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martes, 9 de julio de 2019

A Víctor Ruisánchez Ossorio

Hoy, querido Víctor, es un día triste. 
En cuanto me enteré de la muerte de tu hermano, al que te sentías muy ligado (no sólo porque fuera tu hermano, sino porque tú tienes una sensibilidad especial), me dio bajón. 
La muerte de alguien cercano me afecta siempre. Y en este caso, aunque no conocía a tu hermano, te conozco a ti. 
Me lo contaste, cómo tuviste que ir al hospital donde estaba tu hermano para darle parte de ti, de tu esencia. Y aún así no fue suficiente. Hiciste lo que estuvo en tu mano. Eso debería dejarte en paz. 
Víctor, foto tomada de su facebook

Lamentablemente, la suerte no se puso de su parte. Y ya sabemos que, cuando la parca nos toca, no hay remedio. 
Estamos todos y todas en el mismo barco, aunque haya quienes se creen inmortales, en la misma barca a la deriva (no quiero ser pesimista, tan sólo realista, no nos hagamos los güeyes, que dicen en México lindo y chingado). 
No nos hagamos los guajes (en el sentido también mexica) porque la realidad es la que es. 
No obstante, quiero, deseo mandarte todo mi ánimo, darte todo mi apoyo, porque también uno sabe lo que es perder a un ser querido. Y se requiere de mucho ánimo, de mucha energía, de mucho afecto, para sobrellevar este duro golpe por el espinoso camino de la pérdida. 
Te conozco desde hace relativamente poco tiempo. Pero he sentido tus buenas vibraciones desde el inicio, y encima eres persona aplicada, educado, con buen temple, con ganas de aprender, con sensibilidad (ya lo dije), con sensibilidad artística, pues eres gran contador de historias, músico (hace nada estuviste en la Bretaña francesa, feliz se te ve en la foto), educador infantil (grandísima labor la tuya) y excelente fotógrafo. 
Tus fotos en blanco y negro de nuestro Bierzo rural (alguna te he visto de mi pueblo de Noceda), como ya te he dicho en alguna ocasión, me hacen recordar al genio Rulfo, que lo fuera no sólo de la imagen sino de la palabra escrita. Y tú también eres polivalente. Y genial. 
Además de conocerte a ti, conozco a tu madre Claudina (alumna que es de la Universidad de la Experiencia), por quien también siento cariño. Y sé que para una madre el fallecimiento de un hijo es un plato muy amargo, un dolor inmenso. Por eso, deseo darle un gran abrazo a tu madre. A tu padre (al que no conozco). A tu familia. Y deciros que lo siento muchísimo. Que me siento unido a vosotros en estos momentos en los que ni las buenas palabras logran consolarnos. 
Hoy, querido Víctor, querida Claudina, es un día triste. 
Lo siento en el alma. 

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