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martes, 20 de agosto de 2013

IV Encuentro Literario en Noceda del Bierzo

Tònia Passola, Ana María  Romero, Gustavo Vega, Cuenya, Cubelos, Antonio Esteban

Un año más, y ya vamos por el cuarto, se celebró en Noceda del Bierzo un encuentro literario. Y esto es motivo de alegría, sobre todo para aquellos y aquellas que aún creemos en la palabra, en la palabra hecha carne y alma, en la palabra sagrada y balsámica, en los versos, en la música, en los sonidos acariciadores, que siguen arrullándonos a su paso por el verde y frondoso valle del Noceda, el útero de Gistredo, ese microcosmos que me vio nacer (y aun crecer) y en el que he encontrado la temperatura afectiva adecuada. Un espacio que amo y siento con todo mi espíritu, porque aparte de ser mi lugar de nacimiento (lo que inevitablemente marca, y mucho) es mi remanso de paz, mi jardín donde cultivo los afectos, el sitio que me inspira y me ayuda a seguir caminando por el mundo "alante", la tierra donde por fortuna viven y siguen viviendo mis padres (un auténtico tesoro) y una de mis hermanas, amén de amigos, amigas y paisanos y paisanas.
Un año más (qué bueno y qué saludable eso de seguir cumpliendo años y sueños) nos hemos dado cita poetas y narradores en Noceda, en las antiguas escuelas del barrio de Vega (donde la maestra Engracia/Desgracia, qué terrible, estropeara a toda una generación, o más, de rapazas). Pero esta es harina de otro costal, y no voy a entrar en ella. Daría para una novela.


Me alegra haber compartido con ellos y ellas, con el público asistente, entregado y amable, una hermosa tarde de sábado agosteño, y luego una velada entrañable, bajo las parras de la lírica. 

En el encuentro también rememoramos (esto forma parte de la vida, por desgracia) el terrible accidente que ocurriera en Santiago de Compostela hace algo más de un mes. Confieso que se me puso un nudo en la garganta (y se me estropajó la lengua) mientras di lectura al poema-recuerdo-de Santiago. 

Agradezco, como no podía ser de otro modo, que nuestros invitados de honor aceptaran con gusto la invitación y espero que se hayan sentido como en su casa leyendo y recitando sus poemas. Gracias Ana María Romero (por tus sentidos poemas de tu primera y actual épocas), Tònia Passola (por tu poética universal recitada en catalán), Antonio Cubelos (por tus poemas de memoria, impregnados de morriña), Antonio Esteban (por tu poesía recitada con fuerza y sentimiento), Gustavo Vega (por tu saber hacer, tus recuerdos entrañables de Villaverde de los Cestos y tus haikus en diferentes idiomas, ah, y tu soneto paseado susurrado), y Jose Caurel (que nos obsequiaste, con tu arte, tu voz, tu guitarra y tu gracia) bellas piezas musicales.  


El próximo año, Dios mediante (que diría el cura, joder, me está entrando la vena creyente, qué cosas), más. A por el Quinto Encuentro.


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