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miércoles, 26 de febrero de 2020

Todo llega a su fin, también en Túnez

Mi estancia en tierras tunecinas está llegando a su fin. Todo llega a su fin. Bien lo sabemos. Aunque a veces nos hagamos los mensitos o los pelotudos. ¡No te has güey, pendejito!
Puerto Yasmine
Todo llegará a su fin en este universo infinito o finito pero ilimitado. Pues no limita ni con dios bendito.¿Quién le pone lindes al espacio?
Pero por ahora deseo seguir repensando la realidad o irrealidad que he vivido, que aún sigo viviendo, habitando por un tiempo [el tiempo sangre, el tiempo oro] en las arenas de Yasmine Hammamet [me invita a soñar el término Hammamet, de hammam, tanto que le gusta a esta gente darse abluciones, el baño como relax, la talasoterapia como algo extraordinario].
Puerto Yasmine

En realidad, Hammamet es un gran balneario y un lugar con una luz inspiradora. La luz de aquí me ha tocado el alma. Y espero volver a bañarme en este mar de luz, con aroma a jazmín, mientras resuena el almuédano, que es como un cante hondo y flamenco.
Nosotros hemos heredado asimismo una parte de su música. de su música arábiga. Y de su sangre. Y de su arte en general. Por eso debemos ser agradecidos con el pueblo tunecino. Ya sabemos que capullos los hay por doquier. Pero la gente amable y hospitalaria también se encuentra aquí, y allí.
Puerto Yasmine

Mi ultimo tiempo en Túnez deseo gastarlo rememorando mi estancia. Quedándome con lo bueno, que ha sido todo, la verdad. En el fondo, aún no he abandonado el país.
Una vez más, me doy cuenta de que me iré sin conocer tantos lugares [perdón, sin haberlos visitado, conocerlos es otra cosa mucho más seria y enjundiosa]. 
Yasmine Hammamet
En realidad, uno no conoce casi nada. Y pasa de puntillas por todos los sitios. Uno y otros. No os creáis. 
Sólo sé que no sé nada. Y lo digo con humildad. Y con el deseo de conocer mucho más, de aprender y aprehender cada día, de saber algo más. 
En verdad, dedicarse a la docencia es un privilegio porque más que enseñar nos permite aprender cada día. Y eso es magnífico. Nunca te acostarás sin aprender una cosa más (mucho más está apareciendo por ende, por ende en baxo), recuerdo que decía -quizá lo siga diciendo-, mi madre, que estará -está ahora en la ciudad de León-, adonde espero regresar también después del final de mi viaje aquí, eso sí, haciendo escala en la capital madrileña [Madrid como ciudad en la que me gusta pasar algún ratín tanto a la ida como a la vuelta de mis viajes por el mundo adelante. Madrid como ciudad que también resulta bien inspiradora o inspiratriz].
La Goulette

Así que ahora sé que en algún momento tendré que regresar a Túnez, aun sin haberme ido, para bañarme en su luz y en sus aguas azul turquesa, en la pureza de sus cielos, acaso prometidos. Y visitar algunos lugares como Tabarka [también en Alicante está la isla de Tabarca, muy chula] y Bizerte o Bizerta. Y tantos otros lugares.
Ayer pude acercarme a La Goulette, donde está el puerto de Túnez capital y sobre todo una preciosa playa, prácticamente vacía, sin gente (Tunisia vacía y vaciada, como España, es un decir). 
La Goulette
A finales de diciembre se me antoja maravilloso dejarse empapar por el agua del mar, bajo un sol radiante. Y luego pasearme por la animada avenida Bourguiba, donde se hallan todos los grandes hoteles y restaurantes y bares [por estas veredas y en sus calles aledañas, como la rue du Caire] de la ciudad moderna.
La Medina es un punto y aparte. Con mucho encanto, sin duda.
Medinear es un ejercicio que conviene realizar de vez en cuando aunque uno no baje a comprar al Moro. Sólo a dejarse ir, a fluir con el paisanaje.
La Goulette

Ayer, con la puesta del sol, Yasmine Hammamet lució como una diosa de carne y hueso. Con sus barcos anclados en la Marina, en el puerto.
Y hoy, antes de la puesta de sol, Yasmine volvió a ofrecerme un espectáculo luminoso impagable. Una gran belleza. La luz solar, una vez más, puede llegar a embellecer el paisaje de tal modo que este resulte puro arte. Paisaje y paisanaje fundidos en amoroso abrazo.
Ahí reside asimismo la fotogenia cinematográfica, en su iluminación embellecedora, aunque en este caso la fotogenia se consiga con luz artificial, con retoques, montaje, efectos, entre otros.
La Goulette

Por cierto, el hotel Lella Baya me recuerda  a aquellos exines [no sé si se escribe así, creo que sí] castillos de mi infancia creyente en Reyes Magos y Hadas buenas.
Continúo, mientras me tomo una cerveza Celtia, que a poco es celta, como el Celta de Vigo, o bien como los celtas aquellos que llegara a fumar mi padre. 
Mi padre y mi madre como pilares de mi existencia. Ellos sí que son los pilares de la Tierra.
Va por ellos.

Nochebuena en El Kantaoui

24 de diciembre de 2019

Dos reflexiones al menos hoy, Día de Nochebuena, eso nos anuncian, acá y acullá, porque en realidad somos más parecidos de lo que creemos los seres humanos en la Tierra. Por eso, es necesario salir de la caverna y adentrarse en la jungla, aunque sea de asfalto, en la selva, en la sabana africana, en el desierto...
El Kantaoui

Primera reflexión o alto en el camino. Hagamos paradas como Cristo redentor. O algo tal que así.
Si hasta en Túnez celebran Noël, la Nochebuena, la Navidad. Qué curioso y sorprendente. Y eso que son islámicos. 

Cristianos, judíos y musulmanes, todos igualitos, cortados por el mismo patrón, vestidos con los mismos harapos, no nos engañemos, aunque unos sean más iguales que otros, como nos dijera el bueno de Orwell en su Rebelión en la granja, ese visionario autor que acertó de pleno con su 1984 y la sociedad en la que estamos viviendo. Todos bajo el yugo-sistema capitalista y antropófago. Para qué digan que no existe ya el canibalismo. 
El Kantaoui

Y si todo quisque/quisqui o todo Cristo es igual, en el sentido de que nos gustan las mismas cosas, a saber, comer, beber, ligar, relacionarnos, etc. [Incluso a los sin dios nos gusta eso mismo], a cuento de qué se pelean los que se creen de diferente religión. Si toda religión es una farsa de órdago a la grande. Y toda religión se me antoja opiácea, una adormidera de mucho cuidado. "Su religión es una chochez de viejas que disecan el gato cuando se les muere”, escribe el lúcido Valle-Inclán en sus Luces de bohemia a propósito de la religión en España
Puerto de Yasmine Hammamet

Está todo montado sobre un vil engaño. Y todos y todas desplazados a través del raíl de la muerte, en un tren hacia la nada. Disculpad mi nihilismo.
En todo caso, que no os tomen el pelo con otras vidas. Sólo tenemos esta. Y debemos sacarle partido, aprovecharla, porque es única e irrepetible. Carpe diem. El club de los poetas muertos. Y malditos. El malditismo como una forma de desafío a dios, a las divinidades, a los mitos. Del mito al logo. A la mierda con los sueños y los silogismos.
Playa Yasmine

Hecha la primera reflexión, ahora llega la segunda: ¿por qué tendemos a irnos lejos, a viajar a otros lugares, cuando ni siquiera conocemos nuestro entorno? Y lo hacemos todos. Y todas. Verdad?
Uno mismo ha venido a Túnez pudiendo estar en el Bierzo, recorriendo las sendas eremíticas del valle de Silencio. O bien adentrándome en Urdiales, como cuando era un rapaz, o bien en Los Montes. Tras os Montes. ¿Qué habrá? Lobos y bosques para perderse. Cada vez menos porque los humanos somos unos carniceros de la hostia y además unos incendiarios del copón.
En la medina de Yasmine

Prosigo con esta reflexión. Durante todos estos días, que llevo en Túnez, he salido a ver mundo, a visitar lugares, no tantos, no os creáis, lo que me ha permitido el tiempo y mis pies andarines. Y hasta casi hoy no había reparado en la lindura del entorno de Yasmine Hammamet. Con su Carthage Land [en realidad sí le había echado el oclayo, pero de a poquito] y toda esa medina [en verdad artificial, pero que da el pego, incluida una Torre del Oro a imagen y semejanza de la sevillana. Y con Sherezade en la punta de mis mil y una noches, que es como la eternidad y un día]. Siempre fantaseando con algún paraíso, a ser posible terrenal, carnal.
Torre del oro en Yasmine

No acaban de convencerme los decorados. Pero en cine funcionan la mar de bien. Y Fellini, amen de otros muchos directores, han sabido sacarle jugo.
Yasmine Hammanet, ademas de sus muchos hoteles con estrellas, tiene una playa que le permite a uno darse grandes paseos. Y su puerto también tiene mucho encanto. Un puerto en manos de un avispado español. O eso reza en algún rótulo. Será, imagino, una empresa constructora española a tenor de su nombre, mejor dicho apellido: Rodríguez Group. Por cierto, no encuentro turistas españoles ni a babor ni a estribor, ni en proa ni en popa.
Ayer, sin ir más lejos, me fui al puerto de El Kantaoui, con fama de lugar emblemático, que lo es. Y realmente bello bajo una luz mágica.


El Kantaoui queda a unos pocos kilómetros del centro de Sousse.
Lo mejor, en este país, es tirar de louage, nuestro blablacar, para distancias considerables, a partir de 50 kilómetros, y de minibuses o taxis [conviene negociar el precio, aunque si se deja "rular" el taxímetro tampoco es tanta ruina].
Creo que al final me he enredado algo pero lo que deseaba es dejar claras estas dos reflexiones de esta Nochebuena, que pasaré en el hotel Lella Baya, solito, con mi propio cuerpo a cuestas. Y con el espíritu, eso sí, siempre volando cual pajarito adonde haya calor y luz.
Ha sido mi elección, mon choix.
Medina Yasmine

El lunes se fue el bueno de Joel, que contaba cosas muy interesantes. Y hoy mismo se ha ido Angélique, francesa que vive en Rouen [la localidad de Juana de Arco, ved por fa la versión de Dreyer, con Artaud como monje loco] con quien  he pasado momentos bien agradables. 

Con Artaud también he disfrutado momentos gloriosos de teatro, de cine, de poesía.
Os deseo una saludable Nochebuena. Me gustaría dejaros, como un Papá Noël humilde, mi aguinaldo de fotinas. 
Quiero dejaros unas imágenes de El Kantaoui y del entorno de Yasmine Hammamet. Vayan aquí. 

La fragua literaria leonesa: Diana Martínez

LA FRAGUA LITERARIA LEONESA

Diana Martínez: “El Bierzo es como un mapa del tesoro, con algunos obstáculos por salvar”

La periodista y narradora faberense Diana Martínez, autora de la trilogía de Xardón acerca del Bierzo, aparte de la promoción de su reciente libro 'Bierzo mítico', espera, en un futuro más o menos cercano, poder sacar adelante una historia de ficción y dar forma a ideas que hace tiempo tiene en la cabeza y en notas sueltas.

Diana Martínez Xardón La Nueva Crónica
Diana Martínez, con el duende Xardón, en la delegación de La Nueva Crónica en Ponferrada.
Manuel Cuenya | 26/02/2020 - 09:48h.
"...Érase una vez una bonita tarde de otoño en la comarca del Bierzo. Los bosques parecían paisajes pintados con colores amarillos, marrones, rojizos, ocres, verdes oscuros, tostados... En esta época de otoño, los días son perfectos para dar paseos entre los árboles y matorrales, pero las tardes empiezan  a ser frías y las noches caen muy pronto.
Así que el duende Xardón ha reunido a algunos amigos en torno a una pequeña hoguera donde está asando unas castañas en un típico tambor berciano. Xardón quiere jugar de nuevo a su juego favorito: viajar por el Bierzo en busca de tesoros".
(Diana Martínez, de su libro 'Bierzo mítico. De filandón con Xardón: cuentos, leyendas y tradiciones de la comarca')
"Me recuerdo de niña, muy pequeña, escribiendo cuentos con mi hermana, ilustrándolos y encuadernándolos con pastas de cartulina para poner en nuestra biblioteca de casa", nos cuenta la periodista y narradora Diana Martínez, que a finales del pasado año publicara, a través del periódico 'La Nueva Crónica', 'Bierzo mítico', que forma parte de una trilogía, la trilogía de Xardón, conformada por los volúmenes 'Menudo Bierzo', 'Planeta Bierzo' y el propio 'Bierzo mítico', de las cuales es autora Diana, que se recuerda asimismo con buenas notas en el colegio, también en el instituto. Y por supuesto en todos sus trabajos consistentes en escribir relatos, reportajes... Es evidente que Diana ya tenía, siendo una cría, vena periodística, narrativa.
"Supongo que ya muy pronto empecé a notar que me gustaba escribir y seguramente ya soñaba con poder hacer algún día un libro de verdad", agrega esta redactora de 'La Nueva Crónica', que se siente muy apegada a su tierra, el Bierzo, el cual le resulta inspirador.
"A menudo veo e imagino historias en cualquiera de sus paisajes, en un paseo, en un rincón de una plaza, en un monumento, en una conversación de personas en la calle", afirma esta creadora berciana, que percibe el Bierzo como una tierra mágica.
"Desprende magia por casi todos los rincones, aunque también alguno que pueda desprender malos humos o malos rollos. Esos hay que esquivarlos. El Bierzo es como un mapa del tesoro, con algunos obstáculos por salvar, pero con muchas interesantes cruces marcadas en rojo", matiza Diana, sabedora de que en la comarca berciana no es oro todo lo que reluce.
En todo caso, su amor por la tierra nos lo muestra a través de su trilogía, cuyo protagonista es el duende Xardón, con sabor bien berciano, que nos lleva literalmente de la mano por los rincones de esta geografía mágica, minera y agrícola, repleta de leyendas: Como la de Carucedo (Las lágrimas de Carisia), la leyenda de Las Médulas (Los tesoros de los 'Mouros') o la de la Sierpe Rupiana. O bien tradiciones, que recupera Diana Martínez en su 'Bierzo mítico', como Los amortajados de Quintana de Fuseros (en el Bierzo Alto) y algún capítulo dedicado a los maranfallos, farramacos (en Noceda del Bierzo conocidos como zarramacos) y otros personajes destartalados del 'Entroido' (ahora que estamos en época carnavalera).
Una trilogía concebida, según su creadora, para que los niños (y las niñas) del Bierzo puedan conocer su tierra de una forma divertida.

(Puedes seguir leyendo esta fragua en ileon.com, en este enlace:
https://www.ileon.com/cultura/la_fragua_literaria_leonesa/105669/diana-martinez-el-bierzo-es-como-un-mapa-del-tesoro-con-algunos-obstaculos-por-salvar)

jueves, 20 de febrero de 2020

El mar tunecino

23/12/2019

Ayer fue día de más o menos reposo. Aunque mis "vacas" no son para reposar. Que para eso ya tengo mi refugio en mi útero de Gistredo, en la matria, mi matria de las fuentes curativas, balneario perfecto para relajarme y disfrutar del huerto que proclamara Epicuro, con la templanza de un estoico, que es como contemplar toda la belleza del universo contenida en recuerdos amorosos de infancia dichosa, la felicidad de la niñez, la única matria verdadera, todo sea dicho.

De repente, vuelvo con la imaginación a mi tierra, que tanto me ha marcado.
Sin embargo, cada instante es único. Y debemos disfrutarlo. Y el presente es lo que nos toca vivir.
Lamento el fallecimiento de Jesús, el marido de Mari Carmen, porque Jesús era un hombre bueno. Conservo estupendos recuerdos suyos, incluso de mi etapa ovetense, pues en Oviedo vivía Jesús con su familia, aunque le encantaba Noceda. Le apasionaba jugar la partida en el mesón de Las Chanas, le gustaba conversar, él que era de la Bustarga, de ese Bierzo remoto y bello, como lo es por lo demás nuestra comarca leonesa. Mucho afecto para su familia: Mari Carmen, sus hijas, su suegra Mari Ángela, para todos sus seres queridos.


También siento la pérdida de Nines, la madre del amigo periodista Toño Criado, que llegó a ser alumna de la Universidad de la Experiencia en el campus de Ponferrada. Un abrazo afectuoso, Toño.
La muerte de las personas queridas me tiene muy sensibilizado.
Pero volvamos a Túnez, donde aún sigo y donde pasaré la Nochebuena y la Navidad.
Ayer fue, decía, día de cierto relax, con paseo sosegado por la preciosa Medina de Hammamet. Algunos mercaderes ya me identifican y se limitan a saludarme, sin ponerse pesaditos con las supuestas compras de rigor. No he bajado al moro tunecino para comprar. Ya lo había dicho. Sólo en busca de luz solar y una agradable temperatura. 

Pasear con tranquilidad por la Medina de Hammamet resulta una experiencia gratificante. La paz y el silencio valen oro. Y al final uno busca también esa paz, esa armonía del ser con el todo, del ser con el paisaje blanquiazul (el blanco y el azul como tesoros), y con el paisanaje.
Y luego, después de comer, un paseo por la enorme playa de Yasmine Hammamet, donde se halla mi hotel, Lella Baya, que esta petado desde ayer. Y a veces no va bien el wifi porque supongo que no tiene suficiente potencia para conectar a tanto personal. Un problema que deberían resolver. Haber venido a este hotel no está mal como experiencia por una vez en la vida.

Me encuentro a gusto. Y los camareros son bien amables. El personal es acogedor. Y los animadores [también hay una jovencísima y simpática animadora] son magníficos. Pero creo, estoy convencido, casi seguro, que la próxima vez no volveré aquí. Y viajaré de un lado a otro, sin ningún tipo de atadura a ningún hotel ni a nada, que es como realmente me gusta viajar. Aunque estando en este sitio también he podido moverme más o menos como he querido.

Si sois viajeros y viajeras, no os quedéis en un solo hotel, caminad, salid, trotad por el mundo adelante.
Tal vez lo mejor de ayer haya sido -ha sido con seguridad-, el encuentro en el hotel Lella Baya con Joel y Angélique. Angélique, una francesa cercana, sencilla. Y Joel, un fenómeno de la Naturaleza. Un hombre de 69 años que se ha hecho a sí mismo, como suele decirse, que comenzó siendo un rapacín a trabajar en su país de origen, Francia, como panadero, boulanger, luego se enroló en la Armada y finalmente se dedicó como camionero a recorrer el mundo. Bueno, también fue, creo, empresario de una plantación en África, continente que le apasiona. Y que recorre con asiduidad. Un viajero que conoce medio mundo: África, Asia, América. 


Dice que no le interesa mucho Europa, ni siquiera Francia, aunque allí tiene sus afectos y a su nieta. Un tipo que habla como una locomotora. A un ritmo endiablado, vertiginoso. Hay que poner en funcionamiento, a toda vela, los cinco sentidos para seguir su discurso, bien nutritivo. Dice cosas extraordinarias, reflexiones de gran lucidez, en mi opinión, acerca del mundo desde un punto de vista sociológico, político, económico. Un autentico crack. Que ademas resultó ser entrañable. Pena que ya se haya ido hoy, porque a su lado uno aprende muchísimo, además de agudizar el oído.
A ver qué nos depara el día de hoy, quizá vaya a Sousse para volver a tener una nueva mirada sobre esa ciudad marina, pues me quedaron ganas de revisitarla y sobre todo un puerto que me han recomendado, El Kantaoui, creo recordar. El mar sigue fascinándome.

miércoles, 19 de febrero de 2020

La fragua literaria leonesa: Toño Tejerina


LA FRAGUA LITERARIA LEONESA

Toño Tejerina: "Escribo desde el estómago, por necesidad, lo hecho siempre, seguramente para ahorrarme tratamientos psicológicos”

El humorista, escritor y guionista berciano Toño Tejerina, autor de 'Melodías para morir o matar', está, en estos momentos, a la espera de encontrar una editorial que quiera publicar un libro titulado 'A guardia cambiada', que habla, según él, de un viejo boxeador, perdido en un mundo muy cambiante que ya le es totalmente ajeno.

Toño Tejerina
Toño Tejerina
Manuel Cuenya | 19/02/2020 - 11:31h.
"—Soy agnóstico. Además, creo que si te suicidas, nada de homenajes, te salen a recibir a escobazos, a menos que te inmoles por una buena causa... De todos modos habrá que estudiarlo, las religiones son como las compañías telefónicas, hay que ir a la que te ofrezca más.
—Pues la religión no está tan mal, te ayuda a enfrentarte a la muerte...
—Lo que mejor te ayuda a afrontar la muerte es no tener nada que perder.
—Todo el mundo tiene algo que perder.
—Sí, pero si es lo suficientemente insignificante como para poder obviarlo eres libre, y si tienes los cojones necesarios para comprar el billete... estás listo para coger el primer autobús rumbo al infierno.
—¡Vale, Chuck Norris! Pues yo creo que tú dices que lo tienes claro, pero siempre vas a por el billete cuando sabes que la taquilla está cerrada...".
(Toño Tejerina, de su novela 'Melodías para morir o matar')
Conocido por su labor como guionista y monologuista en el célebre programa 'El hormiguero', que dirige Pablo Motos, Toño (Antonio) Tejerina también es autor de libros como 'Sobrevivir a una mutación', su ópera prima, "con unas magníficas ilustraciones de Luis Silva".
En este volumen -nos cuenta su creador-, sólo pretendía hablar, de una manera muy somera, de la discapacidad física quitándole dramatismo. "Básicamente desactivar, en la medida de lo posible el '¡Ay pobrín!'", añade Toño, que se toma la vida con un gran sentido del humor, algo que resulta en verdad saludable. Pues el humor y el quitarle hierro a todo le ha salvado, en su opinión, la vida.
"Cuando yo nací le dijeron a mi madre que iba a durar 90 días. ¿Si la vida me tenía reservado un lugar en el contenedor del darwinismo fallido, porque yo habría de tomármela en serio?  Si algún día lo hago, probablemente me tire por una ventana", así, con contundencia y claridad, se expresa Toño, 'El diablo sobre ruedas', como también se le conoce a este humorista nacido en Ponferrada, que siente nostalgia de su paraíso, el Bierzo, aunque haya vivido la mayor parte de su vida fuera de esta comarca leonesa.
Reconoce que el Bierzo es todo para él porque en esta tierra, mágica al decir de alguna gente, están sus mayores afectos. Y esto se me antoja definitivo, porque lo importante para un ser humano suele ser su envoltorio afectivo. Uno puede vivir en cualquier lugar en el mundo, creo, siempre que tenga la temperatura afectiva adecuada. Siempre que encuentre eso que todos o casi todos los seres humanos deseamos: que nos quieran, sentirnos queridos. Amar y ser amados, acaso lo mejor que nos puede ocurrir.

(Puedes seguir leyendo esta fragua, dedicada a Toño Tejerina, en este enlace de ileon.com: https://www.ileon.com/cultura/105471/tono-tejerina-escribo-desde-el-estomago-por-necesidad-lo-hecho-siempre-seguramente-para-ahorrarme-tratamientos-psicologicos)

jueves, 13 de febrero de 2020

El genio o divino Dalí


Figueres/Figueras es la tierra natal del genio Dalí donde estuviera hace ahora cerca de treinta años (en el año de 1993, me hace recordar mi amiga catalana Teia, que en estos momentos vive en Andorra), en una escapada que hiciera desde la France, donde residía en aquella época de juventud, en un viaje Inter-Raíl. 

Todo en Figueras gira en torno a este genio del siglo XX, cuya figura y obra me encantan. 

Figueras es toda ella Dalí, al menos para uno, con su museo teatro, que es puro arte. Puro surrealismo. Porque el surrealismo era este tipo excéntrico, loco como una cabra. Y lúcido como un dios. «Yo soy el surrealismo» o bien «La única diferencia entre los surrealistas y yo, es que yo soy un surrealista»​, solía decir el divino, narcisista y megalómano artista, al que le entusiasmaba el lujo, apasionado como era del dinero, de todo lo dorado y de la moda oriental.


Controvertido y provocador, Dalí sentía, creo, complejo de Edipo, lo que no le impidió decir: «en ocasiones, escupo en el retrato de mi madre para entretenerme», lo que le valió el rechazo de su padre, que era un distinguido notario de Figueras (imagino que esta no era la única razón), el cual lo echó de un modo violento de su casa y le prohibió regresar a la misma. Después de aquel altercado, el genio Dalí, en su afán transgresor, le presentó a su padre un preservativo usado conteniendo su propio esperma, con estas palabras: «Toma. ¡Ya no te debo nada!».  

Orwell (el creador de grandes obras como 1984 o Rebelión en la granja), que estuvo en Cataluña en 1936 para luchar contra el fascismo, llegó a decir lo siguiente sobre Dalí: Uno debería ser capaz de conservar en la cabeza simultáneamente las ideas de que Dalí era al mismo tiempo un buen dibujante y un ser humano repugnante. La una no invalida, o efectivamente, no afecta a la otra”.​

Por su parte, los surrealistas, comandados por Breton, lo acusaron de defender a Hitler y el nazismo. Al parecer, a Dalí lo que le gustaba, más allá de la ideología nazi, era la estética nazi. Y sostenía que el surrealismo podía estar al margen de la política.

Sea como fuere, la figura de Dalí es apasionante. Y su obra enorme. De una calidad excepcional. Una genuina factoría. Pues contaba con todo un elenco a su servicio, sin duda. Lo que no le resta genialidad. Una factoría como Disney (también uno llegó a ser cast member de este Reino).
Con Disney llegó a trabajar Dalí en un proyecto titulado Destino, un cortometraje inconcluso, de gran belleza, como todo lo que hacía este loco cuerdo. Porque en su caso la belleza es comestible. «La belleza será comestible o no será».

Ahí están sus huevos, que no son sólo decorativos, sino simbólicos (representando la vida intrauterina, la esperanza y el amor, como puede verse y/o interpretarse en su cuadro Metamorfosis de Narciso). Y sus panes (sus panes y sus peces multiplicados, es un decir, acaso bíblico), y sus langostas (como símbolo de decadencia y terror), iconos gastronómico-artísticos, que representan su obra. Incluso las hormigas como símbolos de intenso deseo sexual y hasta muerte.

Todoterreno del arte


Un todoterreno del arte (con una ingente obra), gran pintor, buen escultor, ingenioso escritor (el coloso Umbral lo califica como gran escritor de la Generación del 27), brillante escenógrafo, guionista delirante, un dibujante buenísimo, capaz de reproducir a su musa Gala cual si se tratara de una foto en alta definición, capaz de reproducir la realidad y la hiperrealidad, o mejor dicho, la surrealidad, el mundo onírico (sentía fascinación por Freud, a quien llegó a conocer, por el mundo de los sueños, por el psicoanálisis). Por eso quiso inventar el método paranoico-crítico. 


Asimismo, se sentía atraído por Nietzsche y Voltaire (tal como nos cuenta en Diario de un genio) y por el mundo de la física (por la mecánica cuántica y el principio de incertidumbre de Heisenberg), por la matemática (en concreto por la teoría de las catástrofes del matemático francés René Thom). 
Dalí estaba obsesionado con la antimateria y la teoría de la relatividad de Einstein (con su homenaje de la persistencia de la memoria y ese queso Camembert derretido en forma de reloj, el queso es otro de sus iconos gastronómico artístico). 



Cuenta que, siendo un niño (con sus recuerdos intrauterinos), aspiraba a ser cocinero, aunque también quiso ser Napoleón. “La cocina y la pintura son actividades afines”, llegó a decir.

También estaba convencido de que el centro del universo estaba en la estación de trenes de Perpignan/Perpiñán. Ahí está su cuadro. Pero el centro también podría estar en Figueras. O en Cadaqués, poblaciones que quedan cerca de Perpignan. El cuadro de La gare de Perpignan corresponde a su etapa místico-nuclear.

Museo teatro de Figueras

Dalí y su museo teatro es una hermosa obra de arte surrealista. Con su torre Galatea. Y ese Cadillac a la entrada. Y esa cúpula geodésica. Y todas sus esculturas y sus joyas (fue también diseñador de joyas) y sus cuadros. Y ese sofá labios de la actriz Mae West (el rostro de Mae West convertido en apartamento) y ese dromedario jirafa. O esos elefantes jirafa (otra de sus obsesiones).
Los elefantes dalinianos, con “sus patas largas, casi invisibles de deseo”, interpretados como símbolo fálico, estaban inspirados, si tal puede decirse, por el Obelisco de la Piazza della Minerva de Roma (cuyo autor es Bernini). «El elefante es una distorsión en el espacio», explicó Dalí, «con sus aguzadas patas contrastando la idea de ingravidez».
En este cuadro, por ejemplo, vemos a un elefantito con sus largas patas: Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes del despertar.

Otro de sus iconos favoritos era el rinoceronte, con su cornamenta, que parece tomado de un cuadro de Duero (uno de sus maestros espirituales). Cabe señalar que el cuerno de rinoceronte significaba, para él, la geometría divina, puesto que crece, en su opinión, en una progresión espiral logarítmica. Ahí queda eso.

Otros de sus maestros espirituales fueron Velázquez. Y Vermeer de Delft. Y Millet y su Ángelus. La barra de pan (la baguette) sobre la cabeza de una mujer despechada (era un fetichista y voyeur) y sobre la baguette de pan una reproducción de los labradores del Ángelus de Millet, que ya aparece también en Un perro andaluz, mediometraje con el que Dalí colaborara. 
Ángelus de Millet

Dalí estaba obsesionado con el  Ángelus de Millet, "obra pictórica más íntimamente turbadora, la más densa", decía, llegando a realizar diversas reinterpretaciones pictóricas del mismo. Y hasta escribiendo todo un ensayo al respecto, intitulado: el mito trágico del Ángelus de Millet.
Dalí, empleando su método paranoico-crítico, explica que los campesinos que aparecen en el cuadro no sólo están rezando el Ángelus, sino que están orando frente a un pequeño ataúd. Ni corto ni perezoso, el Museo de Louvre hizo una radiografía de la pintura, que reveló que los campesinos están frente a una caja negra, que Dalí había interpretado como el ataúd de un niño.

Dalí, Lorca y Buñuel

Lástima que el genio de Figueras no se portara bien con Buñuel, que era un cineasta extraordinario. Otro genio. Esencialmente surrealista. 
La relación entre Dalí, Lorca y Buñuel resulta fascinante. Se conocieron en la mítica Residencia de Estudiantes madrileña. Toda una institución de libre enseñanza, adonde fueron a impartir conferencias grandes personalidades como Einstein o Marie Curie, entre otros. 



El estudio que les dedica Agustín Sánchez Vidal es magnífico. Tres personalidades arrolladoras. Grandísimos artistas. Cada uno en su terreno. Al parecer, Lorca era acaso el más iluminado del trío calavera. Pero por desgracia lo asesinaron muy joven. Pobre Lorca. Y a Buñuel no lo fusilaron de milagro, porque anduvo muy espabilado (lo cuenta en sus memorias tituladas Mi último suspiro, escritas en colaboración con uno de sus brillantes guionistas, el francés Carrière). Y tenía la mosca tras la oreja.
Si bien es cierto, Dalí le daba a todos los palos, desde el pictórico al literario o cinematográfico.
Su museo teatro en Figueras es una Capilla Sixtina del arte moderno, él que tanto influyera en el pop art, él que tan buen publicista fuera. Y tan estupendo diseñador. Y escenógrafo en películas como Spellbound (Recuerda, titulada así en español), dirigida por el mago del suspense Hitchcock. 
El marqués de Púbol está enterrado en el museo teatro de Figueras (aunque él quería ser enterrado con su musa y mujer Gala en el castillo de Púbol). 


Gala (que antes fuera la mujer del poeta francés Paul Eluard) era todo un personaje, sin la cual Dalí se hubiera vuelto rematadamente loco, tanto es así que, tras la muerte de su inspiratriz, el genio del mostacho se murió literalmente en vida. Dejó de alimentarse, intentó suicidarse, en más de una ocasión. Perdió el gusto por la vida, aunque se muriera escuchando, al parecer, la ópera Tristán e Isolda de Wagner. 

Después de la muerte de su salvadora Gala, entró en un túnel del cual ya nunca salió hasta su desenlace. 

Dalí, con su singular mostacho y refutado por su ideología facha (lo que quería en realidad es vivir bien, al margen de ideologías, le interesaba sobre todo la guita, Avida Dollars, así le llamaba el surrealista Breton) me lleva hasta Cadaqués, donde aparece fotografiado, en una de sus playas, junto a sus amigos Buñuel y Lorca.
Cadaqués como el pueblo más bonito del mundo, llegó a decir el gran Salvador, desde su chovinismo. Al menos, el pueblo más bonito del Mediterráneo, como dijera el bueno de Pla, el gran viajero payés, ampurdanés, y buen conocedor de esta tierra, a la que dedicara varios textos. En cualquier caso, sorprende la belleza de Cadaqués por su luz, bien pictórica, por su blancura inmaculada y su bahía, por ese exotismo paisajístico, sureño, poblado de olivos y nopalitos. 
Por momentos, desde mi paranoia crítica (contagiado por Dalí) he creído viajar al Cabo de Gata almeriense. 

En realidad, el Cap de Creus es árido, mineral y planetario, como dijera el propio genio de Figueras. Si es que al final nos parecemos más de lo que creemos, incluso en nuestros paisajes, también humanos, por supuesto. 
Cadaqués en su día debió de ser un paraje idílico, lo sigue siendo, aunque ahora atestado de turistas, a pesar de que la carretera, con curvas y más curvas, harto estrecha, algo tercermundista, no ponga fácil el acceso desde Roses hasta Cadaqués.
Si bien Roses o Rosas es otro bello pueblo, en Ampuriabrava (que si llegara a visitar hace casi treinta años, de la mano de mi amiga Teia) queda relativamente cerca de Cadaqués. 

Desde Cadaqués está a tiro de piedra el escondido y mágico lugar de retiro de Dalí y su musa Gala, el mítico Port Lligat, donde sigue en pie la casa de esta pareja feliz y romántica, que viviera allí hasta la muerte de Gala, a partir de la cual Dalí se volvió, esta vez sí, completamente ido de la realidad. Y se murió ya en vida.



Bajo un sol justiciero, uno se trepa hasta Port Lligat como si caminara por el monte crístico de los olivos (otra paranoia crítica) para luego encarar la bajada hacia ese pueblo de fantasía, hacia esa cala crepuscular, que el mago convirtiera en universal, adonde viajaran artistas de todo el mundo, incluido el magnífico pintor Pitxot, quien fuera, aparte de amigo y colaborador de gran artista Dalí, vicepresidente de la Fundación Gala Dalí.
En Port Lligat Dalí conoció a su otra musa, Lidia, la pescadora. 

La casa de Dalí-Gala es santuario de peregrinaje de propios y extraños, lo que le acaba restando encanto.
Todo o casi todo acaba perdiendo su sacralidad en este mundo nuestro. Todo parece hecho para el consumo. Si ya lo decía el propio Dalí, la belleza será comestible o no será. Todo acaba siendo comestible. También el azul celeste fundido con el marino son colores comestibles.
Me gustó saberme en la tierra del genio catalán, a quien le entusiasmaba, como ya había adelantado, la estética nazi (a un loco se le perdona casi todo, menos haberse portado mal con su colega Buñuel, eso no me hace ninguna gracia, porque siento reverencia asimismo por el realizador de El ángel exterminador). Y hasta hacerme una fotina con su estatua en Cadaqués, costa que incluso aparece en una secuencia de Un perro andaluz y también en La edad de oro de Buñuel. Esta segunda peli del cineasta de Calanda se rodó en los acantilados del Cap de Creus. 

Seguiré tras las huellas del Salvador del arte moderno, el hombre que quiso ser Dios y parecerse a los artistas clásicos. A Leonardo y a Miguel Ángel. A Velázquez y Vermeer, entre otros. Con influencias, me da la impresión, de Giorgio de Chirico, el pintor greco metafísico. O bien del surrealista belga Magritte (quizá debería subrayar que, más que influencia, sus obras tienen mucho en común). Y por supuesto de El Bosco (el creador de El jardín de las delicias o El carro de heno, entre otras pinturas, quien fuera precedente del surrealismo) y del esperpento de Valle Inclán, como me recuerda la poeta y narradora María José Prieto. Pero él era único e irrepetible. 

Volveré a releer su Diario de un genio su vida secreta.