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domingo, 12 de enero de 2025

Granada, con sus aromas y sabores morunos

 


Granada, con sus aromas y sabores morunos, resulta exótica. En realidad, es una ciudad exótica, que engancha nada más que pones los pies en la misma. En todo caso, son muchas ya las veces que he podido visitar esta ciudad. Y nunca me canso de visitarla, al contrario, creo que en cada visita, como en la más reciente de finales de diciembre de 2024, descubro algo que me cautiva para volver a ésta, en tiempos, capital de Al-Ándalus.


Se me antoja por tanto una ciudad mora, la última en ser reconquistada por los Reyes Católicos, que están enterrados en la catedral de la ciudad (en concreto en la Capilla Real), obra cumbre del Renacimiento.

Cabe señalar asimismo que en la céntrica plaza de Isabel la Católica se encuentra una escultura de la Reina Isabel y Colón.

Granada, que es un mapa de las emociones, atrae como un imán. Y, como ya he llegado a escribir, es norte y sur de la península ibérica. Incluso con el frío invernal del norte. No en vano, está situada a los pies de Sierra Nevada.
Siempre se me hace agradable un paseo por esta ciudad de teterías, restaurantes y bazares árabes.
La calle Calderería Nueva, situada en la parte baja del Albaicín, con su aroma a té, artesanía, cuscús, tajine y dulces árabes, hace que uno se sienta directamente en una medina magrebí. Se llamaba Calderería porque en la antigüedad los gremios vendían y reparaban calderas, además de vender objetos de cobre.

Solo por el Albaicín, declarado en los años noventa Patrimonio de la Humanidad por la Unesco como ampliación del conjunto monumental de la Alhambra-Generalife, y el Sacromonte, que es un prolongación del Albaicín, Granada ya merece una visita.
Mirador de San Nicolás


El Albaicín/Albayzín, con sus laberínticas calles, se extiende desde el cerro de San Miguel hasta la calle Elvira, que es una de las calles más animadas de la ciudad, conocida por sus tiendas de artesanía, de ropa, de recuerdos, sus bares de tapas y sus restaurantes. También por su ambiente multicultural, su historia y su patrimonio.

"Granada, calle de Elvira,/ donde viven las manolas,/ las que se van a la Alhambra,/ las tres y las cuatro solas..." (Lorca)


Me encanta nomadear o medinear por el Albaicín y el Sacromonte, tal vez en busca de ese Romancero gitano que compusiera el genio granadino y universal Lorca, que es pura sinestesia y pura musicalidad, como lo es el flamenco de otro grande, también granadino, Enrique Morente, que nació, según reza en un azulejo, en el corazón del Albaicín, en concreto en el número 9 de la Cuesta de San Gregorio.
El barrio del Sacromonte o barrio de los gitanos, cuna del flamenco, es conocido por sus cuevas y sus fiestas, por sus zambras moras, que son el resultado de la evolución de anteriores danzas moriscas (con similitudes con la danza del vientre) y un palo flamenco originario de los gitanos de Granada.
El Sacromonte

Musulmanes, judíos y gitanos comenzaron a poblar este barrio de casas blancas en el siglo XIV escapando del control administrativo.

Lo cierto es que desde que descubriera esta ciudad hace treinta y pico años, me quedé prendado de la misma. Y vuelvo siempre que puedo. Es uno de mis lugares favoritos, al menos de España, o de lo que he podido visitar.

Las vistas a la Alhambra-Generalife, con sus bellos palacios nazaríes, jardines y alcazaba -monumentos situados en lo alto de una colina-, tanto desde el mirador de San Nicolás como desde San Miguel Alto, son fascinantes, ensoñadoras, con el telón de fondo de Sierra Nevada, que me hace recordar al Atlas nevado en invierno desde la ciudad de Marrakech. Y es que Granada tiene cierto parecido con la ciudad roja marroquí, aunque sea un ligero parecido, al menos esta similitud se halla en mi percepción.

Desde el mirador de San Miguel Alto

Desde el mirador de San Miguel Alto, donde se halla la ermita del mismo nombre, se tienen las mejores panorámicas de la ciudad, del Albaicín, de la Alhambra y de Sierra Nevada.

Las huellas árabes también perviven en la Alcaicería, un antiguo zoco árabe de callejuelas. de artesanía y souvenirs, donde se fabricaba y se vendía la seda en la época árabe. Y próximo a la Alcaicería se puede encontrar el corral del carbón, una alhóndiga nazarí construida en el siglo XIV, con su gran patio cuadrado de tres pisos rodeado de habitaciones y una fuente con dos caños en medio, para dar en un inicio alojamiento a los comerciantes, y posteriormente para realizar representaciones teatrales, que se mantiene en la actualidad en muy buen estado de conservación.

Carrera del Darro

Para rematar una visita más o menos breve a Granada, el viajero tiene querencia por la carrera del Darro y el Paseo de los Tristes, llamado así por ser el antiguo camino hacia el cementerio de San José. Un paseo entre la Alhambra y el Albaicín, entre los puentes árabes, bordeando el río Darro, en pleno corazón de esta ciudad renacentista y barroca, pero también liberal (la Granada de la heroína Mariana Pineda, que Lorca consiguió darle una dimensión universal y hacer de ella un modelo de libertad).

De esta ciudad moruna y exótica, como dije al inicio.

1 comentario:

  1. ¡Qué facilidad para poner en la mente del lector lo que vas viendo! Felicidades.

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