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viernes, 13 de noviembre de 2009

El acantilado de la esperanza

El tiempo se nos muere 
como una gaviota asustada
en el tejado rojigualda de las lágrimas
cuyo eco retumba 
en el acantilado de la esperanza
en acto de azucarada agonía

El tiempo se nos muere 
como una gacela acorralada
en un mapa hecho de carne y deseo
mientras tu gesto 
desgarrado en la distancia
surca mares infinitos de tristeza
en un barco, varado en medio de la nada

El tiempo fusila el horizonte negro de la desesperanza
ciego de andar 
entre los montes heridos de la sinrazón
sumergido 
en la charca reventada de tu infancia
cuando soñabas 
con un mundo de ranas
y tu suerte 
se inflaba como una amapola de melancolía

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