Esas fuentes que cautivaron en su día al poeta y narrador Antonio Merayo, que está presente, junto con otros convidados/convidadas, en el Encuentro literario que celebraremos este viernes, dios mediante, que decía el cura de mi pueblo (él lo escribiría con mayúscula, supongo, me refiero a Dios). Ahora no sé si lo dice el nuevo y joven cura Agustín. Voy tan poco a misa, quiero decir nada, salvo para funerales y entierros de seres queridos. Y gente muy cercana.
Dicho lo cual (que me enredo como una persiana) me apetece hacerme eco (esto quedo algo cursilón) de la revista que editan en la población berciana de Turienzo Castañero, con la que he tenido el placer de colaborar, gracias a su impulsora Rocío Fuentes (Rocy Tury), quien por cierto se larga un texto y aun un poema estupendo en este número de la revista. Rocy siempre está tirando del carro de la cultura en Turienzo, de todas esas magníficas actividades que organizan en esa tierra querida, que es asimismo punto de arranque para trepar al Redondal. Y si uno continúa el camino, puede allegarse a Matavenero, la alcoaldea internacional, un mapa afectivo sobre el que hemos hablado (queda bien el plural mayestático, ¿verdad?) en más de una ocasión.
Vaya aquí el texto que escribiera, ilustrado con algunas fotinas.
Turienzo Castañero o simplemente Turienzo (como se le conoce de un modo
familiar) es pueblo por el que siento un cariño especial, habida cuenta de que
he tenido la ocasión de visitarlo en varias ocasiones.
Liberto con su chifla y tambor. Foto: Club Popular Turienzo |
Y casi siempre por
motivos digamos culturales, lo cual que está muy bien. No recuerdo con exactitud la primera vez que puse los pies en este espacio
afectivo (acaso cuando era un rapacín), pero lo que sí recuerdo es que el Club
Popular de Turienzo me invitó en 2015 a ejercer como mantenedor de su botillo.
Y recientemente a su Filandón (en concreto en el mes de marzo de este mismo
año, sobre el que hablaré más adelante). También recuerdo que en el 2012 proyectamos la película El Filandón, de Chema Sarmiento, en la
casa de la cultura de esta población, que, como su propio nombre indica, hace
referencia a un lugar elevado (de ahí el término Turienzo o Turgentium, en su
ruta hacia el Redondal, desde donde se tienen espléndidas vistas sobre todo del
Bierzo Alto), y Castañero, que nos hace pensar en un sitio poblado por castaños
o castañares (castañales, decimos en la zona).
Liberto |
Cabe destacar que El Filandón
(1984) conserva aún hoy el delicioso aroma de un buen vino del Bierzo. Una
película que congrega en torno a la ermita de la
Campa de Colinas de Martín Moro Toledano a los escritores leoneses Mateo Díez (Los grajos del Sochantre), Pedro
Trapiello (Láncara), Pereira (Las peras de Dios), Merino (El
desertor) y Julio Llamazares (Retrato
de un bañista) para contarnos cinco historias fascinantes, "distintas
para no tener la impresión de repetición, y no tan dispares como para que la
sensación de unidad estilística no se resintiera", según su director,
todas ellas hilvanadas con guiños al espectador, que les dan unidad y
coherencia. Huelga decir que el Bierzo es una comarca abundante en sotos de castañas,
donde este fruto, fundamentalmente hecho al tambor o sobre la chapa de una
cocina de carbón o leña, se me antoja un auténtico manjar. Y los magostos,
llegado el mes de noviembre, son habituales en nuestro querido Bierzo.
Magostos que tan emparentados están, por cierto, con los filandones, pues
en ambos se da una reunión de personas en torno a un fuego, al hogar o el llar, tal vez el fuego sagrado de las
palabras (básicamente en el filandón), pues en el fiandón o hilandera la gente se reunía, después de cenar, a contar
historias, leyendas… de lobos, de aparecidos, de seres del más allá… Puro
Realismo Mágico. Cual si estuviéramos en un cuento del mexicano Rulfo o el
Premio Nobel Gabriel García Márquez (Gabo). Y aun en un relato del escritor
gallego Cunqueiro, a quien podríamos calificar como el inventor del llamado
Realismo Mágico. Tampoco debemos olvidar que el término filandón (en la actualidad Bien de
Interés Cultural) se refiere a filar
o hilar (véase asimismo el magnífico lienzo de Velázquez Las Hilanderas) porque las mujeres se dedicaban a hilar, mientras
hilvanaban asimismo sus cuentos e historias.
Foto; Club Popular de Turienzo |
Filando en Turienzo. Foto: Mari Ángeles Cebrones |
No hay comentarios:
Publicar un comentario