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miércoles, 30 de diciembre de 2020

Un sueño escarchado

 Como en un sueño escarchado, me adentro en la Somoza berciana, en un afán por visitar y aun re-descubrir mi tierra, que uno no acaba de conocer al completo, por más que lo intente. Por eso, sigue causándome hilaridad cada vez que oigo o leo que en tres días puede conocerse el Bierzo. Ni en tres ni en diez días. Ni siquiera en años. Ni el Bierzo ni ninguna otra comarca.  Que no nos engañen. Y por supuesto no nos engañemos. 

Villar de Acero

No es la primera vez que me asomo a la Somoza del Bierzo, pues recuerdo que hace tiempo estuve por la zona. Y visité Villar de Acero y su campano, castaño centenario, casi milenario, que atrae por su historia, por su belleza longeva. Ahora Villar de Acero se nos muestra bajo la escarcha. Con las aguas heladoras de su río. 

Antes de alcanzar Veguellina (qué curioso) y Villar de Acero, se abre una panorámica de postal. Al fondo se divisan unas Médulas o Medulillas (otra curiosidad en el camino) que, tirando de Google, descubrimos que corresponden a La Leitosa, una antigua explotación minera de oro de época romana, que se sitúa en las inmediaciones de las localidades de Paradiña y Paradaseca.  

Mas nuestro destino, sobre todo nuestro deseo, es la aldea de Tejeira/Teixeira, en concreto su cantina, que regenta el bueno de Gaztelu, quien en otros tiempos fuera fotógrafo del periódico La Crónica. Tiempos dorados, sobre todo cuando uno los rememora, en los que uno andaba en la Escuela de Cine de Ponferrada, que para eso fui cofundador de la misma. 

La Leitosa al fondo

El asunto es que hacía tiempo que deseaba acercarme a su cantina. Y por fin llegó la hora. A veces se cumplen las horas y también los sueños. Y este se me ha antojado un sueño escarchado porque el clima nos ha dejado en estos últimos días navideños un ambiente propicio, tal y como lo fantaseamos. Porque la Navidad que soñamos (influenciados supongo por la cultura estadounidense) a menudo es la que se asemeja al Polo Norte, a la Laponia finlandesa, con sus auroras boreales y su Papá Nöel y sus trineos tirados por renos deslizándose por la nieve. Y eso es lo que me encontré atravesando la Somoza en busca de Teixeira, que es aldea remota enclavada en pleno corazón de los Ancares, colindante con la provincia galega. 

Cantina de Teixeira

 
"Este es el culo de España", nos dice un señor en su lengua galaico-berciana nada más poner los pies en la aldea, mientras prosigue con su discurso echando pestes contra su ayuntamiento, explicando que los tiene completamente desatendidos, como si no existieran. Cabe recordar que Tejeira corresponde al Ayuntamiento de Villafranca del Bierzo. Y aunque le queda algo alejada, en realidad son tan sólo unos veintiséis kilómetros los que separan una población de la otra. Eso sí, por una carretera estrecha y curvada, que no da ni un respiro. 

Panorámica de Villafranca

La nieve corona los Ancares creando una estampa pictórica. Y la aldea se muestra acogedora al viajero, que se siente feliz en la dulce y amorosa compañía de la viajera. Los gatines, que son fantásticos, nos dan la bienvenida con sus saludables vibraciones. Y un señorín, con la sonrisa dibujada en su rostro de buena persona, nos indica por donde debemos dirigirnos a la cantina, que queda casi al ladito de la iglesia/ermita del pueblo. Por fin, voy a volver a ver, después de tantos años, a Gaztelu. Y su cantina. Además, agradecemos entrar en calor porque en el exterior el clima es realmente frío. Es lo que tiene el invierno en el Noroeste. Nada más cruzar la puerta de la cantina, sentimos el calor que procura el fuego de una estufa bien arroxada. Y saludamos a Gaztelu, que está sentado en una mesa a la entrada. 

Cantina de Teixeira

"¡Cuenya!", me dice, después de escucharme pronunciar su apellido. Ambos nos conocemos por nuestro apellido antes que por nuestro nombre de pila. 

"Si no es por la voz, no te hubiera reconocido", apostilla Gaztelu. No me extraña, ataviado como voy con gorro y mascarilla. Que parezco, embutido en tanto ropaje, con barba de días y cámara en ristre, todo un Papá Noël trans-moderno. 

Me llama la atención, por lo demás, que a menudo me reconozca la gente por la voz. Como en otra ocasión me ocurriera en la ciudad de León con Rodri, el del grupo de música Tarna (en este caso, habida cuenta de que se trata de un músico, se hace formidable que su fino oído le permita reconocer a la gente antes por su voz que por la vista). 

Teixeira

Gaztelu nos hace sentir como en casa. Nos tomamos unas cervezas y unos vinos y al final acabamos degustando la comida casera que nos ofrece con amabilidad. Qué más se puede pedir. Charlamos amistosamente. Y quedamos en volver. A partir de ahora estaremos en contacto. Tal vez podamos perfilar algún proyectico. La primavera será, espero, un buen momento para regresar a Teixeira y poder disfrutar de su naturaleza, de sus fuentes, que al decir de la gente son medicinales, como las de mi pueblo de Noceda. Y sobre todo disfrutar de la compañía de nuestro anfitrión. 

Teixeira

Lástima que el recorrido de regreso a casa no pueda ser por otra parte, porque la idea (algo que Gaztelu nos desaconseja de plano porque para ello necesitaríamos un todoterreno, y aun así en invierno, debido a las condicionen climatológicas, no resultaría evidente) era volver por Aira da Pedra. Y desde ahí alcanzar Burbia.

Aira da Pedra (es asimismo el nombre de un grupo de música, que tuve la ocasión de visitar hace años), Burbia (donde he estado en más de una ocasión, fue el lugar de rodaje de la película El Filandón, en concreto del cuento El desertor, de Merino, adaptado por Chema Sarmiento) o Campo del Agua, que sigo conservando en la retina de la memoria como un poblado prehistórico. 

Teixeira

Tan sólo unos cinco kilómetros separan Aira da Pedra de Burbia. Pero nadie ha logrado comunicar a través de una pista o carretera en forma estas aldeas de los Ancares. La desidia, la negligencia hacen mella. Ni siquiera el Regionalista Berciano Tarsicio Carballo, al que nadie tiene en cuenta, lo ha logrado, por más peticiones que haya hecho a la Diputación y al Consejo Comarcal. Una lástima. Por eso, el Bierzo, aun siendo bello, no es un destino que elijan los forasteros. Con respecto a las no indicaciones, ya ni hablamos. Están dejadas a su libre valer. No obstante, continuaremos recorriendo el Bierzo, porque es nuestra tierra. Y la amamos como tal. 

Nos vemos pronto, amigo Gaztelu. Y gracias por tu hospitalidad y el obsequio del libro. 


lunes, 28 de diciembre de 2020

Samira

 Un gran placer compartiros este relato, Samira, que ideamos y plasmamos la narradora Lidia Fos y uno mismo. 

Nuestra gratitud al incombustible Ignacio García, que incluyó este cuento en la Antología navideña Y nos dieron las doce. Las doce campanadas que este año serán a buen seguro bien diferentes de las anteriores, a resultas de la pandemia. Y gracias al periodista, escritor y director de La Nueva Crónica David Rubio por sacarnos en su periódico. 

Un gran placer, decía, formar parte de esta Antología junto a otros/as narradores/as. Y celebrar con este relato esta Navidad atípica. Espero que lo disfrutéis. 

Un relato que nos ha permitido seguir volando. En busca sin duda de otras tierras, que en esencia son tierras hermanas. 

Mucha salud y afecto. 

(Podéis leer Samira en este enlace de La Nueva Crónica: https://www.lanuevacronica.com/relatos-samira). 


Entrevista de Marina Díez a M. Cuenya

 

Agradezco a la editora y escritora Marina Díez que me haya obsequiado con esta entrevista. En este caso, el entrevistador de la fragua pasa a ser entrevistado. 

Como siempre se olvida uno de cosas, me gustaría señalar que, durante la pandemia, también llegué a impartir, vía online, un curso de escritura para Ourense (Universidad de Vigo) gracias al buen hacer de la profesora y poeta Noelia Estévez Rionegro.

Y el periodista, escritor y profesor Tomás Álvarez me hizo una reseña-presentación extraordinaria: https://tomasalvarez.com/manuel-cuenya-agua-y-tiempo.htm


ENTREVISTAS - CULTURA

​Cultura leonesa: Entrevista al escritor Manuel Cuenya

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Cultura leonesa: Entrevista al escritor Manuel Cuenya.

Como cada domingo, conocemos más sobre protagonistas de la cultura o el ocio leonés de la mano de Marina Díez Fernández.



Cuenya en Carrizo


‘Del agua y del tiempo’, Manuel Cuenya: 

El título ya en sí es poesía, ¿una metáfora del río en comparación con la vida? ¿Qué has destilado en él?


Me alegra que ya el título resulte poético. Los títulos suelen ser embriones de lo que los lectores/as se encontrarán en el libro. El agua y el tiempo son claves esenciales, acaso claves líricas, para entender el mundo. Sin agua y sin tiempo nada ni nadie somos.

En este libro he volcado algunos poemas y textos en prosa, que tal vez resulten poéticos. En todo caso, la poesía, la literatura en general, debería brotar de las entrañas de la Naturaleza, de las propias entrañas humanas.

‘Del agua y del tiempo’ habla del amor, de la memoria, de la vida y de la muerte, en definitiva, que son, como nos dijera el escritor mexicano Juan Rulfo, los grandes temas, los únicos temas, me atrevería a subrayar. Invito a los lectores/as a que se asomen a sus páginas, y valoren por sí mismos. O por sí mismas.


¿Dónde lo pueden adquirir nuestros lectores?


En su día, se pudo adquirir en quioscos de la provincia de León, pues lo distribuyó ‘La Nueva Crónica’, que fue quien lo editó. En la actualidad, está en algunas librerías de León y de Ponferrada, incluso de Bembibre. Y si alguien desea contactar con el autor, puede mandar un mensaje a este correo electrónico: cuenya67@yahoo.es


¿Cuál fue el proceso de creación del poemario?

El proceso de creación se me antoja algo fascinante. Otra cosa es el resultado. Que uno no siempre sabe si acierta con el mismo. El proceso de creación se hizo a fuego lento. Porque, como dijera el gran Antonio Pereira, uno debe dejar reposar la escritura, como el buen vino, para luego volver a la misma.

Escribir es reescribir, lo mismo que la lectura es relectura. Si bien, en un inicio la escritura debe fluir como los ríos que van a dar a la mar. Amo todo lo que fluye.


Habrá quien te encasille en el ámbito narrativo más que poético, ¿qué críticas ha obtenido el libro en este año de andadura? ¿Qué diferencias encontrará el lector frente a tus artículos periodísticos y libros de prosa?


Cada cual que me encasille en lo que considere oportuno. Faltaría más. La libertad por encima de todo, como el bien más preciado. Después de la salud. Y tal vez de los afectos.

Uno escribe. Nomás. Y el resto dirá si eso es narrativa, lírica. O prosa poética. Incluso poesía narrativa. El libro ha recibido buenas críticas. Y me siento feliz de que la gente lo haya apreciado. Agradezco por supuesto a la prologuista, la filóloga y traductora Álida Ares, su labor, así como a la poeta Margarita Merino las palabras que me dedica en la contraportada. También deseo mencionar las críticas amables, cariñosas, del escritor Ruy Vega. O de las escritoras Margarita Álvarez Rodríguez, María José Prieto y Marta Muñiz, entre otras.

En esencia, uno escribe. Y las diferencias, más que un modo de escribir, de sentir, las marcan los géneros. Los artículos periodísticos, los reportajes, las entrevistas tienen o entrañan sus técnicas. 


(Si deseas seguir leyendo esta entrevista, puedes hacerlo en este enlace: https://www.diariodevalderrueda.es/texto-diario/mostrar/2244744/cultura-leonesa-entrevista-escritor-manuel-cuenya)

jueves, 24 de diciembre de 2020

La fragua literaria leonesa: Carlos Aguilar

 

LA FRAGUA LITERARIA LEONESA

Carlos Aguilar: "Creo que mi faceta ensayística y la literaria conviven con armonía"

El novelista, historiador y ensayista cinematográfico con raíces maragatas, Carlos Aguilar, autor de obras como 'Guía de cine' o 'EuroSexy', entre otras, está corrigiendo su primer ensayo centrado por completo en una temática musical, cuyo título es 'Flamenco Jazz', que ha escrito con su mujer, la autora canadiense Anita Haas.

Carlos Aguilar
Carlos Aguilar. Foto: Roberto Fariña
Manuel Cuenya | 24/12/2020 - 10:45h.

Reconocido como uno de los historiadores y ensayistas cinematográficos más influyentes de nuestro país, Carlos Aguilar es autor, entre otras muchas obras, de una estupenda 'Guía del cine'. Asimismo, ha dedicado monográficos a cineastas tan singulares, admirables y entrañables como Sergio Leone, Clint Eastwood o Jesús Franco, "a los cuales no se había prestado la atención que yo estimaba justa", aclara Carlos, que ha colaborado con revistas prestigiosas como 'Quatermass' y 'Cine-Bis', "ambas editadas y diseñadas por el gran Javier G. Romero –aclara Aguilar-, porque la primera me parece la mejor especializada en cine fantástico que hemos tenido en España, y la segunda la más cool que existe sobre cine a nivel mundial".

A Carlos también lo hemos visto en 'Historia de nuestro cine', en La 2 de Televisión Española, que para él representa un honor, "porque no ha existido un programa así en ningún canal del mundo, que facilite conocer la producción cinematográfica del país en un horario de máxima audiencia y con presentaciones que emplacen al espectador", precisa él, cuya afición por el cine se remonta a sus años de infancia en Astorga, de donde es originaria su madre, porque su abuelo materno, Obdulio Gutiérrez Velasco, pertenecía a la familia que regentaba el cine Velasco.

Entre otras labores, su abuelo se encargaba de un impuesto que había entonces para la protección de los huérfanos. Y su nieto lo acompañaba y le ayudaba con una especie de entradas que había, de todos los colores posibles, lo cual le fascinaba. "Quizá mi pasión por el policromatismo procede de ahí, por ejemplo en mi piso cada habitación está pintada de un color diferente".

(Puedes seguir leyendo esta fragua en este enlace de ileon.com: https://www.ileon.com/cultura/114587/carlos-aguilar-creo-que-mi-faceta-ensayistica-y-la-literaria-conviven-con-armonia)

miércoles, 23 de diciembre de 2020

Molinaseca, labrada con el artístico sentir de lo ancestral

Molinaseca, o Molina, como se le conoce en la comarca del Bierzo, acaba de ser reconocido como uno de los pueblos más bonitos de España, lo cual es mucho decir, porque pueblos bonitos hay muchos. En esta lista reciente también han incluido, entre otros, a las poblaciones astures de Cudillero y Bulnes, que tuve la ocasión de visitar este mismo verano, que fue estación de andanzas y virus. Imposible alejarse de la pandemia, aunque lo intente con uñas y dientes. 

Se alegra uno de que Molina haya entrado en el bombo de la lotería y haya salido premiada con esta distinción. Mas todo el Bierzo es un hermoso mapa, el mapa de mis afectos. Y el de tantos bercianos, de tantas bercianas, y aun de otros foráneos, no porque seamos chovinistas y nos miremos nomás al ombligo. 

Recientemente, en un recorrido por el Bierzo, estuve en lugares tan pintorescos y/o exóticos como Onamio o Paradasolana, ambos pertenecientes al municipio de Molina. 

En mis recuerdos, Molina, donde he estado en múltiples ocasiones, se me aparece como ese lugar al que uno va a tomar vino o cañas. Cualquiera diría que soy todo un borrachín. Pero es sólo una apariencia. Y las apariencias más ocultan que desvelan esencias. Aunque las apariencias, en ocasiones, digan la verdad. 

En mi época de mocedad, estando en la Universidad de Oviedo como estudiante, a unos cuates de mi pueblo -el útero de Gistredo-, les dio por arribarse en un finde al Bierzo. Y para Molina que nos fuimos. Creo que también anduvimos por Villafranca, que es otra parada cuasi obligatoria para quienes gustan de la monumentalidad, la gracia o el perdón, con puerta incluida, la gastronomía, la música de Halffter y acaso la poesía y la fotografía, pues Villafranca del Bierzo es cuna de artistas. Pero esto daría para otro texto. Y ahora quiero aproximarme a Molina. 

El asunto es que, en compañía de mis paisanos/amigos Emilio (Milín) y Ricardo, que también moraban en la Vetusta de Clarín, y aun en compañía de Santi Aguado, estudiante que fuera asimismo de la Universidad, y hoy vecino de Ponferrada, nos fuimos desde la capital astur hasta el Bierzo, en concreto hasta Molina, donde debimos cerrar todas las bodegas y bares del pueblo. Entones, éramos jóvenes, teníamos energía y el mundo nos lo poníamos por montera. Acabamos la velada, cómo no, en mi pueblo de Noceda. Por cierto, hace años publiqué una columna de opinión -otrora publicaba muchas columnas de opinión en Diario de León- titulada Molino, en la que hacía referencia a una dulce fusión de Molina y Noceda. Por ahí andará. A ver si la rescato del baúl apolillado de los recuerdos, donde anidan los ratones en el desván de los juegos y las ilusiones. Sobre todo ahora que se perfila la Navidad como un cuento dickensiano. O algo tal que así. A Dickens lo leía siendo un rapacín. Luego, no lo he leído casi nada, la verdad sea dicha. Bueno, existe un cuento fantasmagórico, El guardavía, que se me antoja magnífico. Que me lleva a otro cuento extraordinario como El guardagujas del maestro mexicano Arreola. Merece la pena darse un voltio por la casa del autor de Oliver Twist en Londres/London. 

Pero yo venía a hablar de mi libro, como dijera el coloso Umbral en aquel famoso programa de televisión, quiero decir que lo que deseo es hablar de Molinaseca. Y, de repente, me veo en la capital inglesa de la mano del creador de Cuento de Navidad. Será que la Navidad me ha llevado hasta allí. Y que mis deseos por viajar son evidentes. 

Decía, pues, que Molina permanece en mis recuerdos como el mapa de los vinos y las cañas. Y por supuesto como un sitio donde se toman buenos pinchos y se come de rechupete. Son muchos y excelentes sus restaurantes/restoranes. Y, además, es tierra de embutidos. Por El Bierzo y su gastronomía, libro que tuve la satisfacción de publicar a través del sello editorial Everest, con el apoyo del Consejo Comarcal, aparece como ruta gastronómica. Molina de embutidos, entre los que sobresale el botillo (monumento incluido). Creo que sigue estando de cuerpo presente el monumento al botillo. Aunque no podría asegurarlo, no vaya a ser el demoi, que hace tiempo que no lo veo, aunque haya visitado el pueblo, ahora entre los más lindos de España. Como ya dijera al inicio. Lo que sí he logrado rescatar de la Red es este artículo: https://www.diariodeleon.es/articulo/bierzo/monumento-al-botillo/20051024000000803306.html 

Molina, más allá de ser parada de peregrinos y visitantes en el camino de Santiago a su paso por el Bierzo -también existe un monumento al peregrino-, es asimismo un estupendo lugar para darse un chapuzón en su playa fluvial, en las frías aguas del Meruelo, aun en verano, bajo el llamado puente romano. Me hace gracia que todos los puentes con cierta solera, como el de Cangas de Onís, por ejemplo, sean romanos. Aunque de romanos sólo les quede el nombre. Y poco más. Pero luce mucho eso de decir que algo es romano. La verdad es que Roma es una de las ciudades, que he podido visitar en diversas ocasiones, más fascinantes, que atraen por su carnalidad monumental. Por su historia. Por ser una tierra familiar, en la que uno se siente como en casa. 

Las Puentes del Malpaso

Molina es, además, punto de partida hacia las puentes del Malpaso, donde le dieron caza, a traición, al guerrillero Girón. En concreto se dice que el asesinato fue en la puente grande (otrora se decía la puente, en vez del puente), a medio camino entre la localidad de Molinaseca y la población de Riego de Ambrós. Hace unos años tuve la ocasión de realizar esta ruta, que recuerdo con una solana considerable. Era verano. 

También me vienen a la mente algunos recuerdos de Molina en una visita que hiciera, para perfilar algunos publirreportajes para el periódico El Buscador (saludos a Enrique y Sonia). Y en concreto recuerdo con nitidez la visita a un hotel/restaurante, que ya no existe hoy, al menos con aquel nombre, que daría mucho juego. Nomás diré que el dueño, bien amable, invitó a una suculenta comida. En compañía de varios comensales, que conformaban un club o algo tal que así. Aquello, salvando las distancias, se me hizo como un aquelarre. Un ceremonial goyesco, hechizador. Bueno, quizá esté exagerando. Pero algo de película entrañó el asunto. 

Molina, a pocos kilómetros de Ponferrada, es un pueblo al que uno puede llegar incluso caminando. O en bici. Un paseíto, que merece mucho la pena, aunque sólo sea para darse un garbeo por la calle del agua (ojo, no vayan a empaparte. Ah, que eso es en agosto. En el transcurso de su fiesta). O bien para sentarse en una terraza, al aire libre, y contemplar con serenidad la belleza contenida en pueblo labrado con el artístico sentir de lo ancestral.  

martes, 22 de diciembre de 2020

Invierno viral

 Ya llegó el invierno, con sus brumas y sus fríos, al monte de las ánimas, al centro exacto del magma, en esta tierra verde y arcillosa. Con aroma a madroño. Y a mencía. Mientras el planeta Tierra sufre los sinsabores de un virus, que nos ha chupado y sigue chupando la sangre, las entretelas. No me gusta el invierno. Ni el frío. Y mucho menos los virus. He de reconocerlo. Con el corazón en la mano. Y la mirada puesta en un horizonte con la fragancia de una rosa roja.  

El color rojo insuflándome energía. Y coraje. La rojez de un instante feliz. ¿Qué significa la felicidad? El invierno es bueno para olvidarse del mundo. Para quedarse al amor del hogar. Si uno tiene hogar. ¿Qué pueden hacer los sin techo cuando caen chuzos de punta? Un trocho más al fuego, que al menos acabe espantando los malos espíritus. Y, de paso, nos devuelva las esperanzas perdidas. Acaso nos devuelva a algún edén bíblico. Fantaseemos. Buenos y malos espíritus. Maniqueísmo al canto. Regresemos a la edad dorada, a la infancia de la inocencia. Con el rostro de la sonrisa a flor de piel. 

Relatividad, de Escher

En otras circunstancias, ahora estaría disfrutando de la calidez de otros ambientes, viajando al sur de mis ilusiones, pero este 2020 tendré que tragarme las engañifas navideñas, esa Navidad que, siendo un crío, me situaba en el centro de la Tierra y me hacía soñar con mundos imposibles, tal vez con los mundos imposibles que ideara el genio Escher. 

Sigo soñando, no obstante, con un mundo mejor. Y seguiré soñando. Porque soñar tal vez sea gratis. Quizá no tanto. Me alquilo para soñar. Gratis. Para soñar despierto. O bien soñar mecido por la brisa cálida de un tiempo con sabor a turrón blando, sobre todo ahora que se acerca la Navidad, con sus trineos y sus belenes. Que vaya belén que nos hemos montado. 

Los sonidos psicodélicos de los Pink Floyd me ayudan a entrar en trance. Atravesar las puertas de la percepción hacia un universo paralelo. De repente, me encuentro con Alicia en el país de las maravillas. Y con lobitos amables aullándole a las escarchas de la madrugada. Hoy, que es día de loterías, me quedo traspuesto, mientras contemplo, con ojos de asombro, el mundo que hemos creado, mejor dicho construido, los humanos. Con nuestras manos chapuceras. Por no decir matarifes. Y siento, lo siento todo de todas las maneras posibles, que hemos un creado un mundo ininteligible, que se escapa a nuestra raciocinio. Por eso, deseo soñar. Y fantasear con un mundo hospitalario. En tu mano está, también, contribuir a que esta vida, única, sagrada, sea más amable, acaso más amorosa. Si no crees en ti, difícilmente podrás creer en los demás. 


Los preámbulos de la Navidad te desasosiegan. Y esto que acabas de escribir tal vez no tenga ningún sentido. No sirva para nada. Tratas, una y otra vez, de entender la realidad en que estás inmerso. Déjate arrullar. Vuelve sobre tus pasos. No te ha tocado la lotería. Si ni siquiera has jugado. El que no juega, ni pierde ni gana. Tú no quieres perder ni ganar nada. Tú tampoco ansías jugar. Sólo estar. Estar y ser. Contigo. Y con tus seres queridos. Amar y ser amado. Vivir y dejar vivir. Sentir. "El corazón, si pudiese pensar, se pararía", escribe Pessoa en El libro del desasosiego, que es un extraordinario diario filosófico,  existencialista, incluso nihilista, de la literatura. De la mejor literatura universal. 

De momento, dejemos, si es posible, que nuestro corazón siga latiendo al compás de un invierno viral, que, transcurridos unos meses, dejará paso a la primavera, que es un renacer a la vida. 

jueves, 17 de diciembre de 2020

La fragua literaria leonesa: Xosepe Vega

 

LA FRAGUA LITERARIA LEONESA

Xosepe Vega: “Me asombra por ejemplo el ritmo narrativo, casi poético, de Oscar Wilde”

El narrador y articulista Xosepe Vega, autor de 'Epífora y outros rellatos' y 'Breve historia de un gamusino', hace años que trabaja a la vez en dos novelas.

Xosepe Vega escritor secretario general provincial Comisiones Obreras León
Xosepe Vega. / Peio García / ICAL
Manuel Cuenya | 17/12/2020 - 11:05h.

Narrador, articulista, defensor de la lengua y cultura leonesas, Xosepe Vega es asimismo autor de obras como 'Epífora y outros rellatos' o 'Breve hestoria d'un gamusinu' (Breve historia de un gamusino). Incluso llegó a traducir 'El principito' ('El prencipicu') al leonés/llionés en su variante cabreiresa, que la editorial El Búho viajero se encargó de publicar: http://www.elbuhoviajero.es/catalogo.php

"He de precisar que yo hice las labores de coordinación y orientación –matiza–. Los verdaderos traductores fueron los niños y niñas de Cabreira que colaboraron en el proyecto".

Respecto a sus libros, el propio Xosepe nos dice que, aunque pertenecientes ambos al género del cuento, son muy diferentes.

'Epífora y outros rellatos' es una colección de relatos que juegan con el concepto de metáfora, mientras que 'Breve historia de un gamusino' podría considerarse como una novela corta.

'Epífora...' contiene una carta al lector y seis relatos, entre ellos 'La ponte de Santa Catalina' (El puente de Santa Catalina) que es, según el poeta y narrador Abel Aparicio, el más logrado. En todo caso, asegura Aparicio, la lectura de Xosepe es adictiva.

https://www.ileon.com/cultura/075879/abel-aparicio-san-roman-de-la-vega-es-mi-lugar-y-en-el-disfruto-de-la-vida-que-es-de-lo-que-se-trata

Por su parte, 'Breve historia de un gamusino' fue concebido, en opinión de su creador, como un divertimento en el que se le atribuía a un personaje mitológico, de esos que nunca tienen grandes relatos o historias asociados, una aventura de carácter épico. "Todo lo épico que puede llegar a resultar un personaje tan humilde, corriente y oscuro como un gamusino", añade Xosepe, quien, tras muchos años escribiendo exclusivamente para sí mismo, estos volúmenes le permitieron desnudar sus pensamientos y darse a conocer en el mundo editorial. Y, además, no acabar demasiado magullado, puntualiza él.

(Puedes seguir leyendo esta fragua en ileon.com, en este enlace: 

https://www.ileon.com/cultura/la_fragua_literaria_leonesa/114383/xosepe-vega-me-asombra-por-ejemplo-el-ritmo-narrativo-casi-poetico-de-oscar-wilde)