Vistas de página en total

jueves, 16 de julio de 2020

León, Asturias y Cantabria: tierras hermanas

León, Asturias y Cantabria son las joyas de la Corona, del Reino Mayor, me atrevería a decir (qué reivindicativo y chovinista me ha quedado esto, sobre todo en estos tiempos convulsos, revueltos). 
Estas tres comunidades/provincias podrían conformar un único territorio (uno y trino a la vez. Qué espiritual). 
Valle de Liébana-Cantabria

León, Asturias y Cantabria se abrazan fraternalmente en sus lindes, en esas fronteras que no son tales, porque no dejan de ser inventos humanos, caprichosos. Y las fronteras como tales no me entusiasman. Y mucho menos las que a menudo nos ponemos nosotros, que sin duda son las peores. 
En el recorrido por las tres provincias uno tiene la impresión de estar en la misma tierra. Con paisajes similares, una gastronomía parecida, y aun un modo de sentir y vivir parecido. Aunque luego pudiéramos matizar todo esto. Y sacarle punta y brillo a lo que deseemos. 

León, Asturias y Cantabria se tocan, se acarician como novias enamoradas o amantes en esos Picos de Europa comunes, que las convierten en un único y sensacional paisaje. Los Picos nos unen y nos atrapan en su monumental naturaleza. 
En el recorrido por estas tres tierras hermanas uno acaba perdiendo la noción del espacio (acaso también del tiempo) y no sabe en verdad si está en una u otra provincia (en una u otra comunidad), salvo que algún cartel lo indique. Curiosamente, la población de Panes aparece indicada por donde quiera que se vaya. 
En este reciente viaje a las tres provincias/comunidades (siempre en entrañable compañía) las grandes montañas me arropan. Y el verdor pone color de esperanza a mi mirada, que se queda sobrecogida ante tamaña belleza. 
Los Picos se elevan colosales como queriendo tocar el cielo. 

Los puertos de montaña, los desfiladeros (espectaculares tanto el de la Hermida como el de los Beyos), los hórreos, los ríos (el Cares, que nace en Posada de Valdeón, y el Sella, que brota de la Fuente del Infierno, en Oseja de Sajambre) me acompañan a lo largo de esta senda que se vuelve por instantes camino vital hacia un mundo familiar, acogedor, y a la vez fantástico, porque de repente es como si uno se hubiera adentrado en otras tierras, tal vez en los Alpes o en las dolomitas, que tanto tendemos a idealizar, cuando en verdad nosotros contamos con estas maravillas. 
No es la primera vez que viajo por estas provincias, por supuesto (y espero que no sea la última), pero sí tengo la impresión de que fuera la primera vez, con una mirada de asombro, con un sentir entrañado, que me emociona. 
Riaño

Riaño
La llegada a Riaño, después de recorrer unos cien kilómetros desde la ciudad de León, se me antoja fascinante. Con ese embalse que le procura una sin par belleza. 
Siento que en su día los vecinos de Riaño tuvieran que abandonar, con dolor de corazón, con pena en el alma, su terruño, para que se hiciera el embalse. Lo siento de veras. Siento que a uno lo arranquen de su tierra, así, a las bravas. Algo terrible. Y siento que el viejo Riaño quedara arrasado por las aguas. Pero el entorno ahora, con ese lago artificial, muestra un gran encanto. Como si de repente uno se hubiera trasladado a otra tierra. 
Riaño, situado en la confluencia de ríos como el Esla y Yuso, es la antesala de Picos y la puerta de entrada a esa Asturias verde de montes y negra de minerales y también a esa Cantabria infinita que se funde en un abrazo de ternura con León.  

Nos fundimos y confundimos. 
Puerto de San Glorio con vistas a Cantabria
La llegada al alto del Puerto de San Glorio, después de atravesar las poblaciones de la Reina: ...Espejos de la Reina, Portilla de la Reina... (ya hice referencia al inicio a la joya de la Corona) resulta una bendición para los sentidos. Al visitante, al viajero se le abre una panorámica en cuatro o cinco dimensiones (si tal pudiera decirse). Una visión estereoscópica del grandioso valle de Liébana donde todo adquiere aromas y colores de ensoñación (nubes incluidas). Dan ganas de lanzarse al vacío en espera, eso sí, de elevarse acaso como un buitre leonado, de sobrevolar ese espacio que me late sublime. 
Corzo en Mirador de San Glorio

El concepto de sublime le va como anillo al dedo. 
El monumento al corzín nos da la bienvenida. Estamos en medio de una Naturaleza esplendorosa. Y al fondo nos espera Potes, que es como una aldea de cuento. 
Continuaremos en el camino. Porque en el viaje lo importante no es el destino en sí mismo sino todo el recorrido, realizado sin prisas, contemplando cada tramo, cada trazo, cada estampa, cada imagen como algo único e irrepetible.  
Viajar es sin lugar a dudas la mejor universidad para familiarizarse con la geografía, la historia, la antropología... Y tantas materias, tan necesarias para poder seguir viviendo. 

4 comentarios:

  1. Paraísos cercanos, que no siempre valoramos como merecen.!

    ResponderEliminar
  2. Una ruta de ensueño por esos parajes entre rios, valles, montañas, puertos y picos rocosos con pueblos con una gastronomía ancestral mimada por sus gentes, y unas praderas y arboledas autóctonas llenas de fauna y animales salvajes y tantas maravillas como bien dices, Manuel. Una verdadera joya de la naturaleza de nuestro pais.

    ResponderEliminar
  3. Una propuesta muy interesante pero, si la descubren nuestros "padres de la patria", serás excomulgado de inmediato.

    ResponderEliminar
  4. Es verdad: viajar es la mejor universidad y si el viaje es por la naturaleza es un viaje sublime.Gracias por trasmitirnos emociones, las de los ojos y las del alma.

    ResponderEliminar