«El humor está en nuestra tradición literaria»
El profesor
y narrador Juan Miguel Alonso Vega, autor de La
conspiración de las mariposas, está
ahora con una novela sobre Buenaventura Durruti, que tenía ya medio escrita y
se la zampó un virus informático
23/07/2013
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Aunque
lo nacieran en Toldanos, un pequeño pueblo leonés cercano a Puente
Villarente, a Juan Miguel Alonso Vega (Juan Mi) lo llevaron con un año a
vivir a León, «ciudad de la que aborrecí profusamente en mi juventud»,
señala, aunque hoy le parece uno de los mejores balnearios civiles que
conoce para vivir. «Otra cosa distinta es y será para nuestros jóvenes»,
aclara este profesor de Lengua y Literatura y narrador vocacional, cuyo
ámbito académico le ha servido –a él que reconoce no escribir
literatura muy académica- para ponerse en los ojos del lector puro, el
adolescente, que no analiza desde el prejuicio o los intereses.
Juan Mi, que ve el Bierzo como el paisaje de sus sueños, se considera un cazurro hasta las cachas, un aldeano urbanizado, lo cual «es un orgullo y una condena», pero no por ello se siente un apestado, ni lleva la bandera cosida en el pecho. No obstante, se muestra crítico con su ciudad «a la que sólo empiezas a querer cuando te vas. Un cementerio entrañable y hermoso que no quiere ver su propio velatorio», y reivindicativo con la provincia, de la cual dice que es el tesoro que desconocemos. «Es difícil imaginar más diversidad, más belleza y más olvido».
Como prosista, se siente deudor, aparte de maestros yanquis del género negro y autores como Alvite, de una estupenda nómina de narradores y poetas como Crémer, Pereira, Gamoneda, Colinas, Fernández Santos, Torbado, Aparicio, Merino, Mateo Díez, Llamazares, Mestre… y otros tantos, entre ellos Suárez-Roca, «un lujo de pluma… cuya capacidad para alimentar cada frase de metáfora y música es única». Por fortuna, «la fuente sigue manando». La pena –se lamenta– es que no seamos capaces de poner en valor esta tradición y herencia literarias, lo que resulta sorprendente para los ojos del extranjero.
Alonso Vega ha publicado Amar a Mara y La conspiración de las mariposas, «dos novelas negras que tratan de conjugar intriga, acción, reflexión y humor», si bien recuerda que comenzó a escribir, ya en su juventud letraherida, en aquellas revistas universitarias como Campus o Ababol. En todo caso, le gusta escribir con humor, porque está convencido de que es imprescindible para distinguir la inteligencia y la vida. El humor resulta poco frecuente en novela negra y es muy despreciado en nuestra literatura contemporánea, reflexiona. «Algo incomprensible porque el humor está en nuestra tradición literaria desde siempre. Desde El Lazarillo a Mendoza, desde El Quijote a Valle-Inclán. Probablemente tiene que ver con un cierto desprecio intelectual hacia lo que parece poco solemne, poco académico». Consciente de que la risa permite humanizar a los inhumanos y a la vez es un magnífico instrumento para diseccionar la verdadera naturaleza del poder en cualquiera de sus manifestaciones, Juan Mi ha escrito con sentido del humor («el primer síntoma de la inteligencia») La conspiración de las mariposas, su obra más compacta y coherente, según él, que recela por sistema de los serios, los envarados y los papanatas.
Una novela, La conspiración de las mariposas, ambientada en la universidad, que indaga sobre la búsqueda del poder, el precio que uno está dispuesto a pagar, y el medio para alcanzarlo: la manipulación. «Aunque el escenario es la universidad, podría situarse en una empresa, un partido político, una iglesia,…», matiza su creador, que se muestra muy crítico. «La universidad española tiene el reto de dejar de mirarse el ombligo, de abrir las ventanas y aportar una plusvalía no sólo económica, sino ética a la sociedad. Pero nada de eso está ocurriendo, sino justamente lo contrario. Es lamentable ver el grado de nepotismo, endogamia y mediocridad intelectual en que se mueven algunas cátedras».
Juan Mi, que estudió Filología Hispánica en la Universidad de León, confiesa escribir sobre lo que conoce mejor, es decir, sobre sí mismo y su pequeño mundo. Y tal vez por esto eligió la universidad como escenario principal de su novela.
En cuanto a Amar a Mara es casi un thriller ambientado en Valencia, ciudad en la que viviera su autor durante tres años, impartiendo clases a adultos en su primera y gratificante experiencia docente, lo que le permitió «conocer otros mundos que no existían en la grisura leonesa» y le abrió los ojos a la modernidad y a la posmodernidad.
Ahora se confiesa algo indeciso, «como el asno de Buridán», en cuanto a sus proyectos literarios, si bien está con una obra histórica disfrazada de novela negra, que tenía ya medio escrita y se la zampó un virus informático, sobre Buenaventura Durruti (un leonés universal que le fascina) y una novela corta de la que de momento sólo sabe el título: Anatomía de un beso.
Juan Mi, que ve el Bierzo como el paisaje de sus sueños, se considera un cazurro hasta las cachas, un aldeano urbanizado, lo cual «es un orgullo y una condena», pero no por ello se siente un apestado, ni lleva la bandera cosida en el pecho. No obstante, se muestra crítico con su ciudad «a la que sólo empiezas a querer cuando te vas. Un cementerio entrañable y hermoso que no quiere ver su propio velatorio», y reivindicativo con la provincia, de la cual dice que es el tesoro que desconocemos. «Es difícil imaginar más diversidad, más belleza y más olvido».
Como prosista, se siente deudor, aparte de maestros yanquis del género negro y autores como Alvite, de una estupenda nómina de narradores y poetas como Crémer, Pereira, Gamoneda, Colinas, Fernández Santos, Torbado, Aparicio, Merino, Mateo Díez, Llamazares, Mestre… y otros tantos, entre ellos Suárez-Roca, «un lujo de pluma… cuya capacidad para alimentar cada frase de metáfora y música es única». Por fortuna, «la fuente sigue manando». La pena –se lamenta– es que no seamos capaces de poner en valor esta tradición y herencia literarias, lo que resulta sorprendente para los ojos del extranjero.
Alonso Vega ha publicado Amar a Mara y La conspiración de las mariposas, «dos novelas negras que tratan de conjugar intriga, acción, reflexión y humor», si bien recuerda que comenzó a escribir, ya en su juventud letraherida, en aquellas revistas universitarias como Campus o Ababol. En todo caso, le gusta escribir con humor, porque está convencido de que es imprescindible para distinguir la inteligencia y la vida. El humor resulta poco frecuente en novela negra y es muy despreciado en nuestra literatura contemporánea, reflexiona. «Algo incomprensible porque el humor está en nuestra tradición literaria desde siempre. Desde El Lazarillo a Mendoza, desde El Quijote a Valle-Inclán. Probablemente tiene que ver con un cierto desprecio intelectual hacia lo que parece poco solemne, poco académico». Consciente de que la risa permite humanizar a los inhumanos y a la vez es un magnífico instrumento para diseccionar la verdadera naturaleza del poder en cualquiera de sus manifestaciones, Juan Mi ha escrito con sentido del humor («el primer síntoma de la inteligencia») La conspiración de las mariposas, su obra más compacta y coherente, según él, que recela por sistema de los serios, los envarados y los papanatas.
Una novela, La conspiración de las mariposas, ambientada en la universidad, que indaga sobre la búsqueda del poder, el precio que uno está dispuesto a pagar, y el medio para alcanzarlo: la manipulación. «Aunque el escenario es la universidad, podría situarse en una empresa, un partido político, una iglesia,…», matiza su creador, que se muestra muy crítico. «La universidad española tiene el reto de dejar de mirarse el ombligo, de abrir las ventanas y aportar una plusvalía no sólo económica, sino ética a la sociedad. Pero nada de eso está ocurriendo, sino justamente lo contrario. Es lamentable ver el grado de nepotismo, endogamia y mediocridad intelectual en que se mueven algunas cátedras».
Juan Mi, que estudió Filología Hispánica en la Universidad de León, confiesa escribir sobre lo que conoce mejor, es decir, sobre sí mismo y su pequeño mundo. Y tal vez por esto eligió la universidad como escenario principal de su novela.
En cuanto a Amar a Mara es casi un thriller ambientado en Valencia, ciudad en la que viviera su autor durante tres años, impartiendo clases a adultos en su primera y gratificante experiencia docente, lo que le permitió «conocer otros mundos que no existían en la grisura leonesa» y le abrió los ojos a la modernidad y a la posmodernidad.
Ahora se confiesa algo indeciso, «como el asno de Buridán», en cuanto a sus proyectos literarios, si bien está con una obra histórica disfrazada de novela negra, que tenía ya medio escrita y se la zampó un virus informático, sobre Buenaventura Durruti (un leonés universal que le fascina) y una novela corta de la que de momento sólo sabe el título: Anatomía de un beso.
http://www.diariodeleon.es/noticias/cultura/el-humor-esta-en-nuestra-tradicion-literaria-_813533.html
«La vanidad es insaciable»
http://www.diariodeleon.es/noticias/cultura/la-vanidad-es-insaciable-_813532.html
—¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?
—El tiempo es un bien escaso, y la buena literatura tiene una nómina casi infinita. Releo con fruición El Lazarillo o El Quijote, y he releído El hombre que fue jueves, de Chesterton, La conjura de los necios, de J. K. Toole, y Océano mar, de Baricco.
—Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).
—La Celestina, El Lazarillo y Don Juan. En la vida, cualquiera que se haya dejado el pellejo en la lucha por un mundo mejor.
—Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).
—El ego artístico y la vanidad son monstruos insaciables. Si a eso le añades la cocaína mediática aparecen los Izaguirre, Lucía Echevarría o Sánchez Dragó.
—Un rasgo que defina tu personalidad.
—La contradicción.
—¿Qué cualidad prefieres en una persona?
—La generosidad.
—¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?
—La casta política es impresentable. Más cuanto más ascendemos en el escalafón. La mezcla de corrupción y mediocridad explica muchas cosas. Y sin embargo, la política es una dignidad imprescindible. Si uno desciende a los alcaldes de pueblos pequeños, al concejal que coge el pico para abrir una zanja, al militante que sufre con sus corruptos, nos encontramos con la verdadera república, la única que merece ser rescatada. Sociedad y política son vasos comunicantes. No conviene engañarse al respecto. Ni en lo bueno ni en lo malo.
—¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?
—Los amigos, el sexo, una buena novela, el vino… no necesariamente por este orden.
—¿Por qué escribes?
—Para ahorrarme el psicoanalista, para acercarme a la idea de Dios, para reírme de mí mismo, para que me quieran…
—¿Crees que las redes sociales, facebook o twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?
—No. El estilo es la utopía del escritor. Unos pocos elegidos llegan a tenerlo. El resto nos conformamos con buscarlo.
—¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?
—Soy iconoclasta, ecléctico y onanista, literariamente hablando. Autores que me han subyugado: Homero, Teresa de Jesús, Valle-Inclán, Orejudo, Pereira, Llamazares, Gioconda Belli, Márquez, Eduardo Mendoza, San Juan de la Cruz, J. L. García Díez, Crémer, Lorca, Baricco.
—¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?
—Escribo Cartas Cazurras en Infobierzo. Y tengo abandonado el de La Conspiración de las mariposas. Picoteo por varios, sin rigor ni constancia.
——Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.
—La sabiduría me persigue, pero yo soy más rápido.
—El tiempo es un bien escaso, y la buena literatura tiene una nómina casi infinita. Releo con fruición El Lazarillo o El Quijote, y he releído El hombre que fue jueves, de Chesterton, La conjura de los necios, de J. K. Toole, y Océano mar, de Baricco.
—Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).
—La Celestina, El Lazarillo y Don Juan. En la vida, cualquiera que se haya dejado el pellejo en la lucha por un mundo mejor.
—Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).
—El ego artístico y la vanidad son monstruos insaciables. Si a eso le añades la cocaína mediática aparecen los Izaguirre, Lucía Echevarría o Sánchez Dragó.
—Un rasgo que defina tu personalidad.
—La contradicción.
—¿Qué cualidad prefieres en una persona?
—La generosidad.
—¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?
—La casta política es impresentable. Más cuanto más ascendemos en el escalafón. La mezcla de corrupción y mediocridad explica muchas cosas. Y sin embargo, la política es una dignidad imprescindible. Si uno desciende a los alcaldes de pueblos pequeños, al concejal que coge el pico para abrir una zanja, al militante que sufre con sus corruptos, nos encontramos con la verdadera república, la única que merece ser rescatada. Sociedad y política son vasos comunicantes. No conviene engañarse al respecto. Ni en lo bueno ni en lo malo.
—¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?
—Los amigos, el sexo, una buena novela, el vino… no necesariamente por este orden.
—¿Por qué escribes?
—Para ahorrarme el psicoanalista, para acercarme a la idea de Dios, para reírme de mí mismo, para que me quieran…
—¿Crees que las redes sociales, facebook o twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?
—No. El estilo es la utopía del escritor. Unos pocos elegidos llegan a tenerlo. El resto nos conformamos con buscarlo.
—¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?
—Soy iconoclasta, ecléctico y onanista, literariamente hablando. Autores que me han subyugado: Homero, Teresa de Jesús, Valle-Inclán, Orejudo, Pereira, Llamazares, Gioconda Belli, Márquez, Eduardo Mendoza, San Juan de la Cruz, J. L. García Díez, Crémer, Lorca, Baricco.
—¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?
—Escribo Cartas Cazurras en Infobierzo. Y tengo abandonado el de La Conspiración de las mariposas. Picoteo por varios, sin rigor ni constancia.
——Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.
—La sabiduría me persigue, pero yo soy más rápido.
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