El fin de semana en Madrid resultó realmente corto. Madrid, aunque es ciudad en la que viví durante algunos meses, y a la que he ido en multitud de ocasiones, requiere de varios días para poder saborearla. Me gusta esta ciudad, sobre todo el centro, aunque el metro parezca el de Nueva York o París, un sitio que, llegado el caso, se podría convertir en una pesadilla. Se respira y huele la tensión. No obstante, Madrid parece y es un sitio bastante seguro, salvo determinados barrios, que no suelo frecuentar. Ahora me doy cuenta que son muchos los bercianos que viven en Madrid, incluidos, cómo no, algunos nocedenses. Por ejemplo, Pablo Arias http://ermitax.com/blog/ y Ramón González (miembros del Colectivo Cultural La Iguiada http://www.nocedadelbierzo.com/) o Raquel Arias (periodista y redactora de la revista La Curuja). Entre estos bercianos también está Esther Freire, a quien vi y saludé hace un tiempo en Noceda, gracias a Gabino de la Asociación Tierra Seca http://www.tierraseca.es/, que me la presentó, y que este fin de semana he vuelto a ver. Esther Freire es periodista y editora, una chica despierta y con mucha energía, que ha montado su propia editorial, En Babia http://www.estasenbabia.com/ Se alegra uno mucho que haya gente, sobre todo del Bierzo, con tales inquietudes, y que además las lleven a buen puerto, con resultados exitosos, como es el caso de Esther. Uno tiene la impresión de que los bercianos, como nuestros hermanos los gallegos, llevamos en la sangre el "gen" de la aventura y el espíritu de la emigración. Somos inmigrantes por naturaleza, ya sea por vocación o bien por necesidad, sin embargo sentimos nuestra tierra como nadie, porque somos morriñosos de y con lo nuestro. La propia Esther, aunque se siente muy bien en Madrid y en su trabajo, confiesa su necesidad de volver de vez en cuando al Bierzo, al Alto, a Villaviciosa de San Miguel (Perros), su pueblo de infancia, aunque ella, creo recordar, nació en Madrid. Conversar con Esther es un gran placer, tal vez porque uno comparte memoria y siente sintonía con un mismo mundo. Y hasta conocemos a las mismas personas, como es el caso de la actriz Pilar Ordóñez, qué curioso. Por cierto, Pilar Ordóñez es una de las invitadas a Tardes de Cine en Bembibre, en concreto el día 9 de diciembre. Con Esther, hablamos sobre periodismo, viajes, música, etc., y al mencionar precisamente la música surgieron los organizadores del Festival de Benicasim (FIB), que también son bercianos, al igual que Luis Calvo, bembibrense-madrileño que tiene su propio sello discográfico, Elefant Records, con proyección internacional, sobre todo de música pop http://www.elefant.com/historia El Bierzo, aun siendo tierra acogedora y bella, no permite que su gente emprendedora se quede. Y cuando se hace algo que merece la pena, como el caso de la Escuela de Cine, modestia aparte, no se unen las fuerzas, las sinergias, para que salga adelante. Así somos en esta comarca, con politiquines y un paisanaje en gran medida conformista. Aquí me las den todas. Creo que podría ser interesante dedicar una sección a Bercianos en Madrid.
Cambiando de tercio, al final no vi a Ari, una mejicanita, en tiempos ex alumna, que decidió venir(se) a la capital de España en busca de gloria cinematográfica. Sus quehaceres de rodaje le impidieron, al parecer, que pudiéramos vernos el domingo en la Plaza Mayor, lo que aproveché para darme un garbeo, una vez más, por El Rastro, a la caza de algún libro de ocasión, que conseguí, como suele ser habitual en la librería Juanito. Varios libros, a decir veradad, entre ellos, uno de Llamazares, Nadie escucha. Nadie escucha ni lee en este país, donde impera el ruido, nos cuenta Julio Llamazares, el ruido informativo, la saturación. Nadie como el greguerístico Ramón Gómez de la Serna ha sabido ver y hablar sobre este gran mercado, zoco magrebí, monumental plaza de abarrotes, espacio en el que todo tiene cabida y adonde el personal va, movido por la inercia y a veces por la búsqueda de algo inverosímil, a estirar las piernas y oxigenar el cerebro, a tapear y confundirse en el anonimato, a sentir, en definitiva, la vida "reburdiando". Mucho de zoco tiene este Rastro, que en su origen albergaba curtidurías en torno a la calle de Curtidores, cerca del matadero donde las reses sacrificadas dejaban su rastro de sangre. De ahí el nombre. Esto me hace recordar el zoco de los curtidores, tanto en Fez como en Marrakech, con su olor nauseabundo.
Aparte del Rastro, aún tuve tiempo para volver tras las huellas literarias de Valle Inclán en mis recorridos por Sol, donde hay una placa, esquina con Alcalá, en la que figura el café de la Montaña, lugar de tertulia, así como el Callejón del Gato, espacio emblemático en Luces de Bohemia:
El esperpento lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han
ido a pasearse en el callejón del Gato. Los héroes clásicos reflejados
en los espejos cóncavos dan el esperpento... Las imágenes más bellas
en un espejo cóncavo son absurdas.
El esperpento lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han
ido a pasearse en el callejón del Gato. Los héroes clásicos reflejados
en los espejos cóncavos dan el esperpento... Las imágenes más bellas
en un espejo cóncavo son absurdas.
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