Hoy viernes 25, en la casa de las culturas de Bembibre, analizaremos y comentaremos esta legendaria película.
El punto de partida para realizar ¡Bienvenido, Mister Marshall! es, en primer lugar, el modelo de drama rural del Indio Fernández, por el que Berlanga sentía devoción.
Posteriormente, llegaría la influencia definitiva de La kermesse heroica, de Feyder, en la que el pueblo flamenco soportaba una invasión española a base de halagar a sus invasores.
"Las emperifolladas damas de Feyder -dijo Berlanga-, que se presentan amistosas a los extranjeros, son las inspiradoras de la mascarada andaluza organizada por el alcalde de nuestro pueblo castellano".
Bienvenido, Mister Marshall, calificada de Interés Nacional y premiada en el Festival Internacional de Cannes, es un clásico, una de las obras maestras de la cinematografía española. Sin embargo, en Cannes no todo fueron glorias, porque también hubo algunos problemas, debidos a que una delegación americana protestó por una secuencia en la que se ve una bandera americana arrastrada por un riachuelo. Escena que tuvo que cortarse, aunque en la actualidad puede verse íntegra.
Su director, Berlanga, con Muñoz Suay como ayudante de dirección, en estrecha colaboración en el guión con otros dos pesos pesados del cine y el teatro como Juan Antonio Bardem y Miguel Mihura, logró realizar una película genial, siempre con un fino y elegante sentido del humor. Es su primera peli en solitario como director, uno de los más grandes de nuestra cinematografía.
Se trata de una sátira demoledora de la sociedad española (ejemplificada en las fuerzas vivas: el alcalde -bonachón y sordo perdido-, el cura -chismoso-, la maestra -soltera-, etc., y el pueblo llano), así como del aislacionismo del régimen franquista.
Se estrenó en el cine Callao de Madrid en 1953. Y se reestrenó en 2002, con gran éxito, en la localidad madrileña de Guadalix de la Sierra, donde se filmó una parte de esta peli. El resto se rodó en los Estudios CEA (Ciudad Lineal, Madrid). Como anécdota cabe señalar que Guadalix ha sido asimismo escenario del televisivo Gran Hermano.
El título de la película hace referencia al famoso plan Marshall, proyecto económico con el que los estadounidenses pretendían ayudar a reconstruir la vieja Europa (excluida por supuesto la entonces Unión Soviética, y España, que también quedó al margen), tras la devastadora Segunda Guerra Mundial.
Bienvenido Mister Marshall nos cuenta la historia de Villar de Río, un pueblo castellano aislado, sumido en la pobreza y la incultura, en el que la vida transcurre de un modo monótono y aburrido, aunque sus habitantes parecen felices y tranquilos. Hasta que un buen día se ilusionan con la llegada de los americanos ("Americanos, os recibimos con alegría"), pero estos pasan de largo, con sus coches oficiales, sin detenerse. Un final ciertamente grotesco y amargo. Este sería a grandes rasgos el argumento fílmico.
El primer punto de giro, que rompe con el aburrimiento de Villar del Río, es la llegada de la folclórica Carmen Vargas (interpretada por Lolita Sevilla, que fue impuesta por la productora Uninci) y su representante (el pícaro y charlatán Manolo Morán). Y el segundo, cuando el alcalde (el inolvidable Pepe Isbert) recibe el notición de la visita de los americanos con su Plan Marshall.
En el fondo, la película no es sólo una crítica mordaz sobre la situación social y económica de la España del momento sino contra Estados Unidos (por ejemplo, la ya mencionada escena en la que una bandera americana flota en un reguero).
Esta comedia satírica, bajo la apariencia de una comedia costumbrista, arremete contra la falsedad, lo postizo (que Villar del Río pase por una aldea andaluza), el mito del flamenco y el folclore, el atraso económico y cultural del país (véase el viejo mapa de Europa en la escuela), la violencia de los pistoleros del Oeste, etc.
En el guión, sobre todo en los diálogos, se nota no sólo la mano berlanguiana, sino de Mihura, pues hay diálogos muy ingeniosos, a veces con toques de humor absurdo.
Respecto al recurso de la voz en off del narrador (en este caso debida al actor Fernando Rey) resulta algo artificioso, pero contribuye a darle a la peli el tono de un cuento cercano y amable.
La fotografía en blanco y negro, de Berenguer (con quien Berlanga tuvo algunos problemas), es realista, con ciertos toques hiperrealistas y/o surrealistas. Abundan los planos largos y planos secuencia que permiten a los actores desenvolverse con naturalidad, dando en ocasiones sensación de cierto caos, como ocurre a menudo en las pelis de Berlanga.
Sobresalen las escenas oníricas, en la que los habitantes de Villar del Río sueñan con lo que van a pedir a los americanos: el cura identificando a los yanquis con el demonio, otros, en cambio, con películas del Oeste, etc., incluso se quería incluir un sueño erótico de la maestra (interpretada por Elvira Quintillá, la prota de Esa pareja feliz), que finalmente no llegaría a rodarse, por razones obvias.
La música resulta pegadiza. Y la canción coral de bienvenida a los americanos, con letra de Mihura, forma ya parte de nuestro subconsciente colectivo. ¿Quién no es capaz a tararearla?
Una película imprescindible, que nos ayuda a entender quienes éramos y quienes somos.
El punto de partida para realizar ¡Bienvenido, Mister Marshall! es, en primer lugar, el modelo de drama rural del Indio Fernández, por el que Berlanga sentía devoción.
Posteriormente, llegaría la influencia definitiva de La kermesse heroica, de Feyder, en la que el pueblo flamenco soportaba una invasión española a base de halagar a sus invasores.
"Las emperifolladas damas de Feyder -dijo Berlanga-, que se presentan amistosas a los extranjeros, son las inspiradoras de la mascarada andaluza organizada por el alcalde de nuestro pueblo castellano".
Bienvenido, Mister Marshall, calificada de Interés Nacional y premiada en el Festival Internacional de Cannes, es un clásico, una de las obras maestras de la cinematografía española. Sin embargo, en Cannes no todo fueron glorias, porque también hubo algunos problemas, debidos a que una delegación americana protestó por una secuencia en la que se ve una bandera americana arrastrada por un riachuelo. Escena que tuvo que cortarse, aunque en la actualidad puede verse íntegra.
Su director, Berlanga, con Muñoz Suay como ayudante de dirección, en estrecha colaboración en el guión con otros dos pesos pesados del cine y el teatro como Juan Antonio Bardem y Miguel Mihura, logró realizar una película genial, siempre con un fino y elegante sentido del humor. Es su primera peli en solitario como director, uno de los más grandes de nuestra cinematografía.
Se trata de una sátira demoledora de la sociedad española (ejemplificada en las fuerzas vivas: el alcalde -bonachón y sordo perdido-, el cura -chismoso-, la maestra -soltera-, etc., y el pueblo llano), así como del aislacionismo del régimen franquista.
Lo cierto es que Berlanga logró colarle un gol, o varios a la vez, a la censura del momento. ¿En qué estarían pensando los censores para no darse cuenta de que estaba mostrando una España anclada en la pobreza, a expensas de unos americanos que, por lo demás, no tenían ningún interés real en nuestro país?
Se estrenó en el cine Callao de Madrid en 1953. Y se reestrenó en 2002, con gran éxito, en la localidad madrileña de Guadalix de la Sierra, donde se filmó una parte de esta peli. El resto se rodó en los Estudios CEA (Ciudad Lineal, Madrid). Como anécdota cabe señalar que Guadalix ha sido asimismo escenario del televisivo Gran Hermano.
El título de la película hace referencia al famoso plan Marshall, proyecto económico con el que los estadounidenses pretendían ayudar a reconstruir la vieja Europa (excluida por supuesto la entonces Unión Soviética, y España, que también quedó al margen), tras la devastadora Segunda Guerra Mundial.
Bienvenido Mister Marshall nos cuenta la historia de Villar de Río, un pueblo castellano aislado, sumido en la pobreza y la incultura, en el que la vida transcurre de un modo monótono y aburrido, aunque sus habitantes parecen felices y tranquilos. Hasta que un buen día se ilusionan con la llegada de los americanos ("Americanos, os recibimos con alegría"), pero estos pasan de largo, con sus coches oficiales, sin detenerse. Un final ciertamente grotesco y amargo. Este sería a grandes rasgos el argumento fílmico.
El primer punto de giro, que rompe con el aburrimiento de Villar del Río, es la llegada de la folclórica Carmen Vargas (interpretada por Lolita Sevilla, que fue impuesta por la productora Uninci) y su representante (el pícaro y charlatán Manolo Morán). Y el segundo, cuando el alcalde (el inolvidable Pepe Isbert) recibe el notición de la visita de los americanos con su Plan Marshall.
En el fondo, la película no es sólo una crítica mordaz sobre la situación social y económica de la España del momento sino contra Estados Unidos (por ejemplo, la ya mencionada escena en la que una bandera americana flota en un reguero).
Esta comedia satírica, bajo la apariencia de una comedia costumbrista, arremete contra la falsedad, lo postizo (que Villar del Río pase por una aldea andaluza), el mito del flamenco y el folclore, el atraso económico y cultural del país (véase el viejo mapa de Europa en la escuela), la violencia de los pistoleros del Oeste, etc.
En el guión, sobre todo en los diálogos, se nota no sólo la mano berlanguiana, sino de Mihura, pues hay diálogos muy ingeniosos, a veces con toques de humor absurdo.
Respecto al recurso de la voz en off del narrador (en este caso debida al actor Fernando Rey) resulta algo artificioso, pero contribuye a darle a la peli el tono de un cuento cercano y amable.
La fotografía en blanco y negro, de Berenguer (con quien Berlanga tuvo algunos problemas), es realista, con ciertos toques hiperrealistas y/o surrealistas. Abundan los planos largos y planos secuencia que permiten a los actores desenvolverse con naturalidad, dando en ocasiones sensación de cierto caos, como ocurre a menudo en las pelis de Berlanga.
Sobresalen las escenas oníricas, en la que los habitantes de Villar del Río sueñan con lo que van a pedir a los americanos: el cura identificando a los yanquis con el demonio, otros, en cambio, con películas del Oeste, etc., incluso se quería incluir un sueño erótico de la maestra (interpretada por Elvira Quintillá, la prota de Esa pareja feliz), que finalmente no llegaría a rodarse, por razones obvias.
La música resulta pegadiza. Y la canción coral de bienvenida a los americanos, con letra de Mihura, forma ya parte de nuestro subconsciente colectivo. ¿Quién no es capaz a tararearla?
Una película imprescindible, que nos ayuda a entender quienes éramos y quienes somos.
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