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jueves, 9 de diciembre de 2021

Asturies, qué guapina yes

Asturies, qué guapina yes, leo en algún lugar. Sí, Asturies es como una matria verde de montes y negra de minerales, según reza esa canción maravillosa, que se ha convertido para mí en todo un himno, cantada por el bueno y grande de Víctor Manuel. 

Desde Torazo

Asturies o Asturias es un sitio bello por todos los poros de su alma, tanto por mar como por tierra. Y supongo que también por aire, la región más transparente, como nos dijera el escritor Carlos Fuentes acerca de México, ese país que me sigue fascinando con su paisaje y también con su paisanaje (por ahí anda la cirujana Elda, entre otros cuates y cuatas).  A este respecto, recuerdo que pude conversar, aunque fuera brevemente, con Carlos Fuentes, precisamente en Oviedo, en el legendario hotel Reconquista. 

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Estando en las Asturies patria querida no puede faltar una visita a Oviedo, ciudad que me acogiera como estudiante universitario a mediados de los ochenta.
Ría de Villaviciosa

La Vetusta de Clarín me sigue abrazando con su orvallo/orbayu. Como si fuera la primera vez.
El viajero siempre agradece darse una vuelta por el antiguo recordando viejos tiempos, aunque sea bajo la lluvia. Y por supuesto agradezco tomar unas viandas y una sidra en casa Ramón en el Fontán.

Es Oviedo, la Vetusta de Clarín, ciudad a la que regreso encantado. No en vano, me pasé allí algunos de mis mejores años de mocedad. Juventud, divino tesoro. 

Asturies, qué guapina yes o ye, que lo del yes suena harto anglosajón. Entonada por una gaita y bebida de un solo trago como si fuera un culín de sidra, ese elixir de la vida, que te hace religarte con todo el universo en expansión, mientras contemplas tu Vía Láctea. 

Espinaredo

O algo tal que así. Pareciera que me hubiera tomado ya una caja de sidrinas. Yo te invoco y evoco, Asturias del alma, aunque no sea tu hijo de sangre, o quizá sí, porque el útero de Gistredo es asturleonés. Y mi apellido, Cuenya, es una de tus aldeas, allá en el concejo de Nava. 

Nava y Piloña se dan la mano, quedándoseme clavado en las entrañas la aldea de Espinaredo (Espinareú), que también tiene su homónimo en el Bierzo, bueno en este caso es Espinareda, donde vive el intrépido Yuma, que conoce los Ancares como nadie. 

Espinaredo

Hace unas semanas, nomás, tuve la ocasión de acercarme a Espinaredo. Cabe señalar que tuve la ocasión y también las ganas, el interés, si es que uno sigue sintiendo, como un rapacín, curiosidad por conocer, por descubrir, por explorar. Y ahí que me allegué, con la mirada asombrada, dispuesto a saborear el entorno, empaparme de estímulos, impregnarme con los colores de un todavía otoño radiante. Espinaredo se me mostró como una aparición, acaso divina, con sus hórreos y paneras en medio de un paisaje ensoñador, que me hizo seguir viajando, en este caso, hasta el corazón del Atlas, pues me dio la impresión, paseando por Espinaredo, de haber llegado al mismo tiempo al Valle del Ourika, con su río, que me susurró una nana ancestral. Una vuelta al origen. La vuelta al día en ochenta mundos. 

La belleza de un lugar como Espinaredo, en el Oriente astur, poblado de hórreos y paneras en este otoño luminoso.
Espinaredo
Me ha encantado visitar por primera vez esta aldea esta mañana de sábado.
Me ha recordado el valle de Ourika.

Espinaredo me cautivó. Y tengo ganas de volver en primavera, incluso en verano, para seguir disfrutando de un entorno tan prístino y amable, tan bello y luminoso, calzado con las galochas o madreñas de lo artesanal. Aunque parezca alejado del mundanal ruido, Espinaredo está situado a pocos kilómetros de Infiesto (quien hace un ciesto, perdón cesto, hace ciento).
Espinaredo

Por cierto, un paisano de Noceda, conocido bajo el sobrenombre de El Guerro, es todo un maestro cestero. De repente, se me ha vuelto a ir el santo a los altares con esto de los cestos. Lo siento. Regreso al punto de partida. 
Infiesto, que es capital del concejo de Piloña, tiene también su interés, sobre todo porque aparece surcado por su río, que da nombre al concejo. Y los ríos son pura vida. Ahora recuerdo que a Raquel (Raquelina), que es oriunda astur, le entusiasma Infiesto porque en este pueblo llegó a vivir su padre.
Infiesto

Y eso, cuando uno mantiene una relación paterno filiar de profundo amor, acaba llevándose en las venas. 
El viaje discurre por la o las Asturies profundas, adentrándose en Torazo (Torazu), que ya pertenece al concejo de Cabranes. Torazo, que fuera declarado pueblo ejemplar del Principado y uno de los más bonitos de España, que es mucho decir.
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Otra aldea astur que cautiva al visitante es Torazo o Torazu, un genuino mirador a esos paisajes que ya son memoria afectiva.

Torazo, también poblado de hórreos y paneras, como Espinaredo, es sobre todo un excelente mirador al mundo. A esos paisajes de verde esmeralda y verde esperanza.

Torazo

Con los picos de Europa al fondo. Qué estos acaban hipnotizando al viajero. Recuerdo como si fuera hoy mismo la subida bestial, por una vereda de cabras, a la aldea de Bulnes, bajo un sol castigador. Y luego el Urriellu, el Naranjo, majestuoso como un Gigante. 

Decía que Asturias es un sitio bello tanto por mar como por tierra. Y ya va siendo hora de aproximarse al mar, a la costa cantábrica, en este caso a la playa de Rodiles y también a la ría de Villaviciosa, que es una prolongación natural. 

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Sol y Mar en esta Asturias que rebosa belleza por todos los poros de sus entrañas.
Rodiles

Luz y verdor en esta playa de Rodiles que se extiende a través de la ría de Villaviciosa como un sueño.
Sol y Mar en este tiempo de reflexión.
Con un otoño que acaricia el alma.

Confieso que mi anterior visita a Villaviciosa, el pasado verano, se me quedó escasa. Y no logré adentrarme en sus esencias. La verdad, es que fue una visita casi relámpago. Y cada sitio amerita de su tiempo. 

Ría de Villaviciosa

En cambio, en esta ocasión pude disfrutar no sólo de la playa cuasi salvaje de Rodiles sino de la ría, con su luz de otoño. Al otro lado, está Tazones, que me encandiló la primera vez que puse los pies en este sitio. Pero que en los últimos tiempos parece un barracón de feria atestado de turistas en busca de zampa. Es lo que tienen estos lugares tan masificados, que acaban perdiendo su ser originario, su sacralidad. 

Xixón

En un viaje a la Madre Asturias no puede faltar la visita de Xixón, aunque sólo sea para recorrer la bahía, con esa luz como surreal de una tarde de otoño. Y darse una vueltica por el colorido barrio de Cimadevilla y la plaza Mayor. 

Entre la ensoñación y una realidad evanescente, las olas impregnan con su sabor a salitre y su aroma a alga marina.

Si te tomas un cóctel en el Varsovia ya podría ser el sumun, "en el Varsovia se cumplen los sueños líquidos", dijo alguien. Así que cumplamos nuestros sueños líquidos. Y tal vez otros muchos sueños. Sigamos soñando. También con un mundo más igualitario, más libre y más fraterno. 

Xixón

Y tampoco puede faltar la visita de Oviedo, que es como la ciudad de uno. Y pasear por el antiguo en busca tal vez de algunos recuerdos, que no suvenires. Tomarse alguna fotica con la Regenta Anita Ozores, que es todo una institución, mirando hacia la catedral mientras uno parece escuchar los ronquidos de una ciudad durmiendo la siesta después de meterse entre pecho y espalda una fabadona y un cachopo relleno de cecina de León. 

En esta visita -qué buena idea la de cruzar la calle Asturias, donde permaneciera alojado durante mi primer año como estudiante universitario en aquella pensión que era en verdad una jaula de tarados- los panes y los paces, por así decirlo, los tomé en Casa Ramón, en el Fontán.

El Fontán
También en este lugar emblemático, aunque creo que en el restaurante enfrente a casa Ramón, comimos o tomamos algo en nuestra misión (digo nuestra porque íbamos unos pocos de la entonces Escuela de Cine de Ponferrada, aparte del otrora alcalde de la capital del Bierzo) para ver y saludar al fenómeno Woody Allen, cuando recibiera el Premio Príncipe de Asturias a las Artes. 

Y por primera vez degusté unas deliciosas moscovitas, que no conocía, en la confitería Rialto, casi enfrente de la antigua facultad de Derecho. Gracias, Raque, por esto y por adentrarme en tu tierra astur. 

Palomar-Pola de Siero

También fue mi primera vez en visitar Pola de Siero, a pesar de su cercanía con Xixón. Siempre hay una primera vez. O al menos puede haberla. Me gustaron sus sidrerías, sus chigres. El caldo de marisco está de rechupete. Y el bocarte, idem de lienzo. 

Hasta la tierra de la sidra me he allegado.
Pola de Siero sorprende por sus sidrerías y sus escanciadores.
También por su Palomar.
La sidra es una bebida divina, que te hace entrar en contacto con otras dimensiones.
Buen descanso a los navegantes de mar abierto y tierra adentro.
Asturias patria querida sigue siendo mi casa. Mi casa. Como E.T.

Pola es matria y patria de la sidra y del escancie a la antigua usanza. También me llamó la atención su palomar y el mercado de abastos y la colorida y animada plaza de Les Campes, con sus chigres y sidrerías y terrazas. Y el monumento al Carmín, dedicado a los danzarines ataviados con sus trajes regionales.  

Plaza de Les Campes-Pola de Siero

Me encantó conversar con la chica y el padre de una tienda delicatessen, tan campechanos que pareciera que nos conociéramos de toda la vida, hablando ellos en su bable, que a uno se le antoja tan familiar (en mi pueblo se hablaba así hace cuarenta años). 

Quizá no repararon (no se lo dije, claro está) en que yo también soy astur y hablo en asturleonés. 

El viaje de regreso al Bierzo, por el Huerna, y cruzando posteriormente Luna, Babia y Laciana, fue hermoso. Y ameritan de algunos viajes. 

¡Puxa Asturies! Volveremos a degustarte, toda tú. 

 

4 comentarios:

  1. Que honor que te acuerdes de mi Manuel, me hiciste imaginarme en Asturias y sus pueblos, ojalá algún día los pueda ver y disfrutar, tiempo nos falta, biquiños Manuel!

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  2. Gracias por vuestros comentarios. Qué honor para mí, Elda, conocerte. Y que hayas podido trasladarde desde México a las Asturies. Los disfrutarás, los disfrutaremos. Biquiños.

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  3. Se puede decir más alto o se puede alargar el texto o, quizá, se puedan agregar imágenes en movimiento, pero lo que no cabe duda es que estas líneas sobre Asturies son dignas de figurar en algún capítulo de una enciclopedia sobre el antiguo reino astur.

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