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lunes, 21 de octubre de 2019

Esto no es América, carallo, por Gari Ferrero

Os dejo este impresionante relato del narrador y juglar leonés Gari Ferrero, a quien conociera hace un tiempo en cursos de escritura en León. Y con quien compartí emocionantes momentos este verano en Noceda del Bierzo, mi matria y mi útero. Con él y con toda una gente entrañable: Lidia, Ana, Carmen, Gemma, Lola, Ángeles y Mario.  
Gari Ferrero en Noceda. Foto: Ale Nemonio

Amigo Gari, estás colosal. Y te felicito públicamente por tu relato, Esto no es América, carallo, que brota con fuerza de tus entrañas. 

A través de un monólogo interior el autor nos adentra en la mente de un personaje
que nos escalofría el alma, con sus pensamientos, con sus sentimientos, con su modo de hablarnos acerca de su propia historia. Después de su lectura, a buen seguro se sentirán tocados en lo más profundo de su corazón, porque asistimos, como lectores, a una inmersión en la parte más sombría de la condición humana

(Podéis seguir leyendo el relato en este enlace de La Nueva Crónica, donde se han publicado los mejores relatos del pasado curso, tanto en Ponferrada como en Léon, pertenecientes al taller de composición de relatos que imparto desde hace años como cursos de extensión universitaria de la ULE: https://www.lanuevacronica.com/esto-no-es-america-carallo). 

Sí, estoy entre rejas… Y qué. Cuántos de vosotros estáis atrapados en peores cárceles: matrimonios vomitivos, mujeres que odiáis, suegras que os dan asco, vecinos chismosos, primos ‘laretas’, compañeros meticones, padres diletantes, matronas insoportables, amigos haraganes, profesiones degradantes y aficiones insípidas.


El silencio, el silencio del que disfruto aquí me arrulla, me encuentra, me enamora, de mí más aún si cabe. Soy grande, soy único, quién si no sería capaz de segar lo que más quiere para dar gusto al destino sin inmutarse y mirando al tendido con la soltura del dependiente de una tienda de géneros textiles que rasga la seda para venderla. No, no, pero nadie, nadie entiende eso. No es cuestión de estar orgulloso de ello, ‘carallo’, es cuestión de que a veces hay cosas que una persona tiene que hacer y lo hace, aun a sabiendas de lo que pasará luego, la verdad no estoy orgulloso pero tampoco tengo por qué sentir remordimiento, leches. La gente no entiende este chollo.



La gente normal no entiende nada, son como ‘toixos’. Buscan la causa y el motivo y no saben de lo que va el ‘chollo’. Como el dependiente que me vendió la motosierra una semana antes del suceso. Y al día siguiente retiró todas las motosierras del escaparate, ahora estará autoinculpándose por no haberlo visto venir pero el imbécil no sabe que yo soy un gran actor, un gran actor a la altura de Jack Nicholson. Mentiría si dijera que me arrepiento por las niñas… no, no es así, es sólo por mí, por mí, porque estaría mejor fuera, fuera de aquí, qué duda cabe, con mis preciosos pulidos ‘bulldogs’ franceses, yo los crié, los adiestré, los hice a mi imagen y semejanza, sobre todo a Wellington. Ah, Wellington, debía haberle puesto Nelson, pero me sonaba a nombre de futbolista brasileño o de corredor de Fórmula 1, oficios demasiado vulgares para un can tan distinguido y valiente como un almirante inglés. Y los otros dos, los otros se llaman Carlomagno y Hannibal, los otros también fueron los mejores en los respectivos concursos pero esos jueces eran unos ‘pailanes’ y unos ‘remendafoules’, y los de la federación, menuda mafia, como ya había ganado con Wellington no querían que ganara siempre yo, no podían admitir que un neófito les diera lecciones, claro. Wellington campeón, campeón de España 2011, Campeón de Morfología, ni más ni menos. Qué retrato más bonito le pintó Andrea, ‘pobriña’.

Aquel día se resistió, pero estaba sedada, no creo que se enterara de nada. Gritaba: «Papá non a mates, non a mates», cuando Antía ya no estaba; sabía que luego le tocaría a ella, qué pena. Cómo les gustaban los perros a las dos pero no podía ser, no podía ser.

Vidas vacías, huecas de sentido como naves abandonadas por empresas deslocalizadas, ecos, ecos de la nada y para nada, idiotas que juzgan sumidos en su propia mentira, su propio teatro, prestidigitadores del autoengaño. Viven arrodillados ante todo y ante todos cociéndose en sus miedos hasta que el ogro de la vida los devore y desaparezcan de la faz de la tierra sin haber hecho nada de bueno ni nada de malo, mentes informes, beatos farisaicos que blasfeman cuando dios no atiende sus plegarias. Ellos construyen sus propias mazmorras, ellos son sus propios carceleros y sus propios jueces, juzgan, juzgan, juzgan y no saben que se están condenando a ellos mismos, como el ‘pai’ cuando criticaba a Pepiño, el hijo de Manuela la de Boixán, porque marchó a Barcelona y vino convertido en un ‘trucho de cojones’, Gala Alexia se hacía llamar. Claro, tanto juzgar a los demás que, cuando le tocó a él, ya estaba condenado y no pudo con esa pena.




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