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martes, 15 de enero de 2019

Retorno a Al Magrib

Con la inspiración que procura un cielo azul, protector, y una luz que contagia energía y vitalidad. Siempre en busca de luz y salud. Qué prevalezca el Eros sobre el Tánatos en este mundo lleno de desheredados.
La Kutubía, símbolo por excelencia de la ciudad de Marrakech, como faro de orientación en este oasis, que hace las delicias de quienes atesoran poder y dinero. Y también de aquellos que vacacionamos por un tiempecito. Un destino extraordinario en estación invernal, aunque por las noches baje considerablemente la temperatura ambiental con respecto al día. 


Marrakech luce espléndida y aseadita en su parte nueva, moderna, con espectaculares avenidas y mansiones y hoteles de quitarle a uno el hipo. O lo que se tercie. Ahí sigue en pie la Mamounia, entre otros muchos.
Puro exotismo palmeral y naranjil, en una eterna primavera, que nutre nuestro ánimo, cual si en un jardín de las delicias estuviéramos, lo que contrasta de un modo bestial con ese modo de vita tan tribal, medieval, en la medina, en la ciudad antigua, atestada de zocos, vendedores de todo tipo, guajes que corretean con sus bicicletas por las estrechas y embarradas calles, paisanos que tiran de sus carromatos, burros abarrotados... un microcosmos en sí mismo. Un mundo como de otro tiempo. 

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