Desde Tirol |
En esta ocasión, me he allegado cual peregrino en busca de santidad al Trentino Alto Adige (noreste de Italia), una región que me ha fascinado por su belleza natural, gracias a la hospitalidad de Álida y Jordi (españoles integrados como genuinos italianos, cicerones con los que he estado en constante aprendizaje, enriqueciéndome, nutriéndome con su sapiencia).
Valle de Tirol |
Con sus castillos y sus monasterios. Como el de Sabiona, que domina el hermoso pueblo-ciudad aduanera de Chiusa o Klausen, surcada por el río Isarco, con sus molinos de agua. Klausen es conocida como "pequeña ciudad de los artistas" porque ha sido fuente de inspiración para muchos artistas románticos (fascinados con los Alpes). Y aun otros anteriores como Durero.
Tirol o Tirolo es también una localidad del Alto Adige, situada en un entorno privilegiado, con sus casas de cuento, donde las esculturas de madera son todo un arte.
Abadía de Sabiona |
Chiusa/Klausen |
Se conoce por el nombre de Trentino porque su capital es Trento (ciudad conocida por su concilio, sobre todo por historiadores y religiosos, aunque Trento tenga algunos otros atractivos) y Alto Adige porque el río Adige, que nace en el Val Venosta, surca esta región, atravesando las ciudades de Trento y Verona (lugar de paso esta vez, aunque hace años tuviera la oportunidad de visitarla, merece la pena acercarse a su teatro romano, su arena y la casa-balcón de Julieta, que inspirara a Shakespeare para componer su Romeo y Julieta). Y desemboca en el mar Adriático.
Lugar de paso, Verona, tanto a la ida como a la vuelta (tampoco quiero olvidarme del singular Poggio Rusco, donde me amaneció, aunque sin el cántico espiritual de algún gallo) porque viajé desde Madrid Barajas al aeropuerto Marconi de Bologna. Y desde ahí me encaminé a Trento, donde me esperaban con los brazos abiertos (con un pelín de retraso sobre el horario previsto) los buenos de Álida y Jordi, para irnos a Lévico Terme, que queda relativamente cerca de Trento. A veintipocos kilómetros.
Lago de Caldonazzo, a orillas de San Cristóforo |
Un sitio idóneo para descansar, para abrazar sus montañas y sus lagos: Levico y Caldonazzo como paisajes de la memoria.
San Cristóforo, a orillas del lago Caldonazzo, es otro bello espacio, donde en tiempos vivieran Álida y Jordi.
Entrañable la visita a su amiga Anna, la sacristana de la iglesia del pueblo, una mujer italiana de 92 años, con la vitalidad de una moza, la sonrisa de la bondad en el rostro y una amabilidad proverbial, que nos invita a un jugo casero, a un jarabe de sambuco (saúco, o sabugueiro, que dicen en mi pueblo del útero), me precisa Álida.
Castillo de Pergine |
Tengo realmente la impresión de estar en casa (algo así ha llegado a ocurrirme en Sicilia, sobre todo en Agrigento, tanto en mi primera visita de los años 93 como hace tres años).
Con el dulce sentimiento de adentrarme en un territorio familiar, donde uno se reconoce en una lengua próxima, en un modo de ser cercano. Y hasta en un aperitivo delicioso acompañado de un pincho de speck, que es como una especie de jamón serrano, típico de esta región trentina.
Dolomitas al fonto, desde Vetriolo |
Treparse a Vetriolo Terme, para atisbar desde las alturas las dolomitas y Levico Terme, es otra experiencia espiritual.
El paisaje se me hace canadiense también. Tanto es así que, según Jordi, la película de El oso, de Annaud (el realizador de En busca del fuego y El nombre de la rosa) llegó a rodarse en parte del Trentino.
Dan ganas de lanzarse a volar. Como unos parapentistas alemanes y holandeses que han viajado al Trentino en busca de aventura y sensaciones fuertes.
Arte Sella |
Tal vez podría asomarme al vacío, dar un paso al frente, dejarme ir, comenzar a volar, como un mirlo blanco, o bien levitar como un santón (de repente se me sube la espiritualidad a la azotea de los pensamientos), deseo flotar, alcanzar el puntito, sentir que uno puede ser aire, llenarse de vida, masticar un trozo de cielo, acariciar el presente, contemplar las montañas, respirar nuevas impresiones, con el sentimiento de estar y ser con uno mismo, en armonía con la naturaleza, esplendorosa, echar la vista abajo: Levico Terme como morada.
Castillo de Pergine |
Como el castillo de Pergine, donde aún puede verse, echándole imaginación, a la dama blanca. ¿Verdad, Alida? Tal vez la donna invisibile. Como se puede ver en el bosque de Arte Sella: www.artesella.it
La donna invisibile. Arte Sella |
Un lugar que sorprende por su belleza artística, el arte integrado en la naturaleza, en fusión con la misma, con el emblema de una catedral vegetal (que sirve como escenario para conciertos), y aun con otros monumentos artístico-naturales, como unas lámparas, etc. Se halla en el Val di Sella, en Borgo Valsugana.
Todo esto me hace recordar asimismo el bosco verticale de Milano, aunque en este caso se integra la naturaleza, lo arbóreo en lo urbano (con unos rascacielos vegetales).
Algo que tuve la oportunidad de visitar el pasado verano.
Próxima parada: Trento.
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