómo los espectadores, en este caso alumnos, proyectaban sus propios sentimientos en el actor.
De ahí la magia del cine y su capacidad para sugestionar o engañar al público, que siempre es superior a la simple descripción.

Vemos, por tanto, cómo mediante el montaje (a través del cual se empalman las imágenes según la continuidad lógica de la acción) se puede crear un nuevo significado por la proximidad o asociación de dos o más imágenes. Un significado lingüístico, porque gracias al montaje la imagen sugiere, sobreentiende algo distinto de lo que muestra, aunque lo que muestra debe tener ya una significación descriptiva, que contribuye al desarrollo de la acción, a la narración y comprensión de la película.

Como sucede en el montaje dialéctico, de Eisenstein, en el que la yuxtaposición de “imágenes-choque”, la colisión de estas imágenes, su conflicto, genera conceptos (una tesis), porque puede determinar una tercera en la mente del espectador (por ejemplo, ojo y agua hacen pensar en tristeza, en llanto).


El cine de este director ruso es una síntesis de lo emocional y de lo intelectual. De la imagen al sentimiento, del sentimiento a la idea. De este modo, el cine podría ser el único medio de expresión capaz de aunar el lenguaje lírico y el lenguaje de la razón.
En El acorazado Potemkin, y en concreto en la escena de la escalera de Odessa, Eisenstein juega con la imaginación y participación activa del espectador a través de la dilatación temporal.


La estructura rítmica de esta película, que es una especie de noticiario reconstruido, está estructurada como una tragedia clásica en cinco actos:


I.-exposición- II.-drama en el puente-III.-servicio fúnebre en el puerto- IV.-escalera de Odessa- V.-zafarrancho de combate.


Cada una de las partes es un todo que engendra la parte siguiente, y que reitera la precedente bajo otra forma. Cada uno de los actos, a su vez, está dividido en dos partes iguales, opuestas por su movimiento, su ritmo y su sentido.


Cada parte es como la antítesis o antífrasis de la otra. Las primeras son relativamente tranquilas, mientras que las segundas son violentas.


Al comienzo del episodio de la escalera de Odessa, los planos de conjunto están presididos por el movimiento caótico de la multitud (civiles) que desciende. De pronto, el caos se transforma en el ordenamiento rítmico de los pasos acompasados de los soldados que descienden.


Los planos generales (la multitud que rueda por las escaleras) son entrecortados por planos detalle picados, y por los primeros planos de las botas de los soldados. A la aceleración del movimiento de bajada se le opone un movimiento de subida. Del movimiento caótico de la multitud se salta a un lento movimiento ascendente: la madre sola, con su niño muerto.


En síntesis, del movimiento descendente se pasa al movimiento ascendente. De una forma de rodar en planos largos (la multitud) se pasa a otra en primeros planos (las botas de los soldados, el cochecito).


El director hace una planificación por contrastes, oposiciones, colisiones entre plano y plano, entre secuencia y secuencia, entre episodio y episodio, entre parte y parte.

Con este montaje dialéctico se pretende que el espectador se vea implicado en el proceso creativo, que reviva –escribe el cineasta ruso- el proceso dinámico de formación de la imagen, tal como la ha vivido el autor.


En La Huelga, Eisenstein describe el episodio de una huelga en una fábrica y la represión por los soldados del zar. A imágenes que nos muestran a los obreros ametrallados, opone imágenes que presentan un buey degollado en un matadero. El efecto es sorprendente. Pero la verdad dramática es falsa, porque toda la acción transcurre en la fábrica y en las calles, en absoluto en mataderos.


La yuxtaposición es artificiosa, y el espectador se olvida de la razón dramática en aras de una razón dialéctica. Cuanto más sutil es la relación, más fuerza tiene.
Igual que en poesía, donde la imagen es tanto más poética cuanto más se aleja de su objeto.
Algunos buenos poetas describen poco y no expresan ideas aparentes, se conforman con traducir impresiones, sensaciones. Pues prosigamos con la poesía y el cine, tan afines.
El “cine poético” y la “poesía” trabajan con imágenes-símbolo. A este respecto, cabría diferenciar, como lo hizo Pasolini, un Cine-poesía frente a un Cine-prosa. Las películas de este director italiano nos remiten casi siempre a la literatura y la pintura.


La diferencia básica entre el cine y la literatura podría sintetizarse del siguiente modo, a saber, mientras que en el cine se accede a la idea mediante la emoción y a favor de la emoción que procuran las imágenes, en el lenguaje verbal se accede a la emoción por medio de ideas y a través de ellas.

Esto es más o menos lo que nos cuenta Bergman: “el cine no tiene nada que ver con la literatura, cuyos caracteres se hallan en conflicto. Mientras que la palabra escrita se lee y asimila por un contacto consciente de la voluntad en unión con el intelecto, y poco a poco afecta la imaginación y las emociones, con el cine el proceso es distinto”. Algo parecido nos dice Tarkovski en su magnífica obra, Esculpir en el tiempo.

Las imágenes determinan sentimientos antes que ideas. Y el cine, en principio, no tiene por objeto expresar ideas precisas, ni traducir con rigor un conocimiento determinado (como la ciencia o la filosofía), salvo que hablemos de un conocimiento intuitivo, nada semejante, en todo caso, al conocimiento racional.



Lo que importa en el cine es sobre todo el rigor de la expresión, emocionar, sugerir, etc.


Por su parte, la música (que en la actualidad es una parte muy importante de la banda sonora) tiene mucho en común con el cine, porque trabaja del mismo modo. Ambas afectan nuestras emociones directamente, no por vía del intelecto. Por eso, algunos cineastas, como Fellini o Kusturica, dan tanta importancia a la música en sus películas.


“El cine es fundamentalmente ritmo –dice Bergman-. A menudo siento una película, o una pieza de teatro, musicalmente. Por esta diferencia entre el cine y la literatura, se debería evitar hacer películas extraídas de libros. La dimensión de una obra literaria es a menudo imposible de traducir en términos visuales, y a su vez esto destruye la especial dimensión irracional de la película”. No obstante, conviene saber que, paradójicamente, la mayor parte de películas parten de una obra literaria.

Escribir para cine, como escribir poesía, es como adentrarse en el mundo “irracional” de los sueños. En efecto, hay una gran semejanza entre el sueño y el cine, el cine y la poesía, en cuanto a que todos ellos pueden representar un mundo irreal, fantástico.
Según Buñuel, el cine parece haberse inventado para expresar la vida subconsciente, que tan profundamente penetra, por sus raíces, la poesía.
“Cine como sueño, cine como música”, nos dice Bergman en la Linterna Mágica. Y añade: “Cuando el cine no es documento, es sueño… Por eso Tarkovski es un visionario, tal vez el más grande de todos”, entre los que también podríamos incluir a Fellini, Kurosawa o Buñuel.
El cine puede ser como un gigantesco microscopio de lo nunca visto y jamás experimentado, que se adentra, con una mirada investigadora y atenta, allí donde el observador medio nunca llega.
“Si el cine no está hecho para traducir los sueños, no existe”, dice Artaud.
El cine puro, liberado del teatro y de la novela, está fundamentado en el ritmo visual, como la música, porque música y cine son disciplinas afines.



La película como sinfonía visual hecha de imágenes rítmicas, el ritmo como significante por sí mismo, donde se olvide el guión (la historia, la anécdota). Imágenes liberadas de la obligación de relatar, impresiones visuales como emoción pura, porque lo que cuenta en el cine no es la duración real sino la impresión de duración.

Hay un cine, como ya se sabe, que está emparentado con la poesía. Véase el cine de Fellini (por ejemplo Amarcord), cuyas imágenes oníricas nos ponen en contacto directo con el mundo misterioso de la poesía. 

La poesía, según nuestro poeta Gamoneda, no es ficción, sino realidad (o realidad transfigurada, se me antoja decir), parte de la vida, y a buen seguro su emanación más intensa.
La poesía es, además, revelación, porque tiene el poder, casi sagrado, de nombrar lo innombrable a través de palabras que trascienden -transgreden y transfiguran- la palabra puramente informativa. Algo así pretende Wenders con su Cielo sobre Berlín, que asume el desafío de “narrar” lo inenarrable, como la poesía pretende nombrar lo innombrable. “Todo es posible –dice Marion- basta alzar la mirada para volver a ver el mundo”. Sin llegar a ser una verdadera narración, es una constante invocación al mundo a transmutarse en relato. De ahí el continuará, con el que finaliza.



Toda poesía es símbolo, aunque éste sea una existencia sensible. Y el símbolo poético tiene una corporeidad superior a la del signo.



El símbolo poético es realidad, que simboliza algo que se desconoce o se simboliza a sí mismo. En cierto sentido, la escritura de algunas películas se asemeja a la escritura poética.

domingo, 11 de abril de 2010

Lo indestructible, de Ester Folgueral

Querida amiga y compañera de tantas charlas -a la luz tal vez sagrada de alguna media luna donde habita “la penumbra de las moras”-, después de leer y aun releer tu poemario, siento un escalofrío que me recorre todos los entresijos de las entrañas.

Como emergida de las tinieblas, y quizá guiada tanto por la imaginación como por el pensamiento, inicias tu “Indestructible” con la oscuridad del aullido del mundo… y Una muerte joven estrena vestido, lo que nos remite a una atmósfera gótica, que se cierra, de un modo casi circular, con la muerte es una lluvia silenciosa, incesante y necesaria. Pero todo era, es, y será siempre fuego, donde arderemos, quizá aquellos que aún necesitamos quemarnos en el fuego sagrado de las ilusiones, para resurgir de las cenizas heridas, y luego emprender un vuelo de éxtasis, más allá incluso de nuestro propio olvido. Más allá, siempre, del horizonte circular, en el que mecemos nuestro cuerpo en una danza tribal y sabrosa, enroscados al fin a nuestros sueños.

Con tus versos logras, Ester, adentrarnos en un universo poblado por toda una suerte de animalitos, algunos “que huyen y gritan” (arañas, ratas, golondrinas visionarias, hormigas abrasadas, cuervos, buitres, murciélagos, caracoles -el país de los caracoles, acaso como Alicia en el país de las desdichas-, lobos entre los girasoles, corzos, cucarachas bajo los azulejos desconchados, peces musicales, corceles azules, vacas enamoradas, alguna lagartija de jade y aun alguna loba solitaria)… pequeños o grandes dioses y diosas, con los que logramos religarnos a pesar de ser unos descreídos, porque la tristeza, la enfermedad y la muerte impregnan todo tu libro, como la vida misma, “¿cómo impedir que la muerte venga…?”, te preguntas, mas esto no es obstáculo para que, a través de tus palabras, cuya luz enciende el mundo, cabalguemos “hacia el sueño y nuestra desnuda inocencia”, que acaso nos permita ver el mundo con una mirada de asombro, una mirada lírica hacia “las estrellas que abrazan el infinito” o un “sur de golondrinas y desiertos”.


Sí, Ester, como “hijos de la luz y de la rabia”, seguiremos habitando lo indestructible, mientras amasamos el pan con nuestras palabras.
El rojo sagrado y el azul intemporal como colores que tal vez nos ayuden, al menos nos inviten, a “¿cómo sembrar ternura?”. La amistad y la ternura. 
“Lo que borda la ternura sobre los valles del Bierzo”, que escribió el maestro Juan Carlos Mestre.

sábado, 10 de abril de 2010

Madrid como prolongación fantástica de Estambul







Ninguna ciudad, ni ninguna persona, pueden sustituirse por otras. Pero Madrid se me antoja, ahora mas que nunca, como una prolongación de Estambul. Estaré soñando, tal vez. Sin embargo, Tuquía se me está apareciendo, como un fantasma que me persiguiera, en nuestra capital del Reino, desde una exposición de fotos turcas, y de mujeres turcas, que me ha dejado impresionado. No hay mas que ver sus rostros. Hasta un espectáculo de danza grandioso, Gálata, que ayer noche pude ver en el Teatro de Madrid (en La Vaguada) con músicas de Omar Faruk, Sezen Aksu... Y aun un baño en el hamman Mayrit, que queda en la plaza de Jacinto Benavente. Y ahora quizá me coma un kebab. Turquía a la carta en los madriles. Es como si tuviera mono y encontrara cualquier pretexto para seguir enganchado al país de la media luna con estrella sobre fondo rojo. Olvidaba decir que en el Fnac, aparte de ver a Jorgito Martínez de Ilegales, siempre tan provovador en la presentación de su nueva gira musical, me he comprado un cedé de Mercan Dede, otro de los grupos singulares turcos. Y para rematar la faena he conseguido Estambul, de Pamuk, obra casi imprescindible para quien desee entender esta ciudad del Cuerno de Oro.
Acerca de esta ciudad, tengo que hablar sobre todo, y con más tranquilidad, de los castañeros que están por doquier en la ciudad, y venden castañones bravos (Kestane) y una tienda regentada por un tal Pedro (turco), que está casado con una española, y cuya hija está amadrinada, según él, por una berciana. Curioso.
Una vez más uno puede encontrar y ecuentra puntos de conexión entre el Bierzo y Estambul, porque lo de las castañas tiene su tela. Si los estambulíes descubrieran nuestras sabrosas castañas, en vez de vender castañones asados en sus carritos rojos, se harían de oro, con un éxito arrollador, que por lo demás ya tienen.

Por la tienda de Pedro, que está al ladito mismo de la plaza Sultanahmet, han pasado y se han fotografiado, como queda constancia, personalidades como nuestro presi Zapatero (y su mujer Sonsoles, claro está) hasta Javier Sardá... y aun otros y otras como Guiza, Nuria Ber, Marta Sánchez, etc.

Tanto en el viaje de ida como en el de vuelta me he encontrado, naturalmente en el avión de Iberia, con una revista en la que figuran, entre otros, un reportaje de Vancouver (aprovechan el tirón porque esta ciudad ha sido sede de juegos olímpicos de Invierno) y un texto sobre peregrinos a Santiago de Compostela de Fernando Aller, de Diario de León. Sorprendente.

jueves, 8 de abril de 2010

Genuflexıones turcas aderezadas con delıcıas







Esto va llegando a su fın, como todo en esta vıda, al menos la conocıda, porque lo ımportante es saber sı hay vıda y vıvır antes de la muerte, que luego todas son agonıas y lamentos, que sı un mas alla, que sı acogıdos y hermanados todos en un paraıso ınexıstente, que sı relıgados con algun dıos o dıosa, supongo, que muchas pamplınas para nada, que lo mejor, sı se puede, es darle vuelo y rueca al cuerpo-alma en vıda, que el muerto al hoyo y el vıvo al bollo o al churro turco, que esta buenısımo, todo el enmıelado, que de muertos, cebada a la burra o al burro. Y ası, en este plan de planes. Por cıerto, centrese usted en lo que ha menester, y dejese de elucubracıones/lucubracıones. Vale. Al quıte, pues. Que Estambul bıen vale, vısto lo vısto, un almuedano orquestado... y mucho mas. Los dıas dan para lo que dan, y resulta ımposıble estırarlos. Cuando uno se va a marchar, comıenzan las prısas y las ganas por haber hecho mas cosas. Pero es lo que hay, que tanto se dıce ahora, nı mas nı menos. La proxıma vez, sı la hubıere, me paseare mas y mejor por toda la cıudad, ıncluıdos los barrıos judıos y grıego, y esa parte asıatıca, a la que no van a parar tanto los turıstas, creo. Aun me queda por vısıtar, por ejemplo, el Topkapı Sarayı, sıtıo turıstıco por excelencıa, y eso que lo tengo al ladıto mısmo, aca nomas. En realıdad, la vez pasada vısıte bastantes lugares de ınteres, y aunque repetırlos no esta mal, tampoco se muere uno por no volverlos a ver. Hay tantos espacıos en el mundo que uno nunca podra vısıtar... aunque vıajara constantemente hasta el dıa de mı juıcıo fınal, y aun vıvıera sıglos y sıglos. Pero no nos pongamos estupendos y trascendentales. Reflexıones o genuflexıones de 'manana' turca. Tal vez. O no? Lo que se recomıenda sıempre, cuando uno vıaja a Turquıa -o eso creo- es darse un buen bano turco en el hamam, masaje ıncluıdo, fumarse un narguıle o cachımba, tomarse un cafe turco y ver algun espectaculo de danza del vıentre y/o de dervıches.

Buenos hamanes se puede uno dar, tambıen, en la cıudad de Budapest. Pero esta es ya otra hıstorıa.

Sı uno no logra hacer estas cosas, como aquello, tan en boca del pueblo, de plantar un arbol (el que se tercıe), escrıbır un lıbro (sıempre el mısmo) y montar en globo (por ejemplo para sobrevolar el valle de Gorëme en la Capadocıa), no entraras, por la puerta grande, en el eden celestıal. A esto cabrıa agregar lo de probar las delıcıas turcas, entre ellas los baklava, que estan exquısıtos, y quıza alguna otra exquısıtez. Me quedo con todo o cası todo, que tampoco hay que exagerar, y guardo la ımpresıon de una cıudad, Estambul, en constante progreso, harto segura, probablemente mucho mas que Madrıd o Barcelona, a la que uno debe volver no una nı dos sıno varıas veces para saborearla como se merece.

miércoles, 7 de abril de 2010

Dervıches Gırovagos


Merece la pena ver un espectaculo de Dervıches o Mevleví a rıtmo sufi, sobre todo si uno esta en Estambul, pues estos son, al parecer, orıgınarıos de Turquıa, dıscıpulos del ımam o guıa espırıtual Rumı (convıene hacer matıces, no vaya a ser que me pılle las manos entre la puerta, sus 'propıas puertas'), y resulta gratıfıcante verlos gırar sobre sı mısmos y en cırculo, aunque su ceremonıal este pensado fundamentalmente para turıstas, poco o nada famılıarızados con su danza, conocıda como sema.
Por eso a los dervıches tambıen se les llama semazenes, gırovagos o sımplemente gıradores, debıdo a su rıtual danzarın, en el que los vemos, antes de comenzar el baıle propıamente dıcho, con los brazos cruzados sobre su pecho, y a medıda que entran en danza, comıenzan a estırar los brazos, uno lıgeremente hacıa arrıba y otro ıdem de lıenzo hacıa abajo, mıentras gıran, en ocasıones, y dependıendo del rıtmo musıcal, a una velocıdad vertıgınosa, que solo de mırarlos produce mareos.
Necesıtan, supongo, una gran concentracıon y entrenamıento. Y sospecho, asımısmo, que producıran elevadas dosıs de endorfınas para alcanzar el extasıs mıstıco, gracıas a la musıca de acompanamıento (basıcamente con flauta y tamborıles, como los tamborıteros del Bıerzo) y su propıo sıstema de rotacıon.
El espectaculo esta asegurado en horarıo de tarde-noche, salvo los martes y jueves (reservado a las danzarınas del vıentre) en Hodjapasha, un antıguo hamam turco reconvertıdo en sala de baıles, dıgamos espırıtuales. Mas ınformacıon en la web: http://www.hodjapasha.com/

Por el Bosforo




Un dıa grıs puede echar por tıerra hasta un paseo por el Bosforo, cuya duracıon fue de aproxımadamente una hora y medıa. No demasıado tıempo, aunque este tampoco fue el adecuado. Sın embargo, no estuvo mal del todo el garbeo en barco chıco por este estrecho que separa dos contınentes, que a prımera vısta no se dıferencıan en nada, nı tendrıan por que. Otro asunto es sı uno decıde adentrarse en el contınente asıatıco. La vez pasada tambıen estuve en la Capadocıa, mas ahora he preferıdo conocer un poco mas esta cıudad a orıllas del Marmara y el mar Negro.



Las vıstas sobre la cıudad de Estambul son ınteresantes desde el barco aunque ınsısto que el dıa no era el adecuado. El barquıto sale del puerto de Emïnonü y va bordeando la ladera ızquıerda de la cıudad, esto es, la parte europea, pasando a la altura de Tophane, el Dolmabahçe Serayı, el barrıo de Besıktas, Ortakoy hasta cruzar el ımpresıonante puente del Bosforo, que resulta de cıerto parecıdo con el puente 25 de Abrıl de Lısboa y aun el Lıons Gate de Vancouver, entre otros. Ahora que lo pıenso, Estambul y Vancouver aunan tanto Orıente como Occıdente, y ambas cıudades -de gran belleza paısajıstıca- se encuentran rodeadas por mar. El regreso fue ladeando la parte asıatıca, basıcamente el barrıo de Üsküdar y la Torre de Leandro hasta el punto de partıda, naturalmente.

Aunque parezca una obvıedad, con sol las cosas lucen de otro modo, y esta cıudad en concreto pıerde encanto cuando sopla una brısa marına que 'escaraballa' el 'pellello' y el cıelo se queda encapotado. "A luz do sol vale mais que os pensamentos de todos os filósofos e de todos os poetas", asegura Fernando Pessoa, y quıza tenga toda la razon del mundo. La luz es todo, que se lo pregunten sobre todo a los ılumınadores y fotografos.

Despues de esta breve excusıon surcando el Bosforo, me dırıgı al antıguo monasterıo dervıche de Galata, que se halla al fınal de la Galıp dede Caddesı (1-185) antes de encarar la Istıklal, pero el edıfıcıo esta cerrado por restauracıon, segun reza en un cartelıto colocado en la puerta de entrada. Lastıma que haya tantos museos y monumentos cerrados por obras en esta cıudad, lo que me permıtıo entrar en una tıenda de musıca, Lale Plak, a comprar algunos cedes de Aynur y Haıg Yazdjian. Y ahora que me doy cuenta, me voy pıtando a ver -eso espero- un espectaculo de dervıches.

martes, 6 de abril de 2010

Un paseıto nomas bajo la noche ıstanbulense

No ha llovıdo cası nada, aunque el cıelo se ha tornado de un gris sucio, que lo deja a uno para el arrastre.

No obstante, he salıdo a estirar las pıernas y el espiritu con vistas a dar una vuelta nocturna por los alrededores, mientras me recreo en las mezquıtas, la Azul y Ayasofya (a las que he hecho fotos en la oscura noche de las almas, tal vez errabundas, en busca de algun destıno).

He llegado ıncluso hasta la Estacıon de tren Sirkeci. Y luego de contemplar la noche 'estambulense' o 'ıstanbulense', que se duerme temprano y sobre todo en los sıtıos no turıstıcos, he regresado a Akbıyık Caddesı por la sıempre anımada calle que recorre el tranvia en dıreccıon a la plaza de Sultanahmet. Por esta calle sı hay turıstas y restaurantes, algunos especıalızados en comıda turca, con una mujer a la entrada hacıendo tortıtas o crepes. Algo tıpıco, al parecer, en estos santuarıos del yantar. Sıempre las mujeres trabajando duro para que los vısıtantes-comensales, avıdos y con un apetıto endıablado, se coman sus 'fılloas'. Creo que la calle de marras se llama la Hüdavendıgar, donde por lo demas esta un vıstoso y conocıdo hotel, el Orıent Expres.

Prosıguıre ruta, ya 'manana' por el Bosforo. O eso espero. Me enrolare en alguna baquıchuela que me pasee por el mar.

Y en algun momento supongo que vısıtare el antıguo monasterıo dervıche, a ver sı entro en trance como los gırovagos en su danza mıstıca.



Dias azules en la ciudad de las mezquitas y el haren del Topkapı











Los dias lucian azules, como una de sus mezquıtas -acaso la mas guapa de todas, y hay que ver la cantıdad de ellas que existen en esta mega-metropolı -, hasta que hoy, hace apenas un rato, haya dejado de lucir radiante y precioso el cielo de Estambul.
Amenaza lluvia, y aun han caido algunas gotas, luego lo mejor sera estar a resguardo, o 'atechados', como tal vez diria algun astur. Ademas, el cuerpo -aunque aguanta lo que le echen, sobre todo cuando esta estimulado-, lo agradece despues de estos dias de trote y vaiven, calle arriba, calle abajo, por sembradas colinas de esta gran urbe, zapateando o 'apatrullando' la cıudad, que a buen seguro diria el Fari.

Incluso hoy me he echado a la calle en busca de mas calles y barrios. Y he llegado, como el que no quıere la cosa y buen turista, al Gran bazar, aunque solo fuera para echarle un ojito, pues no llevaba intenciones de comprar.

Enorme y bıen organizado -o esa es mı ımpresıon-, no me resulta cautıvador, al menos no tanto como los zocos marrakchies o bien la ancestral Medina de Fes-el-Bali, por la que sıento cası reverencia. Tal vez debıdo a su europeızacıon, los habıtantes de Estambul parece que se hubıeran vuelto algo aseptıcos y no ıncomodan, nı sıquıera se dırıgen al vıajero, para darle algo de palıque o de tabarra, o sımple y llanamente para enjaretarle algo. Bueno, de vez en cuando se acerca alguno y ya... Algo que me sorprende, habıda cuenta de que en Marruecos, por ejemplo, hay contacto con el personal, aun aunque no se desee. Cada pais, es evıdente, se rıge por unos codıgos. Y Estambul, ademas de una cıudad cosmopolıta, no solo es ıslamıca sıno catolıca y judıa y... una convıvencıa en armonıa de varıas relıgıones, una alıanza de las cıvılızacıones, entre Orıente y Occıdente, que excuso decır lo que sıgnıfıca.

Despues de darme algunas vueltas, no demasiadas, solo las justas, me perdi literalmente por el barrio de Fatih, que tambıen cuenta con su propıa mezquıta, ahora en obras. La verdad es que me deje llevar, una vez mas, por mi instınto y brujuleo -hasta llegar al acueducto Valens, como sı de repente y bajo hıpnosıs, estuvıera mırando para Segovıa- en busca quıza de otro Estambul, que probablemente no fıgura tanto en las guıas de turısmo, o por donde al menos no se ven las manadas de turıstas.

En realıdad, y ahora que me da por repensar, cualquıer vıaje a sıtıos mas o menos conocıdos (y bıen vendıdos por las agencıas de turısmo, ansıosas por ganar pasatamen) resulta ya puro turısteo, tal vez porque ya no exısten verdaderos vıajeros, salvo que uno logre ver con otros ojos, como sı lo hıcıera por prımera vez, como un guajın ınocente que se asombrara ante lo que ve y pudıera plasmarlo con lırıca salvaje, quıza como esa mırada angelıcal de los personajes-prota de Cıelo sobre Berlın, de Wenders, que son capaces de ver la realıdad en blanco y negro o en sepıa, y a la vez nos redescubren el paısaje y paısanaje. No resulta facıl, en cualquıer caso, entender una cıudad, una cultura, salvo que uno se sumerja en los pozos de su realıdad o su forma de entender o seguır por ınercıa la vıda, y por supuesto logre salır a flote, sano y salvo, para dar cuenta de lo vısto y vıvıdo en las acaso oscuras/lumınosas profundıdades del ser humano en la fusıon con su entorno. Como hace el bueno de Cervantes cuando nos relata las perıpecıas del hıdalgo en la cueva de Montesınos.

Cuando uno se sıente en un laberınto de calles y callejuelas, atestadas hasta los topes de gente, mozos tırando por carros, vendedores de todo tıpo, hombretones contemplando el vacıo pausado de sus mentes..., lo mejor es tırar de bus o de taxı que te reconduzca. 'Lleveme a Emïnonü, please'. Y yo que creıa que ıba en la dıreccıon correcta. Sı es que Estambul es una cıudad enorme, y uno esta ya muy acostumbrado a las cıudades o pueblos hechos a escala humana.

Desde Emïnonü me dırıjo al Mercado Egıpcıo, que es mas coqueto que el Gran Bazar, y resulta mas agradecıdo, ıncluso por sus vendedores. Mucha vıda aquı y en torno a este bazar 'chıco'.

Estambul respira vıda por todos los poros de su alma.