Holanda es un hermoso lienzo, un edén construido por la mano del ser humano, a escala humana, naturalmente, con la amorosidad de las cosas bien hechas, donde uno se siente en paz y hasta en gloria. Y Leiden, con su luz pictórica, con sus canales y sus molinos, cautiva al visitante que desee sosiego.
Leiden con molino al fondo |
Leiden devuelve al
viajero (que dirían Saramago y Llamazares) a un mundo verde esperanzador, a una
infancia de praderas y vacas lecheras en el monte de los aromas
tulipaneros.
Leiden o Leyden
(pronunciado Laiden) alberga una prestigiosa universidad, quizá la más antigua
de las provincias de los Países Bajos.
Leiden es asimismo la
matria de Rembrandt (hijo de un molinero rico y estudiante de su universidad),
uno de los más grandes pintores de este país. Y por ende uno de los mejores de
la historia universal.
Molino en Leiden |
Cine y fotografía son
luz. Y la luz es esencial en la pintura, en la pintura barroca, en la que está
enmarcada la obra de Rembrandt. La luz como metáfora visual que no sólo ilumina
sino oculta en su dialéctica de luces y sombras. Me entusiasman, ya lo he
dicho, su Lección de anatomía, aparte de La noche de
ronda o Los síndicos del gremio de los pañeros (ambos
en el Rijksmuseum de Amsterdam).
Apasionado de su
pintura, el cineasta Greenaway, quien también quería ser pintor, le dedica toda
una película a La ronda de noche bajo el título de Nightwatching. El
genio Rembrandt como un 'cineasta' de su época, cuya casa museo puede
visitarse en Amsterdam, en las inmediaciones de Waterlooplein, en concreto en
Jodenbreestraat, 4.
Para más señas el barrio judío o Jodenbuurt de la ciudad,
donde existe un museo judío y también una sinagoga portuguesa, inspirada en el
templo de Salomón de Jerusalén.
Casa de Rembrandt en Amsterdam |
Sabemos que una parte de
la obra de Rembrandt está dedicada a la cultura o gente judía. Véase, entre
otros cuadros, La novia judía. Al final, mi visita a Israel me ha
llevado hasta Holanda.
La universidad de
Leiden, cuna de la libertad académica, acogió en su día a un joven Einstein,
acaso el mejor físico de cuantos haya habido en la historia de la ciencia.
Curiosamente, el padre de la teoría de la relatividad y precursor de la
mecánica cuántica también era de origen judío, como tantos artistas y
científicos. Y Holanda, a resultas de su carácter tolerante, acogió en tiempos
a una gran comunidad de judíos, entre ellos a Anna Frank, cuya morada
puede visitarse en Amsterdam (Prinsengracht, 263-265), o bien el filósofo
Spinoza, aunque luego, por sus discrepancias con la religión, fuera desterrado
de la llamada Venecia del norte o Jerusalén holandesa,
donde naciera. Ciudad en la que se ha levantado una estatua suya en los
aledaños de Waterlooplein, que no he logrado ver (a pesar de mis muchos viajes
a esta ciudad holandesa).
En mi próximo viaje a
Amsterdam (ya estoy pensando en escaparme allí) espero hacer una foto a esta
estatua. Como anécdota, el padre de Spinoza, Miguel de Espinosa (natural de
Espinosa de los Monteros, en la provincia de Burgos) y Rembrandt llegaron a ser
vecinos de barrio.
Leiden |
Sobre la comunidad judía
en Holanda, y en concreto en Amsterdam, se podría escribir largo y tendido,
pues la mayoría de safardíes expulsados de España (vaya atrocidad la de los
Reyes Católicos) fueron a parar a Holanda para dedicarse al floreciente negocio
de los diamantes.
Volviendo a la
universidad de Leiden, quiero hacerle una mención especial a mi amigo Abel,
quien, desde hace algún tiempo, está allí investigando. Él, como Einstein,
también es físico (fisiquín, diría él a buen seguro). Lástima que en mi
reciente viaje a los Países Bajos no coincidiéramos porque él estaba de
vacaciones en España (en Gijón, su tierra natal), si bien el día de su regreso
uno andaba por Rotterdam. Pero no hubo tiempo para verse. El tiempo se nos echó
encima o nosotros encima del tiempo. La relatividad temporal se revela
einsteniana, una vez más.
Estatua de Spinoza en Rijnsburg |
En anterior entrada, en
este mismo blog, había hablado de las huellas de Spinoza en Den Haag. Y ahora
prosigo tras su impronta, en esta ocasión en la población de Rijnsburg, que
queda a las afueras de Leiden. Un sitio tranquilo, elegido ex profeso por el
filósofo, para poder dedicarse, aparte de pulir lentes como medio de
subsistencia, a reflexionar y escribir, tareas que requieren en efecto de
templanza.
Me encantó acercarme a
Rijnsburg (un buen paseo en bus) y plantarme delante de su casa, que por los
pelos no logré encontrar abierta. Aun antes de alcanzar su casa, me topé con
una estatua suya.
Eran las cinco y cinco
("eran las cinco de la tarde...", como versificara el duende Lorca)
cuando arribé a su morada, una casita con tejado empinado a dos aguas y paredes
de ladrillos, modesta, aunque a uno se le antoja como de cuento, al final de la
calle Spinozalaan, 29.
Pero allí alguien había echado el aldabonazo. Los
holandeses son puntuales hasta para cerrar o chapar casas. No obstante, me
conformé (qué remedio) con arrojar la vista al exterior y sumergirme luego, en
amable compañía, en el jardín de la misma, un sitio en calma, florido y
fermoso, en el que uno se sintió feliz por instantes contemplando el mundo, la
belleza de la naturaleza a través de la estatua de Spinoza. Un abrazo fraterno
me ayudó a religarme con su mente/cuerpo.
Casa de Spinoza en Rijnsburg |
Mi amigo Pablo Huerga me
contaba que él sí tuvo la ocasión de visitar su casa en Rijnsburg hasta en dos
ocasiones. Y hasta dejó su firma estampada en un libro. Y pudo leer lo que
escribiera el físico Einstein, cuando visitara esta casa-museo, a propósito de
Spinoza.
En todo caso, Einstein,
que era un devoto de la obra de este gran filósofo, llegó a decir que
creía en el Dios de Spinoza, "quien se revela así mismo en una
armonía de lo existente, no en un Dios que se interesa por el destino y las
acciones de los seres humanos”.
Hoy dormiré en paz, con la conciencia sonriente de
que mi dios no es caprichoso ni castigador, porque mi dios es energía,
naturaleza, espíritu. Tal vez por eso uno es decreído, antirreligioso, aunque
sí espiritual. Y espero que humano.
Holanda, además de acogerme con los brazos abiertos (gracias Catherine por tu hospitalidad), me ha brindado la oportunidad de reflexionar acerca de la condición humana a través de las figuras de Vermeer, Rembrandt, Einstein, Erasmo de Rotterdam y por supuesto el gran Spinoza.
En el jardín de su casa en Rijnsburg |
Holanda, además de acogerme con los brazos abiertos (gracias Catherine por tu hospitalidad), me ha brindado la oportunidad de reflexionar acerca de la condición humana a través de las figuras de Vermeer, Rembrandt, Einstein, Erasmo de Rotterdam y por supuesto el gran Spinoza.
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