El tiempo se nos muere
como una gaviota asustada
en el tejado rojigualda de las lágrimas
cuyo eco retumba
en el acantilado de la esperanza
en acto de azucarada agonía
El tiempo se nos muere
como una gacela acorralada
en un mapa hecho de carne y deseo
mientras tu gesto
desgarrado en la distancia
surca mares infinitos de tristeza
en un barco, varado en medio de la nada
El tiempo fusila el horizonte negro de la desesperanza
ciego de andar
entre los montes heridos de la sinrazón
sumergido
en la charca reventada de tu infancia
cuando soñabas
con un mundo de ranas
y tu suerte
se inflaba como una amapola de melancolía
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