http://www.diariodeleon.es/noticias/bierzo/el-verano-berciano_33893.html
El
verano es una estación hecha a medida de los guajes, que se pasan el
día, y la tarde-noche si procede, en la piscina del pueblo o en el monte
de los orgasmos soñados. Cuánto orgasmo soñado en el vaivén de una
noche de blanco satén.
Es cuando los chavales aparcan los libros y los
cuadernos en el trastero de los olvidos y ensayan aventurillas con los
amiguetes de turno. A ver quién saca las mejores tajadas. Y luego a
vivir de los recuerdos hasta el próximo verano.
Lo más interesante de esta época para los rapaces quizá sea que se acaba
la tortura de los exámenes y de paso se libera la adrenalina atesorada
durante el curso escolar. Además se dan rienda suelta a los entusiasmos.
En el verano todo, o casi todo, está permitido. Y es por esta razón que
el personal se vuelve hambriento de nuevas sensaciones, y la vida se
resuelve por el cauce sudoroso de las pachangas populares.
Entre feria y
feria una pelota al aire. ¿Dónde toca y nos tocan hoy? Es una estación
en la que tienen cabida las libertades más insospechadas y las pasiones
más convulsas.
El verano está bien para quienes se largan a la playa a meditar sus
trascendencias vitales, o a los montes de Venus, en busca de calma
chicha y bronceado carnosito. El tostado como símbolo de salud y
bienestar. El bronceado como vestuario erótico tras el que se esconden
los instintos más infantiles y pecaminosos. No olvidemos que el niño es
un perverso polimorfo.
El verano, en definitiva, está pensado para andar en bicicleta, y pasear
las ilusiones por el jardín de las delicias. El verano también invita a
cobijarse a la sombra de un castaño cuando el calor aprieta y las
ovejas sestean su silencio de animales gregarios. Una estampa preciosa.
Bajo un salguero, y con un cacho de pan y un chorizo ibérico, el verano
se te mete en las entrañas y te ayuda a sentir el color dorado de la
estación más lírica del año. El lirismo casi siempre es del color del
oro. Hay a quienes no les gusta el verano, quizá por no tener que
soportar el calor y el pegajoso tufo de las ropas sudadas, y prefieren
pasar por alto esta estación. A decir verdad, el verano en el Bierzo, y
sobre todo en el Bierzo Alto, resulta agradable al sereno de las noches
estrelladas.
El verano era verano cuando uno se lo pasaba de a muertito contemplando
la belleza poética del mundo desde el alto del Xafra. O desde los campos
de trigo de Las Chanas. Y uno vivía en la orilla mítica de las
felicidades. Eso se terminó. Ahora vivimos un verano de despacho y café
con leche (a veces toca un pinchito de tortilla). Y el tiempo, y el buen
clima, parecen acortados por la existencia laboral. Hasta septiembre.
*Así era el verano, hace unos años, porque ahora el verano ha vuelto en todo su esplendor a insuflar felicidad.
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