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miércoles, 23 de diciembre de 2020

Molinaseca, labrada con el artístico sentir de lo ancestral

Molinaseca, o Molina, como se le conoce en la comarca del Bierzo, acaba de ser reconocido como uno de los pueblos más bonitos de España, lo cual es mucho decir, porque pueblos bonitos hay muchos. En esta lista reciente también han incluido, entre otros, a las poblaciones astures de Cudillero y Bulnes, que tuve la ocasión de visitar este mismo verano, que fue estación de andanzas y virus. Imposible alejarse de la pandemia, aunque lo intente con uñas y dientes. 

Se alegra uno de que Molina haya entrado en el bombo de la lotería y haya salido premiada con esta distinción. Mas todo el Bierzo es un hermoso mapa, el mapa de mis afectos. Y el de tantos bercianos, de tantas bercianas, y aun de otros foráneos, no porque seamos chovinistas y nos miremos nomás al ombligo. 

Recientemente, en un recorrido por el Bierzo, estuve en lugares tan pintorescos y/o exóticos como Onamio o Paradasolana, ambos pertenecientes al municipio de Molina. 

En mis recuerdos, Molina, donde he estado en múltiples ocasiones, se me aparece como ese lugar al que uno va a tomar vino o cañas. Cualquiera diría que soy todo un borrachín. Pero es sólo una apariencia. Y las apariencias más ocultan que desvelan esencias. Aunque las apariencias, en ocasiones, digan la verdad. 

En mi época de mocedad, estando en la Universidad de Oviedo como estudiante, a unos cuates de mi pueblo -el útero de Gistredo-, les dio por arribarse en un finde al Bierzo. Y para Molina que nos fuimos. Creo que también anduvimos por Villafranca, que es otra parada cuasi obligatoria para quienes gustan de la monumentalidad, la gracia o el perdón, con puerta incluida, la gastronomía, la música de Halffter y acaso la poesía y la fotografía, pues Villafranca del Bierzo es cuna de artistas. Pero esto daría para otro texto. Y ahora quiero aproximarme a Molina. 

El asunto es que, en compañía de mis paisanos/amigos Emilio (Milín) y Ricardo, que también moraban en la Vetusta de Clarín, y aun en compañía de Santi Aguado, estudiante que fuera asimismo de la Universidad, y hoy vecino de Ponferrada, nos fuimos desde la capital astur hasta el Bierzo, en concreto hasta Molina, donde debimos cerrar todas las bodegas y bares del pueblo. Entones, éramos jóvenes, teníamos energía y el mundo nos lo poníamos por montera. Acabamos la velada, cómo no, en mi pueblo de Noceda. Por cierto, hace años publiqué una columna de opinión -otrora publicaba muchas columnas de opinión en Diario de León- titulada Molino, en la que hacía referencia a una dulce fusión de Molina y Noceda. Por ahí andará. A ver si la rescato del baúl apolillado de los recuerdos, donde anidan los ratones en el desván de los juegos y las ilusiones. Sobre todo ahora que se perfila la Navidad como un cuento dickensiano. O algo tal que así. A Dickens lo leía siendo un rapacín. Luego, no lo he leído casi nada, la verdad sea dicha. Bueno, existe un cuento fantasmagórico, El guardavía, que se me antoja magnífico. Que me lleva a otro cuento extraordinario como El guardagujas del maestro mexicano Arreola. Merece la pena darse un voltio por la casa del autor de Oliver Twist en Londres/London. 

Pero yo venía a hablar de mi libro, como dijera el coloso Umbral en aquel famoso programa de televisión, quiero decir que lo que deseo es hablar de Molinaseca. Y, de repente, me veo en la capital inglesa de la mano del creador de Cuento de Navidad. Será que la Navidad me ha llevado hasta allí. Y que mis deseos por viajar son evidentes. 

Decía, pues, que Molina permanece en mis recuerdos como el mapa de los vinos y las cañas. Y por supuesto como un sitio donde se toman buenos pinchos y se come de rechupete. Son muchos y excelentes sus restaurantes/restoranes. Y, además, es tierra de embutidos. Por El Bierzo y su gastronomía, libro que tuve la satisfacción de publicar a través del sello editorial Everest, con el apoyo del Consejo Comarcal, aparece como ruta gastronómica. Molina de embutidos, entre los que sobresale el botillo (monumento incluido). Creo que sigue estando de cuerpo presente el monumento al botillo. Aunque no podría asegurarlo, no vaya a ser el demoi, que hace tiempo que no lo veo, aunque haya visitado el pueblo, ahora entre los más lindos de España. Como ya dijera al inicio. Lo que sí he logrado rescatar de la Red es este artículo: https://www.diariodeleon.es/articulo/bierzo/monumento-al-botillo/20051024000000803306.html 

Molina, más allá de ser parada de peregrinos y visitantes en el camino de Santiago a su paso por el Bierzo -también existe un monumento al peregrino-, es asimismo un estupendo lugar para darse un chapuzón en su playa fluvial, en las frías aguas del Meruelo, aun en verano, bajo el llamado puente romano. Me hace gracia que todos los puentes con cierta solera, como el de Cangas de Onís, por ejemplo, sean romanos. Aunque de romanos sólo les quede el nombre. Y poco más. Pero luce mucho eso de decir que algo es romano. La verdad es que Roma es una de las ciudades, que he podido visitar en diversas ocasiones, más fascinantes, que atraen por su carnalidad monumental. Por su historia. Por ser una tierra familiar, en la que uno se siente como en casa. 

Las Puentes del Malpaso

Molina es, además, punto de partida hacia las puentes del Malpaso, donde le dieron caza, a traición, al guerrillero Girón. En concreto se dice que el asesinato fue en la puente grande (otrora se decía la puente, en vez del puente), a medio camino entre la localidad de Molinaseca y la población de Riego de Ambrós. Hace unos años tuve la ocasión de realizar esta ruta, que recuerdo con una solana considerable. Era verano. 

También me vienen a la mente algunos recuerdos de Molina en una visita que hiciera, para perfilar algunos publirreportajes para el periódico El Buscador (saludos a Enrique y Sonia). Y en concreto recuerdo con nitidez la visita a un hotel/restaurante, que ya no existe hoy, al menos con aquel nombre, que daría mucho juego. Nomás diré que el dueño, bien amable, invitó a una suculenta comida. En compañía de varios comensales, que conformaban un club o algo tal que así. Aquello, salvando las distancias, se me hizo como un aquelarre. Un ceremonial goyesco, hechizador. Bueno, quizá esté exagerando. Pero algo de película entrañó el asunto. 

Molina, a pocos kilómetros de Ponferrada, es un pueblo al que uno puede llegar incluso caminando. O en bici. Un paseíto, que merece mucho la pena, aunque sólo sea para darse un garbeo por la calle del agua (ojo, no vayan a empaparte. Ah, que eso es en agosto. En el transcurso de su fiesta). O bien para sentarse en una terraza, al aire libre, y contemplar con serenidad la belleza contenida en pueblo labrado con el artístico sentir de lo ancestral.  

2 comentarios:

  1. Cuánto me alegro que hayan nombrado a Molinaseca como pueblo bonito de España, además de Peñalba de Santiago que ya lo era, no sé si hay alguno más en el Bierzo, pero es una buena noticia después del avandono y olvido de los políticos gobernantes de distintos gobiernos e instituciones. Buena iniciativa has tenido, Manuel, que visites y patees estos lugares de la comarca para hacernos llegar tus crónicas emotivas y entrañables, además en estas fechas tan emotivas de recogimiento festivo con las familias. Por ello me das envidia desde la metrópoli del reino viendo y leyendo esas notas. Ánimo y no dejes de seguir visitando los rincones de esa patria y matria chica. Mis mejores deseos de felicidad para tí y tu familia en esta Navidad y año 2021, y que éste pase página pronto y nos traiga prosperidad, salud y ventura.

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  2. Bellos pueblos en el Bierzo, seguiremos descubriendo lugares con encanto. Salud.

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