Cada día estoy más convencido de la imbecilidad de la especie humana, de la especie humano-animal.
Imbécil y cruel.
Sobre la crueldad, no hay más que arrojar la vista atrás al Holocausto Caníbal, y a las muchísimas aberraciones que se han cometido y se siguen cometiendo en toda la Tierra.
Sí, ya sé que uno también pertenece al rebaño, y asumo lo que me corresponde (que cada cual aguante su cirio pascual).
En una época como esta, en la que un virus de mierda nos ha puesto patas arriba, se nota aún más la imbecilidad en las gentes, porque, ante las adversidades, aflora el lado más estúpido y perverso del ser humano. Y quizá también el lado más amable.
Jekyll y Hyde nos acompañan.
Pero, por ahora, a tenor de lo que se nos muestra a través de las redes -de la Red-, y de la teletonta (vivimos una realidad virtual, una realidad paralela), percibimos ese tufo a imbecilidad que se traduce en discusiones absurdas, de besugo, enzarzamientos ridículos, salidas de tono por soleares y por doquier. Y todo tipo de boutades. O mejor dicho, todo tipo de botaratadas. Como esas caravanas por la jungla urbana que propone un iluminado. Cuánto iluminado.
Atención, que las crisis económicas, financieras, acaban convirtiéndose en monstruosas y ensalzando figuras catastróficas para la Humanidad. No nos olvidemos de los Hitler, Mussolini, Stalin...
Y así en este plan de planes, no sólo en el plano político, que también, pues nuestros políticos y políticas son un calco de nuestra sociedad, de nuestra sociedad basura, porque los políticos no nacen ni surgen por generación espontánea sino que salen (acaso brotan como las lechugas) de un contexto bien específico, que nuestra sociedad se ha encargado de cultivar y abonar como es necesario.
Qué nadie se engañe ni quiera engañarnos.
Y si a un tonto o una tonta lo colocan en la poltrona, entonces podemos darnos por jodidos.
En la esfera que se tercie.
No hay nada peor que un imbécil con poder.
Aléjate de un piojo resucitado, decían en mi pueblo.
Aléjate de cualquier piojo parasitil.
Lo peor del asunto es que pululan por doquier muchos imbéciles con poder, del tipo que sea, y no suele ser la gente con aptitud y actitud quien detenta poder, quizá porque la gente capaz, la gente sabia de verdad es humilde (no se puede ser sabio sin ser humilde, de lo contrario uno se estancaría en el aprendizaje diario) y encima las personas sabias creen que no saben tanto (gracias Ana Isabel Blanco por recordármelo) algo lógico por lo demás, porque por más vidas que viéramos no lograríamos saber lo que quisiéramos.
En cambio, los imbéciles se creen que lo saben todo. Con dos pelotas. Son unos tolosá. Unos babayos de mil pares. Qué peligro, che.
Si quieres saber como es fulanito, dale un carguito, que te la hará mocha. Y te la meterá doblada hasta el mango.
¡Mangos!, se dice o se decía (ya ni me acuerdo de jugar a los naipes) cuando en el tute subastado (la subasta) alguien perdía la mano, esto es, la partida.
La imbecilidad es la tónica general (qué me sirvan una pero bien fresquita, con varios yelos/hielos a ser posible) de nuestro día a día.
Una viñeta, que he visto en el muro de facebook de Antonio Serrano (quien por cierto es el hermano de la poeta y profesora amiga Violeta Serrano), me ha dejado claro que en España, nuestra España con eñe de coña, ya nos matamos nosotros solos, no hacen falta virus ni coronavirus ni otras gaitadas.
En nuestro país de paisitos, en nuestro Reino de taifas (división del califato de Córdoba, un homenaje al califa Anguita), ya nos atizamos nosotros bien.
Somos tan envidiosos y cainitas, que no hace falta algo exterior para tirarnos los trastos a la cabeza.
Cabestrines que somos.
Bah, con España ni os molestéis... Aquí ya se matan ellos, así reza la viñeta de marras en la parte alta. Y en la mediana aparece: franquista, rojo, indepe, feminazi, podemita, facha, etarra.
Vaya escenario se nos ofrece. Cada cual hijo de su padre y de su madre, aunque quizá habría que decir de su padrastro y su madrastra. O hijastro de su padrastro...
"Adiós, Madrastra inmunda, país de siervos y señores...", escribió el premio Cervantes Juan Goytisolo en su Reivindicación del conde Don Julián, libro que, como él mismo me dijera a principios del 2000, tal vez nadie se atrevería a publicar en ese tiempo, porque la libertad de pensamiento y por ende de expresión manca y mucho.
Pensar por uno mismo y poner en cuestionamiento todo, con la duda metódica por sistema, no resulta tarea nada fácil, sobre todo si tenemos en cuenta la imbecilidad, a la que habría que sumar la infantilización de la sociedad.
Ya sabemos, como nos dijera el doctor Freud, que los niños no son almitas de la caridad sino unos perversos polimorfos, sobre todo quienes están educados (si tal puede decirse, que es mucho decir) bajo el sistema del todo vale y da igual ocho que ochenta.
Esa derrota del pensamiento que nos anunciara el filósofo francés Finkielkraut ya en la década de los ochenta, el pensamiento débil (o debilidad del pensamiento) de la posmodernidad.
El pensador galo nos muestra una sociedad a la que le da igual un cómic que una novela de Nabokov, un slogan publicitario que un poema de René Char, un videoclip que una ópera de Verdi.
Se habla de una cultura (la cultura zombi) en la que el pensamiento está ausente.
"En España tenemos el cerebro hecho polvo", nos llegó a decir el maestro Gustavo Bueno antes de morir.
A cualquier cosa se le dice cultura, el mito de la cultura. Ahora vivimos en una cultura macarra. Y cada uno dice lo que le da la gana y no sabe lo que dice, todo el mundo es filósofo ahora, según el filósofo Bueno. Así nos luce la pelambrera.
"¿Qué coño es el pueblo? Habló el pueblo y dijo mu. El pueblo es una fantasía completamente metafísica. El conjunto de los ciudadanos no es el pueblo", sostiene Bueno.
"La socialdemocracia eran los nazis... La Transición fue una continuación del Plan Marshall, como Europa fue una invención del Plan Marshall", se despacha a gusto el filósofo.
"Nadie sabe qué es Europa... Europa es una biocenosis y su Historia no deja un solo mes sin una guerra", apostilla. Esa Europa de guerras mundiales y campos de exterminio. Terrible.
Ahora, más que nunca, no sabemos en qué Europa vivimos ni para qué sirve Europa.
Y en España siempre estamos partiendo de cero, constantemente descubriendo la pólvora, es un decir.
Enzarzados, decía, en discusiones absurdas.
Con un grado de imbecilidad superlativo, aderezada esta por situaciones rocambolescas, gestos retorcidos, personajes sacados de las Luces de Bohemia de Valle, compartimentos estancos, puro cinismo, pura maldad, falta de tacto, gregarismo, incultura, enchufismo y cacicadas varias y variopintas por parte del poder.
Un espectáculo bochornoso, tanto el político como el social. Con una telebasura espantosa.
Entiéndase que la imbecilidad, lejos de ser un insulto, es una constatación harto objetiva. Y que esta, como el coronavirus de los cataplines, es altamente contagiosa. Y letal, también.
Felicidades Manuel por esta entrada, en la que pones el dedo en la llaga y arrasas con todo el mal hacer y mal pensar y mal actuar de estos representantes y por ende representados, a los cuales hemos dado un dedo y se han cogido la mano y dan vueltas al manubrio de lo inconcebible en el mal gusto y destrucción de formas y fondos que conducen a un estercolero...
ResponderEliminarUn abrazo
Estos imbéciles son capaces de dividir y vencer. Hoy lo hemos vuelto a ver. A la izquierda le convence la razón; a la derecha únicamente el dinero. La razón es próspera; el dinero miserable.
ResponderEliminarAgustin MOlleda
Imbéciles y malsines. Hasta se echan en falta los tontos bondadosos que había tanto en la política como en el periodismo y hasta en la literatura, en otro tiempo. Nunca supuse que los echaríamos de menos.
ResponderEliminarAyer no me corté un pelo cuando una de estas personas, idiotizadas me lanzaba a la cara esta consigna de la "libertad" de la ultraderecha (¡vaya oxímoron!). Me armé de paciencia y le dije que no existe la libertad en una sociedad tan compleja y concentrada en grandes urbes de nuestra sociedad. Y le puse un ejemplo: si asumes detenerte ante un semáforo en rojo, es para tener la libertad de no atropellar a tus hijos o a tus propios padres, y que tampoco lo hagan otros. El ejemplo funcionó, no sé si por convencimiento o por estar ya pendiente de que a primeros de junio prosigue la liga de fútbol... Vivimos una época oscura para la única neurona que podemos utilizar.
ResponderEliminarLa sociedad lleva tiempo gobernada por mediocres (por no decir interesados y vividores) y ahora más que nunca, ya que usan el poder para favorecerse y favorecer a sus cuadrillas, pues las personas cultas huyen de esas prácticas que usan esta clase de políticos sectarios, demagogos, manipuladores y revanchistas. Ahora a la política llegan personajillos que no tienen formación y, saben, que militando en un partido, pegándole bien al piquito, pasando la mano lomo y siendo obediente tienes la carrera hecha (y sino te consiguen un máster) del galgo para ser ministro, diputado, concejal, diputado autonómico, asesor o mamporrero y, los ciudadanos del pueblo (como bien decía tu maestro Bueno, Manuel) a ver la TV basura sin preocuparse de ellos y los suyos y luego a dar certificados y diplomas de conocimiento y cordura. Este es el pueblo llano español bien retratado por muchos de los que nombras en sus libros como Valle Inclán, juan Guitysolo y tantos que tienen sus libros empolvados en las bibliotecas y, el pueblo, viendo esa caja tonta llena de telebasura que los políticos subvenciona para seguir adoctrinado y adormeciendo los cerebros de sus parroquianos, sus tribus o sus manadas, y éstos juligans condicionales a seguir a sus predicadores y mesías vividores. Y así podíamos seguir que hay mucha materia para mostrar. Y yo me pregunto ya hace muchos años desde la Transición que han gobernado todas las la ideologicas solas o en coaliciones en el Estado, en las autonomías y en los ayuntamientos: como es posible (entre tantas otras cosas) que nunca se hayan preocupado por la vivienda social o de protección para las personas que más lo necesitan y, en concreto, los jóvenes con salarios bajos y alquileres desorbitados o abusivos, cuando es de lo más sencillo ya que el terreno lo tienen unos y otros en sus respectivos lugares , sabiendo que de ser vivienda social o protegida hay una diferencia de más del 50% de costo. Por qué no se hace ya que hay tanta demanda y suelo. Moraleja, el pueblo manda!
ResponderEliminarSolo un breve comentario, desde la visión de muchos años, he visto y oído tantas veces la "destrucción del mundo tal y como lo conocemos" (casi siempre cuando no gobierna la derecha), que, ya, me lo tomo con mucha tranquilidad. ¡Saldremos!
ResponderEliminarYa lo decian los de "antes" y no eran tontos por cierto: cuando un tonto encuentra una reja, si no la arranca allí la deja...
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