Era la primera vez -siempre hay una primera vez- que escuchaba a Alejandra Burgos, y me quedé flipado. Ayer noche, en la sala Tararí de Ponferrada, tuve el privilegio de ver a esta argentina fuera de serie, con la chispa y energía suficientes para hacer amar la musica -y a ella misma- por encima de todo. Alejandra es la Janis Joplin de nuestro tiempo. Sí, es una mujer con una fuerza increíble en el escenario, acompañada de músicos de gran talla.
Alejandra Burgos nos deslumbró con su directo potente y atrevido. Esta argentina, menudita de cuerpo pero "matona" y con carita de niña buena, nos elevó a los cielos musicales. Allí estábamos los habituales, entre otros, el amigo Chente, que se puso también en primera fila para empaparse de ritmos blueseros y countries.
Al final, Alejandra y su banda inerpretaron y versionearon algunas canciones legendarias de los míticos Beatles, incluso de la Creedence Clearwater Revival, y vibramos todos como posesos.
Confieso que se me erizaron los pelitos del alma. Muy buena la piba, che, que se subió a lomos del potro-bajista para cantarnos y cameló al público con su voz poderosa y su mágica puesta en escena. Gran acierto por parte de la sala Tararí y su propietario, Jorge, capaz de darle vida musical a la ciudad de Ponferrada y servir como punto imprescindible de referencia en la noche berciana. Gracias por ofrecernos estos deliciosos momentos y veladas al amor/calor de la música. Y gracias a Vero por su amabilidad a la hora de servir copas y bebidas varias.
Hasta la próxima. Nos vemos en el Tararí.
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