«Nunca escribo si no tengo algo que decir»
José Antonio Llamas. Foto tomada en la librería Artemis de León
Veterano poeta y narrador, cofundador de la emblemática revista ‘Claraboya’, está trabajando actualmente en tres frentes a la vez: poesía, cuentos y una novela larga
Llamas, poeta y cofundador de la revista Claraboya, ha vuelto a su tierra con la sensación de no haber estado nunca antes, después de vivir durante más de treinta años fuera de la provincia leonesa, «en territorio hostil», añade. Sus palabras son esclarecedoras: «Hube de adaptarme a una nueva forma de soledad, arrumbar viejas amistades y emprender el último tramo del camino como un mendigo. Aquí ya estaba todo repartido... Y si quería mantener mi dignidad, había de hacer mutis por el foro y aceptar que mi presencia en esta tierra no era necesaria… por una sociedad de la que me encontraba, como entonces, a mil años luz».
Llamas vive ahora en un hórreo de madera, en un pueblecito de la montaña leonesa, alejado del mundanal ruido, «sin rechistar» porque «siempre supe que era el precio que terminaría por pagar si quería no doblegarme».
«Resulta duro vivir, si no es en el sarcasmo, en la ruralidad —aclara el autor—, eso que desde Valladolid tratan de mantener sin saber siquiera de qué va. Pero hay cosas que compensan, como el paisaje y algún amigo (periodista) muy especial».
Aunque se siente apátrida, disfruta de su tierra, eso sí, conectado a las nuevas tecnologías, sin las cuales no podría vivir tan retirado. «Cuento con el consuelo (no de la filosofía como Boecio, que también) de mantener un contacto constante con el grupo de escritores leoneses —agrega—, casi todos en Madrid, y con muchos otros con los que he ido sintonizando a lo largo de mi ya largo vivir».
Aparte de la desaparecida Claraboya, a resultas de la censura aplicada por el entonces ministro Fraga Iribarne, también ha sido promotor de otras revistas como Camp de L’arpa o Pico Gallo. Acerca de Claraboya confiesa que para él supuso una ventana hacia la realidad intelectual, y una salida hacia la libertad creativa y personal. El autor de las antologías poéticas No amanece, Ruina Montium o Abedul crepuscular (esta última publicada en la Red en 2010), se define como un poeta deudor de los clásicos: Virgilio, Juan de la Cruz, Quevedo o Antonio Machado, aunque su discurrir existencial ha ido pasando por varias etapas, desde la influencia de los Vallejo, Neruda o Claudio Rodríguez hasta los Celan o René Char, sin olvidar la ejercida por los simbolistas franceses y catalanes como Carles Riba. «Mi poesía de hoy es hija de un depuradísimo camino personal que trata de conjugar la belleza textual con un contenido cuasi moralista, basándome casi siempre en la observación de la naturaleza como marco. Nunca escribo si no tengo algo que decir —especifica—, algo que tenga visos de no haber sido dicho antes, al menos desde el punto de vista que lo digo yo».
Entre sus devociones literarias están el Padre Isla —no en vano Llamas vino al mundo frente a la casa de los Sosa, donde también naciera J. Francisco de Isla a principios del siglo XVIII—, y González de Lama. Don Antonio influyó mucho en la estructuración de mi mente, pero resultaba imposible llegar a mucho ya que mi generación y la suya tenían una guerra por medio, y ese es un foso infranqueable a mi entender».
Respecto al Padre Isla, Llamas dice haberlo redescubierto en 2003 cuando escribió Padre Isla que estás en destierro. «Escudriñé a fondo todo su ser y quehacer. Quedé deslumbrado. Que yo sepa, no hay leonés de más enjundia intelectual anterior a él». Entre sus investigaciones literarias destaca su estudio de lo leonés en El Quijote, como bien explica el escritor Merino en el prólogo a su libro Las montañas de León en El Quijote de Cervantes, ha conseguido levantar todo el imaginario leonés, que es rico y profundo, que ha pasado al imaginario español, y que está presente en monumental novela cervantina. «Me sorprendió que Cervantes lo tuviese todo tan presente refiriéndose constantemente a ello y esto me animó a indagar el por qué. Lo que encontré me sorprendió a mí y sorprendió a Merino, que se entusiasmó con el contenido de ese libro al que quiso apadrinar».
Actualmente, el poeta, «uno de los más grandes de la literatura española del último siglo», según el escritor Julio Llamazares, está trabajando en tres frentes a la vez, uno en poesía, materia de la que tiene dos libros inéditos, «aunque me resulta muy difícil publicar». Otro en novela, «cosa que necesitaba hacer, y que había tenido que ir posponiendo por culpa de mi endiablado horario laboral». Y un tercero, con cuentos terminados para revisar. Después de publicar dos libros de relatos, Los falampos de la nieve y Las lluvias del año mil,se ha embarcado en una novela larga, cuyo título es La bisabuela incorrupta, en la que cuenta el proceso de cambio ocurrido en la zona rural del valle del Esla, que es el de toda la España rural, desde que su padre araba con el arado romano hasta que llegó el tractor y desde entonces hasta hoy. «Nunca he recibido ningún premio —remata— y eso, de cara al editor foráneo resulta desalentador. Y de cara el editor de aquí, sin estar en los círculos académicos, o políticos, o económicos, ya no quiero ni contar».
Llamas vive ahora en un hórreo de madera, en un pueblecito de la montaña leonesa, alejado del mundanal ruido, «sin rechistar» porque «siempre supe que era el precio que terminaría por pagar si quería no doblegarme».
«Resulta duro vivir, si no es en el sarcasmo, en la ruralidad —aclara el autor—, eso que desde Valladolid tratan de mantener sin saber siquiera de qué va. Pero hay cosas que compensan, como el paisaje y algún amigo (periodista) muy especial».
Aunque se siente apátrida, disfruta de su tierra, eso sí, conectado a las nuevas tecnologías, sin las cuales no podría vivir tan retirado. «Cuento con el consuelo (no de la filosofía como Boecio, que también) de mantener un contacto constante con el grupo de escritores leoneses —agrega—, casi todos en Madrid, y con muchos otros con los que he ido sintonizando a lo largo de mi ya largo vivir».
Aparte de la desaparecida Claraboya, a resultas de la censura aplicada por el entonces ministro Fraga Iribarne, también ha sido promotor de otras revistas como Camp de L’arpa o Pico Gallo. Acerca de Claraboya confiesa que para él supuso una ventana hacia la realidad intelectual, y una salida hacia la libertad creativa y personal. El autor de las antologías poéticas No amanece, Ruina Montium o Abedul crepuscular (esta última publicada en la Red en 2010), se define como un poeta deudor de los clásicos: Virgilio, Juan de la Cruz, Quevedo o Antonio Machado, aunque su discurrir existencial ha ido pasando por varias etapas, desde la influencia de los Vallejo, Neruda o Claudio Rodríguez hasta los Celan o René Char, sin olvidar la ejercida por los simbolistas franceses y catalanes como Carles Riba. «Mi poesía de hoy es hija de un depuradísimo camino personal que trata de conjugar la belleza textual con un contenido cuasi moralista, basándome casi siempre en la observación de la naturaleza como marco. Nunca escribo si no tengo algo que decir —especifica—, algo que tenga visos de no haber sido dicho antes, al menos desde el punto de vista que lo digo yo».
Entre sus devociones literarias están el Padre Isla —no en vano Llamas vino al mundo frente a la casa de los Sosa, donde también naciera J. Francisco de Isla a principios del siglo XVIII—, y González de Lama. Don Antonio influyó mucho en la estructuración de mi mente, pero resultaba imposible llegar a mucho ya que mi generación y la suya tenían una guerra por medio, y ese es un foso infranqueable a mi entender».
Respecto al Padre Isla, Llamas dice haberlo redescubierto en 2003 cuando escribió Padre Isla que estás en destierro. «Escudriñé a fondo todo su ser y quehacer. Quedé deslumbrado. Que yo sepa, no hay leonés de más enjundia intelectual anterior a él». Entre sus investigaciones literarias destaca su estudio de lo leonés en El Quijote, como bien explica el escritor Merino en el prólogo a su libro Las montañas de León en El Quijote de Cervantes, ha conseguido levantar todo el imaginario leonés, que es rico y profundo, que ha pasado al imaginario español, y que está presente en monumental novela cervantina. «Me sorprendió que Cervantes lo tuviese todo tan presente refiriéndose constantemente a ello y esto me animó a indagar el por qué. Lo que encontré me sorprendió a mí y sorprendió a Merino, que se entusiasmó con el contenido de ese libro al que quiso apadrinar».
Actualmente, el poeta, «uno de los más grandes de la literatura española del último siglo», según el escritor Julio Llamazares, está trabajando en tres frentes a la vez, uno en poesía, materia de la que tiene dos libros inéditos, «aunque me resulta muy difícil publicar». Otro en novela, «cosa que necesitaba hacer, y que había tenido que ir posponiendo por culpa de mi endiablado horario laboral». Y un tercero, con cuentos terminados para revisar. Después de publicar dos libros de relatos, Los falampos de la nieve y Las lluvias del año mil,se ha embarcado en una novela larga, cuyo título es La bisabuela incorrupta, en la que cuenta el proceso de cambio ocurrido en la zona rural del valle del Esla, que es el de toda la España rural, desde que su padre araba con el arado romano hasta que llegó el tractor y desde entonces hasta hoy. «Nunca he recibido ningún premio —remata— y eso, de cara al editor foráneo resulta desalentador. Y de cara el editor de aquí, sin estar en los círculos académicos, o políticos, o económicos, ya no quiero ni contar».
«El mundo es lo único que tengo, lo único que hay»
—¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?
—El Quijote.
—Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).
—Don Quijote de la Mancha.
—Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).
—Ninguno. ¿Quién soy yo para juzgar?
—Un rasgo que defina tu personalidad.
—El cansancio. Nací cansado y, sin embargo, no he parado de luchar.
—¿Qué cualidad prefieres en una persona?
—La dignidad. Ser persona en el sentido castellano y leonés (no en el griego, que era una máscara) Dice René Char: «No te inclines sino es para amar; si mueres, seguirás amando».
—¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?
—La política, ninguna opinión que se pueda publicar. Y la sociedad ni mejor ni peor que la de otras épocas.
—¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?
—Estar a solas y constatar cómo todo aquello en lo que confiabas termina siempre por fallar y por detalles nimios, casi siempre relacionados con la economía (amistades, amores, fidelidades…)
—¿Por qué escribes?
—Porque quiero seguir lúcido hasta el final. Me debato entre la locura y la desesperación y escribir parece retrasar el momento de entregarme y sucumbir.
—¿Crees que las redes sociales sirven para ejercitar tu estilo literario?
—Para eso, no. Sin embargo las uso con furor para comunicarme con los demás. Al menos sé que tengo una docena de lectores para cada poema que escribo y lo cuelgo.
—¿Cuáles son tus fuentes literarias?
—La desesperación y la imaginación, amén de las constantes lecturas de calidad.
—¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo?
—Sí. Más que como herramienta literaria, consulto blogs como información al no disponer (por vivir tan apartado) de la posibilidad de acudir a la biblioteca o al kiosco. En algunos blogs se encuentran opiniones más libres y sinceras. Por ejemplo, allí se habla de los premios amañados y de quienes pertenecen a cada cuadrilla o grupo de presión. Y así llegas al convencimiento de que no te debes preocupar por si te reconocen o no, sino de hacer una obra de calidad.
—Una frase que resuma tu modo de entender el mundo y la vida.
—El mundo es lo único que tengo, lo único que hay.
—El Quijote.
—Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).
—Don Quijote de la Mancha.
—Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).
—Ninguno. ¿Quién soy yo para juzgar?
—Un rasgo que defina tu personalidad.
—El cansancio. Nací cansado y, sin embargo, no he parado de luchar.
—¿Qué cualidad prefieres en una persona?
—La dignidad. Ser persona en el sentido castellano y leonés (no en el griego, que era una máscara) Dice René Char: «No te inclines sino es para amar; si mueres, seguirás amando».
—¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?
—La política, ninguna opinión que se pueda publicar. Y la sociedad ni mejor ni peor que la de otras épocas.
—¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?
—Estar a solas y constatar cómo todo aquello en lo que confiabas termina siempre por fallar y por detalles nimios, casi siempre relacionados con la economía (amistades, amores, fidelidades…)
—¿Por qué escribes?
—Porque quiero seguir lúcido hasta el final. Me debato entre la locura y la desesperación y escribir parece retrasar el momento de entregarme y sucumbir.
—¿Crees que las redes sociales sirven para ejercitar tu estilo literario?
—Para eso, no. Sin embargo las uso con furor para comunicarme con los demás. Al menos sé que tengo una docena de lectores para cada poema que escribo y lo cuelgo.
—¿Cuáles son tus fuentes literarias?
—La desesperación y la imaginación, amén de las constantes lecturas de calidad.
—¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo?
—Sí. Más que como herramienta literaria, consulto blogs como información al no disponer (por vivir tan apartado) de la posibilidad de acudir a la biblioteca o al kiosco. En algunos blogs se encuentran opiniones más libres y sinceras. Por ejemplo, allí se habla de los premios amañados y de quienes pertenecen a cada cuadrilla o grupo de presión. Y así llegas al convencimiento de que no te debes preocupar por si te reconocen o no, sino de hacer una obra de calidad.
—Una frase que resuma tu modo de entender el mundo y la vida.
—El mundo es lo único que tengo, lo único que hay.
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