Aun con reseca emocional, después de la magistral interpretación de la actriz Ángeles Rodríguez, me apresto a dar fe de lo que aconteciera el pasado viernes en la sala de exposiciones de Río Selmo en Ponferrada. No quiero dejar pasar la ocasión, pues Ángeles bien se merece mi enhorabuena y mi gratitud.
Es Ángeles una actriz portentosa, con mucho bagaje y puestas en escena a sus espaldas. Y eso se nota a la legua. Además de talento, que lo tiene en abundancia, Ángeles se adentró en el papel, en la piel de Serena (monólogo que escribiera para ser representado) con garra, con profundidad psicológica, con emoción a flor de piel, haciendo que los espectadores (y espectadoras, en su mayoría) allí presentes, sintiéramos escalofríos en el alma, sacudidas en las entrañas.
Como autor del texto, sentí la magia que Ángeles imprimió en su brillante lectura dramatizada, que en el fondo, en esencia, fue una excelente representación, una genuina representación teatral, con la puesta en escena de su compañero Martín Castaño, que nos hizo entrar en trance asimismo con la música, la escenografía y la iluminación.
Siento un entusiasmo inmenso de que Ángeles Rodríguez (actriz mexicana afincada en la ciudad de León desde hace años) haya encarnado, le haya dado tanta vida a una Serena que en verdad nos está hablando desde la otra orilla, desde ese mundo/ultramundo desconocido, que tanto juego da y con el que tanto fantaseamos los humanos, acaso por nuestra condición de mortales y finitos.
Deseo, queridos amigos Ángeles y Martín, que esta obra tenga un largo recorrido por diferentes puntos geográficos, porque una gran parte del público que asistiera en Ponferrada nos ha transmitido su fascinación por el espectáculo, por la actuación sublime y desgarradora de Ángeles.
Qué al menos pronto podamos verla representada en la ciudad de León.
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