Aparte de las leyendas de moros, trasgos y xanas están las de
brujas y ánimas, algunas de las cuales aparecen recogidas en el fascículo 14 de Bierzo mágico, La brujería en el Bierzo. Como la de la tía Pardala de Albares de
la Ribera, que se transformaba en gato negro y se colaba por la gatera de las
casas para hacer sus fechorías durante la noche.
O bien la de la tía Jesusona
de Ponferrada, una anciana muy pobre que vivía sola, y tenía fama de echar el mal de ojo, creencia muy extendida en
el Bierzo.
Para una información más detallada sobre este personaje también se
puede consultar la obra El Bierzo:
etnografía y folklore.
Costumbre arraigada en los pueblos del Bierzo era la
de pintar cruces en las puertas de viviendas y establos para espantar a las brujas. O
bien colocar ramos de laurel y ruda
en las cuadras, que eran bendecidos para preservar los ganados de estas hechiceras.
En un pueblo del Bierzo Alto, como Villar de las Traviesas (perteneciente al Ayuntamiento de Toreno), se quemaban ramos
de laurel, que eran bendecidos en la iglesia el Domingo de Ramos, y así se afumaba a la gente para evitar los
efectos del mal de ojo.
Asimismo, a los rapacines
se les colgaba del cuello un collar hecho de ajos que, debido a su fuerte olor y sabor picante,
espantaban a las brujas. Esto se acompañaba con el siguiente conjuro: Si eres bruja te arreniego, si eres demo
vaite al infierno.
El conjuro como remedio contra la brujería, y una suerte
de terapia basada en la palabra proferida.
En el Bierzo, sobre todo durante el
siglo XVIII, abundaban los conjuradores, brujos y curanderos, incluso los curas
desconjuradores o exorcistas como
recoge Manuel Rodríguez en su obra Etnografía
y folclore del Bierzo Oeste-Suroeste.
Por otra parte, están
las leyendas sobre ánimas en pena y fantasmas. En el Bierzo era habitual que
algunas personas se disfrazaran con una sábana blanca para amedrentar y
ahuyentar a la gente que quería regar los prados por la noche, sobre todo
durante la época estival. Las peleas por el agua eran habituales, y de esta
forma el listo o lista de marras, enmascarado/a, lograba que nadie le quitara
el agua.
En Noceda del Bierzo se cuenta que había una señora, la tía María, que
acostumbraba a enmascararse cual si fuera un fantasma o una pantasma, con el fin de regar la pradera de Llamillas, hasta
que un buen día, a punta de pistola, alguien le dijo: “O te descubres o te
descubro”. Y vaya que se descubrió.
También era frecuente,
sobre todo en los pueblos del Bierzo Alto, que una procesión de ánimas con
capuchas y velas encendidas se acercaran hasta un pueblo donde había fallecido
algún vecino recientemente para hacerse herederos de sus fincas.
“O nos dais
tal o cual finca –solían decirles a los familiares- o el alma del muerto irá a
parar al infierno”.
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