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miércoles, 17 de octubre de 2012

Fábulas y leyendas sobre el oro y los moros (mouros) en el Bierzo

El Bierzo es una región mágica, que a veces desaparece sin que nos demos cuenta, como dijo Vázquez Montalbán. Mágica por su geografía de hoya y sus cuevas, refugio de místicos y eremitas. 

El Bierzo, acaso la zona más transparente, es propicia para los cuentos y leyendas, tierra fértil para las fabulaciones. No hay río, castro, castillo o ermita sin su leyenda. 

Vayan aquí tan sólo algunas:


El corón o castro de Valdequiso en primer término a la derecha (Noceda)
En Soñando tesoros por los castros de Noceda, la maestra y poeta Felisa Rodríguez nos cuenta extraordinarias leyendas en torno a los castros nocedenses, como el de la cabra de oro que está enterrada en el Corón de Valdequiso, o las ocurridas en los castros de Ceruñales, Río, San Pedro, los Sardones, La Chaniella, La Forca,  o el Corón de Fuentetorres, en el cual se descubrió el Ídolo de Noceda, que representa a una “diosa de la fecundidad”. Esta megalítica y furada figurilla está en el Museo Arqueológico de la capital española, y hay dos réplicas de la misma, una en el Museo de Noceda y otra en el Museo del Bierzo (Ponferrada). 
Ídolo de Noceda
“Conscientes los castreños del poder divino que ejercía el Ídolo –escribe Felisa Rodríguez-, lo custodiaron en lo más inaccesible del subterráneo celosamente vigilado por un temible cíclope con un solo ojo en mitad de la frente, al que nadie llegó a conocer por tratarse de un ser imaginario que sólo aparecía en la mente atormentada de quienes intentaban acercarse a la cueva del Corón de Fuentetorres”. 
Este Ídolo ovalado es, según los arqueólogos, una de las principales muestras de la religión céltica de la Edad del Bronce tardío (1.800 a.c.) encontrada en la Península Ibérica. Los seres fantásticos, a modo de guardianes, suelen ser moros, moras, dragones, sierpes o culebras que viven en castros. Algunas culebras tienen alas. Como Quetzalcóatl (la serpiente emplumada, en lengua náhuatl), que es una deidad de la cultura azteca.
Las Médulas
Las fábulas sobre el oro son frecuentes en el Bierzo, tal vez porque los romanos extrajeron cantidades ingentes en el paraje de Las Médulas (Patrimonio de la Humanidad). Como una cabra de oro en Noceda, un buey de oro macizo en Villasumil (Ancares), un caballo de oro en Villadepalos, polluelos de oro en Tremor, unas mulas de oro en Páramo del Sil, unas cubas de oro en la Ribera de Folgoso, un manto de oro en Castropodame, o bien una gallina que ponía huevos del preciado metal, propiedad de un moro y una mora que habitaban en el Castro de San Martín de las Reguerinas en Igüeña. En este pueblo hubo varios parajes en manos de moros, como la Era de los Moros y la Fuente del Moriscal, en el límite con Colinas del Campo de Martín Moro Toledano, donde se cree que hubo un destacamento de moros, de ahí su nombre. 
Colinas
Campa de Santiago
Cuentan en Colinas del Campo –como queda recogido por Jovina Andina en el fascículo número 1 de Bierzo mágico- que en la Campa, donde tiene su origen el río Boeza,  ocurrió un hecho singular: 
Eran los tiempos de la reconquista, y las huestes moras se habían parapetado en el Monte Paleiro, mientras los cristianos lo hacían en la llera del Monte Fernán Peláez. 
Al ser los de Colinas inferiores en número, y como pretendían expulsar a los moros de allí, decidieron “pedir fuerza al rey”, pero éste les dijo que no pensaran en echar a los moros del Paleiro, pues eso era más difícil que coger un oso vivo. 
Al día siguiente comparecieron de nuevo ante el rey Alfonso IX con un regalo, que, sorprendido, les animó a luchar, uniendo sus fuerzas a la de los vecinos de Los Montes y Urdiales, y, gracias a la milagrosa ayuda de Santiago el Apóstol, derrotaron al enemigo. 
Luego se levantó la ermita del Patrón Santiago en la Campa, donde se rodaron algunas secuencias de la película El Filandón, de Chema Sarmiento.
Esta leyenda épica es una excepción dentro de las leyendas de moros, que suelen vivir en castros, cuevas, castillos abandonados, rodeados de tesoros y toda suerte de lujos, y aparecen la mayor parte de las veces como seres pacíficos, trabajadores, bienhechores, capaces de realizar hechos mágicos.      
     
Cuenta Balboa de Paz en el fascículo número 12 de Bierzo mágico que a veces en las leyendas de moros se entremezclan los moros míticos con los moros históricos. A menudo se confunde a moros con romanos. 
En cualquier caso, la creencia en los moros como raza mítica y en sus tesoros ocultos (véase también Soñando tesoros por los castros de Noceda, de Felisa Rodríguez) está extendida  por todo el Bierzo. 
Hay muchas referencias a moros y cuevas de moros. En Noceda del Bierzo, por ejemplo, está la calle de Los Moros, algunos rostros de moros tallados en piedra, un sitio llamado El Mouro, etc. 
El Mouro en Noceda

Algunas de estas leyendas están recogidas en la edición bilingüe Cuentos y leyendas cuyo autor es Aquilino Poncelas, como la de Los Moragatos: 
“Los mouros ocupaban por aquel entonces fortificados bastiones de Veiga y Balboa, imponiendo a la población aborigen toda suerte de tributos mientras ellos vivían rodeados de incalculables riquezas… en algunas ocasiones regresaban al Bierzo en busca de tesoros…
Muchas de esas riquezas amontonadas por los mouros continúan hoy enterradas por diferentes zonas del Bierzo… 
Algunos de los tesoros, tal es el caso del baúl repleto de monedas de oro que Isquela descubrió en un castro camino de Pumarín, son ya nombrados hallazgos… También resulta ya célebre el yugo de oro… 
El escudo de Balboa, como vestigio de la leyenda de los moragatos, porta cinco palos en memoria y recuerdo vivo del acontecimiento”.  
“Estos misteriosos y temibles seres –se refiere Poncelas a los mouros- vivían en confortables cuevas rodeados de lujos y tesoros, poseían la facultad de encantar a la gente y se entretenían realizando prodigiosas hazañas”. 

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