Pilar Blanco en Carracedo
La
poeta bembibrense, profesora de lengua y literatura en Alicante y autora de El jardín invisible y la luz herida, ha publicado
recientemente una antología titulada Con
la cal en los dedos.
Poeta
nacida en Bembibre, la
capital del Bierzo Alto y ahora villa histórica del Reino, Pilar Blanco se
define como “oriunda de un rincón de la memoria por el que el tiempo no
transcurre ni hiere, solo guarda”. En el fondo, su auténtica matria es la lengua que le enseñaron sus
antepasados, la lengua en la que sueña y escribe, incluso la lengua que “da forma
al amor que no tiene palabras”.
En
la actualidad, y desde hace años, la autora de La luz herida vive e imparte clases de lengua y literatura en
Alicante, ciudad en la que ha escrito, con inteligencia y pasión, una gran parte
de su fascinante y desgarradora obra, que bucea en los abismos y recovecos del alma
humana para devolvernos una poesía esencial, filosófica (“dichoso el que no
sabe”), hecha con muchas interrogantes e impregnada de luz y belleza, sombra y
melancolía, mares de silencio y jardines de sueños.
“A veces he achacado mi sesgo melancólico a las raíces
bercianas con su dosis de ‘noroestina’, quizás por una cuestión de luz, pero lo
cierto es que mis libros más desgarrados los he escrito en el Mediterráneo, así
que me temo que los paisajes o son del alma o se quedan en decorado. Y el alma
se nutre de cualquier circunstancia. Es omnívora”.
Recientemente,
la poeta ha publicado Con la cal en los
dedos, una antología editada por la Diputación en la Colección Provincia de
Poesía. En esta obra se recoge una muestra de su trayectoria poética
(1982-2010), en la que figuran asimismo algún racimo de inéditos como La apariencia o El manantial.
En
realidad, la obra poética de Pilar Blanco, según Ricardo Virtanen, poeta y prologuista
de su última antología, se puede leer como un solo libro, cuya temática
recurrente, el amor –y el desamor–, el tiempo, la memoria y la muerte, ahonda
en una espiral existencialista, que ella misma reconoce, aunque no en
exclusiva, porque su decir poético también es meditativo, elegíaco (léase sobre
todo su Mar de silencio, con
evidentes reminiscencias a Coplas a la
muerte de su padre, de Jorge Manrique).
En
el fondo, la creadora de Ceniza y El
jardín invisible –dos de sus mejores poemarios- profundiza en el ser humano
desde todos sus ángulos, en lo misterioso de la persona a partir del yo, “pero
es un yo que implica necesariamente al otro. Al escribir yo me doy: ‘heme
aquí’, que diría Lévinas. No doy respuestas, ofrezco preguntas. Para que quien
me lea se reconozca en su misma indagación”.
Estamos,
pues, ante una poeta reflexiva, descreída, que nos habla casi siempre desde el
dolor, siempre con voz genuina, porque “el dolor alimenta la verdad” y el saber
produce un inmenso sufrimiento. “Casi nunca la plenitud vivida. Esa la apuro,
no la escribo”, dice Pilar Blanco, que ha sido galardonada con prestigiosos
premios, entre otros, con el Francisco de Quevedo por Vocabulario íntimo, el Miguel Hernández por Ceniza o el San Juan de la Cruz por El jardín invisible.
Aparte
de excelente poeta, que encuentra inspiración en lo que ve, lee (Juan Ramón
Jiménez, Gamoneda, Colinas, Valente, por citar sólo algunas de sus fuentes) o
se le cruza, Pilar Blanco podría haber sido actriz o periodista de verbo florido
o una excelente narradora, que lo es en verdad, porque le gusta contar y jugar
con el lenguaje, y también ha hecho sus pinitos en el mundo teatral escribiendo
algunas obras para sus alumnos y alumnas de teatro, entre otras Locos por la tele o Una de circo.
“La
ventaja de ser poeta es que no exige ejercer profesionalmente –aclara-. Me
gusta el teatro, siempre me ha gustado, y en la vida cotidiana soy básicamente
‘teatrera’. Pero no creo que me encontrara a gusto siendo actriz. Aunque es
hablar por hablar”.
Con
su característica ironía y retranca berciano-galaica, la poeta de la revelación, que ha escrito mucho y bien, y que sin duda
lo seguirá haciendo mientras las musas no la abandonen, dice que El jardín invisible es el que más le
gusta, tal vez porque es su libro más depurado y redondo, en el que logra
plasmar breves e intensas composiciones, que se revelan como genuinas
reflexiones sobre la vida y la muerte, el tiempo y la memoria, “lo que pasa es
que desde entonces hay otros inéditos que quizás me representan mejor. Estoy ya
en otro decir. Creo”.
Y
como afirma Hugo Mújica, según ella, “lo nuevo tiene que abrirse espacio entre
lo viejo y ese abrir espacio se llama crisis.”
“Ahora
–y casi siempre- estoy en crisis creativa”, remata la poeta.
«La literatura requiere tiempo y poso»
—¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?
—Releería Poesía vertical, de Roberto Juarroz, La Divina Comedia, tantos…
—Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).
—El héroe desinteresado. O el perdedor heroico. En ambos.
—Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).
—Herrumbrosas lanzas es uno de los que se me cayó de las manos. En cuanto a autores, tengo muchas fobias de las que prefiero abominar para mis adentros.
—Un rasgo que defina tu personalidad.
—Solitaria con visos de asocial.
—¿Qué cualidad prefieres en una persona?
—La conciencia ética endulzada por la sensibilidad.
—¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?
—La política ha pervertido los valores de la sociedad y la perversión de los valores de la sociedad permite, cuando no alienta, la perpetuación de una clase política viciada. En este apartado es imposible una respuesta breve. Y educada.
—¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?
—Palabrear sobre lo divino y lo humano jugando a no creer que la vida iba en serio.
—¿Por qué escribes?
—¿Por qué respiro?
—¿Crees que las redes sociales, facebook o twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?
—Huy, no. A mí solo me sirven para curiosear, para lo inmediato. La literatura requiere tiempo y poso. Lo que en las redes escribo es fugitivo, de usar y olvidar. Quizás lo demás también, pero la pretensión es otra.
—¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?
—Son subterráneas, así que no las puedo acotar. La vida y la propia literatura, supongo: acción, reflexión y emoción.
—¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?
—No. Y menos con entusiasmo. Mi indisciplina es refractaria al compromiso reglado que exige llevar un blog, y ya no digo a adquirir las mínimas destrezas técnicas…; en cuanto a su lectura, me cuesta fijar la atención en una pantalla, por eso huyo de las bitácoras con demasiadas pretensiones eruditas. Para algo serio preciso otro formato, lo cual me coloca en una obsolescencia no programada que delata mi edad más que las arrugas.
—Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.
—Hay muchas y cambian según me encuentre. Ahora me siento identificada con el ‘Fiat lux’. Quizás porque son tiempos sombríos para todos y la luz (de la razón, de la pasión, de la voluntad, de la verdad… hace más falta.
—Releería Poesía vertical, de Roberto Juarroz, La Divina Comedia, tantos…
—Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).
—El héroe desinteresado. O el perdedor heroico. En ambos.
—Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).
—Herrumbrosas lanzas es uno de los que se me cayó de las manos. En cuanto a autores, tengo muchas fobias de las que prefiero abominar para mis adentros.
—Un rasgo que defina tu personalidad.
—Solitaria con visos de asocial.
—¿Qué cualidad prefieres en una persona?
—La conciencia ética endulzada por la sensibilidad.
—¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?
—La política ha pervertido los valores de la sociedad y la perversión de los valores de la sociedad permite, cuando no alienta, la perpetuación de una clase política viciada. En este apartado es imposible una respuesta breve. Y educada.
—¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?
—Palabrear sobre lo divino y lo humano jugando a no creer que la vida iba en serio.
—¿Por qué escribes?
—¿Por qué respiro?
—¿Crees que las redes sociales, facebook o twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?
—Huy, no. A mí solo me sirven para curiosear, para lo inmediato. La literatura requiere tiempo y poso. Lo que en las redes escribo es fugitivo, de usar y olvidar. Quizás lo demás también, pero la pretensión es otra.
—¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?
—Son subterráneas, así que no las puedo acotar. La vida y la propia literatura, supongo: acción, reflexión y emoción.
—¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?
—No. Y menos con entusiasmo. Mi indisciplina es refractaria al compromiso reglado que exige llevar un blog, y ya no digo a adquirir las mínimas destrezas técnicas…; en cuanto a su lectura, me cuesta fijar la atención en una pantalla, por eso huyo de las bitácoras con demasiadas pretensiones eruditas. Para algo serio preciso otro formato, lo cual me coloca en una obsolescencia no programada que delata mi edad más que las arrugas.
—Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.
—Hay muchas y cambian según me encuentre. Ahora me siento identificada con el ‘Fiat lux’. Quizás porque son tiempos sombríos para todos y la luz (de la razón, de la pasión, de la voluntad, de la verdad… hace más falta.
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