(Diario de León, 18/07/2002)
Playa de Morouzos
Gaiteiro festivo
Gaiteiro, un día sin fiesta, recientemente
Ortigueira, hermoso nombre sobre el que orvalla la música y las ortigas
enamoran a los jóvenes ávidos de jolgorio. La juerga está asegurada
hasta altas horas de la madrugada.
Y los rapaciños, botella en mano, y a veces con el jamón al hombro, no
se cansan de deambular por las callejuelas en busca quizá del vellocino
de oro o alguna alquimia del sabor. El ambiente se impregna con el
dulzarrón olor a hachís, el chocolate preferido de la bohemia céltica.
Vuelve la «celtidumbre», como nos dijera una chica, cual libérrima
golondrina al pazo de nuestras ilusiones. La ilusión de sentir lo celta
más allá de cualquier mito posmoderno.
Gaiteiros astures en Ortigueira
Lo céltico no deja de ser un
mito, un mito tal vez maravilloso, pero un mito a fin de cuentas. El
festival internacional do Mundo celta un año más, y la libertad de
acampar al aire libre, danzando todos en torno a los druidas.
Ortigueira, lugar querido, tierra hermana y castreña, en la que las
cornamusas soplan un lenguaje mágico, y logran hechizarnos con sus
sones. Galicia se nos muestra, una vez más, acogedora y nutricia.
Galicia es como la matria del buen yantar. Y el bar Hendaya un
extraordinario tabernáculo para saciar el apetito y darle gusto al
paladar. El requesón como postre de lujo.
Pasamos el fin de semana
entretenidos escuchando a Liam O''Flynn, que es seguramente uno de los
mejores gaiteros del mundo, y a Béla Fleck y los Flecktones y a los
Gaiteros de Lisboa y a Taraf de Häidouks entre otros. Todos ellos se
alojaban curiosamente en el Hostal-Residencia Villa de Cedeira que
regenta el amigo Pablo. Un lugar apartado del mundanal ruido y de la
manada.
Descubrimos que los Gaiteros de Lisboa, a quienes no tuvimos la
ocasión de escuchar hace algún tiempo en el Teatro Bergidum, son músicos
muy divertidos que nos engatusaron con sus ritmos guerreros. Y los
rumanos Taraf de Häidouks, a quienes ya conocíamos, continuaron la
velada haciéndonos vibrar con sus melodías zíngaras.
Ahora, que es tiempo
de romerías y saraos varios, no estaría mal que en los pueblos del
Bierzo actuara esta banda. Al final no todo se resolvió por la vía de
los «meigallos», sino que también se nos aparecieron varias hadas,
sirenitas y algún que otro vampiro de la Transilvania.
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