Catedral de León
León en León
En otros tiempos, no lejanos, en los pueblos del Bierzo solíamos decir que León era una ciudad señorial. Uno ha dejado de escuchar este simpático y a la vez algo ñoño adjetivo. Lo de señorial le queda a una ciudad como dios porque en el fondo no añade nada sustancioso pero apantalla que es una maravilla.
Si se mira bien, el término señorial es de una redundancia casi empalagosa. Como si cualquier aldea, villa o ciudad no fuera en esencia señorial, pues quienes las habitan suelen ser señoras y señores, señoritas y señoritos, niños y niñas, y aun mocines y mocinas en edad de merecer, amén de los chuchos y animales varios que pueblan cualquier zoo humano, que diría el etólogo inglés Desmond Morris (el cual, dicho sea de paso y a la buena fe, merecería alguna reseña en este diario de a bordo).
Lo de señorial, aunque me resulte cursilón, viste mucho, y le da a la ciudad un aire de superioridad sobre otras, un empaque altivo, un porte aristocrático que nos acaba hipnotizando. La clave está en dar buena apariencia.
Cuando de León se decía que era señorial, Ponferrada, aunque fuera un pueblín minero, tenía el sambenito de capital del dólar. Qué cosas, cualquiera diría que por esto pagos los pimenteros y pimenteras vivían en algún Oeste americano. Como si la "capetal" del Bierzo fuera uno de esos desiertos negros por los que cabalgaran el bueno, el feo y el malo en busca de algún tesoro escondido. La ínsula del oro negro.
Entonces, en Ponferrada corría el dinero por las barras de las cantinas, y algunos se lo jugaban a las chapas. Qué delirio. Y vaya barbaridad esto de baratear a lo que de lugar, de jugársela a cara o cruz. Se me ponen los pelos parados, sólo de recordarlo.
Glorieta del Cine en Ponferrada
Puente del Centenario de Ponferrada, al fondo el Museo de la Ciuden
Por su parte, León seguirá siendo una ciudad de gente bien, que aspira a vivir sin sobresaltos, hecha de funcionarios y banqueros enfundados en traje, con la cartera en mano, paseando con tranquilidad por las calles, y tomando vinos y ricos pinchos en horas de descanso en el barrio Húmedo. Húmedo, se entiende, a resultas del mucho alcohol vertido, dentro y fuera, de su estómago engullidor.
Molly Malone's en León
Qué se lo pregunten sobre todo a los alumnos extranjeros, los Orgasmitos y otros que tal bailan, los cuales vienen a la Universidad de León. Al parecer, se lo pasan pipa en la noche húmeda leonesa, dándole al Molly Malone's (bar-pub emblemático de la movida leonesa, que frecuentan sobre todos los guiris), y así en este plan. León es también una ciudad de jubilados que se sientan en los bancos de los parques para ver el tiempo pasar, ora contemplando la escarcha de las mañanas, ora viendo el dulce atardecer de los veranos, que son breves como un sueño real. Bueno, este año el llamado estío se ha extendido hasta ahora, al menos en esta parte de acá, el Bierzo. No podemos quejarnos.
Plaza de San Martín en León, Barrio Húmedo
Aunque hayan pasado los años, León sigue siendo aquella ciudad distinguida, donde las señoras lucen abrigo de visón, original o sucedáneo, a su paso por la avenida de Ordoño II, porque siempre ha aspirado a ser una ciudad de altos vuelos. Al menos hay un aeropuerto en La Virgen del Camino, algo impensable en el Bierzo. A uno, en verdad, le gusta esta ciudad elegante y solariega. A propósito, hace tiempo que no nos llegan los aromas a riñón asado que despedía Antibióticos (¿será por la aplicación indiscriminada de ERES?), porque en fiestas de guardar, véase y disfrútese del actual San Froilán, León se perfuma y colorea con morcilla y chorizos entrecallados, y muchas tapitas en sus terrazas de la plaza San Martín, y aun con sus vistosos carros engalanados en la Plaza del Grano.
Plaza del Grano-León
Qué prosiga la feria, erre que erre, que también la capi es sitio de académicos, filandones y literaturas, politiqueos varios y pintos.
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