A propósito de un texto que escribiera en este mismo blog titulado El virus del estado de alerta (alarma, en realidad), en el que hacía referencia a El ángel exterminador de Buñuel (película que deberíamos re-visionar para entender cómo nos comportamos los humanos en un encierro), alguien me habló (me dejó un comentario, para ser más exacto) acerca de El huevo de la serpiente, de Bergman, película que viera hace años.
Pues todo Bergman me fascina y me ayuda a entender la condición humana. Ver películas del maestro sueco es como adentrarse en el psicoanálisis, la psicología, en la mente humana, en definitiva. Y en este caso el cine no sólo es arte, sino ciencia humana, como apuntara el filósofo Pablo Huerga en su magnífico ensayo La ventana indiscreta, una poética materialista del cine.
https://www.lanuevacronica.com/la-ventana-indiscreta-de-pablo-huerga
https://cuenya.blogspot.com/2016/02/la-ventana-indiscreta-de-pablo-huerga.html
El huevo de la serpiente es sí, además de un buen título fílmico, una película que nos invita a reflexionar sobre el miedo generalizado (también he escrito recientemente sobre el miedo) y la depresión social y económica que estamos viviendo en estos momentos convulsos, con un virus castigador, que ha quebrado literalmente nuestro sistema (ahora, más que nunca, nos damos cuenta de la importancia de la salud, la física y la psíquica, que son toda una. Y de que nuestra sanidad, aun siendo buena, que lo es sin duda, tiene muchas carencias, porque no se ha invertido lo suficiente en la misma).
Ahora, más que nunca, nos damos cuenta de tantas cosas, en las que quizá no habíamos reparado. O sí lo habíamos hecho, pero nunca imaginamos, ni en el peor de los escenarios, que nos ocurriría lo que nos está ocurriendo. ¡Y lo que te rondaré, morena! Porque este es sólo el inicio de una depresión en toda regla o des-regla. No nos auto-engañemos ni engañemos a nuestros congéneres.
8Otro asunto es que intentemos sobrellevarlo del mejor modo posible. Qué procuremos estar activos, con ánimo, para afrontar lo que tenemos encima. Qué no es moco de pavo. Ni de pava.
El miedo generalizado, la incertidumbre, la depresión social y económica que estamos viviendo podrían ser semillas fatales de cara a un futuro inmediato (no quiero ser agorero, ni tengo dotes de adivino, pero esa es la realidad. Y lo que nos cuenta la historia. Y por supuesto la película de Bergman). Así que pongamos cordura, en la medida en que podamos y nos permita nuestra razón. Busquemos cierto equilibro en momentos tan duros (sobre todo para quienes están sufriendo el virus en sus carnes y quienes luchan cada día, cada minuto, cada segundo, contra el mismo) porque en el justo medio, en el equilibro, residen nuestras acertadas decisiones, nuestro certero discurrir por las sendas de esta vida.
Lograremos salir de esta pandemia, tomando las medidas adecuadas, siendo sensatos, aplicando, por tanto, nuestra razón, qué difícil, lo sé, porque, antes que seres racionales, somos seres emocionales, incluso seres irracionales. Y ahí nos perdemos. Aunque también es cierto que nuestro gran arte a menudo parte del mundo del subconsciente, del mundo onírico, que entronca directamente con lo irracional. O al menos lo sub-racional, si tal puede decirse.
El huevo de la serpiente es, por lo demás, un título que hace referencia a esta situación, o mejor dicho, a cómo se generó esta catástrofe, que ha puesto en cuarentena a todo el Planeta.
La cuarentena, ay, es un libro del gran Juan Goytisolo, que he vuelto a releer con ganas en busca tal vez de esa inspiración que procuran los libros originales como es éste, como es toda esa literatura que nos legara el autor de Makbara, entre otros muchos.
El huevo de la serpiente, además de una película ambientada en el Berlín de los años 20 (justo hace un siglo, la historia se repite, ya lo sabíamos, ¿verdad?), nos remite a todo ese veneno que puede inocularnos el bicho en nuestras células y ponernos en jaque, o en jaque mate. El huevo de la serpiente o el huevo del murciélago (el huevo en este caso es metafórico, quede claro), el huevo del pangolín (y en este también es metafórico), o el huevo de cualquier otro animal salvaje como causantes de este Covid-19.
¿Acaso Drácula no se transformaba también en murciélago vampírico? Ahora va a resultar que el coronavirus es el Drácula de nuestro tiempo. Y Bram Stoker se ha convertido en uno de los mayores visionarios de la historia de la Humanidad. Hay otros también.
Curiosamente, a los murciélagos no les atacan los virus, sino que ellos son los portadores, que volando, volando voy, esparcen sus mierdas contaminadas, víricas. Qué peligro. O sea, que nos volvemos draculines y draculinas, o lo tenemos jodido, porque los humanos, demasiado humanos, estamos expuestos a todo tipo de enfermedades, epidemias, pandemias, plagas y demás cabronadas.
Ahora parece que ya se ha desatado otra epidemia en China a través de las ratas. Así que no me extraña que cierren el país, antes deberían haberlo hecho con el coronavirus para no dejar que nos llegara vivito y coleando a nuestra Europa arrasada, no hace tanto tiempo, por dos guerras mundiales, un Holocausto barbárico y algunas otras guerras como la Incivil española, la de los Balcanes, etc. Suma y sigue.
El huevo de la serpiente de Bergman (que se dejen por favor los chinos y aun otros de comer ponzoñas como murciélagos, víboras..., que nos van a meter todos los virus habidos y por haber bajo firmamento. Y que dejen otros mandamases de jodernos la marrana con sus experimentos, sus enredos, sus prepotencias...) me ha llevado hasta el universo de dráculas que nos chupan no sólo la sangre sino las entrañas al completo.
La distopía toma el relevo de la anterior realidad... ¿o será que en esa realidad ya teníamos la enfermedad social que incubaba la actual evidencia de este contagio pandémico?
ResponderEliminar(Continuará... al menos para quien tenga la suerte de ver la sesión doble de mi antiguo cine de barrio)
¡Cómo el arte, incluido el séptimo, logra ver por dentro las realidades mundanas!!!
ResponderEliminarBuen articulo, Manuel,con una gran dosis de realismo reflexivo y buenos consejos para la parroquia de tantisimos ciudadanos que sufriremos las consecuencias de tanta avaricia de unos omnipotentes supremacistas del poder económico global, otros estúpidos iresponsables gobernates, la ignorancia y la miseria de tantísimas otras pobres gentes y la mierda de estos bichos que nos la tendrémos que comer con patatas, y cuando termine esta mierda, vendrá otra y otra cuando no has terminado de levántate y ya te está volviendo a tumbar. Grandes verdades que aunque hay que mantener la calma y el optimismo para mantener el buen estado de ánimo y anímico lleno de de defensas, que no por ello nos llenará de preocupacion
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