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miércoles, 15 de enero de 2025

Sevilla, Cairo español, Babilonia castellana

Me apetece dar cuenta de mi reciente viaje de finales del 24 y principios del 25 a la ciudad de Sevilla.  


Este Cairo español, esta Babilonia castellana, dijo el dramaturgo y novelista sevillano Luis Vélez de Guevara de Sevilla, que fue y sigue siendo una de las grandes ciudades españolas. Dicho sea de paso, disfruté mucho leyendo en su día El diablo cojuelo, una obra del siglo XVII de Vélez de Guevara, que nos habla de las andanzas de este legendario personaje que, junto al personaje del estudiante, nos adentran en el Madrid de esa época, con sus vicios e hipocresías.


El puerto de las Indias -así se le decía a Sevilla-, porque en este puerto se embarcaban pasajeros y mercancías con destino al Nuevo Mundo.
Su floreciente industria editorial, sobre todo en el siglo XVI, su esplendor en el siglo de Oro, con Cervantes viviendo en la misma (Sevilla tiene mucho peso en la vida y la obra del autor de El Quijote, "¡oh, gran Sevilla, Roma triunfante en ánimo y nobleza!", escribió Cervantes en un soneto dedicado a Felipe II), la convirtió en la ciudad más cosmopolita de la época, la más relevante desde el punto de vista económico, porque en esta ciudad se centralizaba todo el comercio americano.
La historia de Sevilla resulta en verdad apasionante. El encanto íntimo de Sevilla está en lo que nos comunica de su pasado, dijo el poeta Rubén Darío.



Me fascina el Guadalquivir a su paso por esta ciudad, este río grande (oued o wadi el Kebir, según los árabes), que tanta vida le procura a la ciudad, este río navegable hasta la desembocadura en el océano Atlántico en un amplio estuario entre Almonte (Huelva) y Sanlúcar de Barrameda (provincia de Cádiz).
Me fascina contemplar el río grande y la Torre del oro, antigua torre de vigilancia, símbolo de la riqueza sevillana, como una estampa de otro tiempo. La Torre del oro fue construida por los almohades en el siglo XIII.
Me fascina contemplar en un mismo plano esta torre, con su tono dorado (se me quedó grabada su imagen siendo un rapacín) y la Giralda, que son genuinos símbolos de esta ciudad.
La Giralda, el emblemático campanario de la catedral de Sevilla, como símbolo de la herencia árabe, construida en el siglo XII como minarete sobre una antigua mezquita almohade, a imagen y semejanza de la Kutubia de Marrakech, y que tanto se parece asimismo a la Torre Hassan de Rabat.

En el siglo XVI, los cristianos añadieron la parte superior renacentista y la convirtieron en el campanario de la catedral. Su veleta, El Giraldillo, representa el triunfo de la fe cristiana.
La Giralda también ha encontrado imitaciones en todo el mundo, como la réplica de Kansas city (Estados Unidos), luego es un símbolo universal.

Prosigo con mi visita por esta ciudad andalusí, que es una fusión de culturas. Y en mi medineo por la misma me topo, por puro azar (que es, según la mecánica cuántica, más importante en nuestras vidas de lo que en un inicio creíamos), con una calle, aledaña a la Alameda de Hércules, con el nombre de Estrellita Castro, que fue, junto con Imperio Argentina, una diva de su tiempo, actriz y cantante famosa, archiconocida no solo en España sino en América, con canciones como Mi jaca o bien Suspiros de España. Y por supuesto con interpretaciones cinematográficas en El barbero de Sevilla, de Benito Perojo, o Rosario la cortijera, que es una película dirigida por el cineasta León Artola, que era originario o descendiente de Noceda del Bierzo, el útero de Gistredo. Qué cosas. En todo caso, León Artola emigró joven con sus padres a Argentina, donde se inició en el cine como actor. Y falleció joven. Con lo cual podría concluirse que a través de la artista sevillana (así se les decía otrora a las actrices y cantantes) Estrellita Castro, siento que Sevilla está algo hermanada con Noceda del Bierzo.

A propósito de la Alameda de Hércules (según la mitología griega Hércules es el fundador de Sevilla), cabe decir que, como su propio nombre indica, es una alameda o jardín público, con sus características columnas romanas coronadas por Hércules y Julio César, situado en el centro histórico de la ciudad hispalense, en el extremo norte de la urbe amurallada.
Se trata de uno de los jardines públicos más antiguos de España y de Europa. La Alameda central de Ciudad de México se inspiró en la Alameda de Hércules.

Velázquez

Aunque me acerqué hasta la Casa natal de Velázquez, en pleno barrio morisco, la encontré cerrada. No obstante, disfruté sabiendo dónde vivió el genio Velázquez en Sevilla.
Siento adoración por su obra. Recuerdo, siendo un niño, aquellos caballos suyos, aquellos personajes para mí de cuento, como el Conde duque de Olivares precisamente a caballo, y sus cuadros como Las meninas, Las hilanderas, La rendición de Breda, los bufones, o El triunfo de Baco.

Parece una casa modesta, construida en el siglo XVI, cuando la ciudad de Hispalis era la locomotora económica y comercial del Imperio Español.

Pintores sevillanos relevantes

Además del genio Velázquez, que cuenta con una estatua en Sevilla, también nacieron en esta capital andaluza Murillo (pintor de motivos religiosos) y Valdés Leal (pintor de la muerte, de los muertos).
Me gusta sobre todo el Murillo pintor de niños comiendo o de mujeres en la ventana o de un joven mendigo.
En cuanto a Valdés Leal, sobrecogen sus lienzos cadavéricos, que pueden verse en el hospital de la Caridad.

En una visita de hace años pude contemplar sus cuadros y me quedé impresionado con el Finis Gloriae Mundi (El fin de las glorias mundanas) y otro titulado In ictu oculi (En el parpadeo de un ojo), que conforman parte de los Jeroglíficos de las postrimerías o cuatro últimas etapas del ser humano: muerte, juicio, infierno y gloria.
En mi deambular por Sevilla estuve delante de la casa museo de Murillo (cerrada, para no variar), que se halla en el barrio de Santa Cruz, antigua judería, uno de los barrios con más encanto de la ciudad, con sus casas y sus patios de flores, con su aroma a jardín, como los jardines de Murillo, que resultan inspiradores.
Todo un placer perderse en este colorido barrio, de estrechas calles, en sus callejones y plazoletas.
Murillo, como Velázquez, también cuenta con una estatua en la ciudad.


Trianeando

Bajo una mañana algo fresca me tocó trianear, que no es trinar, sino pasear por el barrio sevillano de Triana. De repente me llegó la música de ese grupo de rock psicodélico, aderezado por el flamenco, llamado Triana. Un flipe.

No en vano, este barrio, a orillas del Guadalquivir, con el colorido de las casas de la calle Betis como una de las señas de identidad, es conocido por su tradición flamenca (con escultura incluida, antes de comenzar a cruzar el Puente Isabel II o puente de Triana), el tapeo (hoy la mayoría de bares están cerrados por ser festivo), y punto de partida de los cruceros fluviales.
Se cuenta que la famosa expedición de Magallanes y Elcano zarpó de los muelles de Triana.

Esa mañana, decía, trianeé por las calles del popular barrio sevillano, y me topé, en la calle Troya, con una placa en recuerdo a Cervantes y su Rinconete y Cortadillo. Ya había dicho que el autor de las Novelas Ejemplares había residido en Sevilla, incluso estuvo encarcelado en la cárcel Real, en la calle Sierpes, "la peor jaula del mundo", según Cervantes, donde aprendió a buen seguro el lenguaje del hampa y pudo, según algunos, idear su obra magna El Quijote.
Asimismo, pude hacerle una fotica al monumento del torero Juan Belmonte, que se halla en la singular plaza del Altozano, el corazón de este barrio. Y arrojar la vista a su histórico mercado (aledaño a la capilla del Carmen), que lo encontré cerrado por ser festivo ese día. Es lo que tienen los días festivos.

Triana desprende aroma a virgen y a castañas asadas, como las que vende un tipo en la calle San Jacinto. ¿De dónde son las castañas?, le pregunto. De Galicia, responde él. El olor de las castañas asadas me traslada de un modo inevitable al Bierzo. Sin saudade. Al menos por el momento.


Peregrinaje tras las huellas de ilustres e ilustrados sevillanos

Un ilustre e ilustrado sevillano es el poeta y prosista Bécquer, Gustavo Adolfo, autor de las Rimas y leyendas y Cartas desde mi celda.
Un escritor romántico, o más bien posromántico, que murió muy joven, como nuestro Gil y Carrasco.
Bécquer nos muestra una Sevilla brumosa donde tienen cabida las leyendas espectrales como la de Maese Pérez el Organista.

Cuenta con una glorieta en el parque de María Luisa de la ciudad sevillana. Alrededor de un ciprés de los pantanos se sitúa este monumento en mármol blanco y bronce dedicado a este magnífico escritor, acompañado por tres figuras femeninas.
"Todo el mundo siente. Solo a algunos les es dado el guardar, como un tesoro, la memoria viva de lo sentido. Yo creo que estos son los poetas. Es más, creo que únicamente por esto lo son".
La memoria viva de lo sentido como esencia de la poesía.
Al parecer, el monumento a Bécquer fue idea de los hermanos Álvarez Quintero, que costearon el proyecto por medio de su obra teatral La rima eterna, inspirada en una rima del autor de El monte de las ánimas.
En mi próxima visita a Sevilla a ver si me acerco a la casa natal de Bécquer y al Panteón de los sevillanos ilustres, donde está enterrado.

En el entorno del parque de María Luisa aún se conservan algunos edificios de la Expo Iberoamericana de 1929, que fue concebida para hermanar España con Hispanoamérica, Estados Unidos, Portugal y Brasil. Integrada en el parque de María Luisa está la emblemática plaza de España, con su singular canal navegable, que ha servido como escenario cinematográfico en películas como Lawrence de Arabia o La guerra de las galaxias.
Prosigo con figuras ilustres e ilustradas, en este caso con Blanco White, escritor español del siglo XIX que se exilió en 1810 en Londres y que fue acusado de "traidor" por su apoyo a los independentistas americanos.

Blanco White (descendiente por parte de padre de una familia irlandesa), nació en Sevilla en 1775 en el barrio de Santa Cruz, como se indica en una placa.
Blanco White, el gran heterodoxo español, fue denostado en su época, relegado al olvido, porque sus obras no fueron reimpresas desde 1840 hasta 1970, como nos dijera el Premio Cervantes Juan Goytisolo, por cuya obra siento devoción. Y a quien tuve la ocasión de conocer en Marrakech hace años.

Otros ilustres e ilustrados sevillanos son los hermanos Antonio y Manuel Machado, además de Cernuda.
Lástima que no haya encontrado nada sobre el escritor del Siglo de Oro Mateo Alemán, el autor de la novela picaresca El Guzmán de Alfarache, que se me antoja extraordinaria.
Dicho sea de paso, Mateo Alemán falleció en Ciudad de México.

El hombre bueno y buen poeta Antonio Machado -con buenos sentimientos también pueden componerse buenos poemas y versos como Hoy es siempre todavía, toda la vida es ahora. Y ahora, ahora es el momento de cumplir las promesas que nos hicimos. Porque ayer no lo hicimos, porque mañana es tarde. Ahora-, nació en el llamado antiguo monasterio reconvertido en palacio de las Dueñas de Sevilla, como figura en una placa, y aquí pasó su infancia. Con bellos patios y jardines. "Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,/
y un huerto claro donde madura el limonero... Y cuando llegue el día del último viaje,/
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,/
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,/
casi desnudo, como los hijos de la mar".
En esta línea de pensamiento machadiano, de carpe diem, se expresó también el viajero romántico francés Gautier en su Viaje por España, en concreto a Sevilla, cuando dice de la misma que es una ciudad alegre, jocunda... "En Sevilla hay todo el bordoneo y la exuberancia de la vida; un rumor alocado queda suspendido sobre ella durante todo el día, apenas atenuado un poco, al tiempo de dormir la siesta. Sevilla es dichosa", según Gautier.

Quien no ha visto Sevilla,
no ha visto maravilla. 
Por su parte, el hermano Manuel, que también fue buen poeta, nació en la calle San Pedro Mártir, próxima a la plaza de la Magdalena de la ciudad hispalense.
Respecto al poeta Cernuda, que recibió la influencia de las Rimas de su paisano Bécquer y cuyos poemas de amor y deseo son de los más representativos del siglo XX, nació en la calle Acetres. Y curiosamente también falleció, como su paisano Mateo Alemán, en Ciudad de México, ciudad impresionante, donde tuve el gusto de residir en los años noventa.
Por cierto, Cernuda, en su exilio, escribió Ocnos, un libro en prosa poética dedicado a la ciudad de Sevilla, aunque no la nombre. Y en esta ciudad se hizo una de las fotografías más célebres de la Literatura española, en concreto en la calle Rioja, ahí figuran algunos de los mejores poetas de la Generación del 27 como Alberti, Lorca, Guillén, Dámaso Alonso, Gerardo Diego o Bergamín.



Sevilla moderna

Sevilla, con su rica historia y su extraordinario patrimonio (tiene uno de los cascos históricos más grandes de Europa), es una ciudad cuya arquitectura quedó marcada por la modernidad a resultas de la Exposición Universal en 1992, tanto es así que aún es posible encontrar algunos de los pabellones de esta Expo en la isla de la Cartuja, además de dos modernos puentes que cruzan el río Guadalquivir, como el puente del Alamillo, de Calatrava, caracterizado por los tirantes que soportan y estabilizan la estructura, y el puente de la Barqueta.

En la Isla de la Cartuja -en concreto en el antiguo monasterio de La Cartuja-, se halla el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo; el centro cultural Caixaforum, la Torre Schindler de la navegación; la Torre Triana, inspirada en el Castillo Sant’Angelo de Roma; y la Torre Pelli o Torre Sevilla, el rascacielos más alto de Andalucía. Pero sin duda el monumento más sorprendente, al menos para uno, es el Metropol Parasol, una gran retícula compuesta principalmente de madera laminada en forma de parasol sostenida sobre seis pilares, todo un icono de la arquitectura contemporánea en Europa, cuyo autor es el arquitecto alemán Jürgen Mayer, que se inspiró en las bóvedas de la catedral de Sevilla. Se trata de una construcción, en la plaza de la Encarnación, que es un gran mirador con bares y restaurantes, conocida como Las Setas por su perfil fungiforme.

Llama poderosamente la atención del visitante su distribución espacial y la sensación de movimiento ondulatorio.

Museo de Bellas Artes
Aunque se necesita tiempo y paciencia para ver un museo, porque se chuta uno con mucha belleza, a veces difícil de asimilar, me ha gustado visitar el museo de Bellas Artes de Sevilla, que además se alberga en el antiguo convento de la Merced Calzada, del siglo XVIII, un edificio muy chulo, en torno a tres patios y una gran escalera.

Este museo, considerado como uno de los mejores de España, es una gran referencia del barroco sevillano, con pintores como Murillo (en la plaza del Museo se halla una estatua en bronce sobre un pedestal de este pintor, de la que existe una réplica en el museo del Prado), o Zurbarán, entre otros.
La pintura sevillana tiene una gran relevancia, con vistas a Triana, la Torre del Oro o La romería del Rocío, entre otras, aunque también podemos ver cuadros de Goya, El Greco, Ribera o Zuloaga... Y por supuesto el retrato que Valeriano le hizo a su hermano, el poeta Bécquer, que fue el gran motivo para visitar esta pinacoteca.


Me despido de Sevilla, "la ciudad misteriosa e indefinible", según el periodista y escritor sevillano Chaves Nogales, esperando regresar más o menos pronto (hacía tiempo que no visitaba esta ciudad) no sin antes darme un garbeo por la zona del Arenal, donde se halla La Maestranza.

La Maestranza

Aunque uno no sea taurino, ni entendido en la materia -solo sé que no sé nada-, merece la alegría acercarse a La Maestranza, la plaza de toros sevillana, porque este edificio, al menos por fuera, muestra una gran belleza, tanto que ha sido escenario cinematográfico. Aquí han toreado los grandes, entre ellos Curro Romero, leyenda viva, que además cuenta con una escultura. Olé.

Como curiosidad me apetece hacer referencia a una escultura de bronce del divino Mozart, cuya figura apoya uno de sus pies en una silla mientras revisa una partitura y sostiene un violín con la mano derecha. Esta obra se halla cerca del Teatro de la Maestranza.
Gracias al creador del Réquiem, que me parece sublime, el nombre de la ciudad de Sevilla se hizo universal con sus dos óperas, Las bodas de Fígaro y Don Giovanni, que está inspirada en Don Juan Tenorio, de Zorrilla.
En todo caso, cabe recordar que es Tirso de Molina, quien residió en el convento de la Merced de Sevilla (actual Museo de Bellas Artes), el que creó el primer Don Juan en El burlador de Sevilla.
Hasta la próxima.

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