Sea como
fuere el origen del virus, de este o de esta corona espinosa que nos ha tocado
(nos están crucificando como a cristos benditos), y que nos sigue tocando las
fibras, poniendo en riesgo a tantas personas, tantas cosas, todo el sistema de
bienestar: social, psíquico, sanitario, económico, educativo y cultural..., lo
que parece cada vez más claro es que este bichito (a estas alturas ya
sabemos que no es ningún bichito) marcará un antes y un después, porque el miedo
y la incertidumbre se han instalado en nuestras vidas. Y tardaremos
en habituarnos a convivir con este miedo atroz que nos han metido en el cuerpo.
Y con esta incertidumbre de no saber a qué atenernos.
Al menos en los países nórdicos de nuestra Europa de contrastes (colosal cementerio, después de dos guerras mundiales, un holocausto, amén de otras guerras como la balcánica, o la guerra incivil española..., con sus cruentas posguerras, no lo olvidemos) parece que llevan mejor esto del virus corona, tal vez porque son capaces de gestionarlo con más racionalidad, que no digo que nuestro país sea un desastre, como algunos pretenden desde ideologías sobre todo fachas, por qué no decirlo.
¿Cómo hubiera gestionado esta pandemia la derecha, o la extrema derecha?, me planteo, a la vez que, sólo de pensarlo, me entra temblequera parkinsoniana.
Al menos en los países nórdicos de nuestra Europa de contrastes (colosal cementerio, después de dos guerras mundiales, un holocausto, amén de otras guerras como la balcánica, o la guerra incivil española..., con sus cruentas posguerras, no lo olvidemos) parece que llevan mejor esto del virus corona, tal vez porque son capaces de gestionarlo con más racionalidad, que no digo que nuestro país sea un desastre, como algunos pretenden desde ideologías sobre todo fachas, por qué no decirlo.
¿Cómo hubiera gestionado esta pandemia la derecha, o la extrema derecha?, me planteo, a la vez que, sólo de pensarlo, me entra temblequera parkinsoniana.
Poco a poco
espero que vayamos perdiendo el miedo, al menos el miedo irracional. Y
aprendamos a convivir con la incertidumbre. Eso deseo, de lo contrario estaríamos
perdidos y paralizados para siempre, o sea muertos en vida, que es quizá la
peor de las muertes.
La vida es lo único que tenemos por fortuna -mientras la tenemos-, para malgastarla. O simplemente para vegetar.
La vida es lo único que tenemos por fortuna -mientras la tenemos-, para malgastarla. O simplemente para vegetar.
Tengo fe, no
obstante, en que poco a poco vayamos desescalando el pico, saliendo en
escalada de este embrollo vírico.
Mucho ánimo en el descenso, no se nos vayan a cargar las piernas en demasía. Y nos resintamos de las rodillas. Cuidadín con pedalear cuesta abajo, diría a buen seguro Ramiro Pinto, porque ahí reside el riesgo, el riesgo de un nuevo rebrote, que daría al traste con todo este confinamiento, que para alguna gente ha sido, está siendo un calvario.
Afortunados somos, creo, quienes estamos en medio de la naturaleza, en el campo, en el pueblo.
Benditos pueblos de España. Qué maravilla.
Ahora, más que nunca, nos damos cuenta de que vivir en un pueblo, en la España vacía (de la que nos habla Sergio del Molino, y hace ya cuarenta años Julio Llamazares en su sobrecogedora Lluvia amarilla) es una bendición del Espíritu Santo, o algo tal que así.
Mucho ánimo en el descenso, no se nos vayan a cargar las piernas en demasía. Y nos resintamos de las rodillas. Cuidadín con pedalear cuesta abajo, diría a buen seguro Ramiro Pinto, porque ahí reside el riesgo, el riesgo de un nuevo rebrote, que daría al traste con todo este confinamiento, que para alguna gente ha sido, está siendo un calvario.
Afortunados somos, creo, quienes estamos en medio de la naturaleza, en el campo, en el pueblo.
Benditos pueblos de España. Qué maravilla.
Ahora, más que nunca, nos damos cuenta de que vivir en un pueblo, en la España vacía (de la que nos habla Sergio del Molino, y hace ya cuarenta años Julio Llamazares en su sobrecogedora Lluvia amarilla) es una bendición del Espíritu Santo, o algo tal que así.
Espero que
pasito a pasito, suave suavecito (qué no decaiga el ánimo, ni el ritmo
musical), volvamos a recuperar la normalidad, una supuesta normalidad. O una
nueva normalidad (como nos dicen).
¿Qué es eso
de nueva normalidad?
¿Será una normalidad normal o bien una normalidad anormal?
¿Será una normalidad normal o bien una normalidad anormal?
Sea como fuere el origen de este virus, altamente contagioso y con baja mortalidad
(conviene resaltar este dato, porque sólo en nuestro país hay muchos millones
de infectados, y los fallecidos, las fallecidas, aun siendo muchísimos, cada
muerto es sagrado, cada muerte es sagrada, no son tantos en comparación a la
cantidad de contagiados que existen, entre ellos muchísimos asintomáticos), hay
teorías para dar y tomar (desde la que apunta a que el virus surgió de modo natural, por
azar, a partir del murciélago -que luego pasó al pangolín como huesped de
honor-, hasta la que sostiene que el virus fue creado intencionadamente en un laboratorio -teoría
conspiparanoica, que defiende por ejemplo Trump-, o bien que la que argumenta que el virus se escapó
sin querer del laboratorio de Wuhan...), lo cierto es que el virus de marras
servirá, ya está sirviendo, para dinamitar la vida tal y como la conocíamos,
con ciertas libertades y ciertos derechos... Con muchas restricciones, con
distancia social... y todas esas medidas de prevención que nos sugieren:
guantes, mascarillas, desinfectantes... Como si fuéramos todos directos a la
luna. En un viaje espacial de altos vuelos.
¿Acabaremos
todos viajando a la luna, a la cara oculta de la luna, como hace Pink Floyd en
su psicodélico disco?
Fantaseemos. De esta forma, podremos recrearnos fabulando acerca de nuestros destinos.
Lo que sí
parece evidente es que este virus servirá para dinamitar el sistema económico
tal y como lo hemos conocido (eliminando de un plumazo a la clase media, que no
interesa en absoluto al poder, porque ahí se halla la clase liberal y tal vez
librepensadora, la clase acomodada, en definitiva), de modo que ahora los
pobres serán, seremos (vamos a incluirnos) aún más pobres. Y los ricos serán
aún más ricos. Lo que se traducirá, a todas luces, en un abismo entre unos y
otros.
El mundo
siempre ha sido de unos pocos elegidos y privilegiados. Y a partir de ahora
esto se agudizará.
Tengo la
impresión de que los malvados serán aún más perversos, y se aprovecharán
todavía más que antes de los débiles, de los pobres, quienes serán sus auténticos
esclavos. La nueva esclavitud
del siglo XXI. Pues el sistema hipercapitalista se volverá aún más voraz y
caníbal. Y perderemos por ende los pocos derechos conquistados que hemos
logrado con sudor y lágrimas a lo largo del tiempo, porque el control será
atroz (ahora más que nunca, ya lo tengo escrito, se impondrá una sociedad de
corte orwelliano, donde no podremos ni movernos, porque estaremos localizados
día y noche, vigilados hasta en nuestros sueños más íntimos). Y lo peor de este
asunto es que aceptaremos gustosos esta falta de libertades.
Las redes
sociales, la Red, los móviles, y ahora el 5G, la nueva tecnología móvil, la
cibervigilancia, con sus impactos sanitarios y ambientales, ya contribuyen de
un modo explícito a ese férreo control.
Sea como
fuere el origen del virus (algún día se sabrá o no), porque si se supiera de
verdad, y se tratara de un origen artificial, intencionado, el escenario bélico
estaría servido en bandeja de oro. Así que recemos (es un modo de hablar) para
que no se descubra el auténtico origen vírico.
Recemos (quienes sepan hacerlo y tengan ganas) para que los psicópatas mandatarios que en el mundo son no intenten meternos en un conficto, que sería catastrófico para la Tierra.
Recemos (quienes sepan hacerlo y tengan ganas) para que los psicópatas mandatarios que en el mundo son no intenten meternos en un conficto, que sería catastrófico para la Tierra.
Aunque
sabemos que a este ritmo de locura desatada (por virus y tantas otras
pendejadas) el Planeta ya está sufriendo de lo lindo. La Naturaleza se resiente
con tanta contaminación (ahora parece que, debido al confinamiento, ha
reverdecido), con tanto maltrato, con tanto desatino.
Sea como
fuere, está claro que la jugada maestra por parte de los hilos
visibles/invisibles del Gran Poder es perfecta, colándonos el gran gol del
siglo XXI. Que este sí es un golazo.Y no esos goles que vemos en las ligas. Con
todos los respetos. Ya sabéis, el fútbol como nuevo opio del pueblo.
Al lado de
este pepinazo en todo el centro de la portería, Ronaldo y Messi se quedan en
unos meros chutadores de poca monta (permítaseme este símil, y que me disculpen
estos reconocidos futbolistas).
En todo
caso, los tales jugadores de balompié, metan o no metan goles en la cancha, ya
ganan millonadas por temporada, mientras el resto sobrevivimos como podemos con
nuestro sudor y nuestras lágrimas.
Lo cierto es
que, a través del virus corona, nos colarán un gol de oro, plata, cobre
(mientras nos batimos el cobre)... el gol del siglo, decía. Que además
festejaremos con aplausos. Porque así es la especie humana. Se nos dan bien los
aplusos, ¿verdad? Pues menos aplausos y más hechos de bondad y generosidad
hacia nuestros semejantes. Y por supuesto hacia nuestros sanitarios, que se están
dejando la piel en trabajo (tengo una sobrina carnal enfermera que está al pie
del cañón, con toda su profesionalidad y buen hacer, con todo su empeño y
dedicación).
Festejaremos
el golazo que nos cuelen y además nos enchufarán una cámara endoscópica en
todas las entrañas con la ponzoña de la Gran Mentira. Qué esa sí que es una
corona virus.
A estas
alturas del partido de fútbol (por continuar con el juego), tengo la impresión
de haber estado dando vueltas al mismo tema, una y otra vez, sin lograr
descifrar este absurdo. Hasta diría que ya me siento embotado, falto de
reflejos. Y con la sensación de que alguien nos está tomando el pelo bien
tomado.
El virus,
aparte de enfermar a la población y matar a personas, es el pretexto perfecto
para que se nos joda la vida tal y como la concebíamos. Al menos hasta que se
logre esa vacuna milagrosa o un fármaco salvador. Y aun así.
Ya sabíamos
que vivíamos en medio del absurdo y la farsa. Que esta vida es una farsa. Pero
ahorita nos han clavado en todo el corvejón del alma la Gran Mentira, esa que
nos tendrá amarradines a la pata de la cama.
Y no te muevas, qué te atizo, leche, o qué te atizo leche.
Ya llevábamos tiempo en en este peligroso espacio de prohibiciones, censuras, falta de libertades, agresiones por aquí y por allá... no hagas esto, no puedes hacer lo otro, si te sales de la raya, te empapelo, y así en este plan de planes...
Ya vivíamos en una agresión constante. Y ahora será el acabose. Ojalá me confunda. Y no sea tan jodido. Pero me temo lo peor. Tiempo al tiempo.
Y no te muevas, qué te atizo, leche, o qué te atizo leche.
Ya llevábamos tiempo en en este peligroso espacio de prohibiciones, censuras, falta de libertades, agresiones por aquí y por allá... no hagas esto, no puedes hacer lo otro, si te sales de la raya, te empapelo, y así en este plan de planes...
Ya vivíamos en una agresión constante. Y ahora será el acabose. Ojalá me confunda. Y no sea tan jodido. Pero me temo lo peor. Tiempo al tiempo.
Quizá algún
día recuperemos la ilusión de volver a vivir con cierta libertad y la sensación
de que no corremos peligro. Eso me gustaría creer. Pero el mundo es un peligro
en sí mismo. Unas se me van y otras se me vienen.
Virus
seguirá habiendo (aparte de otras muchas calamidades, no nos hagamos los
mensitos).
Por eso no debemos paralizarnos, no debemos acojonarnos (si me permitís este palabro) porque la vida es bella, a pesar de los pesares, bella y breve, lo que nos empuja de un modo irremediable a vivirla, vivir cada instante, vivir el presente, incluso en esta situación.
Por eso no debemos paralizarnos, no debemos acojonarnos (si me permitís este palabro) porque la vida es bella, a pesar de los pesares, bella y breve, lo que nos empuja de un modo irremediable a vivirla, vivir cada instante, vivir el presente, incluso en esta situación.
Me envía el
amigo y paisano Emilio García Buendía un artículo acerca de esta situación vírica, que resulta esclarededor.
El propio Emilio, que es profesor de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, saca sus propias conclusiones al respecto:
“Es preciso impedir que la pandemia sea utilizada para instaurar una Gran Regresión Mundial que reduzca los espacios de la democracia, destroce aún más nuestro ecosistema, disminuya los derechos humanos, neocolonice el Sur, banalice el racismo, expulse a los migrantes y normalice la cibervigilancia de masas".
El propio Emilio, que es profesor de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, saca sus propias conclusiones al respecto:
“Es preciso impedir que la pandemia sea utilizada para instaurar una Gran Regresión Mundial que reduzca los espacios de la democracia, destroce aún más nuestro ecosistema, disminuya los derechos humanos, neocolonice el Sur, banalice el racismo, expulse a los migrantes y normalice la cibervigilancia de masas".
Necesitamos,
de un modo imperioso, que esta pandemia no signifique un corte, un tajazo
epistemológico, gnoseológico (por emplear terminología del maestro Gustavo
Bueno), que nos lleve a una involución.
Me preocupa sobremanera la instauración definitiva del miedo y el rechazo al Otro (conflicto añadido de infectados contra no infectados). Y por supuesto me preocupa ese control despótico, esa cibervigilancia a la que estaremos sometidos en todo momento. Día y noche. Como en el Gran Hermano, no sólo televisivo, sino el literario de Orwell.
Todos y todas encerrados en un reality show que es esta vida. El show de Truman (una vida en directo).
En vivo y en directo.
Me preocupa sobremanera la instauración definitiva del miedo y el rechazo al Otro (conflicto añadido de infectados contra no infectados). Y por supuesto me preocupa ese control despótico, esa cibervigilancia a la que estaremos sometidos en todo momento. Día y noche. Como en el Gran Hermano, no sólo televisivo, sino el literario de Orwell.
Todos y todas encerrados en un reality show que es esta vida. El show de Truman (una vida en directo).
En vivo y en directo.
Hoy, después
de una cuarentena de más de cuarenta días, he podido respirar la naturaleza en
el útero de Gistredo. Y eso me ha dado felicidad, aunque sea una felicidad
efímera. Y me he preguntado si no estaré viviendo en una realidad paralela. En
un mundo dentro de otro mundo.
Basta apagar
la televisión, desenchufarse de las redes, de la Red, que es nuestro gran
chivato, nuestra Telepantalla, para darme cuenta de que la naturaleza sigue su
curso, dando la impresión, real, de que no existen virus que puedan pararla.
Que no hay virus en el mundo que pueda ensuciarla ni ensombrecerla, porque la
luz sigue mostrando su verdad/bondad/belleza.
Esa belleza
que me envuelve con la musicalidad de los insectos y el canto lírico de los
pájaros.
La
naturaleza de mi pueblo sigue respirando belleza (aire puro) por todos los
poros de su alma.
Su alma
verde y acuosa.
*Podéis pasar por alto todo el rollo que os he soltado, salvo las conclusiones de Emilio García Buendía. Y tal vez estas últimas palabras, que ojalá, inshallah, sean las que nos den vida. Y nos religuen con la Madre Naturaleza.
*Las fotinas son de mi pueblo. Y están hechas con el móvil.
Qué privilegio ver esas praderas, la Sierra del Gistredo y toda esa naturaleza tan exuberante, y yo, aquí en la capital del Reino. Me das envidia sana de los paseos que te estás dando estos tres días de desescalada, además de sentirte libre y sin tener que cruzarte por las aceras sin las distancias que nos marcan los mandarines. Es un lujo. Ver las fotos que has hecho contemplando esa naturaleza, me produce la sensación de que aún tenemos algo de vida que nos ha dado la Madre tierra. Qué lo disfrutes mucho y nos sigas haciendo esas reflexiones, notas y metáforas. Benjamín Arias
ResponderEliminarCon las crisis, los paganinis siempre somos los mismos. La derecha te viola directamente, y la "socialdemocracia" utiliza vaselina aséptica. Con esto no digo que me dé lo mismo, pero démonos por jodidos. Ojalá me equivoque...
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