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martes, 25 de octubre de 2022

Like a Rolling Stone, Áurea G. Masid

 

La lectura de este singular y en cierto modo original relato nos hace reflexionar acerca de la enfermedad y la muerte. Y nos muestra la tensión a la que una persona se somete cuando está a punto de que le den unos resultados médicos. La autora, Áurea G. Masid, estructura su relato en función de las diferentes fases que ideara la psiquiatra suiza Kübler-Ross. Y nos sorprende con su cinematográfico fundido a negro.

(Taller de composición de relatos de la Universidad de León, impartido por Manuel Cuenya, publicado por La Nueva Crónica)

 

How does it feel?
How does it feel to be on your own
With no direction home
Like a complete unknown
Like a rolling Stone

(Bob Dylan, Like a rolling Stone)

 

Ángeles Suárez Peña. Nº de petición–7412589. Fecha de petición 22/05/2022. Solicitud: Diagnóstico y tratamiento. Prioridad: Preferente. Informe de interconsulta: CIRUGIA GENERALMotivo de interconsulta: Bultoma en mama izquierda. Se palpa nódulo de 1cm aproximadamente, por debajo del pezón. No adenopatías axilares. Pendiente de resultado de anatomía patológica y escáner. 

Primera fase–negación

Llega a la sala de espera tranquila y segura. Es moderna, delgada. El maquillaje tapa la palidez de su cara. Resuelta. Es enfermera. No se fija en las personas que están sentadas en la sala. No es como ellas. En la mano lleva el informe de interconsulta. Detrás de ella va Mario, un poco agachado. Se sientan en la sala de espera. 

Ella recorre el espacio con la mirada, la sala de espera compartida con las consultas de traumatología y ginecología, separadas apenas por unos paneles bajos. Es como si fuera la primera vez que está allí. Sacude la cabeza. Ha trabajado más de cinco años en el pasillo de al lado, pero nada es igual, ni la luz, ni los sonidos. Es una extraña. Y a la vez es consciente por primera vez de las personas que esperan. Dos parejas y dos mujeres solas comparten espacio en la parte de cirugía de mama. Ella se da cuenta de que la observan. Sus ojos por encima de las mascarillas. Baja la vista.

Saca el móvil, mira la hora, lo desbloquea, y abre Twitter:

Inicio: ¿Qué está pasando?

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@anaisbernal Alerta por intentos de tráfico de mujeres en las fronteras con Ucrania https://lavanguardia.com/internacional/20220314/8121958/alerta-intentos-trafico-mujeres-fronteras-ucrania.html Ya lo advertimos.

@mentxuwiki [Artículo completo] En defensa de las bibliotecas municipales de Vitoria.@vitoriagasteiz anuncia que reducirá horarios. Y debería ser justo lo contrario. Por@IbanZ

@fneirad Antes de que se acabe el mundo, ¿qué tal si vemos por última vez a Sus Satánicas Majestades? Miércoles 1 de junio de 2022. The Rolling Stones en el Wanda. Saquen el rotulador rojo para anotar la fecha en la agenda #THEROLLINGSTONES

Joder, podíamos ir…

@SaludISCIII El viernes, 11 de marzo, se cumplieron dos años de pandemia #COVID19. El #ISCIII ha publicado un informe que repasa su labor desde inicios de 2020 https://bit.ly/3hTPJ6S Documento completo en https://bit.ly/3hShBZf 

Entonces, bloquea el móvil y lo guarda en el bolso.

Segunda fase–ira

Vuelve asacar el móvil. Busca en Google: Mi vida sin mí, película de Isabel Coixet. Cierra el móvil. “Está rodada en Canadá… Recuerdo que la protagonista es Sara Polley, que dirigió Take this waltz, una comedia romántica con Michelle Williams que acaba mal… Pues Filmaffinity le pone un 7.6… A ver que dice Boyero: “Coixet seduce y hace llorar (…) palabras e imágenes se complementan fraternalmente, te meten dentro, te solidarizan con el hermoso ritual de una despedida tan realista como poética, tan lúcida como emotiva”… “¡Vaya! Le gustó. No me lo puedo creer”.

Cierra el móvil y lo guarda. Lo vuelve a sacar. Mira la hora. Lo guarda. Se le cae el bolso. Agacha la cabeza, se la agarra con las dos manos y baja la mirada. Se empieza a marear. Su marido Mario coge su mano fría y la aprieta con dulzura. Ella lo mira, lo suelta. Se enfada, “¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? ¿Por qué no tú? Muérete tú. En caso de duda, yo la viuda”. Y sonríe.

Tercera fase–negociación

Se levanta. Camina con lentitud hacia la ventana. El mundo sigue, sí. El mundo sigue ajeno a ella. El mundo exterior. La gente corre, los coches corren. Los niños corren. Vaga melancolía. Decir, callar, hacer, dejar de hacer. La calima. La guerra.  “Mierda. Me tengo que cuidar más. Que tonta soy. Que tonta soy. Tenía que haberme hecho la mamografía hace tres años”.  Resopla sin querer. “Si salgo de esta tengo que hacerme las revisiones, ir al ginecólogo, y los análisis de sangre oculta en heces, y las citologías, joder. Y el ejercicio, joder. Ir al gimnasio, a pilates. Soy un puto desastre. Otra oportunidad, una solo, por favor, una oportunidad…”.

Cuarta fase–depresión

“Cuánto tardan. Cuánto tardan. Cuánto tardan”. Las demás ya se han ido. Pero ella no ha sido consciente de ello. “Cuánto tardan”. Hace más de media hora que no hay nadie en la consulta. “Están viendo mi escáner”. En ese preciso instante, cierra los ojos. Respira profundamente, se deja caer en el hombro de Mario, y aprieta con fuerza su mano. La enfermera abre la puerta: “Pasad”.

Fundido a negro.

 *Elisabeth Kübler Ross (Zúrich, 1926–Arizona, 2004) fue la psiquiatra que introdujo los cuidados paliativos. Y en su primer libro, Sobre la muerte y los moribundos, de 1969, identificó las etapas del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Estas fases, que afrontan los enfermos terminales, se pueden aplicar a situaciones de la vida como de la muerte de un familiar, un divorcio, la separación de un amigo, un cambio de residencia o al perder el trabajo. Su duración es variable, incluso se pueden dar en un solo día. El proceso es distinto en cada persona, no se pasa necesariamente por todas ellas, ni se hace de una forma lineal, rígida o sucesiva.

 

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