Hoy podría haber sido una ocasión única para ver y escuchar al
maestro Gustavo Bueno en León, pero otros quehaceres me lo impedirán. Y eso me
da rabia, la verdad, porque asistir a una charla o conferencia suya es algo
inolvidable, como aquellas clases que impartiera en Oviedo, para enmarcarlas, o
bien aquella conferencia que diera hace algunos años en la Uned de Ponferrada,
a la que sí pude asistir, por fortuna. Incluso aquella visita que hiciera a su
Fundación en la capital astur, en la que me recibiera su hijo Gustavo y el
propio maestro Bueno, el cual sigue manteniendo, con más de noventa años, una
lucidez envidiable, capaz como es de sostener, enérgico y crítico (polémico,
también) una conferencia de más de dos horas sin despeinarse, de pie, con un
verbo fluido y dialéctico, con un ir y venir de ideas, pensamientos, que, desde
principio a fin, logra meter en el bolsillo, como un gran orador y
filósofo, que lo es, a todo un auditorio Quienes viváis en León, no
os lo perdáis, porque no os dejará indiferentes, antes al contrario, os hará
pensar mucho y bien. Hace poco leía una entrevista suya para el periódico El Mundo en la que arremetía contra nuestra
España, diciendo que el problema más grave de nuestro país es la estupidez, y
acaso no le falte razón, porque estamos abotargados como un rebaño o manada.
Algo que ya intuía el filósofo Nietzsche acerca de la Humanidad. "La corrupción más peligrosa que padece
España no es política, financiera o fiscal, sino cultural. La falta de ideas
claras, la confusión, el todo vale", recordaba el filósofo que ideara el
materialismo gnoseológico, tan deudor, entre otros muchos, de la filosofía
platónica o la antropología materialista de Marvin Harris.
En realidad, la estupidez no sólo afecta a nuestro país de paisitos, que se las trae sin duda, sino a todo o casi todo el orbe, rendido al Gran Sistema Telepantalla, que nos vigila y esclaviza, procurándonos buenas dosis de soma, chutes psicodélicos en todo el ADN del cuerpo-alma (hasta desalmados andamos). Una realidad que vive y sufre todo el Planeta... de los Simios parlantes y poco o nada pensantes. Nada nuevo que desvelar ni revelar bajo este firmamento. Pensar, pensar lo que se dice con con cierto criterio y alguna capacidad analítica, no está al alcance de todo el mundo, por desgracia para la mayoría, porque ni tiempo ni espacio nos dejan para pensar, para procesar la realidad/irrealidad, para entender y comprender el mundo en que estamos parados (en el mundo que nos han parado). La esclavitud a la modernidad y al supuesto bienestar (hablo por supuesto sólo del llamado Primer Mundo) nos impide ver el horizonte con cierta claridad. Vivir de claridades y lo más despiertos posible, decía otro gran filósofo, en este caso Ortega. Pero vivimos enfangados, enmierdados (telebasura, trabajo basura, comida basura, política basura, sociedad basura...) hasta el cogote y sumidos en la oscuridad más absoluta, como en una Edad Media posmoderna, en la que se impone cual una apisonadora la corrupción, la injusticia, la falta de cultura, la falta de educación, la falta de todo o casi todo. Y ahí que nos luce la cabellera. Eso con respecto a nuestra llamada sociedad de bienestar occidental, porque el resto del mundo está hecho un asquito, y no hay ni por donde cogerlo, donde la ignorancia y el miedo ancestral les sirven a los mandatarios, a los peces gordos y vomitivos, para campar a sus anchas por el mundo "alante". Una pena.
Sí me sorprende que Gustavo Bueno, tan izquierdoso en tiempos, tan comprometido con la clase obrera y la minería astur (aunque, como él mismo diría, la izquierda es un mito), se haya convertido en un votante de la derecha, en este caso de Rajoy, que no creo que sea una mejor opción que la izquierda moderada o centro izquierda de Sánchez. Aunque esto requeriría, como todo, un análisis. En todo caso, me resulta difícil entender lo que dice el autor de 'El animal divino' a este respecto, por más que lo intente, aunque él tiene sus razones y nos da sus argumentos, sin duda. Lo cierto es que el capitalismo salvaje se ha impuesto, como una perversión, en esta sociedad de caníbales y reyes y parece que no hay marcha atrás y que nadie o casi nadie quiere apearse de la burra. Y el que sea tonto, pobre, ignorante e imbécil que se queje a algún dios islámico, católico... el que sea (que dudo sea escuchado y atendido). La corrupción más peligrosa es la cultural, que nos aniquila como seres humanos, pero también la corrupción dineraria. Aquí, y en el resto de universo conocido, todo lo manda el dinero (como ya nos dijera Valle-Inclán en su 'Luces de Bohemia'), poderoso caballero don dinero. En el fondo, el dinero es mierda, el significante que pudre cualquier significado. O lo que os haga felices, felices bajo el yugo de la ignorancia y el miedo.
Al filósofo Gustavo Bueno y al profesor y
psicólogo Marino Pérez (a quienes sigo recordando con mucho cariño, porque
ellos algo o mucho me instruyeran en mis tiempos mozos, en la Vetusta
clarinesca) estarán hoy en León acompañados por dos fenómenos de la cultura,
Pedro Trapiello y Fulgencio Fernández. Trapiello y Ful serán los encargados de
presentar a los catedráticos de la Universidad de Oviedo.
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