El director de cine y guionista Felipe Vega (quien fuera profesor en la desaparecida Escuela de cine de Ponferrada, un tipo estupendo) dio una charla, el once de marzo de este año, en la Casa de las Culturas de Bembibre acerca de su trayectoria cinematográfica, y nos mostró algunos minutos de su documental Elogio de la distancia, con guión y codirección de Julio Llamazares, y el apoyo del todoterreno Yuma.
No resultan habituales ni abundantes los directores de cine en la provincia de León, contrariamente a lo que ocurre en el mundo literario, donde pegas una patada a una piedra y saltan como libres o corzos los plumillas y “escribidores”, si es que ya escribe cualquiera, y a todo “quisque” “llámanlle” escritor.
Sin embargo Felipe Vega es un cineasta leonés, también bregado en lides de crítica de cine, que ha sabido y podido proyectarse y proyectar sus películas dentro y fuera del país.No resultan habituales ni abundantes los directores de cine en la provincia de León, contrariamente a lo que ocurre en el mundo literario, donde pegas una patada a una piedra y saltan como libres o corzos los plumillas y “escribidores”, si es que ya escribe cualquiera, y a todo “quisque” “llámanlle” escritor.
Su cine, de carácter digamos intimista, basado en guiones inteligentes, diálogos acertados y personajes creíbles, quizá no sea muy conocido entre la población, habituada a ver películas comerciales, hechas con muchos trucajes y efectos visuales/especiales, películas de acción, como se decía antes, donde se pegan tiros a tutiplé, y salta la sangre por todos lados, sino que las suyas se me antojan cercanas, y por tanto más entrañables, como Nubes de verano, cinta por la que siento devoción, y que recomiendo a todos, sobre todo a aquellos que gustan de un cine que mueve y conmueve, que llega al alma, puesto que nos ayuda a indagar en la falsa conciencia, en esa mala fe que todos tenemos. No nos engañemos, porque decimos ser de una manera y nos comportamos de otra. Y nuestros gestos, las más de las veces, nos “des-razonan”, como nos cuenta Leopoldo María Panero, el lúcido poeta trastornado originario de Astorga, en el documental de Chavarri, El desencanto.
Se ha dicho, con frecuencia, que el cine de Felipe Vega está emparentado con el del francés Rohmer.
A decir verdad, Nubes de verano tiene ese sabor y frescura que vemos en los cuentos fílmicos de uno de los padres de la Nueva Ola francesa.
Incluso cabría decir que esta peli tiene esa resonancia a Cuento de verano de Rohmer, lo que no le resta un ápice de grandeza al filme de Felipe.
Otros han visto Nubes de verano como Pauline en la playa. En cualquier caso, el cine de este leonés afincado en Madrid, como parece que no puede ser de otro modo en la industria del cine, me resulta atractivo, y sobre todo emocionante.
A decir verdad, Nubes de verano tiene ese sabor y frescura que vemos en los cuentos fílmicos de uno de los padres de la Nueva Ola francesa.
Incluso cabría decir que esta peli tiene esa resonancia a Cuento de verano de Rohmer, lo que no le resta un ápice de grandeza al filme de Felipe.
Otros han visto Nubes de verano como Pauline en la playa. En cualquier caso, el cine de este leonés afincado en Madrid, como parece que no puede ser de otro modo en la industria del cine, me resulta atractivo, y sobre todo emocionante.
Además de su labor como director de cine, Felipe Vega imparte clases de Dirección en la Escuela de Cine de Madrid (más conocida como la Ecam). Y en tiempos, qué tiempos aquellos, dio clases en la Escuela de Cine de Ponferrada.
Felipe Vega ha colaborado, como ya señalé, con su amigo Julio Llamazares, quien ha escrito algunos guiones como es el caso del documental que tendremos ocasión de visionar en su totalidad en León, o bien de la película El techo del mundo, con actores como Adolfo Fernández y Roberto Enríquez, descendiente éste último de Fabero e invitado del pasado Festival del Botillo en esta localidad minera del Bierzo Alto, y con actrices como Icíar Bollaín, que se ha convertido en una de las mejores directoras de cine de España, así como la mítica Marisa Paredes, a quien nunca olvidaré, porque un buen día estuvo, a comienzos de los ochenta, y en pleno apogeo de la movida madrileña, en Noceda del Bierzo, en concreto en el Mesón de Las Chanas, y por supuesto en casa de los padres de Doni la de Sicoro y de Pepa la de Primo, porque creo recordar que fue Doni quien la invitó al pueblo-útero de la Sierra de Gistredo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario