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martes, 30 de marzo de 2010

Tranquilizantes Mayores o Neurolépticos, y Grandes Narcóticos

Nuestro experto en sustancias psicotrópicas, el gran Escohotado, nos sigue llevando de la mano por este apasionante mundo, que entronca de lleno con la psiquiatría y la psicopatología, pues gran parte de estos fármacos o psicofármacos causan algún tipo de trastorno en quienes consumen estas sustancias.
Los Tranquilizantes Mayores o Neurolépticos, también conocidos vulgarmente como atanervios o «lobotomizadores químicos», son indicados sobre todo en trastornos psicóticos y esquizofrénicos (en algunos pacientes no son del todo eficaces), aunque también -paradójicamente- en casos de depresión. Entre los más conocidos están el haloperidol y la reserpina, comercializados bajo nombres distintos en cada país.
En dosis altas, estos fármacos, de altísimo riesgo, podrían producir catalepsia. Se caracterizan por bloquear o destruir algunos de los principales neurotransmisores como la dopamina (sobre todo ésta), norepinefrina o noradrenalina y serotonina. Por eso, se cree que la esquizofrenia puede ser causada por una excesiva actividad dopaminérgica. Las anfetaminas, por ejemplo, agravan la esquizofrenia y las psicosis.

Entre sus conocidos efectos secundarios están el parkinsonismo o incapacidad de estarse quieto, la destrucción de células, anemia, vértigos, visión borrosa, retención urinaria, estreñimiento, irregularidad menstrual, atrofia testicular, arritmias cardíacas, congestión nasal, sequedad de boca, trastornos de peso (desde una marcada obesidad a pérdida de masa muscular), síndrome con hipertermia y aun muerte repentina.

También afectan de un modo negtivo en la potencia sexual, con inhibiciones en la eyaculación y frigidez, y degradación en el deseo erótico, así como una merma en la capacidad afectiva, cuando los tratamientos son prolongados y frecuentes.
Se administran tanto por vía oral, sublingual, intramuscular como endovenosa, según el caso y el producto. Y se pueden distinguir entre Neurolépticos Típicos o clásicos (véase por ejemplo el Haloperidol), cuya acción antipsicótica se ejerce al bloquear los receptores dopaminérgicos D2. Y por esto son eficaces sobre los síntomas de la esquizofrenia, aunque tienen muchos efectos adversos. Por otra parte, están los Neurolépticos Atípicos o nuevos, que producen una mínima sedación como la Risperidona. Su acción antipsicótica se ejerce al bloquear los receptores dopaminérgicos D2, como ocurre con los típicos o clásicos, y también por el bloqueo de los receptores serotonérgicos, histamínicos y muscarínicos.
Son más eficaces que los anteriores y producen menos efectos adversos.

Para finalizar este apartado, incuiré los Grandes Narcóticos como el Cloroformo (léase el poema de Valle Inclán dedicado a esta sustancia), que se obtiene por destilación de alcohol con otros compuestos (cloruro de cal, acetona, etc.). Se trata de un potente narcótico por inhalación. Su efecto anestésico es muy breve y entraña el riesgo del llamado colapso primario. Se puede producir muerte, además de intoxicaciones agudas, por la falta de oxígeno en el cerebro y una depresión en la mayoría de los órganos (corazón, hígado, páncreas...). Su abuso produce dolores de estómago y vómitos, pérdida del impulso sexual, irritabilidad, insomnio, debilidad física y mental, incluso delirium tremens, más violento que en los alcohólicos.

Éter. Se obtiene por destilación del alcohol con ácido sulfúrico, y procura una ebriedad similar a la del alcohol. El éter, que también se emplea como disolvente desde hace siglos, ha
sustituido al cloroformo como anéstésico de inhalación. Al igual que el cloroformo, provoca en el consumidor un síndrome de abstinencia con un violento delirium tremens, que en ocasiones se resuelve en muerte. En dosis leves procura desinhibición controlable, con una sensación de que se agudizan los sentidos y el intelecto. Y en dosis medias y altas se producen alucinaciones visuales y auditivas. En algunos casos, y en atmósferas impregnadas con vapores de éter, también se dan delirios ninfomaníacos.

Además de otros somníferos y sedantes, como los bromuros, que resultan espantosos, también está el Gas de la risa (óxido nitroso), que aún se utiliza hoy en la cirugía general y odontología. En dosis medias o pequeñas funciona como un analgésico.

Por último el fentanil o fentanilo (Fentanesc en España), de uso más o menos reciente. Está controlado a nivel legislativo, incluso monopolizado, y cuyos efectos son unas cuarenta veces más potentes que los de la heroína. El fentanil se emplea en intervenciones quirúrgicas realizadas sobre todo en clínicas occidentales.


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