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viernes, 12 de noviembre de 2021

Berberechos, por Gary Ferrero

Berberechos

Con un derroche de ingenio y buenas dosis de humor, que tanta falta nos hace en estos tiempos convulsos, compone Gary Ferrero este texto, que resulta esclarecedor y atrevido, sacudiéndonos de principio a fin, con su manejo extraordinario de las palabras, haciéndonos reflexionar acerca de los entresijos políticos, al tiempo que logra arrancarnos la sonrisa.

(Manuel Cuenya, Taller de Relatos de la Universidad de León)

GARY FERRERO

 

La señora Ayuso, o tal vez debiera decir señorita, «tertuliaba» en tiempos con Iglesias. Ella, una joven e inexperta meritoria en el PP de Esperanza y él un avezado conductor de programa de debate amateur, eso sí, en una televisión vallecana. En ese programa preguntaba, moderaba y profetizaba también un descendiente directo de Albert Einstein, un tal Monedero.

A Isabel —que entonces no era tan de derechas y mostraba una estética un tanto alcanforada, como de aspirante a «carguillo» del partido—  la llevaban para apretarle las «tuerKas» con  la impunidad de quien se «sabe» superior, numérica e intelectualmente. Incluso me atrevería a decir que hasta moralmente.

Para sobrevivir a ese «acoso», Isabel desarrolló un discurso cercano a postulados de centro izquierda. La estrategia, por lo visto, no era más que una estratagema para salir lo menos noqueada posible de unos combates de «Pressing Catch» pero a todas luces desiguales. Y le dio resultado por aquel entonces pues logró labrarse un perfil de persona tolerante y moderada. Las fricciones verbales se limaban en un tugurio cercano con el trasiego taumatúrgico y continuo de una «cañita» tras otra, de una tapita tras otra, servidas por un caduco camarero a la luz de un neón amarillo y mugriento.

Las relaciones de estos viejos colegas se mantenían dentro de la cordialidad, y eso se expresaba en ciertos guiños entre ellos en las redes sociales. Pero, a raíz del ascenso de Iglesias a los «vicealtares monclovitas» y de Ayuso a su despacho en «Un lugar al Sol -de la plaza-», aquel «buen rollito» rodó sobre sí mismo y se despeñó por un abismo. A día de hoy, ha perdido por completo el pulso y las constantes vitales.


Isabel cambió su discurso por uno más tramontano, negacionista y conspiracionista, cercano a Vox, que le ha permitido plantear sus dos primeros años de mandato como una campaña permanente con final feliz en los orgasmos del 4 de mayo.

Todo vuelve a ser pura estrategia, pura mercadotecnia electoral. Ayuso —como tantos políticos de ahora— no es más que la «Doñarrogelia» de Miguel Ángel Rodríguez y sus muñecos.

Durante la parte final de la pandemia, MAR, su ventrílocuo asesor, decidió que había que extremar la confrontación con el Gobierno Central, ante los continuos titubeos, cambios de criterio, errores comunicativos, desbarajustes, mentidos y desmentidos, por otro lado auspiciados por todas las comunidades autónomas —incluidas las del PP—, menos la de Madrid, bueno, a veces sí y a veces no.

La presidenta, con ese desparpajo casi infantil que la caracteriza, ha instalado a Madrid en una suerte de competición con el resto de comunidades. Parece obsceno apelar a ese discurso, cuando la ciudad y la Comunidad de Madrid son territorio claramente dopado en aspectos económicos y de todo tipo, pero el madrileño lo compra como churros.

Todas las sedes, de todos los ministerios, organismos oficiales, agencias estatales, fuerzas armadas y cuerpos de seguridad del estado, empresas públicas, semipúblicas, privatizadas, privativas y privadas, están en la capital del estado. Eso significa que los mayores sueldos de toda España se concentran en ese territorio concreto, que, por cierto, hasta ahora nos caía tan simpático a todos los españoles excepto a vascos y catalanes.

Además, ha tenido la tremenda habilidad de sacarse, de debajo de la saya, una suerte de separatismo centrípeto que amenaza con la implosión del Estado en el agujero negro que representa la ciudad estado del vaticano «chamberilero». Un agujero negro que parece querer absorber la poca materia que le queda al resto del territorio nacional. «Madrid es España dentro de España», solo le faltaría rematar con aquello de «me gustan los madrileños, hacen cosas». O mejor, «me gustan los madrileños, toman cañitas y piden berberechos».

Y es que Ayuso parece querer tragarse a España. Esa alegoría ya la pintó Goya en su escalofriante «Saturno devorando a su hijo». A este paso, España va a ser un feto en el vientre de Ayuso. Un embarazo perpetuo y extrauterino. Un embarazo hueco y de viento, porque se comerá a toda la «España Vaciada».

De momento, ya se ha tragado a un «Ciudadanos Aguado y Esmundado», se ha comido a Vox, ha desintegrado a su padre tertuliano «Coletatuerka» y lo ha vomitado a su antiguo oficio, mientras asistía, piruleta en mano, al circo montado para ella especialmente por los payasos de la tele: Gabi, Londo, Iván Redondo y Mi Pedrito.

Ahora, solo nos queda saber si para llegar a la presidencia tendrá que rezarle a Santiago:

Con VOX me acuesto

Con VOX me levanto

Con Federico Jiménez

Y con Todos los Santos

Para mí, que acabará internándose en un «Monasterio».

Pero no parará ahí la cosa, amigos. «La Bestia Bella», como alguno la ha calificado;  o bien, esa mujer con una «cara de Ángel» y un «culo del Demonio», como la ha definido algún otro, con evidente mal gusto y una carga de machismo intolerable, amenaza con follarse a Feijoo Primero y a Casado en segundas nupcias. Pero no se quedará preñada de ellos, no. Ella sólo tiene sayas para MAR.

Preparaos, amigos, porque, a partir de ahora, vamos a asistir a una gran sesión de «sadomaso» transmitida en directo por todos los medios. Ella ya ha escogido pareja: es alto, es guapo —de guapo, guapísimo, como dijo Esperanza— y además goza de la erótica del poder. No sabemos por cuánto tiempo.

Vamos a comprobar más pronto que tarde si, en la sesión «bondage», a la que va a entregarse y a la que nos va a entregar, con Pedro Sánchez, acabará sometida o por el contrario ejercerá el papel de «Dominatrix».

Un consejo para todos: vayan adquiriendo fustas, vendas, esposas y mordazas, porque quienes vamos a quedarnos en cueros, como siempre, seremos los votantes.

Ayer Monedero expresó una evidencia, que sonó a insulto hacia los votantes de Ayuso: «Nadie que cobre novecientos euros y vote a la derecha es un Einstein precisamente».

Por su parte, la vicepresidenta Carmen Calvo decidió hacerle un «idem» a los mismos destinatarios enseñando su culito por debajo del micrófono:

«Para un socialista es dificilísimo hablar de cañas, de ex y de berberechos», con la que está cayendo. Con la cantidad de enfermos y muertos que hemos tenido.

Ahora, las tornas han cambiado, ahora la que aprieta las «tuerkas» es la que se sabe superior electoralmente. A ella, lo de la superioridad intelectual y moral «le trae al pairo».  Y es que la izquierda, amigos, no se entera de que los muertos no van de cañas ni piden berberechos.

1 comentario:

  1. Sencillamente genial, divertido, cáustico, irónico, mordaz y más adjetivos que me guardo porque igual me valen para otra ocasión. Enhorabuena a Gary.

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