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miércoles, 23 de enero de 2013

La fragua literaria leonesa: Luis Miguel Rabanal




Trato de que mi poesía no se sirva fría”

El poeta omañés Luis Miguel Rabanal, autor de libros como Cáncer de invierno o Elogio del proxeneta, se encuentra a punto de concluir las últimas estrofas de lo que será en breve el psicodrama musical presentado en cama elástica Don Mariano me irrita lo indecible.



         Alguien llegó a decir que Luis Miguel Rabanal es la “conciencia de La Omaña” -esa tierra evocada con morriña por el poeta-, que decidiera rendirle homenaje, dedicándole una calle en su pueblo natal Riello (o sea Olleir, vuelto del revés), “que viene a ser algo así como derramar una nostálgica lágrima por la revolución que no pudo ser –según el escritor Luis Artigue-, o encenderle una simbólica vela a la inteligencia y otra al ingenio”.


No conozco mejor pueblo que Riello para haber nacido”
 

         Con buenas dosis de humor y sensibilidad encara la vida (y la poesía) Rabanal, un poeta nacido en la bella y acaso desconocida Omaña leonesa, aunque por circunstancias vive, desde hace años, en “el Principado de Mónaco, perdón, en el de Asturias”, aclara él con socarronería. “No conozco mejor pueblo que Riello para haber nacido, así como ninguna otra ciudad mejor para añorar Olleir que Avilés”. Y es que Luis Miguel Rabanal es un cachondo que escribe con voz profunda sobre su paisaje, que ya es territorio literario,  y  sobre el imposible regreso a su tierra natal, que se ha ido perfilando, con el paso del tiempo, en uno de los temas más habituales o recurrentes en su obra.  En cambio, “cuando vivía y escribía en León, y posteriormente en Riello, mis temas literarios eran de lo más variopintos, poesía amorosa, seudovanguardia y lindezas similares”, apostilla él con ingenio, que no acaba de tomarse en serio que la poesía es su forma de estar en el mundo, su modo de vida. “Hoy por hoy ya no lo tengo muy claro. O sí, depende si el día lleva o no lleva "r" –explica con ironía- Mi único modo de vida es estar pegado a una silla de ruedas. Poesía pura, sí señor”.
 “La colección de La sonrisa vertical me ayudó a leer poesía erótica”

         Como es lógico -suponiendo que la lógica exista en la vida-, Rabanal prefiere no hablar de su accidente, que lo dejó tetrapléjico, “no por nada en especial –se mofa-, sino por lo chabacano que fue el pobrecito”, lo que sin duda ha marcado un antes y un después en su vida. “Antes, entre otras muchas cosas, podía escribir. Después, no. Ni escribir, ni nada. Eso sí, me las apaño con un programa informático de voz que hace conmigo lo que le da la gana”.

         En cualquier caso, su decir poético resulta casi siempre revelador a la vez que emocionante -léase por ejemplo Un poema de amor, colgado en su web: http://www.terra.es/personal/lumira/- para los lectores (y lectoras) que se acerquen a su obra. “Trato por todos los medios de que mi poesía no se sirva fría. Quisiera creer que no le deja indiferente el trago. Mejor el asco que la indiferencia, que decía Horacio E. Cluck”, concluye Rabanal, quien confiesa haber disfrutado mucho leyendo literatura erótica, sobre todo a los anónimos ingleses y franceses de los siglos  XIX y XX, “la colección de La sonrisa vertical ayudó a ello”, y también con el descubrimiento del colosal Henry Miller en los 70. “Después muy poca cosa”, añade el autor del erótico Libro de citas.

        “En un principio pensé autoproclamarme poeta ecuménico de noche, incluso quise ser poeta deambulante”.

 Cuando uno se acerca a su auto-biografía, descubre con sorpresa que Rabanal se autodefine como poeta rojo, esto es bárbaro, tal vez porque “cursó estudios de Liturgia y Onanismo en diversos centros especializados a los que, por desgracia, no pudo prender fuego en su momento”. Así es y se nos muestra, a veces indignado, y casi siempre cercano, juguetón y humorístico, capaz de hacer lírica, como los grandes, del dolor. “En un principio pensé autoproclamarme poeta cuatrimestral o ecuménico de noche, incluso quise ser poeta deambulante, pero preferí el de rojo por el acentuado colorido de la bandera de mi salón...”

         Salta a la vista que a Rabanal le entusiasma jugar con las palabras, que en su poesía se tornan pensamiento de alto voltaje. Estamos, pues, ante un “poeta a tiempo completo y con contrato de por eternidad”, avalado por algunos prestigiosos premios y más de una docena de libros, entre los que cabe destacar Cáncer de invierno, Casicuentos para acariciar a un niño que bosteza y Elogio del proxeneta. Al menos, estas son sus obras preferidas.

        “En Cáncer de invierno inicié una exploración, digamos, premonitoria que después se fue reiterando en otros textos”
  “En Cáncer de invierno inicié una exploración, digamos, premonitoria que después se fue reiterando en otros textos de aquel tiempo y otros más actuales. En Casicuentos para acariciar a un niño que bosteza intentaba contarle a Luis Miguel Jr. -se refiere a su hijo- cosas que no le importaron lo más mínimo, como no podía ser de otra manera. Y en cuanto a Elogio del proxeneta, la vida en rosa”, señala el poeta omañés, que sigue deleitándonos con sus poemas y divertimentos “metódicos”, esto es, su narrativa.

         “Podría decir que entre oxígeno y oxígeno me encuentro en un tris de dar por concluidas las últimas estrofas de lo que será en breve el psicodrama musical presentado en cama elástica Don Mariano me irrita lo indecible".



“Puede que escriba para darme pellizcos”


- ¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?



         -He tenido que dejar de leer muchos libros desde 1997 y ya apenas si sufro por ello. Pero sí recuerdo especialmente la Poesía completa de Luis Cernuda, en Barral, que fue quedando arrinconada y…



- Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida)



         -Se llama María Jesús, me parece.



- Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable)



         -Quiero pensar que no hay autores ni libros totalmente insoportables. Siempre se podrá salvar algún verso, alguna paginita loca, por poco que se escarbe.



- Un rasgo que defina tu personalidad



         -¿Perfeccionista?



- ¿Qué cualidad prefieres en una persona?



         -Que no hable a voces cuando esté a mi lado.



- ¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?



         -Ciertas políticas, comezón continuada, tedio. Demasiado acomodaticia, desgraciadamente, la segunda.



- ¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?



         -De mi vida no me divierte nada en absoluto. Será que mañana es mucho menos atractivo que ayer, que apuntaba Josepín Brodsky.



- ¿Por qué escribes?



         -Puede que escriba para darme pellizcos (en el corazón) y, a pesar de que mi sensibilidad deja mucho que desear, comprobar que aún sigo estando vivo.



- ¿Crees que las redes sociales, facebook o twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?



         -Ni por asomo. Servirán para otras muchas cosas, no digo que no, pero para ejercitar con ellas estilos, facebook, que es lo que conozco, lo dudo.



- ¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?



         -Clásicos como Tirso de Molina y Manolo Caracol, naturalmente.



- ¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?



         -Intento seguir unos cuantos blogs de amigos y publico textos ajenos y propios en mi blogín, Más palabras para olvidar (http://luismiguelrabanal.wordpress.com/ ). No sé si es una herramienta literaria o una pérdida de tiempo más que lamentable, pero ahí sigue.



- Una frase que resuma tu modo de entender el mundo



         -Son dos y muy cortitas: Cagüendiosla y Viva la República. Cualquiera de las dos me sirve.







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