(Umbral, Ramón y las vanguardias)
Siento admiración por la figura y la obra de Ramón Gómez de la Serna, don Ramón, el greguerístico, el humorístico (reconocido incluso por la Academia Francesa del humor) a quien gustaba dar charlas, que eran auténticos espectáculos, sentado en un trapecio o trepado a un elefante en el circo, a él que le apasionaba el circo.
Es un escritor al que me hubiera gustado conocerlo, charlar con él, pero murió antes de que me nacieran. Y nació, todo sea dicho, a principios de julio, tal día como ayer, según nos consta en su biografía.
Leer y aun releer a don Ramón es divertido y a la vez instructivo, cosa que no ocurre con tantos escritores o llamados escritores, que resultan soporíferos.
Además, Gómez de la Serna era breve e intenso, porque lo bueno si breve dos veces bueno (Gracián), él que nos legó una extensa obra, porque era, aparte de buen escritor, en toda la amplitud del término, muy prolífico. Y hasta podríamos decir que se anticipa, él que también era un vanguardista, un adelantado a su tiempo, a lo que ahora llamamos twits o tweets.
Un excelente twittero o twitter sería hoy en día don Ramón.
Escribió miles de greguerías (más de diez mil, se dice), algarabías, griterías impregnadas de metáforas y humor.
Como esta que dice: "Carterista: caballero de la mano en el pecho... de otro". O bien esta otra: "La B es el ama de cría del alfabeto". Y aun estas: "El termómetro es la pluma estilográfica de la fiebre", "La morcilla es un chorizo lúgubre", "El 8 es el reloj de arena de los números"...
"Greguería es el griterío de los cerditos cuando van detrás de su mamá". Lo que gritan las cosas y los seres desde su inconsciencia.
Las greguerías son cabriolas irónicas, sutiles y divertidas provocadas por cualquier detalle insignificante. Son asimismo imágenes líricas, fotos sin trucaje, instantáneas fundamentadas en asociaciones ingeniosas de ideas, que a veces nos remite a una metáfora y otras a un concepto, asociaciones visuales de imágenes, asociaciones libres de conceptos. Y ahí es donde entra en escena el surrealismo.
Las greguerías son disparadas, humorísticas, que expresan de forma aguda pensamientos filosóficos y/o líricos, frente a los aforismos (léase al genial Karl Kraus, Contra periodistas y otros contras, por ejemplo), que resultan enfáticos y dictaminadores.
Lhardy |
Las greguerías están emparentadas con otros microgéneros como los haikus, que son rocíos de greguería, según don Ramón. Y también están emparentadas con los membretes de Oliverio Girondo: "La arquitectura árabe consiguió proporcionarle a la luz, la dulzura y la voluptuosidad que adquiere la luz, en una boca entreabierta de mujer".
Muchas de ellas escritas en cafés, que a Ramón le entusiasmaban las cafeterías o botillerías de la época, como los madrileños Lhardy (aún en pie a fecha actual) o el café Pombo, que se hallaba en el número 4 de la céntrica calle Carretas, que va a desembocar a la Puerta del Sol. Dicho sea de paso, me encanta pasear por esta y otras calles de ese Madrid histórico, con tanta solera y espíritu literario. Su amigo el escritor y pintor Gutiérrez-Solana lo llegaría a inmortalizar en una de aquellas tertulias del café Pombo.
Greguerías ingeniosas, chistosísimas, prestosísimas, tras las cuales se esconde un pensamiento profundo, un fino análisis de la realidad, del hombre/mujer y las cosas. Las palabras y las cosas. Por citar asimismo el filósofo Faucault.
tertulia del café Pombo |
Greguerías que escribió a lo largo de su vida con la inspiración/transpiración de su propio yo y el amadrinamiento (al menos en París) de la todoterreno almeriense Carmen de Burgos, que fuera su mujer/amante durante algún periodo de su vida. Aunque alguna vez he hecho referencia a Carmen de Burgos (Colombine), quiero reseñar que está considerada como la primera periodista profesional en España así como la primera corresponsal de guerra. Casi nada. Y una defensora de las mujeres, aunque no le gustara nada el término feminismo.
Puñal de claveles es quizá una de sus novelas más conocidas, acerca de un crimen cometido en Níjar, que le sirvió de inspiración al genio Lorca para componer sus Bodas de sangre.
Reconoce el propio Ramón que, aun siendo el inventor o re-descubridor de las greguerías como tales, éstas tienen antecedentes en autores varios: Shakespeare, Quevedo, Góngora, Víctor Hugo, entre otros. Incluso antecedentes en el refranero o saber popular. Como este que dice: "Si la gallina supiera lo que es una tortilla, no dejaría ni un huevo sano". O bien esta sentencia que promulgara un vecino del útero: "Si supiera el día en que iba a morir, invertiría todo el capital en cristales, y cuando fuera a estirar la pata, le pegaba una patada para romperlos todos, que no quedara uno vivo" (Él lo decía con acento asturleonés).
También encontramos greguerías en algunos versos de escritores como Lorca: "la luna tiene un sueño de grandes abanicos", Gerardo Diego: "La guitarra es un pozo con viento en vez de agua", Apollinaire: "Los recuerdos son cuernos de caza, cuyos sonidos mueren en el viento", Huidobro: "los ascensores suben como el mercurio de los termómetros", Jardiel Poncela: "Suicidarse en subirse en marcha en un coche fúnebre", o el inolvidable José Luis Coll con su desternillante Diccionario: "Verborrea: enfermedad venérea de la elocuencia" o "Zueco: Andaluz nacido en Suecia". Por poner sólo un par de ejemplos.
Greguerías también tienen su equivalente en las Criailleries francesas y las Schiamazzi italianas.
Recuerdo con devoción un libro de Ramón dedicado a la capital española, su lugar de nacimiento, titulado Nostalgias de Madrid, que está lleno de fascinantes observaciones y reflexiones acerca de los madriles. Es como la continuación de su monumental Automoribundia, sus memorias, que también leí con deleite (me gusta este término, de la leche, aunque en este caso resulte cacofónico o así, leí con deleite). No en vano, don Ramón fue cronista de Madrid y el primer hipster del barrio madrileño de Malasaña, según algunos.
Porque don Ramón no se agota en sus memorias ni en sus greguerías, aun siendo estas sustanciosas, enjundiosas, sino que también escribió algunos ensayos como Ensayo sobre lo cursi, que reeditara el bueno de José Luis Moreno-Ruiz en su editorial Moreno-Ávila, o bien Senos, que le serviría de inspiración a Juan Manuel de Prada para escribir Coños (cuando aún era posible leer a de Prada).
También el surrealista Ramón escribió libros inolvidables como El rastro, dedicado al zoco madrileño, El circo, Gollerías o Cinelandia, que es una crónica novela sobre el cine de Hollywood, entre otros muchos.
Tal era su devoción por el cine que hasta llegó a escribir un guión El mundo por diez céntimos, que el genial cineasta de Calanda, don Luis Buñuel, estuvo a punto de filmar.
La influencia de Gómez de la Serna en Buñuel es decisiva.
Esto cuenta Buñuel: "Durante los años que pasé en la Residencia, Gómez de la Serna era un gran personaje, acaso la figura más famosa de las letras españolas. Era autor de numerosas obras y escribía en todas las revistas.
Todos los sábados, de nueve de la noche a una de la madrugada, Gómez de la Serna reunía a su cenáculo en el Café Pombo, a dos pasos de la Puerta del Sol. Yo no faltaba a ninguna de aquellas reuniones, en las que encontraba a la mayoría de mis amigos y a otros".
Es sin duda Ramón Gómez de la Serna (de la Sorna) uno de nuestros grandes humoristas y pensadores. Del que pocos parecen acordarse. Y hasta creo que se estudia poco y mal en institutos y universidades. Así que deberíamos volver a él y a la lectura de su obra. Olvidaba decir que el propio Ramón dedicó algunos ensayos a escritores como Azorín o Valle Inclán (adoración que siento por este fenómeno). Y por supuesto me quedo con el ensayo que le dedica el siempre brillante Umbral a Gómez de la Serna titulado Ramón y las vanguardias, que acostumbro a utilizar como manual cuando me da por impartir alguna clase sobre este grandísimo autor que fuera y sigue siendo Don Ramón, el cual tuvo, por lo demás, la ocasión de viajar por el mundo: París (que le dejó huella), Nápoles (otra de sus residencias), Lisboa, Londres... O Buenos Aires, donde acabaría exiliándose. file:///C:/Users/Propietario/Downloads/Ramon%20y%20las%20vanguardias.pdf
Me contaba el gran Bergara Leumman (ya fallecido) en mi primer y único viaje hasta ahora a Buenos Aires que daba gusto ver a Gómez de la Serna pasear con su esposa Luisa (Luisita) Sofovich por las calles de la ciudad porteña.
"Eran los suyos unos paseos rituales, amorosos, inspiradores... España tiene aún muchas deudas pendientes con la musa de Gómez de la Serna”, llegó a decirme el polifacético Leumman con tristeza.
Por cierto, Leumman, el creador de La botica del Ángel, amerita de un texto. http://boticadelangel.usal.edu.ar/
Mientras, seguiremos tras las huellas de Gómez de la Serna. Con ganas de acercarme al cementerio de San Justo, donde está enterrado junto a Larra (otro escritor por quien siento devoción).
No hay comentarios:
Publicar un comentario