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sábado, 30 de octubre de 2021

Pérdidas y ausencias

 En llegando esta época de otoño escarchado, después de un verano a todas margaritas (como dirían en México), a uno le asaltan las pérdidas y ausencias de seres humanos, sobre todo de aquellos con quienes tuvimos contacto estrecho, afectivo. Y es que, a medida que uno va cumpliendo años, se encuentra con más pérdidas y ausencias. 

El uno de noviembre (inolvidable esta fecha) mi padre, si aún estuviera con nosotros físicamente, cumpliría 93 años. Pero ese cumpleaños ya no lo celebraremos, aunque sí lo recordaremos con todo nuestro cariño, con todo nuestro amor, porque los seres humanos que nos han dejado en la vida una profunda huella emocional, reflexiva, nunca se van del todo. Están ahí como un faro que nos ilumina en la noche cerrada y oscura, cuando los espíritus saltan de una a otra dimensión espacio-temporal. O algo tal que así. 

No es que uno crea ni quiera creer en otros mundos, que ya tiene uno bastante con este, sino que tranquiliza pensar que nuestros seres queridos nos acompañan en esta senda de la vida. 

Cuesta creer que ya no volveremos a verlos como eran, tal cual. Pero a través de los recuerdos, de los sueños, los tenemos presentes. Y mi padre sigue presente, con su ausencia física pero con su presencia espiritual, con toda su energía. Y ahora, más que nunca, siento que está cerca, que está aquí mismo conmigo, con toda mi familia, porque, cuando un ser es grande -tal vez un ser divino, un dios humano, como él-, entonces siempre estará. 

En llegando esta época otoñal, con sus brumas, el crepitar de los leños en la lareira y algún sollozo melancólico de fagots, resulta cuasi inevitable no arrojar la vista atrás, evocar a quienes nos han dejado, de una o de otra forma. Incluso a quienes se han escapado en estampida por la puerta trasera, como si fueran un doble, un sosias escindido en dos personalidades opuestas, dejándonos un regusto amargo.  


Pero la vida es como es. Como río que va a dar a la mar, que es el morir. Nuestra única certeza, la muerte. Lo demás, va y viene, como las olas del mar. Tan bonitas ellas. Tan entrañadas de salitre y algas. De repente, el mar me devuelve al útero, en este caso al útero de Gistredo, con su silueta amorosa. Como si fuera el centro del universo. Que cada ser humano sitúa donde cree hallar la energía para seguir explorando el mundo a la vez que buceando en el subconsciente. En busca quizá de respuestas que no encontramos en el consciente. 


En llegando esta temporada de castañas y magostos, sobre todo en el Bierzo, a uno le da por repensar en todo aquello que hemos vivido. A quienes amamos. Quienes están de verdad con nosotros. Y en ese estar, también en ese ser, caben algunas personas que siguen dándonos su luz, su  afecto, su amor, como es mi familia, con mi madre aún presente, por fortuna, y también con algunos buenos amigos y buenas amigas, a quienes les dedico estas palabras. 

8 comentarios:

  1. Estimado Manuel, en esta entrada nos dejas la emoción de ese indeleble recuerdo de cuantos seres queridos se nos han ido...hermosa reseña propia para este umbral de la fiesta de todas/os, los que fueron, son y seremos que en tránsito vamos hacia esa nada de lo insondable...muchas gracias.
    Un abrazo

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  2. Bonitas y entrañables palabras para recordar a nuestros seres queridos que nos dejaron, que vuelven a nuestra memoria con todos los recuerdos, amor y cariño que nos dieron. Gracias, Manuel, por estas emotivas reflexiones. Un abrazo!

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  3. Que bonito y emotivo texto Manuel. Es bueno tener presentes a nuestros seres queridos aunque ya no están con nosotros. Un abrazo.

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  4. Ayer escuché decir a un psicólogo que la tristeza es su sentimiento preferido, porque ayuda a integrar las pérdidas y favorece la creatividad. Este artículo confirma su opinión.

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  5. Preciosa reflexión Manuel. Este viernes sería el cumpleaños de mi madre que nos dejó( pero que está) hace menos de dos años. Rememoraré los cumpleañis multitudinarios y la sentiré aún mas cerca, si cabe.

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  6. Gracias por compartir Manuel! Estas fechas nos recuerdan que estamos de paso por aquí, cómo nuestros seres queridos. Saber que existe la muerte motiva a disfrutar más la vida!

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  7. Estamos de paso, amiga Elda. Así que disfrutemos cada día. Carpe diem.

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  8. Gracias Ana, Cristina y demás por vuestros comentarios.

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