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lunes, 23 de diciembre de 2024

Oviedo y Xixón en las entrañas

 


Antes de despedir este año de 2024 me dio por viajar a Oviedo (Uviéu) 
y Gijón (Xixón), que son dos espacios familiares, sobre todo la capital del principado astur, donde pasé algunos años de mi juventud, divino tesoro, en la universidad. Y eso queda grabado a fuego en la memoria emocional. Sobre esto he escrito en diversas ocasiones pero, creo, que no está de más recordarlo, porque uno es memoria, porque la vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla, como nos dijera el Nobel Gabo en Vivir para contarla, un libro autobiográfico, de memorias, delicioso, tal vez lo más entrañable que escribiera este monumental escritor. 

Me ha gustado viajar a Oviedo y Xixón con mirada asombrada, como si las visitara por primera vez, como un niño que las descubriera con su mirada inocente, aunque esto resulte harto complicado, habida cuenta de que uno, a resultas de la edad, ya no puede tener la pureza de la percepción. O sí, quién sabe. Qué atrevido. 

https://cuenya.blogspot.com/2021/07/oviedo-exotica-y-familiar.html

En todo caso, he disfrutado de mi visita. Y he entablado, curiosamente, conversación con dos personas de México en Oviedo, en concreto en el alojamiento. Digo curiosamente porque México, ese país surrealista en el que tuve la ocasión de vivir en los años noventa, bajo el final del mandato de Salinas de Gortari y los comienzos de Ernesto Zedillo, también me ha marcado de un modo esencial en mi vida. 

Casa-museo Jovellanos en Gijón

Tanto Norma como Joaquín han venido a España, en concreto a Asturias, en busca de un mundo tranquilo, en busca a buen seguro de esa ataraxia de la que nos hablaron los filósofos estoicos y epicúreos, a sabiendas de que México está viviendo, según ellos, una época convulsa, de violencia extrema, de inseguridad, lo cual asusta. Y ellos se sienten amenazados, sobre todo el médico Joaquín, que no se halla ya seguro en su país, qué pena. El propio Joaquín me dijo que cada día hay un montón de asesinatos y desapariciones de personas. Vaya lacra. El gobierno parece no poner medidas contra esta barbarie. 

Catedral de Oviedo

Por su parte Norma, con quien tuve el gusto de platicar largo y tendido, es una terapeuta experimentada que, después de visitar España en varias ocasiones y hacer el Camino de Santiago, se ha quedado prendada de Asturias y quiere fijar su residencia en Luarca (la matria de Manuel Murias, que llegó desde esa tierra maravillosa un buen día a Noceda del Bierzo, mi útero). Les deseo lo mejor a ambos. Ojalá encuentren en Asturias la temperatura emocional y la ataraxia que ansían. Norma, gracias por tu amabilidad. Espero que logres establecerte en Asturias y también pueda venir tu hija y tu nieto. 

Al principio del viaje me pilló el orbayu, tan característico en Asturias, con esa lluvia mansa, lloviendo sin ganas pero con infinita paciencia, como escribiera Cela en Mazurca para dos muertos (novela que me produjo gran conmoción cuando la leí). Por fortuna, al día siguiente lució un día espléndido en Xixón, adonde fui a pasear en busca a buen seguro de mar, porque el mar procura sanas vibraciones, resulta balsámico, calmante, aromático. De mar y de sidra. No en vano, Xixón, entre el mar Cantábrico y las montañas, muestra un rostro sidrero, con su característico árbol de la sidra, que es símbolo de esta ciudad, como lo es el estadio del Molinón para los futboleros. Con todas esas sidrerías o chigres que pueblan el colorido barrio de Cimadevilla. Me gusta chigrear, porque la sidra, que es una bebida divina capaz de hacer que uno entre en éxtasis místico, como si fuera talmente un derviche giróvago en danza, acaba de ser declarada Patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad por la Unesco, lo cual me entusiasma, tanto como tomar unos buenos culines de este delicioso elixir de manzana.

Reconozco que, aunque he estado en diversas ocasiones en Xixón, Oviedo fue la ciudad donde permanecí durante cinco cursos. Y tengo el mapa de la misma en la cabeza. Con lo cual me dejo llevar de forma instintiva por los lugares de siempre, que siguen ahí, casi casi como los viera y viviera en mis años de estudiante universitario. Con las luces de Navidad, que ponen notas de color a esta ciudad carbayona, que sigue en mí, que camina conmigo. Camino por los sitios de siempre. Me paro delante de El viajero, en la plaza Porlier, para guiñarle un ojo con la cámara del móvil. Y él, rodeado de maletas y provisto de sombrero, abrigo y paraguas -ya sabe que el orbayu puede aparecer en cualquier momento- me devuelve la mirada. Tal vez nos reconocemos en la mirada.

El viajero

Continúo con mi paseo hacia la catedral, de estilo gótico flamígero, eso dicen los entendidos, y me encuentro con La Regenta, con Ana Ozores, que me habla del deseo, del Eros. "No soporto las cadenas de esta sociedad provinciana, no me gusta nada su moral casposa", parece decirme con voz entrecortada. Se me hiela el aliento. Entonces, recuerdo que Clarín escribió una novela ambientada en la noble, heroica, sarcástica y devota Vetusta. Y que el cineasta Gonzalo Suárez (cineostia, que diría el autor de Remando al viento) adaptó al cine y el también realizador, crítico de cine y actual presidente de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España Méndez-Leite (a quien tuve el gusto de conocer en la ex Escuela de cine de Ponferrada) hizo una adaptación para la televisión protagonizada por Aitana Sánchez-Gijón (La Regenta), Carmelo Gómez (Fermín de Pas), Héctor Alterio (Víctor Quintanar), entre otros. A estos geniales intérpretes también he tenido el placer de saludarlos en alguna ocasión.

Encuentro muchas similitudes entre La Regenta de Clarín, Madame Bovary de Flaubert y Ana Karenina, de Tolstoi.

De repente, he vuelto a entrar en éxtasis, regresando a aquella época de estudiante. Recuerdo que compartía piso, en la calle Capitán Almeida, con un tal Celestino, que estudiaba filología. https://cuenya.blogspot.com/2017/03/oviedo-despues-de-tanto-tiempo.html

He vuelto al presente y me he dejado fluir por el Campillín. Creo recordar que vivía en el número 3 de esa calle con nombre de capitán, que ahora se llama Fernando Alonso. Ya no existe el bar Nemur, donde tomaba café y conocí a gente como el maestro Don Pío, que era un puntazo. No quiero caer en la nostalgia porque sigo en el presente. Y continúo caminando, ahora por la calle Oscura. Y aunque haya dejado de orbayar, me apetece acercarme a la plaza del paraguas. El paraguas como símbolo de Oviedo. Y todos esos garitos a los que algún día, siendo un jovencito con las ilusiones intactas, entré en busca quizá de diversión, como el Tsaciana, que regentaba Pío (este era otro Pío, de Laciana) y El ñeru la Curuxa (singular nombre), entre otros, en aquel Oviedo antiguo y movido de estudiantes. Y también profesores magníficos, como Marino Pérez, del que he hablado recientemente a propósito de sus libros El individuo flotante y Nadie nace en un cuerpo equivocado.

https://cuenya.blogspot.com/2024/12/el-ultramundo-de-las-redes-sociales-y.html

Ñeru la Curuxa

Prosigo mi deambular por ese Oviedo que tanto me atrae hasta alcanzar la plaza de Feijoo, donde se erige una estatua en su nombre. Y se halla asimismo la actual Facultad de Psicología, que en tiempos fuera Facultad de Filología, donde estudiaba Celestino e impartía clases el catedrático emérito y miembro de la Real Academia española Emilio Alarcos. Me detengo ante la figura de Feijoo, que fue un religioso benedictino y ensayista, autor del Teatro Crítico universal (conformado por discursos en todo género de materia acerca de filología, física, matemática, ciencias naturales, medicina, astronomía, geografía, economía, derecho, religión, historia, política, filosofía, literatura, etcétera) y del discurso Defensa de las mujeres, considerado como el primer tratado del feminismo español.

https://cuenya.blogspot.com/2010/02/algunos-recuerdos-ovetenses.html

2. ¡Qué quimeras, qué extravagancias no se conservan en los pueblos a la sombra del vano pero ostentoso título de tradición! ¿No es cosa para perderse de risa el oír en éste, en aquél y en el otro país, no sólo a rústicos y niños, pero aun a venerados sacerdotes, que en tal o tal [351] parte hay una mora encantada, la cual se ha aparecido diferentes veces? Así se lo oyeron a sus padres y abuelos, y no es menester más. Si los apuran, alegarán testigos vivos que la vieron, pues en ningún país faltan embusteros que se complacen en confirmar tales patrañas... (Feijoo, Teatro Crítico universal).

Aunque pudiera sonar a chiste, no deberíamos confundir al padre Feijoo con el padre actual del PP, porque el ilustrado Feijoo, también gallego, en este caso de Ourense, nos ha legado una obra extraordinaria.

https://cuenya.blogspot.com/2024/10/homenaje-al-maestro-bueno-en-oviedo.html

Plaza y estatua Feijoo

2. El falso Profeta Mahoma, en aquel mal plantado paraíso, que destinó para sus secuaces, les negó la entrada a las mujeres, limitando su felicidad al deleite de ver desde afuera la gloria, que habían de poseer dentro los hombres. Y cierto que sería muy buena dicha de las casadas, ver en aquella bienaventuranza, compuesta toda de torpezas, a sus maridos en los brazos de otras consortes, que para este efecto fingió fabricadas de nuevo aquel grande Artífice de Quimeras. Bastaba para comprehender cuánto puede errar el hombre, ver admitido este delirio en una gran parte del mundo (Feijoo, Defensa de las mujeres).

Es probable que Oviedo sea, según llegara a decir el cineasta Woody Allen, una ciudad deliciosa, exótica... como un cuento de hadas. Un cuento de hadas y princesas.

Con Leonor de Borbón como la princesa del Reino de España. Recuerdo que, precisamente con motivo del premio Príncipe de Asturias de las Artes en el 2002, tuve la ocasión de saludar al genio Allen en el Hotel de la Reconquista de la capital astur, donde además rodó algunas escenas de Vicky Cristina Barcelona. M acerco a su estatua para hacerle una fotica y entonces mi mente vuela a Manhattan, donde pude asistir a un concierto suyo, en concreto en el Michael's Pub, donde tocaba el clarinete con su banda de música. Nunca olvidaré aquel lunes de julio del año de 1995. Woody Allen, al que he podido ver al menos en dos ocasiones más, en Madrid y Coruña, me parece uno de los grandes cineastas del siglo XX y también del siglo XXI. He podido visionar, como se dice ahora, casi casi todas sus películas.
Tino Casal

En este reciente viaje a Oviedo (capital española de la gastronomía 2024, con el bulevar Gascona como gran escaparate) he sentido la ciudad, más que nunca, eso creo, a través de sus personajes, como a los que me he referido, entre los que figura también el polifacético Tino Casal, que cuenta con una escultura en bronce en la céntrica y peatonal calle Palacio Valdés. Considerado como rey del Glam rock (liderado por David Bowie) y autor de Eloise (a partir de la versión original de los hermanos Ryan), entre otras canciones, el cantante y compositor Tino Casal nació en Tudela Veguín, cerca de Oviedo. Me gustaba su modernidad, también su música.
Cabe recordar que Tino Casal financió parte de las películas Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón y Laberinto de pasiones, de Almodóvar. Y fue un gran valor de la llamada movida madrileña. Lástima que falleciera tan joven.

Antes de decirle hasta luego a la ciudad carbayona, siento la llamada de la belleza del Fontán, de su mercado, de su plaza. Y ahora vuelvo a rememorar que en Xixón sentí la luminosidad del mar, porque esta es una ciudad portuaria, patria y matria del ilustre e ilustrado Jovellanos, viajero intrépido que un buen día se adentró en los valles del Bierzo. De forma que Xixón y el Bierzo están hermanados a través de este escritor de la Ilustración.
Iglesia de San Pedro-Gijón

Me viene a la memoria -porque uno es memoria, porque la vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla- que Xixón es asimismo el espacio cinematográfico de Garci. No en vano, ganó un Óscar por Volver a empezar. Y que esta ciudad, a la que siempre volveré, eso espero, es una larga caminata a orillas del paseo marítimo de la playa de San Lorenzo, desde la iglesia de San Pedro hasta el Tostaderu. Que Xixón, donde por azares del destino acabo viendo al gran Pablo Huerga, es una ciudad con un palacio llamativo (sobre todo su nombre, Revillagigedo) y una estupenda Plaza Mayor, bajo cuyos soportales se guarecen del orbayu los gijoneses y visitantes, y donde la gastronomía, con sus fabes y quesos, además de los cachopos y cachopines, incluida la sidra, es un arte.
Palacio Revillagigedo y Don Pelayo

Con Don Pelayo (otro personaje emblemático), dizque el fundador del Reino de las Asturias o Asturies, mirando embelesado hacia el puerto deportivo. Pues, como Don Pelayo, seguiré contemplando extasiado el mar Cantábrico, el verde aroma del Noroeste.

miércoles, 18 de diciembre de 2024

Marisa paredes, una grande de la interpretación

Marisa Paredes, actriz enorme, galardonada con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2007 y Goya de Honor en 2018, entre otros muchos premios como el Premio de Honor en el Festival de Cine de Astorgaacaba de fallecer, aún joven, porque joven es alguien con menos de ochenta años. Y a ella se le veía en buena forma. En realidad, las grandes artistas no tendrían que morirse. En el fondo, ella seguirá viviendo a través de sus películas, de sus obras de teatro, de sus apariciones en televisión...  


Lo tengo ya escrito pero ahora quiero recordarlo, recordar que allá por los gloriosos años ochenta -la época de la movida madrileña- apareció un buen día en Noceda del Bierzo (el útero de Gistredo, espacio de gran valor ecológico, que ahora está amenazado por los molinos eólicos) la genial actriz Marisa Paredes, que antes de serlo en Tacones lejanos del manchego universal, lo fuera de teatro, y aun de teatro televisado, pero entonces Marisa no era tan conocida como lo fuera a partir de trabajar con Almodóvar, "chica Almodóvar", se le decía, por haber intervenido en películas como Entre tinieblas, La flor de mi secreto, Todo sobre mi madre o La piel que habito. 

https://cuenya.blogspot.com/2009/06/marisa-paredes-en-noceda-del-bierzo.html


Marisa Paredes sentía adoración por Almodóvar porque él la convirtió en una actriz internacional, aunque creo que para el autor de Volver también fue un lujo trabajar con esta maravillosa actriz, que intervino asimismo en películas como La vida es bella, de Benigni, Profundo carmesí, de Ripstein, Las bicicletas con para el verano, de Chávarri (a partir de la obra teatral de Fernán-Gómez, que uno humildemente también tuvo la ocasión de rescribir y adaptar al teatro) o bien Ópera prima, de Fernando Trueba (un recuerdo especial para este gran cineasta que un día estuvo en la ex Escuela de cine de Ponferrada). Cabe señalar que Fernán-Gómez fue uno de sus mentores, quien le enseñó el oficio del cine y le dio le dio uno de sus primeros papeles en El mundo sigue. 

https://cuenya.blogspot.com/2010/03/almodovar-y-volver.html

Recuerdo ver a Marisa Paredes en compañía de Doni y Josefa, vecinas del barrio de Vega de Noceda del Bierzo, que entonces vivían en la capital de España haciendo labores domésticas. Y recuerdo que estuvieron en el bar Las Chanas. Vaya lujazo. 

Marisa Paredes,  que fue una mujer comprometida y presidenta de la Academia de Cine, llegó a Noceda acompañada por Doni, que en aquel tiempo trabajaba en su casa. 


El asunto es que Marisa Paredes,  que fue amiga de otros grandes como Jim Jarmusch, Malkovich o Bertolucci, llegó un buen día a Noceda -tal vez en otoño, temporada de castañas-. Creo recordar también que Marisa Paredes estuvo en la calle Los Moros, en casa de Primitivo (Primo), el padre de Josefa. Y poco más podría decir del paso fugaz de la extraordinaria actriz por Noceda. Entonces uno era un rapaz, que vivía en su mundo adolescente.  Ahora que, tras su fallecimiento, se habla mucho de su sencillez, del origen humilde de Marisa Paredes, con su madre portera en la madrileña plaza de Santa Ana, donde se halla el Teatro Español, además de estatuas dedicadas a Calderón y Lorca, me apetece rememorarla en mi pueblo. Y este paso relámpago por Noceda del Bierzo se me antoja ahora, con el transcurrir de los años, como algo que perteneciera al sueño o la leyenda, cual si se tratara de una aparición mágica al más puro estilo de García Márquez, puro realismo mágico de novela latinoché, como cuando la he vuelto a ver en El coronel no tiene quien le escriba del cineasta mexicano Arturo Ripstein, que es una adaptación del Nobel Gabo, donde la vemos, ahora sobrecogidos, en compañía de la joven y bella actriz mexicana Salma Hayek.
La Joan Crawford española, como la definió el escritor cubano Cabrera Infante, nos ha dejado, pero por fortuna seguirá con nosotros a través de su espíritu cinematográfico, teatral, televisivo.  


martes, 17 de diciembre de 2024

El ultramundo de las redes sociales y el individuo flotante

Tumba de Baudelaire. Foto. Cuenya

Vivimos en el ultramundo de las redes sociales. Las redes, como las drogas, son adictivas. Y todos o casi todos estamos enganchados en este ciberespacio, con su retroalimentación continua, aunque algunos creamos que no somos absolutamente dependientes de las mismas. Que no tenemos mono si no estamos conectados a las mismas durante algún tiempo. Sea como fuere, las redes sociales son nuestros paraísos artificiales, por utilizar terminología propia del poeta Baudelaire acerca del hachís y el opio, psicotrópicos con los que se chutaba el autor dandi de Las flores del mal, contagiado de sífilis, el cual está enterrado en el cementerio parisino de Montparnasse. 

Después de la lectura de El individuo flotante, de Marino Pérez Álvarez, quien fuera mi profesor de Psicoterapia en los años ochenta en la Universidad de Oviedo, me apetece adentrarme en este mundo/submundo/ultramundo de las redes sociales, que por lo demás está emparentado con el narcisismo, sobre el que escribiera en este blog hace tiempo. 

https://cuenya.blogspot.com/2021/11/personalidades-narcisistas.html

El asunto es que el concepto de ultramundo de las redes sociales aparece en la obra The game, del polifacético escritor italiano Baricco (ultramundo virtual del hombre-teclado-pantalla), que es algo novedoso, lo que está generando adicciones a las nuevas tecnologías, con los consiguientes malestares psicológicos y patologías, como el propio narcisismo. Cabe recordar que todas las plataformas son egocéntricas. Y el narcisismo es toda una lacra en la actualidad. 

Sí al narcisismo le sumamos las angustias existenciales, la soledad y las depresiones, tan íntimamente relacionadas todas ellas, el cóctel molotov está servido. 

Marino Pérez en el centro, en el homenaje a Gustavo Bueno (Oviedo, octubre)

A menudo las interacciones se dan en solitario y son prefabricadas, sin presencia corporal (cara a cara), con una puesta en escena también prefabricada (basada en la apariencia de realidad en vez de en la realidad misma), con los selfis como una búsqueda de atención, aprobación y autopromoción. No en balde, la práctica de los selfis está relacionada con la autoestima y el narcisismo. Asimismo, los selfis están relacionados con problemas de alimentación y síntomas de bulimia y anorexia a través de la imagen corporal que proyectan. Esos trastornos dismórficos corporales que resultan obsesivos en el sentido de una percepción de defectos en la apariencia física. 

La bulimia y la anorexia, además de la vigorexia (que sería una anorexia invertida o complejo de Adonis, algo que me recuerda una buena amiga psicóloga) requerirían de un análisis. Podría dejarlas para otro momento. 

Vivimos en una época en la que ponemos al individuo en el centro del universo, como otrora estuviera reservado al dios creador, porque ahora cualquiera se siente y se cree dios mismo, un narciso, o sea, dueño de sí mismo, con el yo inflado como un pavo, mirándose el ombligo (“soy especial”, “todo está en ti”, y frases por el estilo) en esta nueva religión hipercapitalista, en esta divinización del yo, de ese yo interior al que tanto se alude, que por lo demás es un yo engañoso, porque ese supuesto yo interior, nutrido por el consumismo de nuestro tiempo, no está dentro de uno mismo, sino que deriva de la sociedad, como nos recuerda el psicólogo Marino Pérez en El individuo flotante, una obra absolutamente reveladora. Ese yo interior que ya está presente en el Romanticismo, como fuente originaria de deseos, sentimientos y fantasías. Un yo que consigue que acabemos enajenados de nosotros mismos y por ende de los demás. Un yo que vaga a la deriva, que flota en el ciberespacio de las redes sociales, por eso el concepto de individuo flotante, que fue acuñado en los años ochenta del pasado siglo por el filósofo Gustavo Bueno. 

Un individuo flotante que remite tanto a la levedad del ser como a la falta de horizonte u horizontes que den sentido a la vida. 

En realidad, la falta de horizonte u horizontes, característica del individuo flotante, tampoco se debe a su carencia -explica Marino Pérez- sino a un exceso de sentidos de la vida posibles, lo que procura un miedo a la libertad, por decirlo a lo Erich Fromm (el miedo a la libertad por la responsabilidad que implica decidir). Como ocurre también con el ruido informativo al que nos vemos sometidos la ciudadanía. Es sin duda esta sobreabundancia la que hace que el individuo esté aún más indeciso y atormentado, vacío, en definitiva. Esta sobreabundancia acaba dando lugar a la levedad del ser, en concreto la insoportable levedad del ser, por decirlo en palabras de Kundera. Magnífica esta novela cuyos protagonistas son Teresa y Tomás. Incluso existe una adaptación fílmica de la misma, realizada por Kaufman, que me resulta estupenda. 

Esta ligereza del mundo tiene su particular referencia en el consumo, en todo. Esta ligereza hedonista en busca del placer inmediato, del goce urgente, no invita al anclaje en la vida, porque está vacía a pesar de estar llena de cosas, porque nada es sólido, todo parece líquido (la metáfora de la liquidez, según Bauman). Todo en verdad es transitorio, fugitivo, contingente, azaroso. Ni siquiera las relaciones sociales son duraderas. Ni tampoco lo son las relaciones amorosas. 

La gente narcisista, como ya había adelantado, pulverizan estás relaciones amorosas. Cabe recordar que las relaciones interpersonales son igualmente flotantes, líquidas, porque el individuo flotante supone una sociedad ella misma flotante, líquida o ligera. 

A menudo las relaciones y el amor se gestionan a través de las redes sociales como una relación mercantil que pone en juego el capital erótico de los usuarios (Amar imágenes, consumir personas). Hasta el cuerpo está perdiendo peso como base de la identidad en favor de la identidad sentida con independencia del cuerpo biológico, como apunta Marino Pérez. Tema que también requeriría de un análisis. Y que el propio Marino Pérez y el psicólogo Errasti llevan a cabo en un libro titulado Nadie nace en un cuerpo equivocado, cuyo título nos invita a la reflexión, y cuyo prólogo corresponde a Amelia Valcárcel, quien fuera mi profesora de Ética en la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de Oviedo. 

"Los derechos de todas las personas habrán de sostenerse en el marco de libertades universalista, sin distinciones ni privilegios de ningún tipo, y necesitarán de un fundamento jurídico más sólido que la intensidad de los deseos que presentan los individuos dentro de una sociedad consumista. Afortunadamente, la visibilidad, el respeto y la aceptación de las personas que disienten de las normas del sexo y de género tradicionales se pueden sostener por sí mismas, con nobleza y rigor, y sin necesidad de tergiversar la ciencia...", concluyen Pérez y Errasti en su libro Nadie nace en un cuerpo equivocado. 

“Es el cuerpo sexual, con su dimorfismo varón-mujer, el que se trata de suplantar por la identidad sentida: la identidad de género (transgénero, ni varón ni mujer, ambas, ninguna u otra)”, escribe Marino Pérez en El individuo flotante. 

La disforia de género (o sea, la profunda sensación de incomodidad y aflicción que puede ocurrir cuando el sexo biológico no coincide con la identidad de género) sería una forma, según Marino Pérez, del individuo flotante de nuestro tiempo, en la medida en que implica flotar (fluir) sobre el propio cuerpo. La disforia de género y el género fluido, sin dejar de ser experiencias reales, quizá tengan más que ver con la sociedad líquida que con la presunta afloración de alguna esencia que estuviera ahí reprimida por la sociedad. 

También el fenómeno de los influencers, aclara Marino Pérez, condensa la figura del individuo flotante. 

“Los seguidores participan de una eucaristía digital. Los medios de comunicación son como una iglesia: el like es el amén. Compartir es la comunión. El consumo es la redención… Los influencers hacen que los productos de consumo parezcan utensilios de autorrealización… El consumo y la identidad se aúnan. La propia identidad deviene una mercancía” (Chul Han, Infocracia).

Ahora “el poder que mantiene el sistema no es represivo, sino seductor, tentador. No es tan visible como en el régimen disciplinario. No se tiene enfrente ningún enemigo que oprima la libertad… El neoliberalismo convierte al trabajador oprimido en un empresario de sí mismo… Todo el mundo es señor y siervo en una misma persona” (Chul Han, Capitalismo y pulsión de muerte). 

Ante tal panorama, tal vez deberíamos recuperar las filosofías helenísticas en busca de un equilibrio (cognitivo-conductual, emocional...), entre ellas el cinismo, el estoicismo y el epicureísmo.

Necesitamos equilibrio en un mundo convulso, desequilibrado y vuelto del revés, con la epidemia del narcisismo, amén de otras patologías y desdoblamientos de personalidad. Así que podemos agarrarnos al cinismo en términos estrictamente filosóficos, echándole humor y risas a la vida, en busca en todo caso de una vida sencilla, un cinismo que nos libere de prejuicios e influencers. 

Quizá también podríamos tirar del estoicismo, viviendo de acuerdo con la razón y el deber, con serenidad o ataraxia. O bien podríamos ampararnos en el epicureísmo, con el cultivo de la amistad y de los recuerdos en el huerto o jardín del que nos hablara Epicuro, así como la moderación de los placeres y deseos. Busquemos y encontremos en la medida de lo posible el justo medio, que es asimismo un concepto aristotélico. La posición intermedia entre el exceso y el defecto, el equilibrio entre las pasiones y las acciones. 

Lo deseable en todo caso sería encontrar el equilibrio psíquico-físico-social (atencional, cognitivo-conductual, emocional) en nuestra época, qué difícil, estando como estamos flotando en el ciberespacio, en el metaverso, en este mundo virtual, en el ultramundo de las redes sociales porque todos o casi todos somos en cierto sentido individuos flotantes. 

lunes, 16 de diciembre de 2024

Fundido a negro

Os dejo este relato sobre la minería, que escribí para un concurso. Espero que os sacuda, al menos un poco, las entrañas. Está ilustrado con algunas fotos que hice en su día del monumento al minero en Bembibre y en Tremor de Arriba, además de las recientes fotos del artista ponferradino Álvaro Caboalles, que estuvo recientemente con su performance Carbón.negro en Noceda del Bierzo, mi pueblo. 

Me llamo Zaffar y me gustaría contaros mi historia, aunque no sea agradable, lo anticipo. En realidad, podría deciros que soy el cadáver de esta historia, qué terrible, ya lo sé, aunque también sé que a partir de ahora me reuniré definitivamente con los míos en mi región de Punjab, en mi país. Y eso me hace sentir bien, tal vez feliz.

Llegué al Bierzo a principios de los años ochenta del siglo XX. Me habían prometido que en esta tierra encontraría un buen trabajo. Y lo encontré, he de confesarlo, pero también hallé un trágico final. De haberlo sabido ni siquiera habría salido de mi país, porque además tuve que abandonar a mi familia, a mis padres y hermanos, a los que me sentía muy unido. Un primo mío, Iqbal, que ya había llegado al Bierzo un año antes, me aseguró que estaría bien, que además le haría compañía y ganaría suficiente para mantenerme y mandar incluso dinero a mi familia. Y de este modo acabó convenciéndome. 

Álvaro Caboalles- Carbón.negro 

A veces, casi siempre o siempre, las cosas ocurren porque tienen que ocurrir. Ni más ni menos. No me imaginaba, en todo caso, que acabaría llegándome este terrible destino tan pronto. Eso no. Bueno, en realidad uno no se lo imagina nunca, aunque sé que a partir de ahora gozaré de algo maravilloso. Será el comienzo de otro mundo. También soy consciente de que mi familia y mi primo Iqbal me echarán de menos. Y me llorarán, sobre todo mi madre, que no quería por nada del mundo que me fuera de casa, porque además ella era mi gran pilar en la vida. Y espero que ahora lo sea en esta nueva etapa. Pero como uno no elige la vida que quiere vivir, eso creo, o eso me decían en mi ciudad, pues tengo que aceptar con resignación lo que me ha llegado: este accidente en una mina del Bierzo Alto, pues a lo mejor, eso creo también, podría no haber sido mortal, porque cuando llegaron a rescatarme mis compañeros aún no estaba muerto del todo, pero no lograron, ni ellos ni después en el hospital de Ponferrada, reanimarme.

Monumento al minero en Bembibre

Me fui como quien se desangra... desangrado, eso quería decir, que a veces me trabo con el idioma, porque ésta, como ya os habréis dado cuenta algunos, no es mi lengua materna. Hago lo que puedo. Siempre he hecho lo que he podido. “Haces más de lo que puedes, Zaffar”, solía decirme mi madre, que es una mujer excepcional, con una gran belleza interior. 

Ahora estoy intentando recordar lo que ocurrió, lo que me sucedió aquel día de finales de diciembre bajo un costero, como le dicen los mineros a esas rocas que a veces se desprenden en la mina. Resulta difícil recordar porque, cuando quise darme cuenta, ya no podía moverme, me quedé atrapado, aún consciente, eso creo, pero sin posibilidad de quitarme de encima aquel pedrusco que me dejó sepultado. 

Intenté por todos los medios gritar para que me sacaran de allí pero no podía ni hablar. Lo intenté, querida madre, porque hace más el que quiere que el que puede, pero no pude. No tenía fuerzas. Sentí que la vida, tal como la conocía, llegaba a su fin.  Entonces pasaron muchas imágenes a una gran velocidad por mi mente. Algunas imágenes me llevaron al primer día que llegué a Bembibre, donde mi primo me recibió en el barrio de la Estación con alegría y cariño; otras imágenes, en cambio, me hicieron volar hasta Pakistán, mi país, donde veía a mi madre abrazándome con ternura y a mi padre alegre porque había vuelto a casa a festejar el Ramadán. También, en ese revoltijo de imágenes, se aparecieron mis hermanos. 


Mi hermana Aisha, envuelta en un velo de color fucsia, me miraba con sus grandes ojos negros azabache como el carbón. Tuve la impresión de que quería decirme algo importante, aunque no lograba descifrar sus mensajes ni siquiera leyendo sus labios, que parecían pintados de color rojo. Qué guapa estaba, eso sí lo recuerdo. Y mi hermano Amir, el pequeño de la familia, se puso a llorar como si nunca antes lo hubiera hecho. ¿Por qué llorará?, me pregunto. 

Mi hermanito también estaba muy guapo. Lo quiero mucho. Siento algo helado en mi barriga. Y húmedo. Me gustaría abrir los ojos, pero no puedo porque me pesa todo. Sin embargo, sigo escuchando llorar al pequeño Amir. Para él parece no haber consuelo. Me gustaría poder decirle que no llore, que estamos juntos. Pero no puedo hablar. Necesito respirar, salir… Qué alguien me ayude… por Alá. De repente, percibo una luz. Mi madre se acerca con lágrimas en los ojos. Me pesa todo. Y ahora el frío y la humedad son insoportables. Tengo la boca llena de carbón, me sobresalto, algo me está martilleando la cabeza. Aisha también se acerca a mí y se queda petrificada. Sus labios se han teñido de color negro. 

Mi padre, que es un hombre vitalista, con un excelente sentido del humor, sigue con el festejo del Ramadán, como si nada malo hubiera ocurrido. Me llega el inconfundible aroma a shawarma. Y eso parece reanimarme. ¡Qué alguien me reanime, por favor! 

Mi primo Iqbal, que es un chico apuesto y enérgico, me tiende su mano. “Estás herido, Zaffar, pero te curarás”, me dice él sudoroso y con la cara tiznada de carbón. 

¿Y mi novia, dónde está mi novia Yasmin?, acierto a preguntarle. Mi primo Iqbal, que para mí es un hermano, no responde. Quizá yo ya no pueda oírlo. No sé. Otra ráfaga de luz me deja completamente ciego. Siento ganas de vomitar y de orinar. Estoy sudando. No lo entiendo, si hace un instante estaba helado. Qué nadie me toque. Me duele la barriga. Qué nadie me toque. Siento algo extraño en mi cuerpo. Ahora lo sé. No tendría que haber venido a este país y dejar el mío. No tendría que haberme desprendido de mi familia ni de mi novia Yasmin, tan risueña, con su cabello ondulado como una duna en el desierto. ¿Dónde está Yasmin? Quiero verla. 

Estoy helado. Y húmedo. Un olor a azufre me deja sin respiración.

“Se nos está yendo”, logro escuchar a duras penas estas palabras.

Intento por todos los medios abrir los ojos en medio de la oscuridad. Lo intento, madre, porque hace más el que quiere que el que puede. Pero no puedo. Lo siento.

Creo que mi vida ha comenzado a fundirse a negro. De momento aún no lo sé, pero pronto lo sabré, cómo será mi otra vida.

sábado, 14 de diciembre de 2024

Casa Maruja, el templo del cocido maragato


Maruja
Hace años que, como un ritual, acudo religiosamente en el mes de diciembre al templo gastronómico de Maruja, situado en Castrillo de los Polvazares, en pleno Camino de Santiago, acaso el pueblo mejor conservado de la Maragatería en lo referente a la arquitectura, un conjunto histórico artístico de gran valor, con sus casonas tradicionales de piedra marrón, con blasones y grandes portones de madera en arco de medio punto, casas en torno a un amplio patio central empedrado. 


Un bello pueblo de finales del siglo XVI con las calles empedradas que permitían en otros tiempos el trasiego de los arrieros, que están emparentados con los gauchos argentinos, con sus animales y sus carros. En realidad, los arrieros maragatos viajaron a la Patagonia, y fueron los primeros pobladores de Carmen de Patagones, situada a 915 kilómetros al sudoeste de la capital argentina, -¿verdad, Eduardo?, tú que eres un gaucho que habitas en los valles del Bierzo. 
https://cuenya.blogspot.com/2016/05/desde-astorga-buenos-aires-violeta.html
Recientemente, tuve la ocasión de asistir a la comida de un cocido maragato con un grupo de personas, en su mayoría pertenecientes a la Universidad de León. Un grupo de habituales, entre los cuales estuvieron Roberto, Benjamín, Ezequiel, Ricardo, Ana, Víctor, Montse, Manolo, Pedro, José Luis (que nos habló maravillas de Dubái, donde vive Pablo, su hijo pequeño, y se halla el edificio más alto del mundo), Luis, Chema (un recuerdo entrañable para Justo), Eduardo, María José, Araceli…Y uno mismo. Espero no olvidarme de nadie.  
Manolo, Montse, Eduardo, Luis, José Luis, Ana, Chema

Con más de noventa años, que se dice pronto, Maruja recibe a los comensales con hospitalidad y la mejor de sus sonrisas. Y, aunque ella ya ha delegado la responsabilidad en su sobrino Cefe (alumno que fuera de Roberto), está pendiente de que los convidados se sientan a gusto en su casa, pues Maruja estuvo al frente de este negocio a lo largo de unas seis décadas.

Con María José y Araceli
                                                           
Y se le nota feliz saludando y charlando con nosotros. 

Maruja se vanagloria recordando que por su casa -una antigua casa de arrieros, con patio interior- han pasado gentes de bien, como ella misma diría a buen seguro, tanto del mundo noble, de la realeza, o bien del militar, como de otros ámbitos, entre ellos el de la alta cocina (por ahí anda la foto del cocinero José Andrés, entre otras muchas). Las paredes blancas del comedor están cubiertas de cuadros, medallas y fotografías de visitantes ilustres, también ilustrados. 
Araceli, Ana, Ricardo, Roberto, Benjamín, Ezequiel, José Luis 

La verdad es que da gusto ver a Maruja tan enérgica, tan vital, año tras año, como si por ella no pasara el tiempo, y también da gusto que algo a priori tan sencillo como un cocido se convierta en un auténtico manjar. Una vez más, Eduardo, como dijéramos en nuestra conversación a propósito de los grandes escritores (Rulfo, Borges o Gabo…), que elevan lo ordinario a la categoría de extraordinario, eso mismo hace Maruja, que, como una alquimista, también convierte el cocido -de carnes con chorizo, lacón, tocino, pata, oreja, morcillo, pollo, relleno, garbanzos (variedad Pico Pardal de la zona) con repollo y sopa- en una exquisitez, que, además, se toma al revés de como se hace en otros puntos de la geografía española, habida cuenta de que en casa Maruja se sirven en primer lugar las fuentes de carnes de cerdo y ternera acompañadas de ensaladas de tomate, luego los garbanzos con repollo aderezados con aceite y pimentón y para finalizar la sopa. 


Bueno, también está el postre, las natillas caseras con una galleta y un trozo de roscón, además del café de puchero. Se supone que esta tradición tiene su origen en las tropas de Napoleón, las cuales, ante la incertidumbre de tener que entrar en combate, comenzaban
 por las carnes, por si las moscas, porque, si sobrara algo, que fuera la sopa. “De que la barriga farta, que rebrinque Marta”, dicen en mi pueblo. 

El cocido en Casa Maruja es una apuesta segura. Y la compañía se me antojó excepcional. Entre risas, charleta y buenas vibraciones, sentí, una vez más, que, mientras pueda, seguiré asistiendo, como un ceremonial, a Castrillo de los Polvazares para darme cita con el cocido maragato.  

El tío Perruca

    Os dejo este relato que escribiera para un concurso de relatos de Quintana de Fuseros. 


Aquel día no tendría que haber abandonado la cueva, pero mis ganas por recorrer los montes y bosques me llevaron hasta el despeñadero. Siempre pensé que cada cual tiene un destino, aunque a estas alturas creo que el destino se lo labra uno mismo con su forma de ser y de actuar.

Aquel día, lo recuerdo bien, el viento soplaba como un disparo a bocajarro, negro como una noche cerrada, con la inconfundible fragancia otoñal y el gusto embriagador a madroño y a miel. 

Vagué durante horas entre la espesura de aquel paraje frondoso, que me pareció habitado por los sueños que se tejen en antiguos telares con la textura de la miel. Y pude comprobar que el horizonte se curvaba desde aquel pico que había alcanzado en un abrir y cerrar de ojos, lo que me procuró una placentera sensación de libertad. Por instantes, me sentí feliz, aunque no tardaría en descubrir que, tras ese estado, se escondía agazapada la fatalidad. 


Capaz de desafiar cualquier contratiempo, arrojé la vista al cielo, que se abrió ante mí con la belleza anubarrada de lo incierto.

Cuando quise darme cuenta, un sonido proveniente del mismo fondo del valle impactó sobre mi cuerpo. Y luego otro estruendo, aún más diabólico, hizo que me desplomara desde aquel peñasco, donde por momentos había olfateado una braña y unas colmenas.

El tío Perruca, que así le llamaban en la zona a aquel tipo, había logrado acabar conmigo, que siempre fui un animal pacífico.

viernes, 13 de diciembre de 2024

Yerma, de Pilar Távora

Viernes 13 de diciembre, visionado y comentario de la película Yerma, de Pilar Távora, basada en la obra teatral de Lorca. En el campus de Ponferrada. 

Yerma (1934) es una obra teatral lírica, que, junto con Bodas de sangre (1931) y La casa de Bernarda Alba (1936), conforma la trilogía de tragedias rurales que escribió Lorca. Esta obra se estrenó en el Teatro Español de Madrid en 1934 con Margarita Xirgu como protagonista. Y a partir de esta fecha son muchos los espectáculos que se han montado, como el de Víctor García en 1971, con Nuria Espert en el papel de Yerma. 

El tema esencial, como su título nos indica, es la obsesión de Yerma (mujer estéril como el campo seco e improductivo) por tener hijos impuesta por la presión social y el deseo ardiente de cumplir con su rol en la sociedad. El deseo de darle sentido a su vida a través del hijo porque carece de amor, de afectos, está prisionera de su contexto. Como Adela y sus hermanas lo están de Bernarda en La Casa de Bernarda Alba. 

Juan, el marido de Yerma, es un campesino machista al que solo le preocupa la honra y el bienestar material, centrándose en sus campos, sus ganados... su patrimonio, en definitiva. "Ya sabes que no me gusta que salgas... La calle es para la gente desocupada", le dice Juan a Yerma. 
El tema de la honra remite a los dramas rurales de honor de Lope de Vega como Fuenteovejuna, o bien El alcalde de Zalamea, de Calderón de la Barca, que son dos autores que influyeron en Lorca. 

Cada vez más impaciente, en plena noche, Yerma, que es una joven atractiva, impulsiva, apasionada, visita a una vieja  (charlatana, cínica, interesada, una especie de Celestina), que le procura consejos: "Los hombres tienen que gustar, muchacha...", le dice la vieja a Yerma... "Las muchachas que se crían en el campo como yo tienen cerradas todas las puertas... tú también te callas y te vas con aire de doctora, sabiéndolo todo...", le responde Yerma a la vieja: "A otra mujer serena le hablaría. A ti no...". "Entonces, que Dios me ampare", dice Yerma. "Dios no. A mí no me ha gustado nunca Dios. ¿Cuándo os vais  a dar cuenta de que Dios no existe?... Aunque debería haber Dios... para que mandara rayos contra los hombres de simiente podrida que encharcan la alegría de los campos". Resulta sobrecogedor lo que le dice la vieja a Yerma.  Algo que se repite en la adaptación fílmica que realiza Pilar Távora bajo el mismo título. 
Juan, el marido de Yerma, junto con sus hermanas (tanto él como ellas la vigilan), la sorprende en estos tratos. Y, tras una fuerte discusión, se vuelven a casa llenos de amargura. Las lavanderas por su parte chismorrean sobre la falta de niños en el hogar de Yerma y cantan loores a la maternidad. 
Después de la boda, Juan y Yerma acuden a una romería. Allí, una vieja le propone a Yerma que abandone a su marido y se vaya con su hijo: "Cuando te vi en la romería me dio un vuelco el corazón. Aquí vienen las mujeres a conocer hombres nuevos... Mi hijo está sentado detrás de la ermita esperándote, Mi casa necesita una mujer. Vete con él y viviremos los tres juntos...". A lo que Yerma responde: "Yo soy como un campo seco... y lo que tú me das es un pequeño vaso de agua de pozo...". "Pues sigue así... Como los cardos de secano, pinchosa, marchita", le replica la vieja... Yerma se dirige hacia el carro y aparece detrás del mismo su marido. "¿Estabas ahí?", le pregunta Yerma, "Estaba", responde Juan... Al final, después de una discusión, Yerma aprieta la garganta de su marido Juan, se la aprieta hasta matarlo. "No os acerquéis, porque he matado a mi hijo". 
Estructura
La obra teatral Yerma presenta una estructura clásica en tres actos y seis cuadros, dos cuadros por cada acto, con planteamiento, desarrollo y desenlace o resolución de la tensión dramática.
El ritmo dramático aparece dosificado, en aumento –Lorca nos mantiene intrigados hasta el terrible desenlace–. A través de cuadros bien desarrollados, asistimos a la enajenación mental de Yerma. 
Yerma, como La casa de Bernarda Alba, está llena de símbolos: el agua clara, las flores, la luz, el día, entre otros, que transmiten alegría, vida. Por su parte, la oscuridad, los ruidos, el agua estancada, la tierra reseca, etcétera, nos llevan al dolor, la frustración y la desgracia. Yerma es el Eros, la pulsión sexual, como esencia de la vida, vinculada además a la maternidad. Y la represión del Eros acaba llevando a Yerma al desvarío, que se traduce finalmente en el asesinato del marido. 
Además de los elementos poéticos de esta tragedia, adquieren especial relevancia los musicales a través de las canciones de las lavanderas: "Por el llano ya vino/ mi marido a cenar./ Las brisas que me entrega/ cubro con arrayán... Hay que juntar flor con flor cuando el verano seca la sangre al segador... Y abrir el vientre a pájaros sin sueño cuando a la puerta llama temblando el invierno..."
El lenguaje empleado es poético, como ya he señalado, con metáforas, símiles y personificaciones, además de toda la simbología. 

Película de Pilar Távora

La guionista y directora sevillana Pilar Távora logró llevar al cine por primera vez, a través de su propia productora, la adaptación fílmica de este "poema trágico" titulado Yerma en 1999. 

En el guion, además de ella misma, intervino el también director Garci. Y el vestuario corrió a cargo de los modistos Vitorio y Lucchino.  "El vestuario no es luctuoso ni triste, hemos usado algo más de color", señala Lucchino. A juicio de Vittorio, algunas de las escenas de Yerma "son auténticos cuadros".

La película de Távora se mantiene fiel al texto original al tiempo que nos ofrece su propia visión de la misma, añadiendo algunas escenas despojadas de texto, con gran fuerza visual y musical (por momentos el flamencos nos desgarra el alma, como lo hace Yerma).

Rodada en exteriores andaluces, con habla andaluza y una adecuada dicción. A la Vieja (Irene Papas) la dobla la actriz María Alfonsa Rosso. Nos muestra los espacios, con la correspondiente acción en torno a ellos, como la casa de Yerma: con el comedor, dormitorio, patio (espacio de reflexión); la fuente (lugar de encuentro, lleno de tensión erótica, de Yerma con Víctor, las vecinas, la Vieja); el cementerio, con el ritual de Dolores (interpretada por la actriz María Galiana), antecedente de su intervención en la romería. 


La propia directora se ocupó del montaje y de las canciones de esta obra (todo un acierto, la transformación de los versos de Lorca en canciones). A través de una puesta en escena artística y un elaborado montaje se nos presenta, alternativamente, al grupo de mujeres religiosas y el grupo que baila y canta con alegría, a ritmo flamenco. La contraposición del fanatismo religioso y el mundo festivo. 

Távora,  que consigue ese espectáculo total que era para Lorca el teatro -un cine espectáculo construido con los mejores materiales del teatro contemporáneo- dijo que en el montaje cinematográfico utilizó poca simbología: "Aparecen el agua, el fuego, la tierra y la Luna, pero despojados de su carga simbólica. Y la Luna no la uso al modo lorquiano, sino como símbolo de fertilidad: es la que rige todo el ciclo femenino". 

Con un reparto, en mi opinión, estupendo: Irene Papas (Vieja, está extraordinaria), Aitana Sánchez-Gijón (Yerma, interpretada con sensibilidad, expresividad y una dicción melosa) y Juan Diego (Juan, magnífico, como siempre) en los principales papeles, junto a otras reseñables intérpretes como María Galiana, Ana Fernández (lavandera) o Jesús Cabrero (Víctor). 


Aitana Sánchez-Gijón, cuyo trabajo como Yerma fue, en su opinión, el más complejo y lleno de contradicciones, confesó que la noche del rodaje de la última escena (en la que mata a su marido y la esperanza de tener un hijo) se la pasó entera llorando: "Fue un revulsivo, solté todo el llanto y la carga emocional de tanta Yerma, todo fue como un parto, aunque sin parto". Un proceso doloroso, que se deja traslucir en la gran pantalla, porque lucha contra sí misma y es prisionera de sí misma, porque carece de amor, incluso ella misma no ama a su marido. 

Una obra cuyo final resulta sobrecogedor, porque la obra de Lorca es brutal. "¡Yo misma he matado a mi hijo!".