LA FRAGUA LITERARIA LEONESA
Margarita Álvarez: "He aprendido a amar las palabras y a sentir que tienen vida"
La profesora, narradora y poeta Margarita Álvarez Rodríguez, autora de 'El habla tradicional de la Omaña Baja', tiene intención de hacer una recopilación de los artículos que ha escrito y ha publicado en su blog y algunos más, inéditos. Y seguirá escribiendo poemas y narraciones breves.
Manuel Cuenya | 09/01/2019 - 13:18h.
"Su primavera es olorosa, / sonora y multicolor, / sus galanas y piornos / tiñen los montes de flor.
Y cuando llega la otoñada / y se pierde el verdor / el paisaje se convierte / en alfombra de color.
La rica fala omañesa / es un delicia oír, / con ella los omañeses / han contado su vivir".
(Margarita Álvarez, 'Canto a Omaña')
"Omañesa del año 2013" (galardón que le otorgara el Instituto de Estudios Omañeses), la profesora, narradora y poeta Margarita Álvarez Rodríguez es profeta en su tierra, lo que le procura gran satisfacción.
Se siente entusiasmada de haber nacido en Paladín, un pequeño pueblo leonés de Omaña, donde, observando el comportamiento de las gentes, aprendió el espíritu de sacrifico, la rectitud moral, el deseo de acoger y ayudar a los demás, la austeridad, el ser de buen conforme, la fortaleza de ánimo. "Y también la cultura del sentido común de la que a veces carecen personas de gran formación académica", resalta.
Siempre se ha enorgullecido de su tierra natal. Y nunca ha entendido que alguien pudiera avergonzarse del lugar donde ha nacido. "Quiero ese lugar, tanto su paisaje como a su paisanaje: a esos omañeses que nos siguen cuidando la tierra, los que le dan vida en el día a día y también aquellos que los precedieron y nos dejaron su legado. Por todo eso, todavía hoy puedo decir con orgullo que lo más trascendente de mi vida lo he aprendido allí...". Y allí, en su pueblo, fue a la escuela hasta los diez años. "Una escuela unitaria con una única maestra, Felipa, con la que teníamos una relación familiar...".
También en su pueblo de Omaña comprendió lo que era la siega del pan a hoz, la trilla y la maja, la siembra, ir con las vacas, andar a la hierba... y tantas otras faenas. "Conozco los nombres y el uso de todos los utensilios que había en las casas de labranza. Sé distinguir un garabito de un garabato, una forca de una forqueta, un escaño de un escañil, un pote de una pota, un cazuelo de una cazuela, un vinco de un rebinco, un tentemozo de un tentetieso... Allí he aprendido la riqueza expresiva de la llamada fala omañesa, que me acompaña hasta hoy".
Una tierra en la que, "al compás de las estaciones", aprendió a observar, a respetar, a querer y mimar a la naturaleza, "esa naturaleza que rodea nuestros pueblos y que llega a las puertas y ventanas de nuestras casas como una madre protectora que acompaña silenciosa nuestra vida cotidiana. Y a nosotros nos gusta cobijarnos bajo su manto y sentirnos acompañados por ella. ¡Qué desprotegido se sentiría cualquier omañés si le quitaran el cobijo del paisaje que lo rodea!".
"Quiero ese lugar, tanto u paisaje como a su paisanaje: a esos omañeses que nos siguen cuidando la tierra, los que le dan vida en el día a día y también aquellos que los precedieron y nos dejaron su legado"
También, al compás de las estaciones, aprendió juegos: "la maya, el enduño..., a adivinar cusillinas...". Y escuchó leyendas que unían lo natural con lo sobrenatural...
"He contemplado muchas veces las transparentes aguas del río que da nombre a la comarca: las truchas que se cebaban en ellas, la belleza de sus riberas cubiertas de alisos y chopos, sus riadas invernales, con su impresionante sonido... También me han fascinado los distintos trajes estacionales con que se visten nuestros frutales: sus estampados blancos y sonrosados de las flores primaverales, los lunares escondidos de color cereza, guinda, manzana... que aparecen entre las hojas del verdor veraniego, la maravilla de esos trajes multicolores de tonos ocres y rojizos de la otoñada y hasta la elegancia de su desnudez invernal. Allí aprendí lo que eran las labores del campo y todo el vocabulario que llevaban aparejado", expresa con sentimiento lírico Margarita, que es una apasionada además de la terminología que se emplea en su tierra. No en vano es autora de un volumen titulado 'El habla tradicional de la Omaña Baja' (Lobo Sapiens, 2010), cuyo prólogo corresponde a la profesora de Filología Hispánica de la Universidad de León, Janick Le Men, "que es toda una autoridad en el conocimiento del léxico leonés, pues ha realizado una obra de recopilación del mismo titánica", y el epílogo al periodista y escritor Emilio Gancedo (a quien también le hemos dedicado fragua).
Un libro exhaustivo, apasionado y honesto, según Emilio Gancedo, que reivindica las palabras más propias y familiares –y por tanto la esencia misma–, de una comarca que resulta vital para comprender el astur leonés rural de nuestras comarcas. "Omaña es, en muchos aspectos, el corazón rubio, verde y pardo de este Viejo reino nuestro", agrega el autor de 'Palabras mayores'.
Una obra, 'El habla tradicional de la Omaña Baja', en la que recoge palabras y expresiones propias de la zona, que ella escuchara con frecuencia durante los primeros años de su vida como forroñoso (oxidado); prestar (gustar); junjurir (sollozar); hacer esparavanes (gesticular excesivamente), bojas (ampollas); roya (fruta no madura), entre otras muchas.
Recuerda que, cuando ella publicó su libro, no existía ninguna publicación ("más allá de algún breve palabrero") sobre los rasgos lingüísticos de la zona (Ayuntamiento de Valdesamario y pueblos próximos). En cambio, sí existía para la Omaña más alta: La Lomba, el Valle Gordo...
'El habla tradicional de la Omaña Baja' es no sólo un trabajo filológico (pues Margarita es filóloga), sino un libro de lectura accesible para los hablantes de la zona, constituido por un glosario de cerca de 3000 palabras, 200 frases hechas, unos cuantos refranes, y algunas características de la toponimia. "Incluí también unas notas iniciales de carácter antropológico relacionados con la forma de hablar: 'Así hablamos, así vivimos, así somos'. Quiero aclarar que no es un trabajo específico sobre el leonés, sino sobre el habla tradicional de la zona, muy vinculada al hecho de vivir y trabajar en el campo, un leonés castellanizado o un castellano 'leonesizado', si bien recoge los rasgos morfosintácticos y léxicos de leonés que se conserva en el lugar. Recoge una forma de hablar y también una forma de ver el mundo", nos aclara su autora, satisfecha con la buena aceptación que tuviera su libro no sólo en Omaña, sino también en otros ámbitos de la cultura leonesa.
"Suaves hojas multicolores acariciaban su cara. Sabores frutales inundaban su boca. Un arrullo sonoro mecía sus oídos y apenas dejaba oír el latido de su corazón. ¡Silencio!
Sueño blanco de invierno. Camino frío y nebuloso... Vida y muerte".
¡Quién sabe si despertó!
(Margarita Álvarez, 'Sueño amarillo', Antología colectiva de Diversidad Literaria)
(Puedes seguir leyendo esta fragua en ileon.com: https://www.ileon.com/cultura/093251/margarita-alvarez-he-aprendido-a-amar-las-palabras-y-a-sentir-que-tienen-vida)
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