Carlos Huerta: "La poesía, si no tiene ritmo, es una secuencia de palabras y frases encadenadas sin alma"
Carlos Huerta, conocido en el mundo artístico como 'El
Solito Trovador', es un poeta y cantautor astorgano, que brotó como
artista en París, esa ciudad donde en tiempos, acaso más felices que los
actuales, vivieran grandes maestros de las artes y las letras, como
Cortázar, por cuya novela 'Rayuela' Carlos siente auténtica devoción.
Precisamente en la capital francesa, donde permaneciera durante una
temporada trabajando en un bistró situado en la Place des Victoires, a
cinco minutos del Louvre, surgió su primer libro, '(Par (entes) is)
Spleen e Ideal en París', un poemario con un toque místico, que incluye
también un cuento, 'Anhelia', con tinte mágico.
Cuenta que un día, después de salir del trabajo, ya de
madrugada, se sintió solo en medio de la monumentalidad parisina, de un
gran museo al aire libre, "en el corazón del mundo, solo (Solito),
palpitando allí, helado de frío. No había coches, ni gente. No había más
que silencio y piedra en la ciudad de las luces, pero me sentía bien.
París me respondía a todas las preguntas con niebla y frío. Sin decir
nada. Me daba lo que buscaba, como me había dicho un poeta asturiano.
Ahí y así surgió mi ópera prima, en la Place de Concorde. Cuando
dialogué con el Spleen y con el Ideal de tú a tú, solo, en invierno, a
la una de la madrugada, después de trabajar aquel día más de diez horas
(cómo no, sin contrato)", rememora Carlos, quien también dice que el
nombre de "El Solito Trovador" se le ocurrió después de escuchar en
directo a un grupo francés, Arnold, en una sala de Montmartre. En una de
sus canciones hablaban de "un solito trovador" (en realidad un trovador
solitario). A veces las traducciones, que suelen ser traiciones, juegan
malas pasadas pero, en otras ocasiones, procuran algunos hallazgos. Y
este fue el caso de Carlos Huerta, al que además le hizo gracia lo de
"El Solito Trovador", si bien a él, aunque le guste estar 'solito' (a
veces) prefiere más sentirse 'trovador'. Un trovador que ha tenido la
ocasión de viajar por diversos lugares tanto de la geografía española:
León, Galicia, Aragón, Castilla, Asturias, Cartagena... como de otros
sitios de Europa: Grecia, Escocia, Eslovenia, Suiza, Italia... Un
trovador al que le gusta adentrarse en la esencia de los pueblos y
ciudades que visita. La provincia de León le sigue sorprendiendo como
"un mundo mágico e infinito", que cada año recorre para tocar en pueblos
y rincones desconocidos, caudales escondidos. "Coger el mapamundi de la
provincia es adentrarse en una sinfonía de paisajes, nombres, comarcas,
sub-comarcas, aldeas, costumbres, historias, leyendas... existen
infinitas realidades en una provincia que es solo la mitad de grande que
Galicia o Cataluña y que tiene dos veces más la superficie del País
Vasco y tres veces la de Cantabria, por ejemplo. Es la bella
desconocida. La anciana sabia", precisa este músico y poeta, para quien,
tanto la poesía como la música son ritmo, porque "la poesía, si no
tiene ritmo, es una secuencia de palabras y frases encadenadas sin alma;
y la música se cimenta en el ritmo". En este mismo sentido considera
que la música es un complemento fundamental para su poesía, porque su
mundo, en todos sus matices, suena, se oye. Un complemento perfecto, en
todo caso, porque a través de su música, que está llena de poesía,
Carlos puede llegar a un público más amplio. "Al igual que un cineasta
puede ver una película en cualquier relato o novela, yo veo canciones
cuando leo poemas o cuando conozco historias que siento que tienen que
ser difundidas. La mayoría de los músicos a los que conozco tenemos una
banda sonora original sonando constantemente. No existe silencio ni en
el silencio mismo".
"París me respondía a todas las preguntas con
niebla y frío. Sin decir nada. Me daba lo que buscaba... Ahí y así
surgió mi ópera prima, en la Place de Concorde. Cuando dialogué con el
Spleen y con el Ideal de tú a tú, solo, en invierno, a la una de la
madrugada, después de trabajar aquel día más de diez horas (cómo no, sin
contrato)"
Los sueños y el realismo mágico
Autor de 'En-Clave de Orión' -un libro experimental,
onírico, que transcurre en el camino a Finisterre, el río Eria y la
constelación de Orión, impregnado de realismo mágico, escrito en prosa
poética-, Carlos se siente deudor de poetas varios como Antonio Machado,
que fue su primer descubrimiento cuando era un rapaz, y al que llegó
–apostilla– gracias a Joan Manuel Serrat. Pero también siente admiración
por Villon, Baudelaire, Gibran, Kavafis, entre otros muchos. Respecto a
los poetas leoneses, Carlos siente afecto por José Antonio Llamas,
Ángel Fierro, Agustín Delgado, Abel Aparicio, Jorge Pascual, Felipe
Zapico, Mestre o Vicente Muñoz Álvarez, "poeta maldito, sensible y
brillante".
Llamas se le antoja imprescindible, incluso llegó a ponerle
música a su poema 'No amanece', haciéndole madurar en sus puestas en
escena. Fierro le parece entrañable, con una sensibilidad muy especial a
la hora de escribir de la que se siente muy cómplice; "Delgado es un
poeta inmenso y eterno, lo que nos dejó escrito le hará inmortal;
Aparicio es energía, pasión, compromiso y sinceridad, muchos de los
valores que escasean en la sociedad actual los tiene en su pluma y en su
persona; Zapico es el Poeta Grande, con mayúsculas. Auténtico y libre.
Conecto con su mente insurgente como con pocos; Mestre es arte en sí
mismo. La primera vez que le vi, recitando con un acordeón, supe que de
mayor quería ser como él. Aún no había escrito un poema y todavía no
cantaba". Asimismo, Carlos, que también colaborara con 'Esto no rima:
Antología de poesía indignada', reivindica a otros poetas españoles como
Ben Clarck, "el entrañable y peleón cartagenero Antonio Marín Albalate,
el argentino de Compludo Carlos Attadía" o el zaragozano Ángel Petisme,
al que considera un modelo a seguir en la vida y en el arte. "Además de
admirarle como poeta y como cantautor, es de esas personas buenas y
libres que hacen más esperanzador al mundo. Por algo es el Ministro de
la Felicidad. Todos ellos son sin duda maestros, y tengo la suerte de
que la mayoría forman parte de 'Hay que seguir cantando', un disco que
saldrá pronto a la luz". Un disco íntimo y protestón –en opinión de su
creador–, mucho más peleón, independiente y poético, más sincero, más
desnudo, menos barroco, mucho más 'Solito Trovador' que su primer disco,
'Un velero a la deriva', que era un homenaje a 'Rayuela'. Su segundo
disco, que cuenta con las colaboraciones de Petisme o Mestre, entre
otros (quizá también de Aute), es un canto a los ríos y sus historias
que fluyen y un recuerdo a lo que se queda bajo los pantanos, una lucha
contra las mordazas y las censuras; un homenaje, en definitiva, a
nuestros grandes poetas.
Foto de Carlos Huerta en el Teatro Bergidum: M. Cuenya
Foto de Carlos Huerta en el Teatro Bergidum: M. Cuenya
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