Viernes 13 de diciembre, visionado y comentario de la película Yerma, de Pilar Távora, basada en la obra teatral de Lorca. En el campus de Ponferrada.
Yerma (1934) es una obra teatral lírica, que, junto con Bodas de sangre (1931) y La casa de Bernarda Alba (1936), conforma la trilogía de tragedias rurales que escribió Lorca. Esta obra se estrenó en el Teatro Español de Madrid en 1934 con Margarita Xirgu como protagonista. Y a partir de esta fecha son muchos los espectáculos que se han montado, como el de Víctor García en 1971, con Nuria Espert en el papel de Yerma.
El tema esencial, como su título nos indica, es la obsesión de Yerma (mujer estéril como el campo seco e improductivo) por tener hijos impuesta por la presión social y el deseo ardiente de cumplir con su rol en la sociedad. El deseo de darle sentido a su vida a través del hijo porque carece de amor, de afectos, está prisionera de su contexto. Como Adela y sus hermanas lo están de Bernarda en La Casa de Bernarda Alba.
Juan, el marido de Yerma, es un campesino machista al que solo le preocupa la honra y el bienestar material, centrándose en sus campos, sus ganados... su patrimonio, en definitiva. "Ya sabes que no me gusta que salgas... La calle es para la gente desocupada", le dice Juan a Yerma.
Cada vez más impaciente, en plena noche, Yerma, que es una joven atractiva, impulsiva, apasionada, visita a una vieja (charlatana, cínica, interesada, una especie de Celestina), que le procura consejos: "Los hombres tienen que gustar, muchacha...", le dice la vieja a Yerma... "Las muchachas que se crían en el campo como yo tienen cerradas todas las puertas... tú también te callas y te vas con aire de doctora, sabiéndolo todo...", le responde Yerma a la vieja: "A otra mujer serena le hablaría. A ti no...". "Entonces, que Dios me ampare", dice Yerma. "Dios no. A mí no me ha gustado nunca Dios. ¿Cuándo os vais a dar cuenta de que Dios no existe?... Aunque debería haber Dios... para que mandara rayos contra los hombres de simiente podrida que encharcan la alegría de los campos". Resulta sobrecogedor lo que le dice la vieja a Yerma. Algo que se repite en la adaptación fílmica que realiza Pilar Távora bajo el mismo título.
Juan, el marido de Yerma, junto con sus hermanas (tanto él como ellas la vigilan), la sorprende en estos tratos. Y, tras una fuerte discusión, se vuelven a casa llenos de amargura. Las lavanderas por su parte chismorrean sobre la falta de niños en el hogar de Yerma y cantan loores a la maternidad.
Después de la boda, Juan y Yerma acuden a una romería. Allí, una vieja le propone a Yerma que abandone a su marido y se vaya con su hijo: "Cuando te vi en la romería me dio un vuelco el corazón. Aquí vienen las mujeres a conocer hombres nuevos... Mi hijo está sentado detrás de la ermita esperándote, Mi casa necesita una mujer. Vete con él y viviremos los tres juntos...". A lo que Yerma responde: "Yo soy como un campo seco... y lo que tú me das es un pequeño vaso de agua de pozo...". "Pues sigue así... Como los cardos de secano, pinchosa, marchita", le replica la vieja... Yerma se dirige hacia el carro y aparece detrás del mismo su marido. "¿Estabas ahí?", le pregunta Yerma, "Estaba", responde Juan... Al final, después de una discusión, Yerma aprieta la garganta de su marido Juan, se la aprieta hasta matarlo. "No os acerquéis, porque he matado a mi hijo".
Estructura
La obra teatral Yerma presenta una estructura clásica en tres actos y seis cuadros, dos cuadros por cada acto, con planteamiento, desarrollo y desenlace o resolución de la tensión dramática.
El ritmo dramático aparece dosificado, en aumento –Lorca nos mantiene intrigados hasta el terrible desenlace–. A través de cuadros bien desarrollados, asistimos a la enajenación mental de Yerma.
Además de los elementos poéticos de esta tragedia, adquieren especial relevancia los musicales a través de las canciones de las lavanderas: "Por el llano ya vino/ mi marido a cenar./ Las brisas que me entrega/ cubro con arrayán... Hay que juntar flor con flor cuando el verano seca la sangre al segador... Y abrir el vientre a pájaros sin sueño cuando a la puerta llama temblando el invierno..."
El lenguaje empleado es poético, como ya he señalado, con metáforas, símiles y personificaciones, además de toda la simbología.
La guionista y directora sevillana Pilar Távora logró llevar al cine por primera vez, a través de su propia productora, la adaptación fílmica de este "poema trágico" titulado Yerma en 1999.
En el guion, además de ella misma, intervino el también director Garci. Y el vestuario corrió a cargo de los modistos Vitorio y Lucchino. "El vestuario no es luctuoso ni triste, hemos usado algo más de color", señala Lucchino. A juicio de Vittorio, algunas de las escenas de Yerma "son auténticos cuadros".
La película de Távora se mantiene fiel al texto original al tiempo que nos ofrece su propia visión de la misma, añadiendo algunas escenas despojadas de texto, con gran fuerza visual y musical (por momentos el flamencos nos desgarra el alma, como lo hace Yerma).
Rodada en exteriores andaluces, con habla andaluza y una adecuada dicción. A la Vieja (Irene Papas) la dobla la actriz María Alfonsa Rosso. Nos muestra los espacios, con la correspondiente acción en torno a ellos, como la casa de Yerma: con el comedor, dormitorio, patio (espacio de reflexión); la fuente (lugar de encuentro, lleno de tensión erótica, de Yerma con Víctor, las vecinas, la Vieja); el cementerio, con el ritual de Dolores (interpretada por la actriz María Galiana), antecedente de su intervención en la romería.
La propia directora se ocupó del montaje y de las canciones de esta obra (todo un acierto, la transformación de los versos de Lorca en canciones). A través de una puesta en escena artística y un elaborado montaje se nos presenta, alternativamente, al grupo de mujeres religiosas y el grupo que baila y canta con alegría, a ritmo flamenco. La contraposición del fanatismo religioso y el mundo festivo.
Távora, que consigue ese espectáculo total que era para Lorca el teatro -un cine espectáculo construido con los mejores materiales del teatro contemporáneo- dijo que en el montaje cinematográfico utilizó poca simbología: "Aparecen el agua, el fuego, la tierra y la Luna, pero despojados de su carga simbólica. Y la Luna no la uso al modo lorquiano, sino como símbolo de fertilidad: es la que rige todo el ciclo femenino".
Con un reparto, en mi opinión, estupendo: Irene Papas (Vieja, está extraordinaria), Aitana Sánchez-Gijón (Yerma, interpretada con sensibilidad, expresividad y una dicción melosa) y Juan Diego (Juan, magnífico, como siempre) en los principales papeles, junto a otras reseñables intérpretes como María Galiana, Ana Fernández (lavandera) o Jesús Cabrero (Víctor).
Aitana Sánchez-Gijón, cuyo trabajo como Yerma fue, en su opinión, el más complejo y lleno de contradicciones, confesó que la noche del rodaje de la última escena (en la que mata a su marido y la esperanza de tener un hijo) se la pasó entera llorando: "Fue un revulsivo, solté todo el llanto y la carga emocional de tanta Yerma, todo fue como un parto, aunque sin parto". Un proceso doloroso, que se deja traslucir en la gran pantalla, porque lucha contra sí misma y es prisionera de sí misma, porque carece de amor, incluso ella misma no ama a su marido.
Una obra cuyo final resulta sobrecogedor, porque la obra de Lorca es brutal. "¡Yo misma he matado a mi hijo!".
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