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martes, 26 de octubre de 2021

65 y un sorpaso de nosequé, por Jose Fernández

 65 y un sorpaso de nosequé

 
El autor nos obsequia con este texto reflexivo, aderezado con el buen
humor, que tanto nos hace recordar al greguerístico Ramón Gómez de la Serna, como cuando nos dice que ‘sorpaso’ le suena a una monjita curvada por el dolor y la soledad paseando paso a paso, para adentrarnos en la política reciente de nuestro país, que, a tenor de lo que se nos relata en este ‘65 y un sorpaso de nosequé’, tiene mucho de sainete 

(Relato del Taller de escritura que imparte Manuel Cuenya
en la Universidad de León)

FRANCISCO JOSÉ FERNÁNDEZ


Envidia me dan aquellos que la noche del 20 de julio de 1969, pegados a los transistores o a las pantallas de aquellos primeros televisores, escucharon y vieron en blanco y negro cómo la misión norteamericana Apolo 11 colocó a los primeros hombres en la Luna: el comandante Neil Armstrong, tras pisar el satélite, dicen que dijo: “este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la humanidad”. Sin duda aquella noche -que yo no pude vivir ya que era muy pequeño- fue relevante para la humanidad y sin duda es comparable a lo acontecido esta pasada noche  en nuestro país: El escrutinio de las elecciones madrileñas. Todos estábamos pegados al televisor, dependiendo de nuestras preferencias en uno o en otro grupo mediático, los días anteriores nos habían bombardeado con encuestas y sondeos en los que ya daban como posible ganadora a esa jovencita de capital que mira por encima del hombro a los de provincia, y que llegó a los más altos peldaños de la comunidad madrileña poniéndole posturitas y voz al perro de su antigua jefa en las pestilentes urdimbres sociales. Atónitos quedamos cuando vimos cómo le daba una patada en los mismísimos a las empresas demoscópicas que le daban como máximo 61 escaños y al final se llevó de calle los 65 escaños.


 Esta señora, igual que los rebeldes el día 16 de octubre de 1793 en París, se subió al patíbulo colocado en la Grand Place y, aunque no tuvo que accionar la guillotina, como antaño ocurrió en las revueltas parisinas, para cortarle a María Antonieta la cabeza -si bien esa noche rodaron algunas-, desde lo más alto del tablao enarboló la bandera y gritó a los cuatro vientos LIBERTÉ. A diferencia de los gabachos, la EGALITÉ y la FRATERNITÉ  las guarda para cuando tenga que subir en el escalafón del comité ejecutivo de su partido político.

 Al 65% del escrutinio, en el programa que estaba viendo un paisano encorbatado con cara de pocos amigos y en la que plasmaba una semisonrisa de medio lado, dijo un “nosequé de un sorpaso” de los nuevos de izquierda sobre otros, los históricos de izquierda también. A mí el sor-paso me suena a una monjita curvada por el dolor y la soledad paseando paso a paso, lentamente por el lateral en donde da el sol en el pétreo claustro del convento en donde espera plácidamente reunirse con su creador, pero, por lo visto, es otra cosa, algo así como chincha rabincha, que viene a decirnos que he sacado más votos que tú, eso sí,  acompañada de una pedorreta y una peineta políticamente incorrecta.

 Por cierto, ¿habéis visto pasear por calles o plazas a alguien, supongo que vestido de negro, con un pasamontañas calado hasta los hombros y con un KalashnikovAK47 colgado del hombro? Porque sin duda es así como me imagino a la casta.

Algunos partidos se crearon para combatir esos estereotipos de “político caduco en blanco y negro”, parecían diferentes y hasta  ilusionaron a una sociedad que pensaba, que piensa, que las cosas pueden ser de otra manera porque lo que pasa en el mundo nos hace ver las cosas de otra manera. Uno de esos partidos, que emocionó a la sociedad, no fue capaz ni de vender una naranja, ni tan siquiera de colocar al líder de la zona, otro de los partidos hiperdemocráticos que emocionó con sus discursos de igualdad esa noche, antes de finalizar los escrutinios, sobre la media noche, su líder, tras un estético atril, con lágrimas en los ojos y mirando a cámara, escribió su epitafio con frías letras de mármol “ME PIRO VAMPIRO”, lo cual expuso al personal presente, culpando de la situación a la casta, al casto y al caste. A ese yo le diría, desde mi humildad, que la dimisión es una decisión como otras tantas que uno puede tomar cuando tienes las riendas de un proyecto y te sale torcido, pero lo de las lágrimas, como dice mi amiguete Matías:¡A la política y a la guerra hay que ir llorado de casa! Porque si no lo haces así, las lágrimas te empañan los ojos y no ves por dónde vienen los cañonazos.

 En una nueva conexión, un escuálido reportero nos muestra la sede de otro de los partidos que se había presentado a las elecciones, uno que va de verde, pero me temo que ese verde no es por la defensa incondicional del medio ambiente, ni por una lucha titánica contra el cambio climático, ni tan siquiera por salvaguardar los acuerdos de Kioto. Ante las cámaras, todos daban saltitos en la sede de su partido porque uno de los puntos fuertes de su programa electoral había sido luchar incondicionalmente para crear nosecuantosmil puestos de trabajo y ese mismo día habían empezado con esa ardua labor, colocando a uno más de los suyos en la asamblea madrileña, “España va bien y Madrid por encima de la media”, vino a decir.

 En fin, una noche que pasara a anales de la historia, unos ganaron, otros no perdieron, otros se perdieron, alguno que otro no llegó y otros no tenían que haber venido.

 Pero lo que nadie, nadie, nadie le puede criticar a esta señora es que la cerveza, como mejor sabe, es fría, en compañía de amigos y, como tapa unos berberechos de las rías gallegas.

 

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