Hace ya algún tiempo, quizá años, tuve el placer de entablar conversación con una chica en la llamada “estación de autobuses” de Bembibre. Fue un día de abril, eso sí lo recuerdo. Coincidimos en la espera del mismo autobús. Ella esperaba a una amiga que llegara de León, y quien esto suscribe estaba esperando para ir a Ponferrada.
El hecho de que el autobús de marras no llegara a la hora nos permitió charlar. Una media hora. El encuentro resultó bien interesante. La chica era guapetona, alta, despierta. Vivía en Torre del Bierzo, o eso me dijo, aunque estudiaba en el Instituto de Bembibre. Si me lo permitís, diré que no resulta frecuente encontrar a una chica así, simpática y abierta, en el área de la capital del Bierzo Alto. Me sorprendió que, tras su juventud, mostrara una gran madurez, lo cual me colmó de entusiasmo. No se trata de una chica alocada, que sólo piensa en las copas del fin de semana, y en flotar en el universo, como un alma en pena más. Antes al contrario, se trata de una chica con inquietudes y ganas de conocer el mundo en el que vive. Me habló acerca de sus preferencias. Y de su viaje de fin de curso a Italia. Le encanta viajar. Incluso ha tenido la oportunidad de estar, con alguna beca Miner, en Inglaterra y Toronto (Canadá). Y ahora quiere estudiar Administración de Empresas en la Universidad de León, porque de momento prefiere quedarse cerca de su familia. A esta alturas supongo que ya habrá acabado. Le sugerí que en adelante solicitara una beca Erasmus para completar su formación en el extranjero, y aun le insinué que antes de comenzar la universidad se fuera un año a algún país europeo, Francia o Inglaterra, como hacen los escandinavos, tan viajados e instruidos ellos, tan maduros y espabilados, como es el caso de Mikael, un danés de diecinueve años que conociera en el reino Disney allá por el año de 1998. Sin duda la chica de la parada, lamento no saber cómo se llama, alguien me dijo que se llamaba Iris, creo recordar, logrará su objetivo, y a buen seguro –es mi deseo- llegará a ser una mujer de futuro. En su mirada inteligente y en su sonrisa vital se intuía un gran porvenir. No resulta fácil encontrarse con chicas como ésta, sobre todo de su edad y en un entorno así. Dijo ser revieja en un mundo donde el personal de su edad sólo piensa en salir de fiesta.
“A mí también me gusta la fiesta y divertirme –aclaró-, aunque hay tiempo para todo”. “El problema de esta zona es la droga”, añadió. No sé si el problema es la droga, chica de la parada o chica misteriosa, el asunto es que tú no acabarás dopada ni bajo los efectos perniciosos del abotargamiento, porque llegarás a ser grande. Un beso.
“A mí también me gusta la fiesta y divertirme –aclaró-, aunque hay tiempo para todo”. “El problema de esta zona es la droga”, añadió. No sé si el problema es la droga, chica de la parada o chica misteriosa, el asunto es que tú no acabarás dopada ni bajo los efectos perniciosos del abotargamiento, porque llegarás a ser grande. Un beso.
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