Panorámica de Igüeña
Una de las zonas más desconocidas y menos frecuentadas de las altas montañas de El Bierzo es la que se encuentra al norte del pueblo de Igüeña, en la falda sur del pico Fernán Pérez, y por donde discurre el valle del río Bubín. Los robledales del valle nada tienen que envidiar a los mejores de la comarca (Alberto Álvarez, El Bierzo, 50 rutas a pie) Pues sí, queridos y queridas, cuates y cuatas, que dirían en mi Mexiquito lindo y soñado, mañana sábado nos daremos cita en Igüeña, en ese Bierzo Alto desconocido incluso por los bercianos del Bajo. Como me decía recientemente Alberto Álvarez -que es un viajero intrépido y un especialista en montaña, que conoce como nadie la provincia de León, y aun las comunidades limítrofes, sobre todo las Asturies verde de montes y negra de minerales-, por estas tierras no hay inquietud por explorar el entorno, ni siquiera el más inmediato. Desconocemos hasta nuestra propia matria (esto lo dice este menda a la buena de dios y con todo respeto). No es conveniente generalizar (en realidad, hacer generalizaciones es un un grave error) pero sí hay determinadas cosas que nos definen, que dicen de nosotros, porque nuestra cultura/incultura, nuestra forma de ser está marcada por una forma de vida, por un modo de estar en el mundo, por estar, en definitiva, en un contexto específico. Y en el Bierzo, por lo general (¿qué abusado, verdad?) nos vale madre (que dirían en Mexiquito), aquí nos las den todas... resignación y conformismo al canto y al cante (si me apuran), así nos luce el pelo. Y el personal, cuando ha conocido otros mundos, otras tierras, lo ha hecho fundamentalmente, como ocurriera en otras épocas, porque tenía que emigrar, salir en busca del garbanzo y las habichuelas (las fabas, que decimos "ende"). Bueno, ahora estamos volviendo a las andadas, que con este desgobierno de rateros y esta bola de pendejos, tendremos que volver a hacer el petate y embarcarnos (como hiciera mi padre en los 50) a las Américas: Brasil como destino. O México/Méjico o la Argentina... De momento, estoy muy muy a gusto en mi terruño, en mi útero, donde he encontrado mi temperatura afectiva, amistosa y aun amorosa adecuada, y no quiero irme, claro que no, que para eso anduve (en mis tiempos mozos y verbeneros) deambulando por el mundo "alante" y viví en otros países. Eso sí, no renuncio a viajar y explorar otros espacios, siempre, eso siempre, al menos mientras uno tenga uso de razón y alma en los pies. Qué bueno, alma en los pies y fuerza en las entrañas, lo cual te puede conducir, en amorosa compañía, claro, desde la propia Igüeña (ya que estamos con esta población del Alto Boeza) hasta Urdiales de Colinas (pueblo deshabitado, bueno, poblado por un rebaño de vacas... y dos perros hijos de perra, perdón, que ladran como posesos, como antesala de la aldea). Qué me voy, ay, por las veredas de la fantasía o una realidad que se me hace sublime. Decía que estoy convencido de que no somos muy dados a conocer otras tierras, otros mundos (incluso cercanos), más allá de nuestro hábitat más próximo, y a veces ni eso.
Urdiales de Colinas
Rebaño en pradera urdialesa
Dicho lo cual, a modo de preámbulo y sin que sirva de retahilón, mañana saldremos desde Igüeña, a las 11h, hacia el valle de Bubín, los Bubines, que diría mi padre, que en su época de infante pudo recorrer todos esos valles y mundos de dios, incluida la Campa del Murio, cual buen lazarillo o personaje propio del Tío Perruca, la novela que nos ha unido a un grupo de amigos: Ester, Cano, Daniel, Abel, Francisco y este servidor vuestro (ah, y Manolín el tamboriteiro de Quintana de Fuseros) para darle lectura al Perruca en la primera cabaña de Bubín. Tal vez por esto, me siento tan religado a la naturaleza del Bierzo, en concreto del Alto, a sus gentes, a su forma de hablar, tan astur o asturleonesa, el "lleunés" como lenguaje y lengua que hablaban nuestros ancestros, que seguimos rescatando del olvido, el astur-leonés, rayado de galleguismos, como entonación y aun respiración de todo un pueblo (en realidad de varios pueblos o aldeicas), como queda reflejado en esa novela, el Tío Perruca, escrita en la década de los setenta por el igüeñés Benigno Suárez Ramos, el cual ejerció como misionero por África e Hispanoamérica. A él -y a su Perruca- dedicaremos mañana sábado 3 de agosto este homenaje. Y procuraremos danzar, rememorar la danza de la osa, tal vez aquella que quiso acabar con el Tío Perruca, Josepín, que también tenía andares de oso, aunque por fortuna (milagro del Señor o la Señora) lograra sobrevivir a sus zarpazos.
http://www.diariodeleon.es/noticias/cultura/quien-fue-el-tio-perruca_816468.html
¡¡Menuda pateada te metiste pal cuerpo Manuel!!...Pero el paisaje de Urdiales merece la pena, desde luego. GRACIAS también por el buen día que pasamos en Bubín. Abrazo.
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