‘El color de las hayas’ es el sugerente
y atractivo título de la primera novela de Epigmenio Rodríguez, que presentará
en la Casa de las Culturas de Bembibre hoy mismo.
El escritor-viajero Epi, que ya nos
había deleitado con sus dos volúmenes de ‘León sin prisa’, nos obsequia ahora
con este libro ambientado en la montaña leonesa, donde se desarrolla la trama.
Se trata de una obra escrita con una prosa limpia y directa, despojada de
pomposidad, con diálogos bien construidos, creíbles, que mantiene el pulso
narrativo, con ciertas dosis de intriga, hasta el final.
Si ‘León sin prisa’ nos hacía recordar
al Cela de ‘Viaje a la Alcarria’, el estilo de ‘El color de las hayas’ nos
devuelve al Premio Nobel y autor de ‘La familia Pascual Duarte’ y también al
gran Delibes de ‘Los santos inocentes’. Aunque por momentos se intuye al Gabo
de ‘Crónica de una muerte anunciada’.
Editado por Eolas, al frente de la cual
se halla el polifacético Héctor Escobar, esta novela, teñida por todos los
tonos, del amarillo al rojo (incluso al rojo sangre), nos muestra a unos
personajes que conocen (y aún sufren) la dureza de la climatología, la crueldad
de la vida en forma de silencio, porque éste, “sólo roto por el canto lejano de
algún pájaro, lo invade todo”.
(Artículo publicado hoy miércoles en la Nueva Crónica)
(Artículo publicado hoy miércoles en la Nueva Crónica)
Personajes que obedecen a sus instintos
primarios y que están marcados por un destino trágico. Braulio y Fini como
progenitores de una prole de ‘santos’ y ‘santas’ inocentes, desarrapados, a
expensas de los teje manejes de las fuerzas vivas de la aldea minúscula en que
habitan cual alimañas en una casa destartalada, sucia.
Concebida inicialmente como un guión de
cine –habida cuenta de que Epi es el director de la película ‘Las becicletas’–,
‘El color de las hayas’ forma parte de una trilogía, ‘De infernis’ (porque no
hay más infierno que el que se vive en esta vida como les ocurre a estos
personajes), cuya segunda parte, en la que está trabajando, se desarrollará
según su autor en Nueva York, ciudad que aparece mencionada en algunas
ocasiones en esta novela. De la tercera parte aún no tenemos noticias.
Estructurada en nueve capítulos (cada
uno con varios subapartados), además de una ‘Introductio’ y un ‘Epilogus’, ‘El
color de las hayas. Hacia la mitad del otoño’ nos muestra la vida rural con
todo lujo de detalles, desde el ordeño de las vacas hasta la feria de ganado,
pasando por el pasaje de ‘El tiro al plato’ (en tiempos estampa festiva de los
pueblos leoneses), con la mina como telón de fondo.
La lectura de esta novela, aparte de
rociarnos el espíritu con el paisaje rural leonés, nos ayuda a conocer más y
mejor la condición humana.
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