16/04/2007
http://www.diariodeleon.es/noticias/bierzo/fui-quien-desangra_317244.html
ME FUI, como quien se desangra es el antológico final de «Don Segundo
Sombra», novela gauchesca y viaje iniciático cuyo autor es Ricardo
Güiraldes, y que Raúl Guerra Garrido, reciente convidado de honor del
Instituto de Estudios Bercianos, rescata en «El otoño siempre hiere»,
novela que, según el autor, fue un ejercicio de concentración para
afrontar la vejez, y la muerte que algún día llegará, lo que resulta
estremecedor.
Guerra Garrido, además de un escritor comprometido con la realidad,
tiene nombre de escritor, como nos dijera Miguel Varela en el homenaje
que se le rindió en Ponferrada. Es un escritor al que le gusta escribir
desde las entrañas, y eso se nota en la lectura de sus libros, entre
los que destacaría «El año del wólfram» y «Viaje a una provincia
interior. El Bierzo», tal vez porque uno se reconoce en estas novelas,
ambientadas en nuestra comarca. El Bierzo como Oeste o western, y
espacio estratégico donde coinciden importantes reservas minerales de
hierro con abundantes reservas energéticas, además del carbón, la
electricidad, según nos cuenta en «Cuaderno secreto», que resulta muy
entretenido e ingenioso, sobre todo ese capítulo dedicado al carácter
berciano, cuya esencia es dual, dionisíaca y apolínea, y ese cara o cruz
de las chapas como juego por antonomasia, que a uno le produce vértigo.
«Creo que un berciano no dudaría en jugarse el alma a las chapas, la
mujer y la hacienda». Y añade: «El berciano agrede a la suerte, pero se
conforma con lo que el azar le depara». Por eso el Bierzo es hoy lo que
es.
El verdadero escritor debería escribir con la tinta de su sangre, como
quisiera el gran Ramón Gómez de la Serna. Con el «hilo de la sangre»,
como escribe el propio Guerra Garrido en «Cuaderno secreto», donde nos
cuenta, entre otros asuntos, cómo unas llamas, las llamas como
blasfemias de fuego, acabaron en el 2001 con su farmacia en San
Sebastián, además de que unos jóvenes de cerebro rapado y Rh negativo
«ceprinaron» a dos amigos suyos, veteranos luchadores por la libertad.
«Abomino a los sicarios y a sus cómplices. Pero más me repugnan los
ciudadanos de la mayoría silenciosa», escribe. La Historia camina a
hostias, a puro grito de sangre. Es la herida del tiempo, el tiempo
desangrado.
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