«Desde las cumbres puedo calibrar la grandeza del mundo»
El viajero y narrador Julio Álvarez Rubio, autor Laciana, un otoño, está trabajando en
un libro colectivo y se siente satisfecho de figurar entre autores a los que
admira
La afición
por la naturaleza, los paisajes y los viajes despertaron el interés de Julio
Álvarez Rubio por la fotografía y por la escritura, porque “el entusiasmo y el
placer de los días guapos se alarga mientras cuentas la experiencia”. Y
ahí que anda este “artesano relator”, como a él mismo le gusta definirse,
componiendo libros de viajes y haciendo fotos de los paisajes y paisanajes de
nuestra provincia, como queda constancia en su excelente blog, Noroeste Leonés. “El
blog es producto de un cabreo incontenible debido a la monserga con que, desde
finales de los ochenta, se ha venido machacando a las comunidades del Alto Sil
asegurando que siempre han vivido del
carbón y que no hay futuro al margen de este negocio que, últimamente, está
siendo pura rapiña y devastación”.
Con orígenes astures y omañeses, este
lacianiego –ya que lo nacieron en Villablino– es un viajero y montañero
impenitente y un contador y fabulador de historias, cuya memoria es la montaña
leonesa y el curso bien definido de las estaciones y la abundancia del otoño
y la nieve y los deshielos y la gloria de mayo, porque como dice un personaje
de una novela de Sender –apostilla Julio–:
un país sin invierno es un
país engañoso donde solo puede vivir la gente enemiga de dios, y
porque “entre montañas siento menos vértigo que cercado por un horizonte curvo
donde, por no haber, no hay ni perspectiva. Desde las cumbres puedo observar
con devoción mi país y también calibrar la grandeza del mundo, la magnitud y la
obra del tiempo y lo que uno pinta aquí…”. Su pasión por
la montaña se la debe a su padre, que lo llevaba consigo, cuando Julio era aún
muy niño, a cosechar arándanos o raíces de genciana. “Nunca le agradeceré bastante
aquella iniciación. Cuando cumplió los noventa aún se apuntaba para venir
conmigo a Babia. Dábamos por allí algún paseo y yo le contaba cosas acerca de
Islandia o la Tierra del Fuego, lugares que pude y supe disfrutar gracias a
él. Es tan valioso el capital natural de
la montaña leonesa como tremendo lo que estamos haciendo con él en algunos
lugares”.
Aunque una buena parte de su vida se
dedicara a la industria de la generación eléctrica en centrales térmicas –su
abuela Domitila solía aconsejarle que escogiera la rama de letras y se
hiciera maestro porque leería muchos
libros, tendría trabajo fijo y vacaciones largas–, Álvarez
Rubio es un hombre de letras, que ha sabido plasmar, con imágenes y por escrito,
sendas y caminos por las brañas de nuestra provincia interior: Laciana, Babia, el
Bierzo, Ancares, Omaña. Tal vez por esto le otorgaron el nombramiento de omañés
del año 2012, lo que le produjo una enorme emoción “porque
aquello ocurrió días después del fallecimiento de mi madre por cuya rama soy
omañés”, aclara Julio, que ya está con algún proyecto viajero, porque es acaso
su forma de estar en el mundo, “para concebirlo de otro modo, entender
caracteres diferentes, otras realidades, la verdadera esencia de tantas cosas.
Terapéutica itinerante”. Como buen viajero y contador de viajes es consciente
de que para escribir algo que merezca la pena no basta con “tocar de oído o
pescar en el fárrago de Internet”, si no que uno debe conocer a fondo el
territorio, o bien acudir las veces que sean necesarias a “un mismo lugar para
dar con cierto paisano o para lograr una foto con la luz adecuada”. Como
apasionado de la literatura de viajes, se reconoce en Cela, Delibes, En la Patagonia, de Bruce Chatwin, y aun en uno mucho más cercano, Julio
Llamazares, con libros como El río del olvido,
Cuaderno del Duero o Las rosas de piedra. “Literatura
excelsa. Todos ellos utilizan un lenguaje llano pero riquísimo a la vez. Lo que
escribió Llamazares remontando el curso del Curueño rebosa tal lirismo que
incita a meter el libro en la mochila y salir disparado hacia el puente de
Ambasaguas”.
Si bien al autor de Laciana, un otoño –quizá su libro más
depurado desde un punto de vista literario– le entusiasma hacer fotos, y encima
con gran acierto y belleza, está convencido de que no es imprescindible que
vayan juntas las imágenes y las palabras, aunque se avengan bien para enseñar
algo, porque los grandes escritores de viajes –según él– no necesitan
fotografías, como es el caso del libro de Llamazares siguiendo el curso del
Curueño. “El río del olvido es una muestra soberbia. En medio de su prosa sublime,
las fotos estorbarían”, a sabiendas de que “los artistas de la fotografía son
capaces de justificar el aforismo de la imagen más valiosa que mil palabras
pero la palabra, nacida con el amanecer de la especie humana, es nuestra gran
creación y, en casos como los que acabo de citar, la palabra supera a la
imagen”.
Álvarez Rubio ha
publicado recientemente una leyenda de las brujas de la Veiga el Palo de
Laciana, incluida en Leyendas leonesas
contadas por…y está trabajando en un libro colectivo, que aún está “en la
incubadora”.
«Nuestros partidos parecen empresas»
—¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?
—Muchos. Desde que leí El Danubio, de Magris, sueño con hacer un viaje desde la Selva Negra hasta Constanza con él a mano.
—Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).
—Se me ocurriría uno cada día. Hoy, La Cocadrille de Puerca Tierra, de John Berger.
—Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).
—No puedo con los de autoayuda o buenismo sentimental y acrítico.
—Un rasgo que defina tu personalidad.
—La impaciencia por despacharlo todo en un minuto. No es precisamente una virtud.
—¿Qué cualidad prefieres en una persona?
—La generosidad, la facilidad para comprender y echar una mano.
—¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?
—Hoy nuestros partidos parecen empresas donde la selección de personal importa mucho menos que acumular poder y mantenerlo como sea. Y nosotros a lo nuestro, como siempre. Habría que hacer algo pero, ¿qué?
—¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?
—Viajar, observar, escuchar a Bach, cine clásico, leer, fotografiar, muuuuucha montaña y qué sé yo. Vivir mientras se pueda.
—¿Por qué escribes?
—Como suele decir mi amiga Emilia: Por un lado, yo qué sé. Y por otro, qué quieres que te diga.
—¿Crees que las redes sociales, facebook o twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?
—Experimenté algo y no me gustó. Demasiado barullo. El formato blog me interesa más.
—¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?
—Nombraré a Pepe el de Corros en representación de tanta gente de mi tierra que atesora a capazos sabiduría y gracia.
—¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?
—Sigo NarrativaBreve.com, La Nave de los locos, el de Hidalgo Bayal y alguno más.
—Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.
—Antes trataba de seguir a Víctor Frankl: aprender a distinguir entre lo que es esencial y lo que no lo es, entre lo que tiene sentido y no lo tiene, entre lo que es responsable y lo que no. Ahora pienso como mi padre en sus últimos años: a ver qué va pasando.
—Muchos. Desde que leí El Danubio, de Magris, sueño con hacer un viaje desde la Selva Negra hasta Constanza con él a mano.
—Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).
—Se me ocurriría uno cada día. Hoy, La Cocadrille de Puerca Tierra, de John Berger.
—Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).
—No puedo con los de autoayuda o buenismo sentimental y acrítico.
—Un rasgo que defina tu personalidad.
—La impaciencia por despacharlo todo en un minuto. No es precisamente una virtud.
—¿Qué cualidad prefieres en una persona?
—La generosidad, la facilidad para comprender y echar una mano.
—¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?
—Hoy nuestros partidos parecen empresas donde la selección de personal importa mucho menos que acumular poder y mantenerlo como sea. Y nosotros a lo nuestro, como siempre. Habría que hacer algo pero, ¿qué?
—¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?
—Viajar, observar, escuchar a Bach, cine clásico, leer, fotografiar, muuuuucha montaña y qué sé yo. Vivir mientras se pueda.
—¿Por qué escribes?
—Como suele decir mi amiga Emilia: Por un lado, yo qué sé. Y por otro, qué quieres que te diga.
—¿Crees que las redes sociales, facebook o twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?
—Experimenté algo y no me gustó. Demasiado barullo. El formato blog me interesa más.
—¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?
—Nombraré a Pepe el de Corros en representación de tanta gente de mi tierra que atesora a capazos sabiduría y gracia.
—¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?
—Sigo NarrativaBreve.com, La Nave de los locos, el de Hidalgo Bayal y alguno más.
—Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.
—Antes trataba de seguir a Víctor Frankl: aprender a distinguir entre lo que es esencial y lo que no lo es, entre lo que tiene sentido y no lo tiene, entre lo que es responsable y lo que no. Ahora pienso como mi padre en sus últimos años: a ver qué va pasando.
Hola Julio: Soy FEDE, un compañero de clase en el Insti de Villablino- años 1959-1965. Creo, recordar, que eatabamos en la misma clase, y además vecinos de pupitre. Aportando escitos en lembranzas, titulados JIRONES... en el Blog de Emilio G. de la Calzada, he encontrado tus libros... Si no tienes inconveniente me gustría volver a saludarnos... FEDE
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